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Discursos dados por Sai Baba

08/09/84 d-26 Dharma y Verdad, el verdadero aliento de la vida

8 de Setiembre de 1984

Prashanti Nilayam

  

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Krishna dijo: "Donde hay Dharma, hay victoria. Quien protege al Dharma estará, él mismo, protegido por el Dharma. Practica siempre el Dharma, Arjuna". Hay siete facetas del Dharma, tal como hay siete colores entremezclados en los rayos del sol. La primera faceta del Dharma es Sathya o Verdad. La segunda es el carácter. La tercera es la conducta recta o justa. La cuarta es Dama o control de los sentidos. La quinta es Tapas o penitencia. La sexta es Thyaga o renuncia. Y la séptima es Ahimsa o no violencia. Todas estas facetas del Dharma se han establecido para la protección del individuo y el bienestar de la sociedad.

Del mismo modo en que el quemar es el Dharma o naturaleza del fuego, el frio la naturaleza del hielo, la fragancia la naturaleza de una flor y la dulzura la naturaleza del azúcar, la veracidad es la naturaleza de un ser humano. La Verdad es la base misma del Dharma. Solo cuando una persona reconoce esta Verdad innata que constituye su propia naturaleza, llegará a reconocer la Realidad.

Para la Verdad, el carácter es su aliento vital. Para cada persona que desee lograr el éxito en el campo de la espiritualidad, son muy importantes tres aspectos del carácter. El primer aspecto es la santidad, la bondad y lo sagrado. El segundo es Sahana, la tolerancia, paciencia, indulgencia. El tercero es la resolución, la determinación y la fortaleza. Cualquiera sea el grado de educación que uno tenga, la fortuna que posea, la posición social que uno ocupe, ya sea uno un erudito o un hombre de estado, si no posee estos tres aspectos del carácter, vale tanto como si estuviera muerto. 

Todo lo que posea un ser humano, todos sus logros y méritos serán inútiles sin estos tres aspectos del carácter. La gente reconoce la belleza humana exterior, mas Dios no ve como real sino la belleza interior. En realidad, la belleza de un ser humano la constituye su carácter noble. Una persona sin carácter puede compararse con una piedra. Es por ello que el hombre debe esencialmente seguir, conquistar y alcanzar estas particulares siete facetas del Dharma y dejar que cada una de ellas brille dentro de él, porque todas le son connaturales.

Para esto, la base fundamental es la Verdad. La Verdad no significa simplemente abstenerse de mentir. El hombre debe considerar a la Verdad como su esencia misma, como el cimiento de su vida. Debería estar preparado a renunciar a todo en aras de la Verdad. El mundo se conduce temeroso de la Verdad y siempre está supeditado a ella. Cuando no hay Verdad, el hombre tendrá incluso miedo de vivir. La Verdad le confiere temeridad y valentía. La Verdad es la que hace que el mundo se mueva. Es la Verdad la que protege al mundo. Es la Verdad la que hace que desaparezca el temor. La Verdad es una cualidad tan importante que solo cuando es observada impecablemente por cualquier individuo, puede llevarlo a alcanzar la Divinidad. El carácter es el aliento vital de la Verdad y, para el carácter son importantes la virtud y la conducta recta. La humanidad no brillaría sin una conducta correcta. Las virtudes, las buenas cualidades, la buena conducta, todas en conjunto le dan esplendor a la humanidad.

Con el objeto de proteger a la humanidad y de desarrollar la expresión de la Divinidad, debemos tomar como base la Verdad, el carácter y la buena conducta. Los esfuerzos tendientes a lograrla deben emprenderse desde la niñez. Todos tienden a cometer pequeños errores, ya sea a sabiendas o inconscientemente, desde la niñez. Temerosos de que estas faltas puedan llegar a conocimiento de los mayores, el niño tratará de ocultarlas. Y es así que desarrolla el hábito de mentir desde muy pequeño, siendo que es justamente este hábito el que destruirá los cimientos mismos de su vida. La falsedad destruirá su calidad humana. Por ello debemos tomar la determinación de decir siempre la Verdad sin importar lo que suceda, sin temer a las consecuencias, ya sean felices y provechosas para nosotros o que resulten en desagrado o un castigo.

