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Libros escritos por Sai Baba

2. Upanishad Isavasya

EL SEÑOR, CON el propósito de la regeneración del mundo, comunicó los Vedas a través de hiranyagarba , quien a su vez los transmitió a sus diez manasaputras , incluidas Atri y Marichi. De ellos los Vedas se difundieron entre la humanidad, transmitidos de generación en generación. El tiempo pasó, las edades se acumularon y los continentes se movieron, y algunos Vedas se perdieron a causa de las dificultades que presentaban para ser comprendidos, hasta que en los tiempos modernos sobreviven únicamente cuatro. Estos cuatro Vedas fueron enseñados por Vedavyasa, el más grande exponente de los Vedas, a sus discípulos durante el Dwapara Yuga.

Cuando Vyasa, dedicado a la difusión de la sagrada escritura, estaba exponiendo los Vedas, uno de sus discípulos, de nombre Yajnavalkya, provocó su ira y, como castigo, tuvo que regurgitar el Yajurveda que ya había aprendido bajo la vigilancia de su gurú, y dejar el lugar para refugiarse en Suryadeva, el bastión de los Vedas. Entonces, los rishis que veneraban los Vedas volaron hacia el lugar en la forma de los pájaros Thitiri y se comieron el Yajurveda que había sido regurgitado. Esta sección de los Vedas se llama Thaitiriya.

Entretanto, Suryadeva se sintió complacido con la devoción y la lealtad del infortunado Yajnavalkya. Asumió la forma de un vaji (caballo) y bendijo al sabio con la recuperación del conocimiento del Yajurveda. Las secciones enseñadas de este modo por el vaji llegaron a ser conocidas como Vajasaneyi. El Yajurveda enseñado por Vedavyasa se llama Krishnayajurveda, y el transmitido por Yajnavalkya es conocido como Suklayajurveda.

En ellos los primeros capítulos son mantras relacionados con el Karmakanda , y los últimos se refieren al Jñanakanda. El Upanishad Isavasya tiene como tema a este Jñanakanda , y se le llama Isavasya porque el mantra inicial comienza con estas palabras.

"Isavaasyamidas sarvam yathkichajagathyam jagath Thena tyyakthena bhunjetna, maa gridhah kasya swiddhanam ".

Todas las cosas de este mundo, las transitorias, las evanescentes, están contenidas en el Señor, quien es la verdadera realidad de cada una. Por ello deben ser usadas con reverente renunciación, sin envidia ni codicia, porque ellas pertenecen al Señor y no a persona alguna. Eso es lo que este sloka (estrofa) significa.

Esto equivale a que el Señor está inmanente en el universo, el cual es su forma, su cuerpo. Por eso es erróneo considerar como entidades diferentes al universo y al Señor. Esto es un engaño, un producto de la imaginación del hombre. Así como su imagen reflejada en el agua no es distinta de ustedes, el universo (que es la imagen de Dios producida por su ignorancia) es lo mismo que El.

Mientras el hombre permanezca en este engaño, no podrá visualizar la Realidad inmanente en él, y por otro lado, caerá en pensamientos, palabras y actos equivocados. Un trozo de madera de sándalo, si se deja en el agua, acabará por producir mal olor, pero si se saca del agua y se le convierte en pasta, volverá a emitir su fragancia original. Cuando la autoridad de los Vedas y Shastras sea respetada y se agudice el discernimiento por la práctica de las acciones rectas, el mal olor del error y la perversidad se desvanecerá y surgirá el perfume puro e innato del Atma. Entonces desaparecerá la dualidad del hacedor de las acciones y el que goza los frutos de ellas. Entonces se alcanzará el estado llamado Sarvakarmasanyas, el desapego de toda actividad. Este tipo de sanyas es descrito como el sendero hacia Moksha, la Liberación, en este Upanishad.

El sanyas (renunciación) que implica la destrucción de las tres atracciones (por la pareja, por la progenie y por la riqueza) es muy difícil de adquirir sin pureza de mente (chita). El segundo mantra de este Upanishad señala los medios para este logro, los cuales son: la ejecución del Agnihotra y otros ritos, como se prescriben en los Shastras; creer que para alcanzar la liberación debe uno empeñarse activamente en tal propósito y tener la convicción de que ningún pecado puede adherírsenos mientras estemos dedicados a ese esfuerzo. El trabajo sin deseo por los frutos resultantes elimina gradualmente las impurezas, como lo hace el crisol del orfebre con el metal. La mente pura es Jñana, la consumación del desapego.

Si son capaces de despojarse del deseo cuando realicen un trabajo o cualquier actividad, no habrá impureza que los pueda tocar. Ustedes saben que las semillas de chilliginji tienen la propiedad, cuando se dejan caer en el agua lodosa, de separar las impurezas y depositarlas en el fondo; ellas también se hunden y desaparecen. Del mismo modo, aquellos que realizan sus actividades sin ningún apego purificarán perfectamente sus mentes y los resultados de sus actos perderán su efecto y se hundirán en el fondo.

