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Discursos dados por Sai Baba

15/08/84 d-13 El tiempo desperdiciado es desperdicio de vida

 

 

15 de Agosto de 1984

Prashanti Nilayam

 

  

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En el Gita, el Gita Acharya declara "Cualquiera que Me recuerde continuamente y siempre, Me será caro".

En el mundo de hoy, la gente emprende los ejercicios espirituales sólo cuando llega a la vejez. Sólo después de haber gozado plenamente de los objetos del lujo, después de llegar a desencantarse y cansarse de estos goces entran en esta esfera espiritual. Después de haber pasado toda una vida pensando que hay real deleite y real placer en los objetos sensoriales, en la vida familiar, en los hijos, en la riqueza, en las propiedades y en el renombre y la fama, llegan desilusionados a la vejez. Sólo después de darse cuenta que no hay nada de verdadero en estas cosas y después de sentirse obsesionados por esas experiencias, deciden intentar la vida espiritual. Llegados al ocaso de sus vidas, se dan cuenta que la paz mental y la alegría duradera no pueden provenir del mundo fenoménico, ni de la fortuna, ni de los bienes, ni de la mujer ni de los hijos, ni de otros goces por el estilo, de modo que consideran, en última instancia, embarcarse en la senda espiritual. Por supuesto que puede decirse que, en lugar de no pensar en absoluto en el Señor, resulta mejor pensar en Él, aunque sea en la vejez. Obviamente no hay restricción alguna para pensar en el Señor, ni de tiempo, ni de lugar, ni de edad. Es por ello que el Gita Acharya ha declarado: "En todo momento y en todo lugar uno puede pensar en el Señor".

En el Gita se ha dicho que la alegría y el pesar, el frío y el calor, la ganancia y la pérdida, la crítica o la alabanza deben enfrentarse con ecuanimidad. Hay 64 atributos para un verdadero devoto, mas resulta muy difícil descubrir si un devoto los posee todos. Sin embargo, ellos se incluyen y están plenamente contenidos en dos cualidades principales: Abhyasa, la práctica constante, y Vairagya, la renunciación o desapego. La práctica se refiere a la combinación de los tres tipos de penitencia: los Tapas corporales, los Tapas mentales y los Tapas del lenguaje.

La renunciación se refiere al reconocer los defectos de los objetos y al llevar una vida que no se apegue a estas cosas; en otras palabras, vivir como un testigo. Si uno puede practicar estas dos importantes cualidades, Abhyasa y Vairagya, no habrá necesidad alguna para otro Sadhana mayor.

Si uno desea desarrollar y estimular estas dos cualidades, deberá empezar desde la niñez o la adolescencia, y utilizar estos periodos de manera sagrada y ennoblecedora. Uno puede emprender los ejercicios espirituales sólo cuando la fuerza física, la fuerza de los órganos sensoriales y la fuerza mental son abundantes. En la vejez, cuando el hombre sufre de toda clase de debilidades físicas y mentales, y de toda suerte de limitaciones, resultará mucho más difícil practicar los ejercicios espirituales. Más, en todo caso, uno no deberá descorazonarse, pensando que no hay ninguna vía para el avance espiritual de los ancianos. Para ellos, habrá ciertas ocasiones y ciertas oportunidades que, de seguro, se les presentarán en el camino. Más el Gita Acharya ha declarado que "la juventud tiene una especial oportunidad para practicar estos ejercicios espirituales de manera determinada".

El proceso es algo así como el reservar nuestra comida en un hotel, mediante la compra previa del comprobante respectivo. Después de reservar nuestro lugar, es muy probable que podamos recibir nuestra comida a cualquier hora; el comprobante nos lo garantiza. En cambio, si uno va al hotel únicamente cuando siente hambre, fuera del horario regular y sin contar con el comprobante, puede que no se le sirva comida, ya que en este caso no hay garantía alguna. Similar es el caso de la gente que recién comienza a pensar en asuntos espirituales en la vejez. Por otra parte, si esos mismos ancianos hubieran llevado a cabo los ejercicios espirituales desde un comienzo, en su juventud, y hubieran llegado a adelantar en ellos, estarían seguros de lograr éxito en este campo, ahora en su vejez.

