38. 01/10/79 Hombre devaluado | 1 de Octubre de 1979
Vijayadasami
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¿A quién pertenece el cuerpo? ¿A la madre que lo trajo al mundo o al padre que promovió su crecimiento? ¿O pertenece a la abuela que dio a luz a la madre? No. No pertenece a ninguno de ellos. Es un mero contenedor material. Ustedes no son el cuerpo, son los residentes del cuerpo, los Kshethrajnas en el Kshethra, los Conocedores del Campo que presiden el campo de la acción. Ignorando esto, el hombre hace uso del recipiente sagrado para propósitos profanos, y se queja cuando el esfuerzo solo trae sufrimiento. El auto no tiene una razón de ser en sí; tiene que servir de vehículo para quien lo posee. El cuerpo también es solo un vehículo, para ser utilizado por el Atma, para promover el bienestar del mundo, para probar la validez del Dharma, para sondear la Verdad y para experimentar la omnipresencia del Principio Divino. Este es el propósito preeminente de la encarnación del individuo y de su estancia en este cuerpo.
Toda actividad realizada con este fin se sublima así en un Yajna (ceremonia sacrificial sagrada), porque está desprovista de deseo egoísta. Precisamente hoy, está llegando a su fin el Vedhapurusha Sapthaaha Jnaana Yajna (sacrificio de siete días relacionado con la Sabiduría Védica). El ritual de hoy es la oblación de despedida, que marca el «Samapti» (el final). Samapti significa el logro de Brahman (el Absoluto Universal). Ese es el objetivo final de todas las ceremonias y actividades, de todos los ritos y rituales.
Habrán notado que la deidad védica Indra era invocada cada mañana y cada noche durante la semana, y se le ofrecían alimentos sacramentales. Junto con Indra, también se acogía y propiciaba a muchos otros dioses. Indra no se concibe como una persona distinta que reside en el Cielo. Es el monarca de los sentidos del hombre; es el Dios a cargo de la mente, la cual opera los sentidos, y también puede controlar los sentidos. El aspecto controlador de Indra se conoce como Rudra. Se representa a Indra como armado con una rueda de diez radios, los cuales son los cinco sentidos de percepción y los cinco de acción. Los Rudras son once, pues en su caso, la mente se añade como el undécimo. Indhra es conocido en los Vedas como Puruhoota, un apelativo que significa «Aquel que es invocado a menudo». Tenemos que invocar a menudo a Indra para controlar los sentidos y mantener la mente en equilibrio.
Debemos ser siempre conscientes del Principio Divino, Indra, que domina los sentidos y la mente. Indra contiene a la mente para que no siga a los sentidos, que persiguen cada capricho y fantasía que encuentran. Las riendas de los Indriyas (sentidos) están en manos de Indra. La mente también está sujeta a ráfagas de odio, ira y codicia. Estas deben sacrificarse en el altar de la mente, en nombre de la Deidad que la preside. Este es el verdadero yajna en el que el hombre tiene que invertir sus habilidades y energía. Esta oblación final asegurará la destrucción de la bestia en el hombre y le permitirá brillar con su propio resplandor como hombre. La semilla alcanza toda su gloria cuando brota, atraviesa la tierra y crece hasta convertirse en un árbol vestido de verde y engalanado de belleza. El hombre también tiene que romper su corteza terrenal, atada a la tierra, y convertirse en un ser humano libre y fructífero, lleno de la condición humana. Cada intento en esta dirección es un sadhana (disciplina) que vale la pena practicar.
Por lo tanto, fortalezcan la visión interior y traten de establecerse en perfecta ecuanimidad, sin que les afecte el clamor que levantan los sentidos. En Prashanti Nilayam se están dando pasos por etapas para ayudar a los sadhakas a conseguir la visión interior. No se debe permitir que puja, bhajan, japa y thapas (adoración, canto devocional congregacional, recitación de palabras sagradas y austeridades) alejen su consciencia del elevado nivel que ustedes han alcanzado o se esfuerzan por alcanzar. Deben disminuir cada vez más los rituales externos; deben retirar cada vez más la atención de la actividad exterior. Deben esforzarse por ser ejemplares, no exhibicionistas.
