50. 21/10/82 Importancia de Yajnas | 21 de Octubre de 1982
Prashanti Nilayam
first day of Vedhapurusha Saptaaha Yajna
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Pensamiento, palabra y obra; cuando el hombre los mantiene como uno
es aclamado en la Tierra como realmente grande.
Unidos a la Verdad, se gana la presencia de Dios.
Los mentirosos, como los guijarros, abundan; los verdaderos hombres, como
los diamantes, son raros.
Encarnaciones del Amor:
La presencia de Dios, la visión de lo Absoluto, no es un estado a alcanzar o recién logrado. Dios o el Absoluto es la naturaleza misma de Uno Mismo. El individuo es el Dios indivisible. Incluso cuando está inmerso en este mundo de conflicto y confrontación, el Uno Mismo es en realidad Dios. Engañándose a sí mismo como si fuera el cuerpo en el que vive, y apegándose al encanto y al desafío de la naturaleza, se impone a sí mismo la limitación de una personalidad y sufre por esa limitación. Las gotas de lluvia caen claras y puras de las nubes, pero en la tierra el agua se vuelve turbia y contaminada por su contacto con el suelo. Sin embargo, eso no afecta su verdadera naturaleza. El agua que surgió como nube y cayó como lluvia es clara y pura. La sal del mar es desechada allí mismo en el mar. Todos los ríos de todos los continentes desembocan en el mar, y pierden, al fundirse con el mar desde el que iniciaron su largo viaje, sus formas y sus sabores o cualidades características.
Del mismo modo, los Sí Mismos que han asumido formas humanas y que se designan con nombres separados, surgen de la misma fuente y se funden en la forma universal que habían particularizado. En el Bhagavad Githa, Krishna declara: Mamaivamso jevaloke, Jivabhutah sanatana: «La multiplicidad de Sí Mismos individuales ha sucedido desde una parte de Mí». Pueden parecer diferentes, pero su realidad es el UNO. Por lo tanto, los Vedas se dirigen a todos los Sí Mismos como «hijos de la Inmortalidad», «amrutasya putrah». Recuerdan a todo ser vivo que es la imperecedera Divinidad.
Un millonario puede asumir el papel de un vagabundo en una obra de teatro y actuar el papel notablemente bien en el escenario, pero esa personificación no lo convierte en un vagabundo. Aún en el escenario, sabe que es un millonario que finge ser pobre. Sería un tonto si olvidara su realidad. El Sí Mismo individual es el papel; la realidad es Dios.
Cada papel y cada acción tienen un método, un modo, una manera. El ingeniero, por ejemplo, trabaja según ciertas normas, ciertos principios y procesos. Estos tienen que decidirse en función de la naturaleza del subsuelo, el tipo de cimentación, la altura de la estructura, etc. Un pintor tiene que calcular la superficie, la base, el fondo, la cultura local, etc. Si no presta atención a estos aspectos, la estructura no será sólida, o el cuadro no gustará. Lo mismo ocurre con el yajna (rito de sacrificio) que se ha inaugurado esta mañana. Primero, el altar del fuego, donde se vierten las ofrendas en el fuego sagrado, tiene que estar hecho a medida como se estableció en el pasado. Si se infringen o se pasan por alto las normas prescritas, no se puede garantizar el resultado prometido. El fuego que se enciende en el altar tiene que estar hecho, según los textos que recomiendan el yajna, con la madera dura que se ha utilizado esta mañana. Una vez encendido, las lenguas de fuego deben elevarse para recibir los objetos que se ofrecen a las deidades invocadas por los conjuros sagrados.
Hay tres fuegos, encendidos en fosas de sacrificio correctamente preparadas: el Dakshina Agni, el Garhapatya Agni y el Ahavaniya Agni. Puede surgir la pregunta: ¿qué necesidad hay de distinguir tres tipos de fuego, cuando el fuego es solo uno en realidad? Pero, consideren esta ilustración. Encendemos un fuego para cocinar la comida, y el fuego ablanda y hace la comida apetecible y digerible. El fuego que reduce a cenizas el cadáver humano en la pira es otro. Aunque es tan fuego como el de la cocina, nadie hornea un roti sobre él para hacerlo comestible; se considera profano e impío. A diferencia de estos dos, consideremos el fuego ritual. Este fuego es venerado como la deidad central del Yajna védico, como Vishnu mismo, el sustento y apoyo de los mundos. Nos postramos ante este fuego, un acto de adoración que no haríamos ante el fuego que cocina o el fuego que consume el cuerpo; tampoco ofrecemos oblaciones en el fuego de la cocina ni pronunciamos himnos y fórmulas invocatorias. Solo lo hacemos por este fuego ritual.