Si la gente pierde su tiempo gozando de los placeres de la vida durante su juventud, desperdiciando el poder de sus órganos sensoriales y la fortaleza de sus cuerpos, entonces, en una edad avanzada, si desean llegar hasta los Pies de Loto del Señor, puede que no logren obtener esa oportunidad. No tiene sentido alguno guardar deliciosos bocados en una hoja de banano y ofrecérselo a los demonios y luego, cuando lo mejor ha sido devorado por las fuerzas demoníacas, ofrecerle las sobras a Dios. En este punto, ¿puede uno agradar a Dios ofreciéndole las sobras? ¡No! Ello es imposible. El cuerpo de un joven puede compararse a las hojas de banano. Los deliciosos bocados pueden equipararse a los objetos que constituyen el goce de los órganos sensoriales. Después de ofrecerle todas estas cosas placenteras a los demonios, intentamos ofrecérselas al Señor. Una vez que todos sus poderes, su fuerza y capacidades han sido consumidos por los demonios de la ira, la codicia, la lujuria y el orgullo, entonces, tratan de ofrecerle los restos al Señor. Ello no es correcto y Él no lo aceptará. En este contexto, el Gita Acharya ha enseñado que la juventud y la niñez son períodos valiosísimos que deben aprovecharse con gran esmero.

Cuando hemos tenido un objeto por algún tiempo y lo damos por supuesto, podemos llegar a perder la noción de su verdadero valor. Sólo después de perderlo llegamos a darnos cuenta de lo valioso que era. Mientras tenemos nuestros ojos, no nos damos cuenta de lo preciosos que son. Sólo llegamos a darnos cuenta de la importancia de la visión, cuando perdemos la vista. De manera similar, mientras el hombre mantiene su buena salud y todas sus facultades están en pleno auge, no entiende su valor. Después de haber perdido su salud y sus facultades, toma conciencia de ellas y se arrepiente, lamentando haber perdido sus capacidades y poderes. Pero lamentarse entonces, resulta inútil. Los malos hábitos y los rasgos negativos se convierten en nuestros grandes amigos durante la juventud y se nos enraízan profundamente. Y esas mismas capacidades que son mal usadas durante nuestra juventud, se transforman en nuestros enemigos en la vejez.

La juventud no busca usar sus poderes de discriminación de manera correcta. Los jóvenes no emplean su poder de discriminación ni sus capacidades para conocer quién es el amigo y quien es el enemigo, quién es el gurú y quien el discípulo, quien es el autor y quien es el actor. Si no han llegado a desarrollar la inteligencia para entender adecuadamente la vida, ¿habría algo de malo en llamarles macacos?

Una vez que hayamos entendido y experimentado las cualidades humanas de manera correcta, recién entonces el intelecto no podrá confundirnos.

En estos días estamos usando a Dios para nuestro cuerpo. El hombre no está usando su cuerpo para rendirle culto a Dios. Hoy en día, el hombre hace uso de Dios para pedir por su salud cada vez que está enfermo y por otros dones para fortalecer su cuerpo. Sin embargo, no usa su cuerpo, y toda su fuerza física y sus facultades, cuando las posee, para adorar a Dios. Imagina que habrá tiempo suficiente más adelante para dedicarse al culto, de manera que sigue desperdiciando su tiempo. Otros piensan que, después de jubilarse, podrán dedicarse a la contemplación de Dios y a realizar ejercicios espirituales. Declaran que, entretanto, es mejor gozar de la vida y de los objetos del mundo mientras son aún jóvenes. Mas, ¿cómo podrían comenzar a pensar en Dios cuando ya están ancianos y después de haber perdido todas sus capacidades?

Si no emplean toda la fuerza física, los poderes y capacidades para el culto del Señor ahora, más adelante será muy tarde. Cuando los niños hagan mofa de ustedes y les griten "¡Viejo mono!"  ¿Tendrán entonces las fuerzas como para comenzar con un Sadhana intensivo? Cuando vuestros cabellos hayan encanecido, cuando les sea dificultoso moverse, cuando apenas puedan ver, cuando todos vuestros sentidos se hayan debilitado, ¿Serán capaces aún de comenzar a adorar al Señor? No, ya no les será posible. Y no solamente esto, el Bhagavata ha expresado clara y perentoriamente algunos puntos relativos a la gente de edad. Se declara allí que: cuando los esbirros de Yama los encuentren y llamen "¡Vengan! ¡Vengan!", cuando vuestros propios parientes digan que de nada vale seguir teniendo allí el cadáver y griten "¡Llévenselo!", y cuando vuestra mujer e hijos estén allí sollozando ... ¿Podrían pensar en Dios en esos momentos? ¿Podrían decirle a sus parientes que dejen de llorar, que esperen un poco, porque ustedes desean pensar en Dios por algunos instantes?