Cantar bhajans en voz alta para llamar la atención, o hacer muy obvias sesiones de dhyaana, o rotación de rosarios... Todo eso es útil por un tiempo, solo para evitar chismes o escándalos, o discusiones teóricas. Todo eso no puede llevarlos a ustedes hacia delante ni hacia dentro; ¡incluso puede arrastrarlos hacia atrás! Las ceremonias pomposas y extravagantes diseñadas para atraer la atención de los demás han arruinado el buen nombre de la espiritualidad india. Incluso la recitación de himnos védicos ha sufrido las inclinaciones exhibicionistas de los pandits. Las palabras se cortan en sílabas absurdas para producir pronunciaciones gimnásticas que sacuden el oído pero impresionan a los ignorantes. Se ignora el significado del texto cuando se busca producir tales efectos, y se hace un gran daño a los Vedas que adoramos.
Ese sentido de adoración debe ser fomentado por el pensamiento, la palabra y la acción. No se debe causar daño ni infligir dolor, a través de las palabras que uno pronuncia ni las acciones que realiza. Ni siquiera un pensamiento dañino debe contaminar la pureza de la mente. Resuelvan reformar el pensamiento, la palabra y la acción siguiendo estos lineamientos, y tengan la seguridad de que han entrado en un yajna (ceremonia de sacrificio) más sagrado que éste.
Tengan especial cuidado con los caprichos de la lengua. Protejan la salud, desobedeciéndola sabiamente; protejan su reputación, imponiéndole silencio. La lengua se divierte con cinco juegos impíos: proferir falsedades, entregarse a la calumnia, difamar a los demás, chismorrear sin cesar y justificar las propias faltas. Estos Yajnas nos enseñan a controlar los sentidos. La lengua es realmente un instrumento peligroso; debe ser utilizada con precaución.
Triunfen en la lucha contra la atracción persuasiva de los sentidos; entonces, merecerán ser llamados Yajamanas (Maestros que han cumplido victoriosamente una tarea divina). Anhelen ser Maestros, no sirvientes a los que se les niega el acceso al cofre del tesoro de la casa. No se conformen con el papel de pashu (el animal atado). Esfuércense por ser hombres y convertirse en Dios, el Pashu-pathi (el Señor de toda Vida). Los Vedhas exhortan al hombre a decir la verdad y a marchar por el camino de la justicia. Pero él se ha vuelto sordo a esta llamada. No es de extrañar que el hombre se haya devaluado despreciablemente hoy en día, que sea engañado a cada paso y diezmado en los caminos. La tierra, el mar, el agua, el aire, la mente, los sentidos, la razón y el cuerpo están contaminados y envenenados.
Para salvar al hombre de la degradación y la destrucción, hay que revisar el sistema de valores. El carácter, la franqueza, la humildad, el desprendimiento, la sencillez, deben volver a ser el ideal más elevado del hombre. Incluso los cuerpos en los que habitamos tienen que ser abandonados algún día; se descomponen y se desintegran. La riqueza, la fama, la autoridad... no son más que oropeles temporales. ¿Cuánto tiempo puede una persona aferrarse a la silla desde la que ejerce el poder sobre los demás? Es el ego el que le incita y le engaña haciéndole creer que durará. La humanidad está a la deriva, sin meta aparente. Se olvida la sagrada tarea de tomar consciencia de Uno Mismo. Se ignora lo sagrado de la vida. A menos que sean redescubiertas, la bondad y la piedad no podrán prosperar en este país ni en ningún otro.
Encarnaciones del amor: hay que exorcizar pronto las fuerzas demoníacas del egoísmo, la envidia y la codicia. Solo entonces podrá el hombre florecer en la verdad, la bondad y la belleza. Solo entonces podrá la lengua pronunciar dulces palabras de amor sin egoísmo; solo entonces podrá el corazón instar a las manos a comprometerse en un servicio amoroso; solo entonces podrá el hombre justificarse ante la humanidad y alcanzar lo Divino.
Traduccion SBd
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