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Discursos dados por Sai Baba

34 Disc. en 1984 sobre Bhagavad Gita, caps. 12 y 2

05/09/84 d-24 Paciencia y tolerancia, el corazón de la práctica espiritual

5 de Setiembre de 1984

Prashanti Nilayam

  

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Kshama o paciencia es la Verdad misma para las personas que siguen la Verdad. Kshama es la veracidad misma de los veraces. La paciencia es también Yagna. Kshama es también el esplendor de la gente que es refulgente y esplendorosa. Brahman mismo representa la penitencia de los penitentes. Kshama es la Verdad misma. Kshama es Dharma. Es Veda. Es Ahimsa. La paciencia es felicidad. La paciencia es compasión. La paciencia lo es todo. Lo es todo en todos los mundos. Una cosa que toda persona debe lograr en la vida es Kshama. Sin paciencia resulta imposible llegar a reconocer el Principio Divino de Atman, el cual es permanente y perdurable, invariable y refulgente. En tanto uno considere irreal a Atman y real al cuerpo, no podrá comprender el Divino Principio de Atman.

Esas personas que se identifican ellas mismas con el cuerpo y no con Atman, no podrán llegar a reconocer la importancia de Paramatma. Atman puede ser explicado y descrito de diferentes maneras, inclusive en discusiones, pero únicamente puede llegar a ser experimentado y reconocido con la ayuda de ciertas prácticas y observancias relacionadas con nuestra vida diaria. El azúcar, por ejemplo, puede ser descrito como dulce, pero ¿cómo podría entender esto alguien que jamás lo haya probado? Solo quien haya degustado el azúcar puede llegar a entender y a apreciar su dulzura. Les será posible entender a Atman inmanifiesto, aunque sea solo hasta cierto punto, mediante la práctica de ciertos ejercicios espirituales y buscando comprender los diferentes atributos del Señor. ¿Cuál es el sendero, el camino a la inmortalidad? Es la remoción de la inmoralidad: ello representa la única vía hacia la inmortalidad. Solo cuando el hombre elimina las flaquezas que le son inherentes, como los celos, el odio, la ira, el orgullo y otros males por el estilo, podrá llegar a comprender a la Divinidad. Únicamente cuando llega a entender una o dos de las cualidades de las 26 virtudes que se enumeran en el Gita, y asimilándolas, practicándolas y haciéndolas parte de su vida, podrá llegar a aprehender la inmortalidad de Atman. De todas estas cualidades, Kshama, la paciencia, es un atributo particularmente importante.

La paciencia no se puede aprender a través del estudio de libros. Ni siquiera se puede adquirir a través de la instrucción de un Guru. No es algo que pueda comprarse en un bazar. Podemos llegar a entender la paciencia y practicarla únicamente a través de ciertos ejercicios espirituales y bajo determinadas circunstancias. Ella nos ofrece una especie de prueba ante situaciones difíciles, que constituyen un problema o que nos sumen en la tribulación. Estas son las circunstancias que nos obligarán a cultivar la paciencia hasta lograrla. Hay numerosas flaquezas que se esconden en el hombre. Ante situaciones de prueba, estas debilidades ocultas se manifestarán como ira, egoísmo u odio. Debido a ello es que, en esos momentos en que las situaciones nos someten a prueba, debemos obligadamente practicar la paciencia.

Si no logramos desarrollarla, nos esperarán muchos sufrimientos, infelicidad y carencia de paz. Sin paciencia es fácil que tomemos un camino equivocado y negativo. Es por ello que resulta esencial que reconozcamos su importancia y la practiquemos. Toda la educación, la fuerza y las habilidades que hayamos adquirido serán absolutamente inútiles si carecemos de paciencia. Hay numerosas gentes realizadas que han adquirido diferentes poderes por la vía de los sacrificios, pero que se vieron imposibilitadas de gozar de los frutos de su penitencia por el hecho de no haber logrado tener paciencia.