Este fuego es como el buzón del Departamento de Correos y Telégrafos. Cuando ustedes dejan en ese buzón su carta, con las debidas estampilla y dirección, ese departamento se asegura de que llegará a la persona cuya dirección lleva. Ustedes no pueden cumplir esa misión —comunicarse con el destinatario— si depositan la carta en un buzón idéntico, colgado en su propia pared por iniciativa propia.
Esa caja no puede servir al propósito buscado. El propósito de entrar en contacto con la Consciencia Suprema en sus diversas manifestaciones, denominadas deidades, solo puede realizarse cuando el altar es colocado como está prescrito, cuando se dirigen al fuego las evocaciones recomendadas y cuando las oblaciones son ofrecidas con la recitación correcta de las fórmulas propiciatorias.
El fuego Garhapatya es el fuego del hogar, que se enciende en el horno para cocinar o hervir, en la chimenea para calentar, o en lámparas para alumbrar, o en sahumerios. El fuego Ahavaniya es el fuego ritual que se mantiene vivo en el hogar de las castas superiores, donde se invoca a las deidades guardianas de la salud, la armonía y la prosperidad, con recitaciones preliminares del Pranava (Om). Luego está el Dakshina Agni o Fuego Meridional, encendido ceremonialmente en ocasiones en que se necesita su uso en ritos para los muertos. Puesto que el Dios de la Muerte, Yama, es la deidad de la Región Meridional, este fuego se llama Dakshina o Meridional. Esta es la razón por la que se advierte a la gente que no duerma con la cabeza hacia el Sur, la dirección de la decadencia y la desintegración. De estos tres, el Aahavaniya es, como puede verse, sagrado y adorable.
El Yajur Veda trata del Yajna o adoración ritual del fuego, como medio de comunicación con los dioses. Tiene dos versiones: Shukla (Brillante) y Krishna (Oscuro), asociadas con Aditya (el Sol) y Brahma (el Creador). El Yajur Veda tiene como subsidiarios muchos cuerpos complementarios de lecciones sobre habilidades especiales. El tiro con arco (Dhanur Vidya) es una de ellas, con sus cuatro partes: Liberación, Retracción, Reemplazo y Potencia Ritualística (Mukthaka, Amukthaka, MukthaAmukthaka y Mantra Mukthaka). Las flechas en las que se invocaba a Brahma, Agni, Vishnu y otros dioses con sus divinas energías, se utilizaban contra los enemigos. Estas secciones subsidiarias de los Vedhas se han perdido en su mayor parte, por lo que el conocimiento de tales habilidades se ha hecho inaccesible.
El Veda menciona muchos artículos específicos que deben ser usados como ofrendas a los dioses, transportados a través del emisario, el fuego. Son la leche, la cuajada, el ghee, los granos, el jugo de la planta llamada Soma y lo que se designa como «Vapa», término que erróneamente se interpreta como el diafragma de un cordero u otro animal de sacrificio. Es necesario aclarar el verdadero sentido y significado de ofrecer el Vapa. Se dice que es preferible el vapa de un cordero joven. La mente, el corazón del niño humano, es puro, tierno, no está manchado por la codicia ni el orgullo. Y el cordero tiene estas virtudes en mayor grado . Los textos védicos describen un corazón así como nirgunam (sereno), niranjanam (desapegado), niketanam (morada del bien), sanatanam (eterno), nitya (estable), suddha (inmaculado), buddha (alerta), mukta (libre), nischala (inafectado), nirmala (puro). Ofrecer el «vapa del cordero» significa, por tanto, dedicar el propio corazón, después de hacerlo suave y dulce, ¡no arrojar a las llamas el diafragma de un cabrito que han matado!
Los Vedas nos invitan a darnos cuenta de que todo —lo viviente y lo no viviente— cada cualidad y característica de todo, es solo un aspecto del único Atma, la fuente y sustancia de todo. El Aham o ego es una apariencia del Atma, como la espuma en el borde de una ola, que no es sino el océano mismo. El Atma bien puede estar desprovisto de ego, pero el ego no puede existir sin el Atma como su realidad subyacente. Sin embargo, el hombre valida el ego (Aham), dándole una forma (akara) llena de atributos, y así se contamina como egoísmo (Aham-kara). Cuando el ego está libre de la condición de «ismo», es solo una faceta o factor del Atma. Los atributos, los modos y las gunas lo arrastran a la maraña de las dualidades, por lo que se vuelve maléfico y pierde su papel positivo y purificador. La oblación que se hace aquí en el fuego sagrado simboliza el mal adherido al ego, los impulsos animales que aún lo animan.
