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Libros escritos por Sai Baba

5. CAPÍTULO V. Desapego de los frutos de la acción

Desapego de los frutos de la acción. - La persona de sabiduría firme

Si tienes la mirada puesta en los frutos de tus acciones, te expones a verte afectado por la preocupación, la ansiedad y la inquietud. Puede surgir de tus labios la pregunta: si tengo que renunciar al fruto de mis actividades, ¿cómo podré arreglármelas para vivir? Pero ¿a qué viene esta debilidad del corazón, este nerviosismo? Aquel que ha dicho: "Yo me encargo de tu bienestar", ciertamente se ocupará de ti y te dará lo necesario así como los medios para lograrlo. Todo lo que tienes que considerar es si te parece más importante una vida feliz que la liberación del ciclo de vidas y muertes. La vida feliz tiene poca duración; la felicidad que ofrece la Liberación es eterna.

Sobre este punto, muchos comentaristas han especulado tratándolo de diferentes maneras. La mayoría opina que se aconseja renunciar al fruto porque el hacedor no tiene derecho ni autoridad para desearlo.

Están equivocados. El Señor ha dicho en el Gita: "Renuncia al fruto" (ma phaleshu); es decir, la acción da un resultado pero el hacedor no debería desearlo o no debería ejecutar la acción con la mira puesta en dicho resultado. Si la intención de Krishna hubiese sido decir que el actor no tiene derecho al fruto, habría dicho: "No tiene fruto" (ma phaleshu). De manera que si tratan de eludir el karma, están violando el mandamiento del Señor. Y cometen un grave error.

Puesto que el hombre tiene derecho a la acción, también tiene derecho a su fruto; nadie puede negárselo. Pero él sí puede evitar, por su propia voluntad y determinación, verse afectado por el resultado favorable o desfavorable de su acción. El Gita enseña el camino: "Haz... y niega la consecuencia". El deseo dirigido al resultado de la acción es una señal de tendencia rajásica; el abandono de la acción al no poder beneficiarte con sus frutos es una señal de tendencia tamásica. Actuar sabiendo que el resultado vendrá y, sin embargo, no apegarse ni preocuparse por él es señal de que se tiene la cualidad sátvica.

El yogui de la acción que ha aprendido este secreto del karma (ley de causa y efecto) combinado con la renuncia al fruto de la acción debe tener una mente ecuánime (samathabuddhi), no una mente asociativa (sangabuddhi) que atrae hacia los apegos y los enredos. "Este karma es mío; su resultado se debe a mis esfuerzos. Yo soy quien tiene derecho a él". Esa clase de pensamientos atan al hacedor. Krishna aconseja que uno se eleve por sobre ese tipo de mentalidad. El declaró que estar siempre ecuánime es practicar el verdadero Yoga (samathavam yogamuchyathe).

En el capítulo segundo, Krishna aclara de una manera general cuatro puntos importantes: el principio de la autoentrega (saranagathi); el de la enseñanza del conocimiento (sankhya); el de la actitud yóguica y el de la naturaleza de la persona firme en sabiduría y juicio (sthithaprajña). Ya hemos comentado los tres primeros. Ahora vamos a explicar el cuarto principio.

Krishna explicó a Arjuna la naturaleza y las características del que es firme y está contento (sthithaprajña). Arjuna imploró: "¡Oh, Keshava!", y en cuanto usó ese tratamiento, Krishna sonrió, pues se dio cuenta de que Arjuna había comprendido Su esplendor. ¿Preguntarán cómo? Bueno, ¿qué significa Keshava? Quiere decir: "Aquel que es Brahma, Vishnu, Shiva, la Trinidad" (Trimurthi). Por la gracia de Krishna, Arjuna había alcanzado esa etapa de realización.

Cuando Arjuna rogó a Keshava que le nombrara las verdaderas características de una persona firme y contenta (sthithaprajña), El le contestó: "¡Partha! (Hijo de la Tierra, otro nombre de Arjuna). Eso será quien esté libre de todo deseo. Quien esté firme en el conocimiento y en la conciencia del Atma solamente".