De la misma manera en que los cimientos son de suma importancia para una casa, en que las raíces son fundamentales para el árbol, la Verdad representa la base de la vida en un ser humano. Si vacilamos respecto de la Verdad no habrá seguridad ni protección para nuestras vidas. Una comprobación para ello se puede encontrar en la vida de Harishchandra. En pos de la Verdad, Harishchandra renunció a su mujer, renunció a su hijo, desechó hasta su propio reino y adoptó la Verdad como penitencia. Al final, para pagar sus deudas, tuvo que vender a su mujer como esclava, luego a su hijo y, por último, se vendió a sí mismo. Mas, incluso en estas terribles circunstancias y en su situación de indefensión, no estaba dispuesto a pronunciar una falsedad. Cuando murió su hijo, la mujer llevó el cadáver al crematorio.

Pese a saber con certeza de que se trataba de su mujer Chandramati [1], y de que el cuerpo era el hijo de ambos, siguió sintiendo que su deber era el de llevar a cabo su trabajo de encargado del lugar[2]. Incluso ante las mayores pruebas, Harishchandra jamás cejó en su empeño por atenerse a la Verdad y por seguir el Dharma. Consideraba a la Verdad y al Dharma, como sus dos ojos, o como las ruedas de un carro o como las dos alas de un pájaro: cada uno como indispensable para el otro.

Los mayores deben enseñarles a los pequeños desde un comienzo la importancia de decir la Verdad. Hubo una vez un padre que quería hacerle un regalo especial a su hijo el día de su cumpleaños. Movido por su amor, el padre le regaló al niño una moneda de oro, diciéndole que fuera donde su madre para que le mandara hacer un anillo de oro con la moneda. Al día siguiente el niño tenía que rendir exámenes, de modo que, mientras estudiaba, dejó la moneda sobre la mesa. Este chico tenía una hermana menor que era muy curiosa y traviesa. Ella entró en la habitación y vio la moneda de oro. La agarró y le preguntó al hermano qué era. Él le contestó que era una moneda de oro. Ella siguió preguntando para saber dónde la había obtenido. Bromeando, el chico le contestó que había brotado de un árbol. Ella le preguntó que como era posible que una moneda de oro hubiera brotado de un árbol y él inventó toda una  historia, hilando una serie de mentirillas. Le dijo: "Si la consideras como a una semilla y la pones en el suelo y luego la riegas, la cuidas y la proteges, pronto brotara un árbol. Más adelante podrás obtener muchas monedas de oro de ese árbol". Ella intentó hacerle otras preguntas, pero el niño la interrumpió diciendo: "No tengo tiempo para conversar ahora. Tengo que estudiar. Pregúntame después". Viendo que estaba concentrado en otra cosa, la chica tomó la moneda, se la puso en el bolsillo y se fue. Salió al patio y cavó un pequeño agujero en el que puso la moneda y la cubrió de tierra. Luego echó agua encima. Todo el tiempo pensaba en lo que le había dicho su hermano y acerca de que si la plantaba, crecería un árbol de dicha moneda.

Una sirvienta estaba observando a la niña y vio cuando esta ponía la moneda en el agujero en la tierra. Cuando la chica entró a la casa, la sirvienta corrió hasta el lugar y desenterró la moneda. Después de algún tiempo, la madre acudió donde su hijo para avisarle que era hora de ir al colegio. Este reunió sus cosas y buscó la moneda para entregársela a su madre, tal como le había instruido su padre. Pero no pudo encontrarla en ninguna parte. Fue donde su hermanita y le preguntó si la había visto. Ella le contestó: "Hermano, pensé que podíamos hacer que creciera un árbol de ella, para tener muchas monedas como esa, así es que la planté en un agujero que hice en el jardín". Fueron al lugar en que la había enterrado, y por mucho que cavaron, no encontraron moneda alguna por allí.

El niño se sintió muy dolido. En el día de su cumpleaños, cuando más feliz debía estar, se puso a llorar. Fue donde su madre y le contó todo lo sucedido. La madre le preguntó: "¿Y por qué razón habría de tomar tu hermanita la moneda y enterrarla en el jardín?" Se le preguntó a la niña y esta respondió: "Mi hermano me explicó que se transformaría en un árbol que daría monedas de oro, y por eso la enterré". La madre se volvió hacia el niño y le dijo: "El hecho de haberle inventado una historia a tu hermana, diciéndole una mentira, hace que en vez de estar contento y de gozar de tu cumpleaños, estés llorando ahora. Y no solamente eso, sino que has perdido una moneda de oro que te regaló tu padre". Incluso en la edad más tierna no debe permitirse que los niños mientan o alberguen falsedades, porque es este un hábito que crece y crece. Por otra parte, si les enseñamos a considerar la Verdad como la base de sus vidas desde la infancia misma, fortalecerán su carácter y llegaran a ser capaces de lograr muchas cosas.