De los 18 mantras de este Upanishad, sólo los dos primeros tienen que ver directamente con el problema de la liberación y su solución. Los 16 restantes detallan esta solución y sirven como comentarios sobre ella.

El Atma nunca sufre modificación alguna, y sin embargo, ¡es más veloz que cualquier mente! Este es el misterio y el milagro. Parece experimentar todos los estados pero no crece, declina ni cambia. Aunque está en todas partes, no es perceptible por los sentidos y es debido a su existencia subyacente y a su inmanencia siempre presente que tiene lugar todo crecimiento, toda actividad y todo cambio. Causa y efecto accionan y reaccionan debido al sustrato de la Realidad átmica. El propio término Isa denota este significado. El Atma está cercano y lejano, está quieto y en movimiento, está adentro y afuera. Aquel que conoce esta verdad es digno de ser llamado jñani, sabio.

El ignorante jamás podrá captar la verdad de la inmanencia átmica. Los que están concientes pueden ver y sentir la presencia de las cosas cercanas a ellos; los que han perdido la conciencia buscarán por todas partes las joyas perdidas sin darse cuenta de que las llevan puestas. Aunque tengan conocimiento de muchas cosas, conciben al Atma como algo que existe en un lugar remoto e inalcanzable debido a la pérdida de conciencia. Pero el jñani, cuya conciencia está despierta, ve al Atma en todos los seres y a todos los seres como al Atma. Ve a todos los seres como uno solo y no percibe división o diferencia. De este modo se salva de la dualidad.

El Isavasya hace clara para todos esta verdad. El jñani que ha disfrutado esta visión ya no será perturbado por los golpes de la fortuna o las tentaciones de los sentidos. Verá a todos los seres como a sí mismo, sabiendo que comparten su propia realidad innata; estará libre de toda atadura de dharma y adharma (bueno y malo) y de las necesidades y exigencias del cuerpo. Él será un swayamprakasa, alguien que brilla en el esplendor de su propio ser. Así, la forma individualizada no es su forma genuina, no, y ni siquiera lo son los cuerpos denso y sutil, llamados los sariras Sthula y Sukshma, respectivamente.

Es por ello que el primer mantra del Isavasya expone el Jñana-nishta, caracterizado por la ausencia de deseos de cualquier clase. Éste es el primer vedarta. Pero aquellos que alberguen deseos encontrarán difícil establecerse en este nishta (estado mental). Para ellos, el segundo mantra prescribe un medio secundario: el Karma-nishta. El resto de los mantras constituyen un comentario detallado y un apoyo para estos dos nishias, basados en el Jñana y el Karma. Este último tiene al deseo y la ilusión como impulsos cardinales. El primero tiene como tal a vairagya, la convicción de que el mundo no es Atma, es decir, que no es verdadero y, por lo tanto, no es de ningún beneficio relacionarse con él. Esta actitud de vairagya o desapego constituye la entrada al Jñana-nishta. Del tercer al octavo mantras se describe la verdadera naturaleza del Atma por medio de la condena de avidya (ignorancia), que impide conocer ese Atma.

Es por esto que el Isavasya enseña la lección de la renunciación por medio del primer mantra, y la de la actividad liberadora (por el karma o acción hecho sin raga, apego, ni dwesha, aversión) por medio del segundo. En el cuarto y quinto mantras se habla del Atmatatva, o principio del Atma, y más adelante, de los frutos de su conocimiento. El noveno mantra señala el camino de la liberación progresiva o Karmamukti, útil para aquellos que son demasiado débiles para seguir la senda de la renuncia total pero realizan actos que conducen al desarrollo moral y la purificación interna. Éste es el camino que unifica todo karma sobre el principio de upasana (adoración). Aquellos que incurren en actos contrarios al Vidya (conocimiento supremo) están llenos de ignorancia, dice. Vidya lleva al Devaloka (mundo de los dioses), el karma lleva al Pithriloka (mundo de los antepasados). Aquellos que se limitan al estudio y propiciación de las formas divinas son peores, ya que sólo desean la obtención de habilidades y poderes. Así pues, el Jñana que conduce a Atmasakshatkara o realización del Ser es muy distinto a esos estudios y prácticas, y ningún intento de unirlos tendrá éxito.

Por supuesto que uno no debería involucrarse en nada que sea opuesto a los Shastras; y en último análisis, todas las acciones son clasificadas como ignorancia. El karma puede, a lo sumo, solamente ayudar a limpiar la mente, y la adoración a los dioses puede conducir a la concentración de la mente. La adoración debe elevarse al nivel de adoración de la Divinidad Cósmica, el Hiranyagarba; debe madurar y desarrollarse hasta Jivanmukti, liberación del alma individual, antes del fin de esta vida.

El Detvata-jñana y el Karma-nishta deben complementarse y unificarse: entonces puede uno escapar al ciclo de nacimiento y muerte y llegar a ser divino.