Ahora bien, hay dos procesos a seguir: el abandono de todas las incitaciones del deseo en la mente es el proceso negativo; la implantación de la alegría ahí, de esa alegría siempre presente, constituye el aspecto positivo. El proceso negativo consiste en eliminar de la mente todo vestigio de error y maldad; el proceso positivo, en sembrar y cultivar en el terreno así preparado, ¡el apego a Dios! El cultivo de la siembra que se necesita es la acción positiva; la desyerba es la etapa negativa. Los placeres que los sentidos derivan del mundo objetivo son las yerbas; la siembra es el apego a Dios. La mente es como un montón de deseos, y a menos que estos deseos sean arrancados desde su raíz, no habrá esperanza de poder destruir la mente, que constituye un gran obstáculo en el sendero del progreso espiritual. Cuando los hilos que forman la tela se sacan uno por uno, ¿qué queda de la tela? Nada. La mente está formada por la urdimbre de los deseos. Cuando la mente se desvanece, surgen entonces la firmeza y la dicha (sthithaprajña).

De manera que lo primero que ha de conquistarse es el demonio del deseo (kama). Para esto, no es necesario emprender una guerra. También resulta innecesario utilizar palabras gratas para hacer que el deseo desaparezca. Los deseos no desaparecerán por temor a aquélla ni por atención a éstas. Los deseos son objetivos: pertenecen a la categoría de lo "visto". Con la convicción de que "yo soy solamente el que ve, no lo visto", el de la visión firme se libera del apego. Por este medio, él elimina el deseo. Debes observar el funcionamiento de la mente desde afuera y no enredarte dentro de ella. Esa es la finalidad de esta disciplina.

La capacidad de la mente es como una fuerte corriente eléctrica. Tiene que ser observada desde una distancia, sin tocarla. La tocas, y quedas reducido a cenizas. Así también, el contacto y el apego son un peligro para que la mente te arruine. Mientras más lejos estés de ella, mejor. Debes aprovecharla de la mejor manera para tu propio bienestar, buscando los métodos más apropiados.

La Bienaventuranza en que está sumergido el de la visión firme no viene de los objetos externos; tampoco él los necesita. La Bienaventuranza existe en cada uno como parte de su misma naturaleza. Aquellos que tienen la conciencia pura encuentran la más elevada felicidad en la realización de su propia realidad, el Atma. Podríamos decir que esa alegría se gana por sí misma. Es reconocida sólo por el mismo individuo y es evidente por sí misma.

Puesto que Arjuna no sabía esto, Krishna tuvo que aclarárselo en términos sencillos en los versos (slokas) cincuenta y seis, cincuenta y siete y cincuenta y ocho. Uno puede enfrentarse tanto al placer como al dolor de tres maneras: una P s la relativa al Alma (adhyathmika), otra es la relativa a los seres creados (adhibhouthika) y la tercera es la relativa a los dioses (adhidaivika). Es bien sabido que los pecados acarrean dolor como retribución, y que los actos meritorios producen alegría como premio. Por eso se aconseja evitar los pecados y realizar buenas acciones. Pero el que tiene visión firme no conoce ni el dolor de la aflicción ni la emoción de la alegría. No siente repulsión por el uno ni atracción por la otra. No se retirará ante el dolor ni correrá hacia el placer. Solamente aquellos que ignoran el Atma se regocijarán o se entristecerán al verse afectados por el placer o por el dolor.

El de visión firme estará siempre ocupado en la contemplación y en la meditación. Se le llama "muni", que significa sabio. Su intelecto es estable, porque los sentidos no lo acosan. Aquí tiene que comprenderse un punto importante. La conquista de los sentidos es esencial para llevar a cabo la práctica espiritual; pero eso no es todo. En tanto que el mundo objetivo siga atrayendo a la mente, no podrá decirse que se ha alcanzado el éxito completo. Esa es la razón por la cual Krishna dice: "¡Arjuna! Ejerce tu dominio sobre los sentidos y entonces ya no los temerás, pues se habrán convertido en serpientes sin colmillos". Pero aún presentarán peligro los pensamientos y los impulsos que te atraen hacia afuera. El deseo no tiene límites; nunca puede quedar saciado.

Así es que, además del dominio de los sentidos, uno debe también ejercer dominio sobre la mente. Esa es la señal del que tiene la sabiduría firme. Si no se tiene este doble dominio, se trata de un individuo sin sabiduría (gathaprajña), y no de un individuo de sabiduría estable (sthithaprajña). ¿Adónde va el primero? A la perdición y a ninguna otra parte.

El sendero ascendente y la etapa superior son para el de sabiduría firme. Con estas dos maestrías, si la mente está domada, bastará; no es necesario conquistar los sentidos externos. Si la mente está libre del apego por los objetos, entonces los sentidos, no teniendo nada a qué asirse, perecen por inanición; tanto el amor como el odio dejan de existir por falta de alimento. Los lazos con el mundo objetivo se cortan, aunque los sentidos pueden aún verse afectados por él. ¿Cómo puede algo mundano producir pesar o alegría a quien ha sido bendecido con la conciencia del Atma?