El «ismo» o molde en el que el ego se ha endurecido tienta al hombre y le ciega a la Verdad. Shankaracharya describió el daño que el egoísmo inflige y prescribió la recitación del nombre de Dios para desactivar sus consecuencias. Entonces el puro ego se fundirá y perderá su identidad en el Atma, que no tiene nacimiento ni muerte. Estos Yajnas sirven a un propósito más que a cualquier otro: la limpieza de todos los niveles de la consciencia (chitta-shuddhi), ya que implican renuncia, invocación a la Divinidad y prácticas ascéticas. Este logro por sí solo no puede asegurar la liberación (moksha). Esta solo puede obtenerse mediante la toma de conciencia de la Realidad, que lleva a destruir (kshaya) el apego (moha) a lo irreal. Pero rara vez se tiene en cuenta este objetivo último. Los ritos védicos se realizaban para ganar la bendición de una vida mundana sin penas y una estancia celestial dichosa, y solo como una etapa en la consecución de la liberación del nacimiento y la muerte, y la fusión en la Verdad.
Con una mente limpia, uno tiene que proseguir la indagación en la Realidad, hasta que no persista ningún rastro de fascinación por lo irreal. Yajna implica renuncia. Significa «abandonar». ¿Qué tenemos que abandonar? ¿La riqueza? Eso es muy fácil. ¿El hogar? Tampoco es difícil. ¿Renunciar a la esposa y a los hijos, a las tierras y a las casas y retirarse al bosque? Eso también lo han hecho muchos. Pero aunque el cuerpo y la mente de uno estén en los recovecos de la selva, la esposa y los hijos, las tierras y las casas pueden seguir ocupando los pensamientos y las emociones. Lo que hay que abandonar, por lo tanto, son las malas tendencias, los pensamientos dañinos, los sentimientos egoístas y el anhelo de placeres sensuales. Hay que deshacerse de la envidia y del amor por exhibirse. Cuando se ha renunciado a ellos, el hogar y la casa no pueden hacernos daño.
Los Vedas desean que el hombre renuncie al ego animalista y a su complemento, la ira. Los males de la envidia, el orgullo y el rencor pertenecen a la misma cría. Todos ellos son «bestiales» aunque humanos en apariencia. Los Vedas declaran que el amor, la tolerancia, la compasión, el desapego y la adhesión a la verdad son los genuinos rasgos humanos.
Jesucristo dijo: «Pidan, y se les dará; llamen, y se les responderá; golpeen a la puerta, y se les abrirá». Pero, ¿estamos pidiendo, llamando y golpeando a la puerta? Sí. Estamos pidiendo, estamos llamando, estamos golpeando a la puerta. Pero, ¿a quién estamos pidiendo? ¿A quién llamamos? ¿A qué puerta golpeamos?
No estamos pidiendo la dicha eterna; solo pedimos placeres materiales efímeros. Por eso, no obtenemos todo lo que pedimos. ¿Cuál es la razón? ¿Acaso Dios no tiene compasión? Un niño enfermo pide muchas variedades de dulces, que la madre se niega a darle. ¿Significa esto que odia al niño? ¿O tiene el corazón duro? ¿Ha perdido su afecto? La negativa es en sí misma un signo de compasión. Porque cada persona es un inválido que sufre nacimientos y muertes recurrentes. Conceder lo que se pide solo puede prolongar el sufrimiento. De ahí surge la retención y la negación. Y ustedes tampoco están pidiendo lo indispensable. No piden la paz que no conoce interrupciones. Si lo hacen, la bendición les será concedida.
Claro que llaman. Pero, ¿llaman a Dios o a algún impío? Dios responderá cuando la llamada surja del corazón. Su llamada está viciada por la codicia, por el odio contra los demás, por el deseo de venganza, por el silbido de la envidia y la intolerancia. Sé que golpean a la puerta. Pero, ¿a qué puerta? Si mantienen cerrada la puerta de su propio corazón, ¿cómo su clamor va a conseguir que se abra otra puerta? Llamen a la puerta de su propio corazón. Dios, el residente, aparecerá. Prahlada tenía la fe de que Dios reside en cada corazón y en todas partes. Por eso, cuando se golpeó una columna del palacio, el Señor se manifestó desde allí. Crean que Él reside en ustedes y vuelvan los ojos hacia dentro.