La causa más frecuente de que diversos reyes han llegado a perder sus dominios, ha sido la falta de paciencia. La falta de paciencia ha hecho que muchos eruditos hayan perdido su prestigio. La paciencia puede compararse a una reluciente gema que puede servir de adorno a cualquier persona. Una vez que esta importante cualidad se ha perdido y ya no se posea, hace que la gente se vea acosada por diferentes tipos de sufrimiento, de pesar y de tribulaciones. De modo que debemos concluir que esta es la más importante de las cualidades que debe poseer el género humano. Constituye una cualidad absolutamente esencial. Si ella no brilla en los hombres, La humanidad misma llegará a su ruina.

Debemos cultivar esta importante cualidad a través del difícil Sadhana de colocarnos por nosotros mismos ante una serie de pruebas, ante distintos tipos de situaciones difíciles. La paciencia debe verse como una forma de protección para el hombre. El que está equipado con ella no será inquietado por dolores ni dificultades ni por problemas o situaciones de prueba de ningún tipo. No hay nada de extraordinario en retornar bien por bien, mas el hacer el bien en retribución al mal...ello representa una cualidad extraordinaria y la práctica de una tal virtud requiere de una especial habilidad. Por mucho que otras personas critiquen, comenten o condenen, no debemos perder la paciencia, debemos permanecer imperturbables y continuar gozando de paz interior. Cuando otros nos critiquen o nos reprendan, ¿qué pueden hacernos perder?

Pero si, por cualquier motivo perdemos la paciencia, lo habremos perdido todo. De modo que debemos visualizar las consecuencias de la paciencia y aprender a utilizarla adecuadamente bajo diferentes circunstancias.

Hay tres cosas en la naturaleza que le son muy útiles al hombre. La primera es un árbol, otra es un rio y la tercera es una vaca. Sin árboles, ríos ni vacas, la humanidad no sería capaz de funcionar muy bien. Toda la violencia que se ejerza sobre un árbol, todos los problemas que se le causen al cortarle ramas o tomar algo de su madera, no hacen que el árbol deje de brindarle su protección a quien quiera que se refugie bajo el y tampoco hará que deje de otorgarle alegría a cualquier persona. Los árboles le han estado haciendo el bien a la gente ya sea con sus frutos, sus flores o su leña y continúan haciéndolo pese a que la gente les haya infligido daño. En el caso de los ríos, ellos también continúan sirviendo a la humanidad, sin prestar atención a que los ensucien o los utilicen sin mostrarles nada de gratitud; y, al mismo tiempo de servir, seguirán concentrados en llegar hasta el océano, que representa su meta y su hogar. El agua le da vida a la humanidad y sigue sirviendo, sin prestar atención en que la usen para el bien o para el mal.

Tenemos también a las vacas que incluso le llegan a negar la leche a sus propias crías para brindársela a la humanidad, entregando gratuitamente esta leche que representa un alimento tan nutritivo para el hombre. Pueden incluso maltratar a las vacas, pero ellas seguirán entregándoles su dulce leche. De modo que también las vacas le hacen el bien al género humano, el cual, por su parte, solo les ha creado problemas. Es por ello que los tres, el árbol, el río y la vaca constituyen un buen ejemplo para nosotros.

No obstante, esto no significa que debemos demostrar paciencia bajo absolutamente cualquier circunstancia. Debemos entender las circunstancias y las condiciones y emplear también la discriminación mientras utilizamos la paciencia.

En la historia de la India es bien sabido que Muhammad Ghori[1] le produjo una serie de problemas al Maharaja Prithviraj. Muhammad invadió 17 veces los dominios de Prithviraj. Y no solamente procedió a invadirlo, sino que, en cada oportunidad, causó extensas destrucciones y se apropió de grandes riquezas. Asoló el país y le creó innumerables dificultades y pérdidas.

Pese a todas las cosas que hizo, cuando Prithviraj pudo capturar y finalmente tomar prisionero a Muhammad Ghori, lo perdonó, no le impuso castigo alguno y le permitió retornar a su patria.