Había una vez un Jagatguru [3]. Mucha era la gente que iba donde este gran Maestro para ser iniciada por él. El habitualmente inquiría en el carácter y la conducta de las personas para determinar las cualidades que poseían. Y, concordando con sus cualidades y estados de evolución, les otorgaba un mantra. Un ladrón, después de reconocer la grandeza del Jagatguru, llegó hasta él y le solicitó un mantra.

El Guru le dijo: "Y bien, hijo, ¿cuáles son tus cualidades? ¿Cuáles son tus defectos?" El ladrón le contestó: "Mis cualidades negativas son ir, de noche, de casa en casa, entrando en ellas y robando cosas. Como paso la noche robando, de día me emborracho y duermo como piedra. El tomar es mi segunda cualidad negativa. Si la policía llegara a sorprenderme, inventaría todas las mentiras posibles para salvar mi pellejo. Este es mi tercer defecto." El Mahatma le preguntó: "Y bien, hijo, ¿puedes renunciar a uno de estos malos hábitos?” El ladrón pensó por unos instantes y dijo: "Si no puedo robar, no podría mantener a mi familia ni a mis hijos. No, no puedo dejarlo. Para poder escapar si me sorprenden, tengo que estar sano y fuerte, y para ello tengo que dormir bastante. La bebida me ayuda a dormir, de modo que tampoco puedo dejarla. Creo que no es muy probable que la policía me vaya a atrapar muy seguido, de modo que voy a renunciar a decir mentiras". Entonces el santo le preguntó: "¿Me puedes prometer que vas a decir siempre la Verdad a partir de mañana?" El ladrón le respondió: "¡Seguro... incluso desde ahora mismo voy a decir solamente la Verdad!" Esta fue su firme resolución y, a partir de aquel día, se hizo un hábito de no decir sino la Verdad en todo momento.

Era una calurosa noche de verano. En aquellos días no existía el aire acondicionado ni los ventiladores. La máxima autoridad de una ciudad, un hombre muy rico, estaba descansando en la terraza del techo de su casa. Debido al calor y al aire tibio y quieto de la noche, no podía conciliar el sueño. El ladrón logró llegar hasta la terraza, pero de inmediato fue descubierto por el dueño de casa, que supo que era un ladrón. El dueño de casa le gritó: "Hey tú, ¿quién eres?" Y como el ladrón no decía sino la Verdad, le contestó: "soy un ladrón". Para descubrir cuáles eran sus intenciones, el rico le dijo: "Ah, ¿sí? Y bien, yo también soy un ladrón". Y decidieron trabajar juntos y comenzaron a planear como podían robar algunos objetos valiosos que se guardaban en la casa. El dueño de casa le dijo al ladrón: "Debe haber bastante valor en las cosas que se guardan en la caja fuerte de este ricachón, pero nos será difícil abrirla si no tenemos las llaves. Déjame entrar primero para ver si las encuentro". Y continuó: "Estaba esperando a un amigo que me ayudara haciendo guardia. Pero como te he encontrado a ti, voy a entrar". Dejó al ladrón y pretendiendo que forzaba su entrada a la casa, se introdujo en ella y se demoró unos minutos haciendo como que buscaba algo. Luego tomó las llaves de la caja fuerte y volvió a salir. Entonces le dijo al ladrón: "Mira, encontré las llaves, pero he estado buscando la caja y no la puedo encontrar. Yo montaré guardia ahora y tu ve dentro. Ve si puedes ubicar la caja y sacar lo que haya guardado allí este ricachón". Según lo descubrió el ladrón, el rico había guardado tres grandes diamantes en la caja fuerte.

En su mente surgió el problema de cómo repartir los tres diamantes entre dos. Como había estado siguiendo la senda de la Verdad, también había adquirido un cierto sentido de la justicia. Trajo consigo los tres diamantes y le dijo al rico: "Hermano, puedes quedarte con un diamante. El otro me lo quedaré yo. El tercero no puede ser partido en mitades, de modo que lo retornaré a la caja fuerte para el dueño de esta casa. Dejemos que se lo quede él. Una vez decidido, el ladrón volvió a entrar en la casa para devolver uno de los diamantes a la caja fuerte y luego retornó al techo.

