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Libros escritos por Sai Baba

8. Upanishad Kena

ESTE UPANISHAD SE encuentra adscrito al Sama Veda y a su rama Thalavakara, y de ahí que también se haga referencia a él como Upanishad Thalavakara. El término Kena deriva de la palabra inicial de la primera estrofa de este Upanishad: "¿Keneshitham pathathi prekshitham manah, Kena praanah prathamah Praithitham, keneshitham vacham imam vadanthi, chakshuhsrothram kaudevo yunakthi?": "¿Quién impulsa a la mente a aferrarse a los objetos? ¿Por órdenes de quién se manifiesta la vida? ¿Por mandato de quién pronuncian los hombres las palabras? ¿Qué inteligencia es la que dirige a los oídos y a los ojos?

Los oídos, la piel, los ojos, la lengua y la nariz son los órganos sensoriales que permiten conocer, respectivamente, el sonido, la textura, la forma, el sabor y el olor; los objetos de conocimiento se captan sólo a través de estos cinco sentidos. El mundo se experimenta a través de ellos; ellos son intermediarios entre el conocedor y lo cognoscible. A la capacidad de entender los objetos se le denomina mente o manas. El manas va hacia afuera a través de los jñanendriyas mencionados y se adhiere a los objetos, y en ese momento y por ese mismo hecho, asume la forma del objeto en cuestión; ello se denomina vriti o función. El manas es achetana, es decir, no posee inteligencia ni vida por sí mismo, y debido a ello, sus transformaciones y manipulaciones (vikaras) también son achetana, sin vida. Un muñeco de azúcar no tendrá más que las propiedades del azúcar. El manas achetana no puede alcanzar el conocimiento del Chetana o Inteligencia Suprema que permea el universo.

Del mismo modo en que el carro carente de inteligencia es guiado por el auriga inteligente, debe haber un auriga que dirija al manas carente de inteligencia, instalándose en él y teniéndolo como su vehículo. La fuerza motriz que activa los instrumentos internos, los sentidos de acción, los sentidos de conocimiento y los cinco aires vitales, esa fuerza es Dios. La pregunta mencionada más arriba implicaría que dicha fuerza es algo diferente de los sentidos. De modo que, obviamente, el motivador del conjunto de los sentidos deberá ser algo diferente del manas, ¿no es así? Aquellos que buscan conocer lo Eterno, al convencerse de que todas las actividades son efímeras, dejan de preocuparse por lo Eterno.

Esa entidad eterna carece de agitaciones; no puede ser movida por ningún impulso. No da órdenes a los sentidos con este u otro propósito. Entonces surge la pregunta: "¿La mente, la respiración, el habla, la vista, el oído, etcétera, llevan a cabo sus respectivas funciones por la ley de causa y efecto? ¿O actúan por el deseo de una fuerza conciente?" En esto reside la duda.

El oído tiene la capacidad de conocer el sonido, el ojo está dotado con la posibilidad de conocer y distinguir la forma. Los otros sentidos también están provistos de capacidades similares. Cuando el manas, a través de los sentidos, va hacia los objetos y los envuelve, ustedes tienen conocimiento de ellos. De modo que los cinco sentidos y la mente son instrumentos de cognición. Pero, ¿cómo es que pueden llevar a cabo esta función inteligente siendo que, por sí mismos, carecen de inteligencia?

Bueno, la respuesta es: Debido a la presencia del Atma, al reflejo del fulgor del Atma sobre el Anthakarana. El Sol ilumina al mundo y lo vuelve activo de muchas maneras. Asimismo, el Atma, mediante su brillo y calor (Tejas), activa e ilumina al mundo. Todos los instrumentos de conocimiento son activados por el Atma. La energía eléctrica concede potencia a las máquinas y las posibilita para llevar a cabo diversas operaciones. La energía eléctrica es el "motor" del movimiento, la "máquina" de la máquina. Similarmente, el esplendor átmico es el oído del oído, el ojo del ojo. Ésa es la energía activadora.

Lo asombroso es que el Atma es inactivo y carece de cualidades. Recuerden que no hace nada por medio de la mente o de los sentidos. ¡Estos se activan por la sola presencia del Atma! Los rayos del Sol no son concientes de toda la actividad que provocan; el Atma no es responsable de la actividad de los sentidos. Ésta es la enseñanza transmitida por Varuna a su hijo Bhrigu.

Cuando el ojo es iluminado por el esplendor del Atma, se vuelve capaz de captar la forma, que es el campo de percepción que le corresponde, pero jamás podrá iluminar al Atma, que es luminoso por sí mismo. La lámpara ilumina los objetos, mas, por su cuenta, los objetos no pueden iluminar a la lámpara. El habla puede describir o expresar sólo aquello que posea cualidades como nombre, forma, guna, kriya, etcétera. ¿Cómo podría describir o definir aquello que carece de cualidades, de nombre, de forma, de características... esto es, cómo podría describir al Paramatma? No se pueden describir la dulzura u otros sabores haciendo uso de palabras. El Atma no es un sujeto que se pueda describir. El manas sin sabiduría no puede ex perimentar la sabiduría. No hay conocedor alguno que pueda conocer al Conocedor de todo. Él se sitúa más allá de todo lo cognoscible. Y cuando se le conoce, deja de ser conocedor o conocimiento.