Debemos acumular durante la juventud todas las cosas que se requieren para echar los cimientos para un futuro feliz. ¿Creen que es posible empezar a pensar en el Señor sólo después de jubilarse? No, no es posible. Ya antes del momento de retirarse deberían estar plenamente dedicados al Sadhana. En cambio, ahora siguen dedicados a los negocios, incluso después de acogerse a la pensión, desperdiciando el tiempo al asistir a diversos clubes, lo que equivale a seguir desperdiciando vuestra vida. Una mujer le dijo una vez a su marido: "Al menos, ahora, en tu vejez, deberías estar pensando en Dios. Durante tus años de trabajo, jamás lo hiciste. "¡Por favor, hazlo ahora!" Su marido, un hombre de negocios, le respondió: "¡No tengo tiempo ni para pensar en morirme, y menos aún, pensar en Dios; "¿Creen ustedes que la muerte no llegará al que dice que no tiene tiempo para pensar en ella?"

¿Es que la muerte llega sólo de acuerdo a lo que uno desea? No, el tiempo no espera por nadie. Es por ello que, mientras aún nos queda tiempo, debemos emplearlo de manera correcta.

El enemigo llamado muerte y sus soldados que son las enfermedades, están en todo momento esperando poder declarar la guerra a vuestro cuerpo. Cuando son atacados por la muerte, los hombres mueren indefensos. Mas no hay ejército alguno que pueda marchar contra aquellos que han ganado la Gracia del Señor. Es por ello que debemos empeñarnos en ganarla ya desde la juventud, y equiparnos como para poder resistir todos los embates de los enemigos, cuando vengan a asediarnos. Por sobre todo, debemos estar firmemente convencidos, desde lo profundo de nuestro corazón, que este trayecto de la vida será un largo viaje. Todo otro tipo de viaje, ya sea por bus, por tren o por avión, es de corta duración, en tanto que el viaje de la vida dura un largo tiempo. Una persona que no se haya equipado para prever todas las contingencias de un viaje así, estará condenada a sufrir mucho cuando se enfrente a problemas y obstáculos reales. Todos han visto que en los trenes de carga, se llevan contenedores y que estos llevan marcada una fecha, que es la que indica cuando este contenedor en particular ha de ser devuelto a la factoría.

Después de ser utilizado por un cierto período de tiempo, debe ser retornado en la fecha indicada. Lo mismo vale para el contenedor que es nuestro cuerpo. Sobre él también Dios ha marcado la fecha en que habrá de ser devuelto, aunque nosotros no nos demos cuenta.

No sabemos que debemos retornar. El hombre ha olvidado por completo esta importante verdad. Si es que realmente quieren gozar de todos los placeres de la vida más adelante, deberán ganarse la Gracia de Dios durante la juventud. En la vida del hombre, la niñez y la juventud son especialmente importantes. Al no darnos cuenta del valor que tienen estos períodos de nuestra vida, estamos desperdiciándolos. Le estaremos dando un uso muy trivial a un maravilloso copón de oro cuajado de piedras preciosas. Para alimentar el fuego de nuestros sentidos, malgastamos la preciosa madera de sándalo. El recipiente es valioso y también lo es el combustible, pero las viandas que se preparan con su ayuda son insípidas e inútiles. Un cuerpo tan precioso y un combustible tan sagrado, son derrochados con el afán de disfrutar de las cosas más inútiles e insustanciales de la vida. Colocan cosas insignificantes en este precioso recipiente y lo usan para su propio solaz. Usan un arado de oro para abrir surcos en el campo del corazón y producen plantas inservibles. El campo de nuestro corazón es lo más sagrado e inestimable. El Gita Acharya ha declarado que también este campo le pertenece.