Se nos cuenta en el Mahabharata que cuando Arjuna trajo a Ashvatthâman ante Draupadi, después que Ashvatthâman hubiera asesinado a todos sus hijos, Draupadi le enseñó bajo qué circunstancias podría ser perdonada una persona malvada. De esa misma manera fue que Prithviraj perdonó cada vez a Muhammad Ghori.

Draupadi le indicó a Arjuna que una persona que tiene miedo, una persona que muestra humildad y arrepentimiento, una persona que ha perdido la razón, una persona que está ebria, una persona que tenga el corazón destrozado, una persona que se adelanta a pedir misericordia y las mujeres en general, "todas ellas, oh Arjuna —le dijo ella— no es correcto condenarlas a muerte, aunque merezcan tal castigo". De manera similar, cuando Muhammad Ghori se rindió y pidió perdón y protección, Prithviraj le perdonó y le dejó retornar a su patria. Pero Muhammad Ghori no mostró ninguna gratitud. Era un sujeto malvado e impenitente y continuó odiando a Prithviraj. Tan pronto se vio libre y de regreso en su patria, reunió nuevamente a sus hombres y volvió a invadir los dominios de Prithviraj, logrando esta vez hacerlo prisionero. Sin misericordia alguna, hizo que a Prithviraj le arrancaran los ojos. Gente ingrata como Ghori, vengativa como una serpiente, no merecería nuestra paciencia. Hay un dicho en Telugu que señala que uno no debería malgastar agua en un arbusto espinoso, ni leche en una serpiente. La paciencia no debe mostrarse ante los ingratos. Esto se refiere a asuntos mundanos, pero hay que entender claramente que en el campo espiritual la paciencia es una cualidad esencial para alcanzar a Paramatma Tattva, y debe ser asiduamente practicada.

También en el caso de Jesús vemos el alto grado de desarrollo de su paciencia. Había doce discípulos que vivían y viajaban con Él. Jesús los abarcaba a todos en su amor, su protección, su amparo y su compasión. Sin embargo, uno de ellos, Judas, mostró su ingratitud: tentado por el dinero, traicionó a su Guru. Pese a la infidelidad de Judas, Jesús le perdonó y continuó mostrándole su amor. No hay necesidad alguna de que le roguemos a Dios para que gente como esta sea castigada. Tal como fuera el caso con Judas, sus propios actos le precipitan hacia la ruina. Cualesquiera fuesen las acciones realizadas por una persona, los frutos de estas acciones serán recogidos solamente por ella. Nadie puede escapar a los frutos de sus acciones. Puede que uno sea incapaz de saber en qué circunstancias y cuando uno llegue a sufrir las consecuencias de sus actos, lo que sí es indudable es que las sufrirá.

En el Ramayana al igual que en el Mahabharata, se muestra una serie de instancias que muestran como la gente que no tiene paciencia, al final, sufre. ¿No tuvieron que padecer grandes sufrimientos los Pãndava, teniendo que vivir en los bosques, alimentándose de raíces y de hojas? Incluso un ser tan grande como Rama, tuvo que llorar como una persona cualquiera cuando Sita fue arrancada de su lado. Todas estas consecuencias se producen únicamente debido a la impaciencia. También al final del Ramayana nos encontramos con que Rama carecía de paciencia suficiente. Decidió expulsar a Sita del reino como reacción inmediata a algunas críticas y comentarios que escuchó de un lavandero cualquiera. Pero en el caso de la Divinidad y de algunos actos divinos, habrá un número de sentidos y significados más profundos en todas sus acciones. Sin embargo, cuando uno trata de entender Sus acciones desde el punto de vista del mundo, podemos ver que Rama tuvo que sufrir más adelante, por haber expulsado a Sita en un momento de impaciencia.

Dharmaraja también ignoró las amorosas instrucciones brindadas por Krishna y el consejo de sus hermanos y llevado por la impaciencia se mezcló en un juego de azar, y tuvo que sufrir las consecuencias. Como resultado de haber emprendido una acción apresurada sin ejercitar la paciencia, tanto él como sus hermanos tuvieron que soportar más tarde innumerables problemas. En tanto que la gente que hace el bien y vive sólo para el bienestar de otros llega a experimentar diferentes problemas, pero los soportan con soltura y harán las veces de ejemplo para el mundo en cuanto mantener la paciencia frente a las vicisitudes de la vida.