Después de decidir la transacción, el ladrón estaba por irse, cuando el rico le dijo: "Bien, hermano, tal vez podamos trabajar en sociedad de vez en cuando en el futuro. Por favor, dame la dirección en la que pueda contactarte". Como no podía sino decir la Verdad, el ladrón se la dio. A la mañana siguiente, el rico que era el Zamindar [4], o sea el jefe de la zona, avisó a la policía que algunos diamantes se habían perdido de su caja de seguridad. Le indicó a la policía la aldea a la que debían dirigirse y les dio la dirección del ladrón. En la aldea el ladrón era muy conocido, de modo que la policía no tuvo problemas para encontrarle. Lo apresaron y lo llevaron ante el Zamindar. El ladrón no reconoció al Zamindar como su socio de la noche anterior.

Entonces el Zamindar le interrogó: "Dime, ¿cómo entraste a la casa? ¿Cómo conseguiste el diamante?" El ladrón narró meticulosamente todos los detalles de su aventura. Relató cómo había llegado a la casa, subido hasta el techo, como se había asociado con otra persona, entrado a la casa, abierto la caja, extraído los diamantes, habiéndole entregado uno a su compañero, guardado otro para sí y entrado otra vez dentro de la casa, abierto la caja y guardado allí el tercer diamante. El Zamindar llamo al oficial de policía y le ordenó ir a la casa y verificar si había realmente un diamante allí. 

El oficial tomó las llaves de la caja y pensó para sí mismo: "¿Podrá existir algún ladrón que devuelva un diamante?" Pensando así llegó hasta la casa, abrió la caja y encontró allí el diamante, se lo guardó para sí y volvió donde el Zamindar diciendo que no había diamante alguno en la caja. El Zamindar llamó nuevamente al ladrón. Le dijo: "Sé que en todo lo que has dicho me has dicho la Verdad, de modo que, de aquí en adelante te nombro mi asistente administrativo. Solo una persona que es veraz debería ser un funcionario público. Por desgracia te transformaste en ladrón, pero el robo no corresponde a tu naturaleza". De modo que nuestro hombre de marras dejó de robar y se transformó en un alto funcionario. Continuó con su práctica de decir la Verdad y, automáticamente, con el natural correr de los eventos, dejó de robar y de beber y se transformó en un ser humano recto y honesto. En un comienzo, al adherir a la Verdad, puede que tengan que enfrentar muchas dificultades. Pese a los problemas que se les presenten, si siguen por la senda de solamente decir la Verdad, eventualmente, su naturaleza veraz misma los llenará de alegría y felicidad y les otorgará el éxito en todos sus esfuerzos en la vida; entonces irá a promover la alegría y el bienestar del género humano, tal como Krishna enseñó a Arjuna en el Bhagavad Gita en cuanto a que uno debe ser siempre veraz. Él proclamó que la Verdad era el camino real de la vida y que la senda de la Verdad era la única vía para lograr la conducta correcta en la sociedad. Se ha dicho a veces que el Dharma ha declinado. Ello no es correcto. Puesto que se fundamenta en la Verdad, el Dharma no puede sufrir ningún cambio. Sin embargo, en alguna Era en particular, es la práctica del Dharma la que puede sufrir cambios. Bhagavan Krishna encarnó con el objeto de restablecer la práctica del Dharma, no para restablecer el Dharma mismo. El Dharma nunca ha desaparecido ni ha cambiado, pero había quedado en desuso.

En todas las Eras han sido presentadas las siete facetas del Dharma, tanto en el Krita, en el Treta, en el Dwapara como en el Kali Yugas. No obstante, cada Era ha adoptado las prácticas que resultaban más apropiadas para ella. En el Krita Yuga, por ejemplo, la práctica espiritual mas apropiada era la meditación. En el Treta Yuga la práctica era el Yagna o sacrificio. Durante el Dwapara Yuga la práctica corriente era la adoración, el culto ceremonial. Y en este Kali Yuga la práctica adecuada la representa el Namasmarana [5], la repetición del Sagrado Nombre.

Al igual que durante el Krita Yuga se hacía sentir la influencia del Kali Yuga, en la actual Era de Kali se hace sentir la del Krita Yuga y también de las demás Eras. Y es por ello que en la Era actual hay gente que se dedica a la meditación, gente que se dedica a hacer penitencia y otra que se inclina por el culto ritual. Asi también había gente que en el Krita Yuga tendía a cantar el nombre del Señor. Sin embargo, las prácticas principales dependen del carácter y las tendencias generales de la Era.