Dios ha declarado que Él es tanto el campo como su dueño; Él es el verdadero dueño de nuestro corazón y de nuestro cuerpo. Él se ha identificado con ellos. ¿Qué es lo que hacemos con este sagrado corazón y este sagrado cuerpo? Estamos usando un arado de oro para lograr triviales cosechas de placeres sensoriales. Cualquier persona que esté consciente de lo precioso de su corazón y de lo valioso de los sentimientos que allí hay, no hará mal uso de ellos. La vida debe ser usada para el bien, para el bienestar de otros, para alcanzar la sagrada meta y para transitar por la senda sagrada, como para hacer surgir un brillante fulgor en el corazón y en la mente. Debemos emplear esta vida para llegar a fusionarnos en la Divinidad misma. Sólo entonces podremos decir con autoridad que nuestra vida ha sido genuina y santificada.

Se ha dicho que es sumamente difícil, por no decir casi imposible, llegar a tener una vida humana. ¿Cuál es la particularidad de la vida humana? ¿Por qué es tan difícil de alcanzar? El hombre disfruta también de todos los placeres y alegrías de que gozan los animales y las aves. Y, si este es el caso, ¿qué sentido tiene el señalar que la vida humana es tan preciosa y tan singular? Hay que proceder a hacer distingos entre la forma de vivir animal y la vida humana. Uno deberá renunciar a los apegos y al odio. Uno deberá distinguir entre el bien y el mal.

Es justamente por no discriminar entre Atman y Anatman, entre el Yo y el no-Yo, por mantenerse alejado del Buddhi Yoga, del Yoga de la Inteligencia, que el hombre ha llegado a ser víctima de la agitación. No podemos encontrar la paz interior porque no podemos seguir la senda correcta.

La juventud tendrá que dedicarse, con una determinación firme, a los tres tipos de Tapas - físico, mental y oral sentando con ello un ejemplo para el mundo. El Rajo Guna deberá ser sometido con ayuda del Sattva Guna. Resulta imposible desarrollar el Sattva Guna en un corazón que han llenado el Rajo y el Tamo Gunas. Si la cabeza está vacía, puede tener la esperanza de llenarla con algunas cosas, pero si la cabeza ya está colmada de toda clase de cosas inútiles, ¿cómo les será posible llenarla con cualquier cosa que sea sagrada y grande? Hemos llenado nuestras cabezas de todo tipo de cosas innecesarias. Tendríamos que proceder, en primer lugar, a vaciarla de todo ello. Sólo entonces podremos llenarla nuevamente de pensamientos y de sentimientos sagrados.

El hombre va por un camino insensato y vive una vida carente de sentido. Llora cuando nace y llora cuando muere. Y, entre ambos extremos, se dedica a llorar por cosas inútiles. ¿Es que llora cuando observa como se ha eclipsado el Dharma? Ello es algo que debería hacernos llorar, y para ello es que deberíamos emplear nuestra fuerza y nuestras capacidades para corregir este declinar del Dharma y para ayudar a cerrar la herida que ello ha producido. ¿Qué es el Dharma? Dharma es el constante pensar y el constante contemplar al Señor. Es el llevar a cabo nuestros deberes diarios, pensando en el Señor. El Gita no ha enseñado que deban abandonar a sus familias, o vuestros bienes y propiedades, para irse a la floresta. ¡No! Cuiden de sus familias. Lleven a cabo sus deberes y mantengan su concentración en la Divinidad. En todo lo que hagan, no se olviden de su meta. Si renuncian a ella, se perderán y se desviarán hacia el camino equivocado. Nuestra Divina meta deberá estar sólidamente grabada en nuestra mente. Y manteniéndola siempre presente podemos seguir cumpliendo con nuestros deberes cotidianos.

No debería haber mácula ni defecto alguno en nuestras palabras. Debemos preocuparnos y cuidar de decir siempre la verdad. Hay gente que piensa que en momentos difíciles pueden modificar la verdad, e incluso pueden sentir que a veces resulta necesario decir una falsedad. Sin embargo, en situaciones difíciles, tal vez podrían reaccionar con suficiente inteligencia como para quedarse en silencio, en lugar de contestar, ya sea con la verdad o falsamente. Cuando digan la verdad, exprésenla con dulzura y con amor. No digan la verdad de manera hiriente, ni expresen la falsedad amorosamente. Cada vez que se produzca un momento de prueba, deberían aprender a obviar las situaciones comprometedoras, sin tener que recurrir a una falsedad. En algunas circunstancias deberemos conducirnos de manera especialmente cuidadosa. Deberemos aprender a saber usar las palabras sin herir a la gente. Es por ello que existe el dicho: "Afortunado es aquel que sabe hablar sin herir jamás a nadie". Nunca deberán ofender a nadie, ni sentirse ofendidos. Al respecto viene a continuación una pequeña historia.

