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Sus cartas

46 Uno con él. Navidad, 1978

He recibido los saludos que me envían, las gotas de amor que contiene han refrescado y aliviado el corazón de Sai.

Para los karanajanmas, la gente que nace con una misión, el día en que reciben un cuerpo físico no es el único día que se debe identificar como su cumpleaños; esos días son cumpleaños sólo para el cuerpo físico. De hecho, no hay nacimiento para aquello que es divino y sagrado. Los karanajanmas reciben un cuerpo para poder cumplir el propósito: proclamar y propagar los más elevados ideales. Sólo cuando pongamos en práctica estos principios en nuestras propias vidas y los experimentemos, podremos decir que les hemos mostrado nuestra gratitud.

Todos son sin duda mensajeros. Todos deben experimentar, disfrutar y esparcir el evangelio y la gloria de Dios a los demás en el mundo. Cuando hagan esto podrán decir: “Yo soy el mensajero de Dios”; entonces instalarán al amo en el altar de su corazón. Pueden muy bien decir: “Soy el hijo de Dios”, están cerca y son queridos por el Señor. Deben dejar que su amor se envuelva en el amor de Dios y su corazón se funda en el corazón de Dios. Esto, de hecho, es el estado más cercano cuando, en el plano átmico, obtienen la convicción (nacida de la experiencia) de que él y ustedes son uno y el mismo. Este estado confirma la verdad de la declaración “Yo y mi Padre somos Uno”. Entonces uno puede experimentar la identidad con el Padre.

Las tres etapas son, por lo tanto: en el plano físico, ustedes son el mensajero; en el plano mental ustedes son el hijo, y finalmente, en el plano átmico, ustedes y Él son uno. El día que comprendan el significado de estas declaraciones y lo traduzcan a sus propias vidas y lo experimenten, tendrán el derecho de celebrar el cumpleaños de Jesús. Las celebraciones de su cumpleaños no consisten simplemente en decorar el árbol de Navidad, encender las velas y cantar villancicos.

Obedecer absolutamente las instrucciones y mandatos de Sai constituye el primer paso. Después deben transmitir éstos a los demás, estableciendo así un nexo con la encarnación misma del amor en su corazón. Esto significa el establecimiento de una relación final entre ustedes y el amo, quien así se convierte en el Padre. Ahora han ganado el derecho de considerarlo a él como el Señor, el que todo lo ve, el recipiente de su todo. Gradualmente, después de esto, llegarán a la etapa donde espontáneamente se volverán uno con él. Él será uno con ustedes y todo será de él. Ahora hay sólo un reino, hay sólo un trono y sólo ese amor es en verdad Dios.

Deben experimentar la dulzura de ese amor. En verdad ese amor es la sangre de Dios, a la que representa el vino. Después los músculos (el cuerpo), que Dios usa desinteresadamente para el servicio, lo simboliza el pan. Cuando se usan esta “sangre” y este “cuerpo” juntos, comprenderán a qué se refería Jesús con el vino y el pan.

El intoxicante vino que embriaga a una persona con asuntos mundanos y causa los deseos en él es la sangre; la carne que anhela los placeres sensoriales materiales es el pan. Estos dos se deben mezclar y contemplando en ellos la sangre y el cuerpo de Dios, se deben transmutar en órganos que son manifestaciones de la Divinidad. Sólo entonces se consagrarán y serán puros.

Con sangre no nos referimos a la sangre ordinaria. Se debe entender como la sangre de Sai. Sólo entonces se convertirá en una ofrenda, un mahayoga (el camino real) que culmina en Sai. Deben considerar sus músculos como masas del amor de Sai y deben utilizarlos para procurarse la gracia de Sai. Entonces se convertirá en una ofrenda a Sai y le dará alegría.

Éste es el significado interno del simbolismo externo cuando la gente toma el pan y el vino juntos en las iglesias.

Jesús no es el nombre original; es Isa. Este Isa ahora es Sai. Isa también significa Ishwara. Los buenos actos que han llevado a cabo en incontables nacimientos anteriores han resultado en que han obtenido a Sai en esta vida suya. Sin mucha dificultad, deben retener y sostener con seguridad esta posesión. Experiméntenla y deriven bienaventuranza de ella.

En verdad, durante la última semana las actividades de servicio que han estado desarrollando en Brindavan, en la escuela y en el hospital prueban más allá de cualquier duda el espíritu de unidad que prevalece entre ustedes.

Consideren éstos sus propios hogares, ustedes los están cuidando. Su amor (sangre), que es la Divinidad de Sai, y su firmeza y dedicación (cuerpo), que es el alimento de Sai, son en verdad excelentes. Han hecho a Sai supremamente feliz. En verdad son benditos.

¡Oh dignos recipientes del amor de Sai!: no tienen que preocuparse tanto. Es por supuesto loable que, motivados por el amor de Sai, estén cumpliendo con su deber. No hay por qué temer.

El raksha (protección) de Sai está de su lado y en su corazón. No tengan temor de ningún tipo. Sean felices.

Suyo,

Baba

Mensaje de Navidad, 1978.