Estas cualidades deben usarse con gran discriminación y dependiendo de las circunstancias y condiciones. Hasta un cierto grado, todos tenemos paciencia, pero cuando los problemas sobrepasan ciertos límites, la perdemos. Hay circunstancias en que resulta justificado que actuemos con rapidez. Debemos pensar en el futuro y estar conscientes de las consecuencias de aquello que hacemos. Bajo ciertas situaciones, el mostrar una absoluta paciencia puede conducir incluso a mayores problemas, aunque en la mayoría de las circunstancias es la precipitación la causante de problemas. También el tomar las cosas con demasiado calma conduce a dificultades. Como se dice, la demora excesiva puede transformar el néctar en veneno.

La lentitud y la prisa son dos extremos. Por una parte, si somos muy precipitados en nuestras acciones estas se pueden volver tóxicas, mas lo mismo puede suceder cuando nos demoramos demasiado. Es así que debemos hacer uso de nuestro poder de discriminación y ejercitar la paciencia hasta el grado apropiado a las circunstancias.

Si estamos cuidando a una persona que está muy enferma y que corre el peligro de perder la vida si no se le da su medicina, o cuando hay necesidad de recurrir inmediatamente a primeros auxilios, debemos actuar con rapidez. No puede haber demoras en estas situaciones, la demora sería venenosa, lo que hace que debamos actuar rápidamente y hacer lo necesario.

Hay circunstancias también, en que nos vemos enfrentados a gente malvada o que ha tomado por caminos equivocados. En este caso se requiere perder la paciencia: puede que sea necesario corregirles o enfrentar la situación de manera que parezca que el perder la paciencia sea la acción correcta. En situaciones como esta, puede que todo lo que sea necesario sea, simplemente, cambiar un poco el tono de la voz. Y el mero cambiar de tono o elevar el volumen del sonido no equivale al hecho de haber perdido realmente la paciencia. Es posible mantener y seguir desarrollando lo sacro de nuestro corazón incluso al cambiar el tono de nuestra voz, sin perder la paciencia interior. Ya se dijo anteriormente que para la gente que sigue el camino de la verdad, la verdad en sí misma es paciencia. Sin cambiar la verdad en sí misma, pero modificando el tono de voz, no por ello perderemos la capacidad de estar apegados al sendero de la Verdad.

Hay una bien conocida historia sobre Ashvatthâman. La última noche de la guerra del Mahabharata, este había hecho una promesa, jurando que destruiría a todos los Pãndava antes de que el sol saliera en la mañana siguiente. Se hacía la media noche y no podía encontrar a los Pãndava por ningún lado, aun cuando quería cumplir con su voto de destruirlos antes del amanecer. Krishna sabía del voto de Ashvatthâman y tomó las medidas para proteger a los Pãndava. Y bien, el sabio Durvasa era alguien que jamás mentía. Era famoso por sus accesos de rabia, pero nunca decía una mentira. Hasta su enojo era utilizado únicamente para proteger al Dharma y para doblegar los fuegos de la perversidad y la maldad. Al enojarse, solo cambiaba el tono de su voz para proteger su propia verdad. La noche previa, Krishna había ido donde Durvasa. Este se mostró inmensamente feliz de recibir a Krishna y le preguntó: “Swami, ¿cuál es la razón que te ha hecho venir?" Krishna le respondió: "Necesito de tu ayuda hoy."