Una dueña de casa participaba en una reunión, similar a la que tenemos ahora. Estaba concentrada y prestaba oído atento a lo que se estaba explicando. En un momento en que el Pundit explicaba el Rãmãyana, declaró que para una mujer, la única meta de la vida era su marido. Dijo: "Es responsabilidad de la mujer el complacer a su marido y hacerlo feliz. Traten siempre al marido como a Dios". La señora de marras, volvió a su casa luego de haber escuchado esta charla. Había quedado tan impresionada por todo lo que había escuchado, que decidió poner en práctica todo lo que había aprendido. Tan pronto llegó su marido a casa, tomó un jarro con agua y la vació sobre los zapatos del marido, pensando que al hacerlo estaba llevando a cabo un servicio de adoración para él. El marido quedó confuso y aturdido. Entró al hogar y se sentó para sacarse los zapatos, más antes de que comenzara a hacerlo, ella corrió hacia él para hacerlo por sí misma. Observando este extraño comportamiento de su mujer, el marido entró a su escritorio y llamó al médico. A todo esto, él nada sabía respecto a que su mujer había estado asistiendo al Purana Kathã. El doctor vino y decidió recetar a la mujer un somnífero, ya que, según dijo, su actitud podía deberse a un ataque de histeria y que, después de uno o dos días de descanso, se habría repuesto. El marido se sirvió la comida y le dijo a su mujer que se fuera a descansar, mientras él volvía a su oficina. La mujer salió y se dirigió nuevamente a la reunión para participar en la próxima charla.

En esta ocasión, el Pundit se refirió a la relación existente entre marido y mujer. Dijo: "¿Quién es marido, quién es mujer? Nada es permanente, nada existe. Todo esto no son más que cosas temporales y transitorias. En verdad, nada existe". Y luego agregó: "Sólo Dios es Verdad. Él es la única Verdad real". La mujer volvió a su hogar y se sentó en su santuario. Ese día, el marido regresó media hora antes de su trabajo, pensando que su mujer podía no estar bien y que podía ayudarla de alguna manera. Tocó a la puerta al tiempo que la llamaba para anunciarle que ya había llegado, pidiéndole amorosamente que le abriera. Desde el santuario, ella le contestó: "No hay madre, no hay padre, no existe la casa, nada existe, ni siquiera un marido". Él se alarmó bastante ante esta reacción, pero se las ingenió para que ella le abriera la puerta. Entrando a la casa, se dirigió directamente al teléfono y llamó a un psiquiatra. Este vino y la examinó concienzudamente, para dar luego su diagnóstico. Indicó que, después de haber asistido a todas esas charlas sobre las escrituras, había desarrollado todas estas actitudes peculiares, más que si se la podía mantener en la casa, pronto se sobrepondría a ellas. El marido hizo todos los arreglos para que su mujer no abandonara la casa. Previno a todo el mundo. Tanto al chofer como al resto de la servidumbre se le ordenó impedirle asistir a las reuniones.

Debido a las restricciones que se le impusieran por orden del médico, la mujer dejó de ir a sus sesiones por dos días y comenzó a comportarse de manera normal nuevamente. De modo que el desapego que había desarrollado no fue sino temporal y superficial. No duró mucho. El marido se sentía feliz. En la casa se reanudó la rutina cotidiana. Después de transcurrido un mes, la señora volvió al lugar de las reuniones. En esta oportunidad el Pundit hablaba sobre las enseñanzas del Gita. Explicó que al usar las palabras, uno debe decir la verdad y no hacerlo de manera acomodaticia. Luego de escucharlo, la señora volvió a su casa. Su marido le informó que ese día se celebraría una ceremonia matrimonial y le pidió que se arreglara para asistir a la recepción. Ella se arregló rápidamente y ambos se dirigieron allá.

La ceremonia ya había comenzado. En esa región había una tradición, según la cual el Mangala Sutra[1] era presentado a cada uno de los mayores para que lo tocara y bendijera. El hombre que celebraba el matrimonio se acercó a la señora; al reconocerla y a modo de cortesía, le preguntó: "¿Cómo está su madre? ¿Va todo bien?" En el fondo estas palabras no eran más que un formalismo de intercambiar algunas palabras, en tanto extendía hacia ella el Mangala Sutra, para que lo tocara y bendijera. Ella le respondió : "Si, todo está bien, mas hace una semana perdí a mi suegra".