De la misma manera que las estrellas se hacen invisibles al salir el Sol, así también, cuando surge el sol del Conocimiento (Jñana), el sufrimiento, la agitación y la ignorancia se desvanecen.

El hombre cuenta con tres instrumentos principales: la mente, el intelecto y los sentidos. Cuando estos tres trabajan al unísono y cooperan el uno con el otro, es cuando se realiza "la inmersión en el flujo" o "la liberación en el Conocimiento del Atma". Krishna previó que Arjuna se sentiría perplejo deseando saber lo que ocurriría "cuando cualquiera de ellos operara con cualquiera de los otros dos". Así que El mismo dio la respuesta. Dijo: "Arjuna, cuando tu mente coopera con los sentidos vuelves al flujo del mundo objetivo, llamado `samsara'; cuando se subordina al intelecto, entonces obtienes el Conocimiento del Atma. Un sendero conduce a la vida mundana (samsaraprapthi), el otro al Alma (Atmaprapthi). El intelecto debe buscar la solución y la mente debe ejecutarla. Ese es el procedimiento correcto".

Los sentidos tienen que ser destruidos completamente. Ese es el signo distintivo del que tiene la sabiduría firme. Así, cuando todos los seres están experimentando la noche, él se mantiene despierto. Cuando todos los seres están despiertos, él está dormido. El sentido literal de esto es que lo que es noche para uno, es día para el otro. Pero esto parecería absurdo, significaría que el de la sabiduría firme es alguien que duerme durante el día y se mantiene despierto por la noche.

El significado interno de esta afirmación es muy profundo. Los hombres comunes están pendientes de los asuntos concernientes a los sentidos y que surgen de este mundo. La vigilia para ellos es el cuidado que ponen a estos asuntos mundanos. Pero el de la sabiduría firme, precisamente, no está interesado en estas cosas; está, por así decir, dormido. ¿Qué significa el sueño? Significa la felicidad resultante de la inactividad de los sentidos. ¿Y la vigilia? Significa ceder ante los sentidos y complacerlos. Cuando los hombres comunes van en pos de los sentidos y de sus demandas, aquel de firme sabiduría está dormido. Esto también puede decirse en otras palabras: si olvidan la firmeza en el Alma (Atmasthithi) vuelven a caer en el cuerpo (dehasthithi). Del estado de conciencia del Atma van al estado de conciencia del cuerpo.

Esto es lo que sucede al hombre común; duerme en la etapa de conciencia del Atma y despierta en la del cuerpo. El caso del hombre de la sabiduría firme es diferente. El duerme durante el estado de conciencia del cuerpo y despierta en la conciencia del Atma. Ni por equivocación despertará en el mundo sensorial, ¡aquél donde el hombre común está más alerta! Este es el significado interno, que está muy lejos del significado literal, el cual, si se tomara como verdadero, haría merecedores del nombre de sabios estables (sthithaprajña) a los ladrones, los vigilantes nocturnos y otros, ¡pues todos ellos se mantienen despiertos por la noche y duermen durante el día! Solamente aquellos que han abandonado toda traza de deseo y se han convertido en meros instrumentos pueden alcanzar la paz. Krishna termina su descripción del hombre de sabiduría firme (sthithaprajña) poniendo énfasis en el abandono del deseo (kamana thyaga).

A1 hombre afligido en el campo de batalla de la vida, aturdido por las atracciones y las distracciones, sin saber hacia dónde ir ni qué camino tomar, Krishna enseñó este Yoga de la Sabiduría (sankhya yoga) (capítulo II). Los demás capítulos son sólo comentarios de la enseñanza de este capítulo. ¡Arjuna! Prepárate para abandonar tu mente, para fundirte en tu propio ser. Retira la mente de los cinco sentidos: el tacto, el olfato, la vista, el gusto y el oído. Entonces te volverás un hombre de sabiduría firme", dijo Krishna. En este segundo capítulo, El elaboró (del verso once al treinta) el tema del principio del Alma en un estilo sencillo y fácil de comprender.

Después, del verso treinta y nueve al setenta y cinco, comenta la actitud de dharma karma, que es esencial para alcanzar la Divinidad; se trata de una actitud basada en el Yoga de la Acción (karma yoga), el cual a su vez está incorporado en la mente ecuánime (samatha buddhi), ya mencionada.