En el fondo de su corazón, Durvasa se sintió contentísimo de que Krishna, quien era el Protector y Señor de todos los mundos, se hubiera acercado a él en busca de ayuda. Pero incluso para ello hay límites. Durvasa quien era extremadamente inteligente y sabia todas las cosas, le dijo a Krishna: “Swami, estoy preparado a darte toda la ayuda que me pidas, pero no lo estoy para decir una mentira." Krishna dijo: "Soy el que mora en el interior del corazón de todos los seres. He nacido una y otra vez para proteger al Dharma. ¿Cómo podría pedirte que mientas? Dharma, la conducta correcta se basa en los cimientos de la verdad. No te pediría que mientas, pero si al hablar la verdad puedes cambiar algo el sonido de tu voz..." Durvasa contestó: "Si es ese el caso, no tengo objeciones. Haré lo que Tú digas. Háblame de tu plan, Swami, y lo llevaré a cabo".

Krishna pidió que se cavara un foso profundo en el que cupieran cinco personas y luego le indicó a los Pãndava que se sentaran en su interior. Sobre el foso se pusieron planchas para cubrirlo por completo. Sobre las planchas se extendió una alfombra y sobre ella se colocó la silla de Durvasa. Durvasa se sentó en su silla. "Ashvatthâman vendrá y te preguntará dónde se encuentran los Pãndava. Tu di la verdad, mas al decirla, cambia un poco el tono de tu voz". Tal como lo predijera Krishna, Ashvatthâman llegó y luego de ofrecer sus saludos, le dijo a Durvasa: "Swami, tú sabes de todas las cosas en los tres mundos. Dime, por favor, en donde puedo encontrar a los Pãndava". Durvasa, hizo como le instruyera Krishna: dijo la verdad, mas al hablar cambió el tono de voz. Le contestó a Ashvatthâman: “¿Los Pãndava dijiste? Si, ¡están aquí! ¡Están justo debajo de mí!".

Cuando Durvasa, que parecía estar muy enojado, le dijo a Ashvatthâman que los Pãndava estaban allí, directamente debajo de él, Ashvatthâman se asustó mucho. La ira de Durvasa era conocida y temida, y Ashvatthâman pensó que él, en lugar de poder matar a los Pãndava, podría ser muerto por Durvasa, de manera que rápidamente se alejó de allí. Durvasa, fiel a su propia integridad y a su estatura como Maharishi, pronunció la verdad para proteger a los Pãndava y para acatar el mandato del Señor, pero cambió un poco el tono de su voz en sus palabras.

Debemos tener paciencia y calma, pero al mismo tiempo deberemos saber bajo qué circunstancias y de qué manera usarlas. Debemos usarlas en los ejercicios espirituales o Sadhana y para llegar a controlar nuestras propias palabras cuando sintamos que vamos a usarlas indiscriminadamente en contra de la gente. Debemos ejercer control sobre aquellas cosas que nos salen al paso en los Principios y prácticas de la espiritualidad. Debemos considerarlo como un tipo de prueba. Para los Sadhakas, la paciencia y la calma representan una cualidad vital. Solo después de alcanzar la paciencia y la calma se podrá comprender los verdaderos Principios de la espiritualidad y de la Divinidad.

Para practicar la paciencia y la calma hay otras cosas que deben evitarse. No debe haber en nosotros nada de apegos, de odios o de celos. Si tenemos apegos, odio y celos incluso en una medida ínfima, no nos será posible desarrollar la paciencia y la calma. Y puesto que ellas constituyen virtudes esenciales para cada Sadhaka, analizaremos mañana sus enemigos: la ira, el odio y los celos, y aprenderemos a arrancarlos de raíz.

Notas del revisor :

[1] Muhammad Ghori (NR) Shihab al-Din (también Mu'izz al-Din Muhammad ibn Sam), conocido popularmente como Muhammad Ghori (r. 1173-1206 EC), fue el gobernante musulmán que sentó las bases para las siguientes dinastías gobernantes islámicas de la India que vieron su pináculo más tarde en el Imperio Mughal (1526-1857 CE). Gobernó una vasta área que comprende partes de los actuales Afganistán, Pakistán, India, Irán, Bangladesh, Turkmenistán, Tayikistán junto con su hermano mayor Ghiyath al-Din Muhammad (c. 1139-1202 EC), que llegó a ser conocido como el Imperio Ghurid o Ghorid.


Traduccion Herta Pfeifer

Revision Marcos Erize