Brahman es el conocimiento mismo, de modo que nunca podrá ser conocido por un conocedor. Mediante el proceso de conocer pueden ser conocidas, algunas cosas, pero no el conocimiento mismo. La lámpara no querrá otra lámpara para verse a sí misma, ni anhelará su propia luz: posee luz, es luz... y eso es todo. Proyecta luz sobre los objetos, pero no sobre su luz. También ustedes son luz, son Atma. El Atma en ustedes es de la misma naturaleza que el Atma en todos los seres. Es la única Realidad, la cual carece de atributos, cualidades o limitaciones.

El Atma puede ser conocido mediante el estudio de los Shastras y por seguir los preceptos que señalan. Aquello que no puede ser iluminado por medio de las palabras, del discurso o de los sentidos, pero que ilumina las palabras, el lenguaje y los sentidos... eso es Brahman o el Atma. La primera sección de este Upanishad deja en claro que Brahman es imposible de limitar, de descartar o de examinar.

Ahora bien, para quienes declaran haber visto a Brahman, él seguirá siendo sujeto de investigación y cuestionamiento. No han alcanzado aún la etapa final, porque lo de ellos no es un jñana auténtico, sino un engaño. El Atma de la persona que conoce es, en sí mismo, el propio Brahman; éste es el indudable veredicto del Vedanta, ¿no es así? El fuego no puede quemarse a sí mismo, entonces, ¿cómo podría al Atma conocer al Atma, cómo podría el conocedor conocerse a sí mismo? Es por ello que la declaración "Yo he conocido a Brahman" indica autoengaño y no verdadero conocimiento.

Se dice que Brahman tiene formas cognoscibles y descriptibles, pero sólo en un sentido limitado, cuando se le adjudican cualidades de "nombre y forma". Por sí mismo, el Absoluto carece de sonido, olor, sabor, textura o forma. Es eternamente existente. En cualquier actividad en que se hagan concientes de su presencia, dicha actividad les prestará su característica apropiada. Cualquiera que sea la esfera que los Shastras discutan, se convierte para tal Shastra en particular en una característica de Brahman. La Conciencia que se vuelve aparente al ser circunscrita por ciertos limites o "recipientes", ese chaitanya es Brahman. El chaitanya carece de apegos; sin embargo, cuando se asocia con objetos como el cuerpo físico, da la impresión de estar apegado. La imagen del sol que se refleja en las aguas de un lago, se agita cuando las aguas se agitan; pero no pueden inferir de esto que el sol en el ciclo, en la lejanía, se sacuda también. El sol y la superficie del agua no guardan relación alguna. De manera similar, cuando consideramos al cuerpo, que experimenta el crecimiento, la decadencia y la destrucción, surge la impresión de que el Atma también es afectado de la misma manera, pero no es así. Brahman está fuera del alcance del buscador intelectual, y únicamente puede ser alcanzado por aquellos que renuncian al intelecto considerándolo un instrumento inútil. El único método de acceso, de comprobación y con el que se logran resultados, es la experiencia. El último nivel del Brahmajñana es la cesación de toda pregunta, de toda búsqueda. La verdadera realización, el sakshatkara, es su fruto. El nivel más alto se alcanza en el samadhi, el aquietamiento de toda agitación en todos los niveles de conciencia, aunque, por supuesto, los pasos preliminares, sravana, manana y nididhyasana (escuchar, reflexionar y meditar, respectivamente), conciernen al budhi o intelecto. Uno llegará a adquirir la verdad misma si llega a comprender la naturaleza del Atma; si no lo logra, ello es, sin duda, una lamentable pérdida. El jñani reconoce al principio del Atma omnipresente en cada ser y en cada objeto, y cuando abandona el mundo se libera del nacimiento y de la muerte.

El Brahmajñana es la herencia del hombre y éste tiene derecho a ella. Si toma conciencia de ello y logra, por medio de sus esfuerzos, alcanzar el conocimiento de Brahman al seguir alguno de los métodos señalados, su camino por este mundo habrá sido provechoso. En caso contrario, será un desperdicio. El Atma, cuando es conocido en la conciencia, reluce como el estallido de un relámpago: en un segundo revela su brillo y esplendor. Pero resulta imposible captar su plena majestad, pues el manas es como un manto que cubre al Atma, lo condiciona o, más bien, da la impresión de hacerlo. Esto crea la sensación de estar muy cerca del Atma y de creer que se puede alcanzar; no obstante, no puede lograrlo. Pero como siente que está próximo, el sadhaka (aspirante espiritual) imagina que su mente ha realizado al Atma y anhela la experiencia una y otra vez. Es obvio que esto es positivo, ya que estimula la búsqueda de la inmersión en Brahman.

Para el brahmajñani son inexistentes los opuestos dharma y adharma, mérito y culpa. La vida dhármica da acceso a los mundos superiores después de la muerte, y la vida adhármica lo conduce a uno hacia las regiones inferiores; pero para el sadhaka que pretende salir de la ignorancia y realizarse en la Verdad, ambos son como grilletes. Tiene que buscar la forma de cortar las amarras que atan su corazón al mundo objetivo. Por eso anhela una respuesta a la interrogante con que se inicia este Upanishad: ¿Quién impulsa a la mente a aferrarse a los objetos, etcétera?

Las austeridades, el autocontrol, los ritos védicos, la adoración de imágenes... todos son una excelente ayuda para alcanzar el conocimiento de Brahman. El jñana se ubica en sathya, la verdad.

Este Upanishad entrega a todos los buscadores la enseñanza del Brahmajñana, y se ocupa de Brahman, que es Verdad, Sabiduría e Infinitud.