Las diferentes prácticas le otorgan, por así decirlo, formas diferentes al Dharma, aunque su fluir interior es siempre el mismo. La Verdad jamás cambiará, será siempre una sola, no podrá haber dos. En los tres aspectos del tiempo — pasado, presente y futuro— en los tres mundos — la tierra, el cielo y el Más Allá - en los tres estados —vigilia, soñar y sueño profundo— en los tres Gunas —Satva, Rajas y Tamas— la Verdad es siempre una. Y, desde el momento en que esta Verdad única constituye la base misma del Dharma, este tampoco puede cambiar, jamás sufre modificación alguna ni varía en nada. Sin embargo, el Deber es algo que sufrirá cambios intermitentes. Tomemos por ejemplo a una persona que realiza un trabajo. ¿Por cuánto tiempo constituirá este trabajo su deber? Hasta el momento en que se retire de él. Hasta ese momento irá todos los días a su oficina, pero en el momento en que se retire, cambiará también su deber. Después de jubilarse, es posible que se dedique a hacer negocios y entonces dirá que los negocios son su deber. Al negociar, puede que se vea tentada a lograr algunas ganancias adicionales y se desvíe hacia una senda equivocada: puede tratar de ganar dinero mintiendo y engañando. Mas seguirá sosteniendo que sus negocios son su deber. Y aunque no haya incurrido en la mentira y el engaño, de todos modos considerará que el trabajo que lleva a cabo es su deber. Si pueden producirse tales cambios en el deber, ¿cómo se le puede describir como Dharma? Estas actividades variables no son más que deberes, pero no deben ser descritas como Dharma.

Japam y Dhyanam son medios por los cuales puedes alcanzar incluso la concretización de la Gracia Divina en la Forma y con el Nombre que anhelas. El Señor asume la Forma que elijas, el Nombre que te apetezca; de hecho, lo moldeas así. Por lo tanto, no cambies estos dos, sino que es adecuado centrarte en los que más te agraden, sean cuales fueren las dificultades.

Existe un significado apropiado para el término Dharma. Todas aquellas acciones que no se interponen en el camino de otros, que no violan la libertad de otros, pueden describirse como Dharma. He aquí un pequeño ejemplo. Sostienen en la mano un bastón y lo balancean de un lado al otro y, al mismo tiempo, van caminando por una calle principal. La calle es una vía muy concurrida. Para sí mismos, piensan: "Tengo el pleno derecho de ir por donde yo quiera. Esta es mi libertad. Este es mi Dharma". Y bien, si este es vuestro Dharma, entonces la persona que viene en sentido contrario tiene todo el derecho de evitar ser golpeada por vuestro bastón. Están llevando a cabo una actividad que muy probablemente represente un peligro para otras personas que vayan por la misma calle. Y la conducta correcta implica que no actúen como para interferir con otra gente que vaya por el mismo camino. Si pueden conducirse de manera que no le causen inconvenientes ni problemas a la libertad de otros, estarán comportándose de acuerdo al Dharma. Si cada persona considerara como su Dharma el comportarse sin causarle ningún perjuicio a otra, habría paz, prosperidad y plena alegría en el mundo. El actuar de este modo es lo que constituye nuestro real deber, un deber que debe cumplirse como para mostrar un ejemplo a los demás y para mantener en alto los ideales esenciales del Dharma.

En la vida cotidiana de la familia se usan tres palabras. Una es Kartavyam o deber. La segunda es Sambhandam o relación social. La tercera es Nirbhandam o compulsión, lo que comprende las actividades obligatorias. 