El vecino que estaba sentado junto a ella, la increpó para señalarle: "¡Por qué ha dicho una cosa de tan mal augurio, mientras tocaba y bendecía el Mangala Sutra!" Ella le replicó: "¿Es que debo decir una mentira sólo por el bien del Mangala Sutra? No, nunca diré una mentira. Y es cierto que mi suegra murió la semana pasada". Una inteligente jovencita que estaba sentada cerca, se dirigió a ella: "Madre, deberías tener un sentido de las proporciones y tener conciencia del contexto de las cosas antes de decir algo así".

De modo que, sea lo que fuere que escuchemos en un día en particular, empezaremos a implementarlo con gran convicción y determinación de inmediato. Pero esta no es la manera correcta de aplicar las enseñanzas espirituales. Lo que debemos hacer, es usar nuestro intelecto para entender cada contexto en que nos hallemos, antes de utilizar cualquier tipo de palabras en una situación dada.

Cada vez que hagamos algo en particular o digamos algo, deberíamos mantener la conciencia de que la verdad representa el medio más elevado para alcanzar la meta última. La lengua no debe ser manchada por la falsedad. El cuerpo no debe ser teñido por la violencia. La mente no debe ser contaminada por los sentimientos negativos. Solamente cuando los santificamos a los tres, la lengua, el cuerpo y la mente, seremos capaces de lograr la sagrada Visión del Señor.

Los estudiantes han de ser muy cuidadosos al decir la verdad. Cierto es que deben mantener la verdad, pero teniendo cuidado de no hablar demasiado ni de herir a otros innecesariamente. Mantengan el control de la lengua. Cada vez que se produzca un malentendido con alguien, en el caso que le hagan ver todos sus defectos justificándolo por el hecho de que dicen la verdad, de seguro tendrán que enfrentar complicaciones más adelante.

Jamás debemos odiar a otros. Una vez que desarrollemos el amor, ya no surge ni el odio ni la envidia. Cuando llevamos amor en el corazón, todas nuestras palabras se vuelven dulces. Incluso si surge en nosotros el enojo, no tendrá sino una naturaleza efímera. Hay cuatro tipos de personas. La ira de una persona de naturaleza Sattvica será de muy corta duración, y el Gita declara que un ser así será un gran hombre. El segundo tipo tendrá una ira que durará algunos minutos y luego se esfumará. El tercer tipo podrá andar iracundo por todo un día. El que pertenezca al cuarto tipo, la categoría más baja, sentirá esta ira durante toda su vida.

El Gita Acharya nos ha indicado esto también con otras palabras: "La ira de un hombre bueno es como escribir en el agua, no tiene permanencia alguna. La ira del segundo tipo de persona es como escribir sobre la arena, se borra de un momento al otro. Para la tercera categoría de persona, la ira es como escribir sobre piedra, pasará más tiempo, pero terminará siendo erosionada. Más la ira de la cuarta categoría de persona es como escribir sobre una lámina de acero, jamás desaparecerá, a menos que se la funda y se la lamine de nuevo. Esta última no será destruida sino cuando la pongan al fuego; sólo una intensa transformación la podrá cambiar".

En el Gita encontramos cosas que son de primordial importancia para la vida diaria. Nos resultaría imposible extraer todas las cosas que contiene el Gita y deberemos entresacar aquellas que resultan directamente aplicables a practicarlas como para que podamos obtener un beneficio inmediato de ellas.

Krishna le dijo a Arjuna: "Arjuna, recuérdame siempre. Ofréndame tu mente y tu inteligencia. Y, mientras Me recuerdas, ¡lucha! Así, al final, Me alcanzarás con toda seguridad".

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Notas del revisor :

[1] Mangala Sutra o Thaali (NR) es un símbolo muy importante de unión matrimonial en la cultura hindú. Se trata de un colgante sagrado, utilizado por las mujeres como símbolo de su matrimonio, representando el amor y la buena voluntad; se considera el símbolo más venerado de amor y respeto que se ofrece a la novia durante la ceremonia del matrimonio.


Traduccion Herta Pfeifer

Revision Marcos Erize