Se quejan de que Dios es despiadado, difícil de complacer, etc., solo porque no quieren darle lo que deberìan o pedirle lo que Él con gusto les daría. Los corazones tiernos, los pensamientos santos, el habla amorosa; estos pueden invocar al Divino Atma para que se manifieste en la consciencia, pues personifican a Sathya, encarnan a Dios como Sathya o la Verdad de las Verdades. Sath-th-ya son las tres sílabas de Sathya. Sath significa el Sol, Surya. Thya significa la gloria, el esplendor. La Sathya —la gloria del Sol— nutre y madura el grano, que es el alimento del hombre. El alimento sostiene la vitalidad, el aliento vital. Por lo tanto, Sathya tiene que ser adorado y propiciado. El Homa u ofrenda de dones en este fuego ceremonialmente encendido y alimentado, es la adoración simbólica de la Verdad de Verdades, la Sathya.
La filosofía se interpreta como la búsqueda de la Verdad. Pero la Verdad no es algo que haya que buscar. Basta con ser consciente de ella, experimentarla, serla. Sin ello, la filosofía es solo una pérdida de tiempo. Todos estos Yajnas que los animan a sublimar sus emociones están diseñados para dirigirlos hacia la meta.
La Verdad es la totalidad, el Uno que integra e incluye a los muchos. Los sabios de antaño no estaban satisfechos con solo una faceta de la Verdad, ni con la visión de un dios, sino de Aquello donde todas las corrientes se funden. Como Bairagi Shastry acaba de decirles, es a Kesava (Vishnu) a quien llega la adoración dirigida a todos los dioses: «Sarva deva namaskarah Kesavam pratigachchati». Una casa no puede convertirse en un pueblo, ni un individuo en una sociedad, ni un árbol en un bosque. Para ser consciente de la totalidad, uno tiene que llenarse de la sublime grandeza del bosque, no sentarse bajo un solo árbol. Este es el propósito interior que llevó a los aspirantes y buscadores de la Verdad hasta los bosques del Himalaya.
Mantenerse alejado del bullicio del populacho era solo una excusa. En la ermita selvática resonaba con más sentido y eficacia la oración del Yajur Veda: «Que todos sean de una sola mente, de un solo corazón, hacia una sola meta, sostenidos por una sola fuerza». El actual ideal socialista de la unidad de la humanidad es un concepto védico; de hecho, el ideal védico es aun más amplio y abarcador. Los Vedas proclaman :«Que todos los mundos sean felices y prósperos», «El mundo entero es una sola familia».
Se supone erróneamente que los Vedas solo tienen en cuenta a un sector de la población, una casta, una raza o una comunidad. Esto es el resultado de una lectura errónea y una inferencia equivocada. Se ha dicho que solo se ocupan de los brahmines, y entre ellos, de los pandits. Esto también es una conclusión errónea.Todo ritual védico tiene como meta la prosperidad y la paz del mundo entero. Los Vedas anhelan establecer el bienestar en los tres mundos, es decir las Regiones Inferiores, la Tierra y el Cielo. Es una lástima que personas miopes impongan una visión estrecha a textos tan profundos. Los Vedas no permiten distinciones basadas en casta o credo. Afirman: «Salvaré a quien me guarde en la memoria». «Estaré junto a quien esté junto a mí». «Quien me adore en cualquier forma y con cualquier nombre, ante él me manifestaré con esa forma y llevando ese nombre».
En este fuego sagrado se ofrecen oblaciones al Uno, pero el Uno es invocado a través de muchos nombres: «¡Om, reverencias a Rudra! ¡Om, reverencias a Aditya!¡Om, reverencias a Varuna!, etc.». Los Rishis o sabios tenían cada uno una forma y un nombre favoritos y, como resultado, el Señor único adquirió muchos nombres. Muchos de ustedes realizan el culto llamado «Los cien mil» (Laksarchana) o «La semana entera» (Saptaham). Lo que se hace entonces es repetir los nombres cien mil veces, o durante siete días y siete noches enteros. Se coloca una flor ante la imagen o el ídolo, con la pronunciación de un nombre: Madhava, Kesava, Narayana, etc. El ídolo es el mismo en todo momento. Cuando lo nombramos Madhava, somos conscientes de que Él es también Kesava y Narayana, y nos deleitamos con ese conocimiento.
Cada himno de los Vedas se llama Rig, que significa «alabanza». Y la palabra Veda deriva de la raíz Vid, «conocer». ¿Y qué es exactamente lo que debemos esforzarnos por conocer? Debemos conocer al Uno, que no tiene segundo ni otro. Por lo tanto, cada palabra, cada afirmación en los Vedas, cada mantra o Rig en ellos, connota solo al Uno, aunque por comprensión insuficiente o errónea la gente confunde la lección y considera que las palabras significan los muchos.
Es esencial que todos comprendan su verdadero significado. Dado que las oportunidades de aprenderlo han disminuido, las interpretaciones erróneas ganan terreno. En el transcurso de esta semana de Yajna védico, examinaremos el significado profundo de las enseñanzas védicas.
Traduccion SBd
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