Veamos, en primer término, un ejemplo referente al Sambhandam o relación social. Mañana es domingo, lo que para ustedes es un día feriado. Querrán invitar a algunas personas para que vayan a tomar el té a sus casas. De manera imprevista, en la noche tienen fiebre y, sintiéndose enfermos, se dan cuenta que si invitaran a sus amigos al día siguiente, no serían capaces de atenderlos adecuadamente, por lo que no les harían pasar momentos gratos. Ello les hace decidir de posponer la invitación. Sobre la base de vuestro propio deseo y de un cambio de las circunstancias, cambian el momento de la invitación para el domingo siguiente. Ese es vuestro derecho. Pueden hacer el cambio, pueden posponer la visita, son libres para tomar las disposiciones que deseen. Veamos ahora un ejemplo de Nirbhandam, una relación compulsiva. Con referencia a los próximos exámenes, el vicerrector señala que todos los profesores se presenten para una reunión. Como se trata de una importante sesión de los comités examinadores, todos deberán asistir. Incluso teniendo fiebre, se tomarán algunas tabletas de aspirina y asistirán a la reunión. Esto es algo obligatorio y no tienen el derecho de cancelarlo. La programación de esta reunión no dependía de ustedes y, una vez convocada, se espera que asistan. Hasta aquí lo que concierne a las relaciones sociales y obligatorias.

Ahora bien, ¿qué hay respecto al deber? ¿Qué es el deber en este contexto? Estamos en nuestra casa. Hay una pequeña rencilla familiar entre marido y mujer. Dentro de la habitación, el marido recrimina severamente a la mujer. Ella está muy enojada. Él se va a la sala de estar y descubre que ha llegado recién un amigo de visita. Tan pronto lo ve, le sonríe cordialmente, lo saluda con afecto y le invita a sentarse. Con el amigo, es todo sonrisas. Luego se dirige a la cocina y al ver a su mujer, vuelve a asumir su tono severo y le pide que prepare dos tazas de café. Vuelve, entonces, a la sala de estar y reanuda con el amigo la conversación jovial. En resumen, ello implica que debe conducirse de manera que el amigo no perciba que ha discutido con su mujer y que la mujer no se entere que es todo sonrisas con el amigo. Este es el sentido en que deben entender este término de Kartavyam.

En la actualidad nuestro sentido del deber muestra defectos y, como resultante, está siendo destruido el honor familiar. Si una persona que se ha enojado con su mujer en el dormitorio va a la sala de estar y enfrenta furibundo a su amigo pidiéndole que se vaya, el amigo se sentirá herido y pensará también que el tipo se ha vuelto loco. Resulta importante velar por que los secretos y confidencias de la familia no lleguen a ventilarse hacia la calle. Esto representa un importante deber para el hombre de familia. Debe mantenerse siempre vigilante para proteger el honor de la familia. El desarrollar y proteger el honor y buen nombre de la familia es uno de los más importantes deberes del hombre. Sin él no nos será posible gozar de mucha felicidad en la vida.

Para desarrollar y proteger el buen nombre de la familia se requiere del Dama. Dama se refiere al control sobre los sentidos. Si uno no tiene este control sobre los sentidos, como lo explicamos hace algunos días, uno se vuelve arrogante. Cuando el Dama se lee de izquierda a derecha, se convierte en Mada. Mada se refiere a la arrogancia, que es una mala cualidad. Una persona que ha logrado obtener el control sobre los sentidos, la cualidad de Dama, recibe el título de Sãkshãra [6]. Esta misma palabra Sãkshãra se convierte, al leerla de izquierda a derecha, en Rãkshasa, demonio. Por eso, si quieren asegurar y proteger al Dharma, deben poseer control sobre los sentidos. En realidad, para todo, el control sobre los sentidos es importante.

Esto también Krishna enseñó a Arjuna: "Arjuna, párate como un Stithaprajna y ten completo control sobre tus sentidos. No debes obedecer a los veleidosos caprichos de tus sentidos. Los sentidos deben estar bajo tu control, no debes transformarte en esclavo suyo: haz que ellos sean tus esclavos. Tú eres Gudhakesha, Tú eres aquel que posee el control de los sentidos y se debe solamente a este hecho el que te hayas ganado el derecho a estar cerca del Rishikesha, aquel que es el amo de los sentidos. Sin control de los sentidos no serias capaz de llegar al Rishikesha". 

En este capítulo del Samkhya Yoga, han sido explicadas todas las cualidades de un Stithaprajna y, de todas ellas, la más importante es el control de los sentidos. En esta exposición hemos estado explorando los diferentes aspectos del Dharma que pueden visualizarse como los rayos del sol, vale decir, compuestos por siete colores o facetas, en este caso. Como se señalara al comienzo, esta luz solar del Dharma contiene los rayos de la Verdad, el carácter, la conducta justa o recta, el control de los sentidos, Tapas o penitencia, la renunciación y la no violencia. Deben hacer que todos ellos les sean propios. Antes de memorizar todos estos Slokas del Gita, deberían tratar de entender su significado y, entonces, desarrollar y practicar las buenas cualidades que allí se entregan. Es el deseo de Swami que ustedes, los que han mostrado tanto interés en aprender estos Slokas, manifiesten el mismo grado de interés en practicar su significado y en desarrollar dentro de sí mismos todas las buenas cualidades que ellos transmiten.

Notas del revisor :

[1] Chandramati (NR) fue una gran mujer de la India que pudo extinguir el incendio de la selva con el poder de su verdad. A fin de cumplir con la palabra de su esposo el rey Harishchandra, ella sufrió muchas pruebas y tribulaciones y dio un brillante ejemplo de feminidad ideal al mundo entero. Sugiero de leer la maravillosa historia del Rey Harishchandra y su esposa Chandramati en el Discurso brindado por Bhagavan el 10 de Enero de 2010: www.SaiBabaDice.org/texto/2100130

[2]    El lugar al cual se refiere el texto era un crematorio en el cual Harishchandra era el cuidador.

[3] Jagatguru, (NR) que literalmente significa "Guru del universo”, es un título que se usa en el Sanatana Dharma. Tradicionalmente, se ha otorgado este título a los acharyas, las personalidades divinas, grandes sabios, pertenecientes al linaje de la Tradición del Vedanta Advaita – por ejemplo Shankaracharya - y que han escrito comentarios en sánscrito sobre los Brahma sutras (la escritura original de Vedanta), el Bhagavad-Gita (parte del Mahabharata) y los principales Upanishads. Históricamente, los Jagatgurus han establecido un linaje (parampara), para difundir el Dharma.

[4] Zamindar, (también conocido como zomindar, zomidar o jomidar) en India, significa poseedor u ocupante (dar) de tierra (zamin). La raíz de las palabras es persa, y el nombre resultante se usó ampliamente dondequiera que los mogoles u otras dinastías musulmanas indias difundieran la influencia persa. Los significados que se le atribuían eran diversos. En Bengala, la palabra denotaba un recaudador de impuestos hereditario que podía retener el 10 por ciento de los ingresos que recaudaba. A finales del siglo XVIII, el gobierno británico convirtió a estos zamindars en terratenientes, era un gobernante autónomo o semiautónomo de un estado que aceptaba la soberanía del emperador de Indostán, creando así una aristocracia terrateniente en Bengala y Bihar que duró hasta la independencia de la India (1947). En partes del norte de la India (p. Ej., Uttar Pradesh), un zamindar denotaba a un gran terrateniente con plenos derechos de propiedad. De manera más general, en el norte de la India, zamindar denotaba al cultivador de la tierra o a los copropietarios que poseían en común las tierras de las aldeas como coherederos. En los territorios de Maratha tenían enormes extensiones de tierra y control sobre sus campesinos, de quienes se reservaban el derecho a recaudar impuestos en nombre de las cortes imperiales o con fines militares. El sistema fue abolido durante las reformas agrarias en Pakistán Oriental (Bangladesh) en 1950, India en 1951 y Pakistán Occidental en 1959.

[5] Namasmarana (NR) Namasmarana implica la repetición constante (ya sea oral o mentalmente) del Nombre del Señor y la meditación en Su Forma, Su Gloria y Su Grandeza. Es insuperable en facilidad y eficacia, siempre y cuando el canto o la repetición del Nombre no se conviertan en un proceso mecánico. La dinámica de este Sadhana involucra a la mente - en la recordación - con amor y devoción, del Nombre (y la Forma) del Señor, en todo momento y bajo todas las circunstancias o condiciones es el mejor Sadhana; es el Sathpravarthana(buenas acciones, buena conducta y buenas actitudes y perspectivas) más beneficioso. Ese es el Japam más alto, el Tapas más útil. Llena el Nombre de tu Amor, cada vez que lo repitas, satúralo de devoción. Ese es el camino más fácil.  

  [6] Sãkshãra (NR) Aquel que tiene autoconfianza y está despierto respecto de la Realidad, el YO, Brahman. Tal noble Jiva tiene completo control sobre sus sentidos. Sãkshãra está compuesto de tres silabas sánscritas: SÃ-KShA-RÃ. Si las sílabas son leídas de derecha a izquierda, deviene RÃ-KShA-SÃ, que significa "persona que no tiene control sobre sus sentidos”; un Rãkshasã es un demonio.


Traduccion Herta Pfeifer

Revision Marcos Erize