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Libros escritos por Sai Baba

12. Upanishad Brahmanubhava

LOS SRUTIS DECLARAN: "Ekam eva, Adwithiyam Brahma", "Brahman es sólo Uno, sin un segundo". Vale decir: no hay nada además de Brahman. Bajo cualquier circunstancia, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, sólo es Brahman. En el principio sólo había Sat y nada más, dice el Upanishad Chandogya. El Mandukya lo denomina como Santham, Shivam, Advaitam. Sólo lo manifestado puede aparecer como dos. Aquello que es visto es diferente; uno de otro y todo del que ve. Además, lo visto es producto de lo que le gusta y desagrada al que ve, de su imaginación y sus sentimientos, de sus impulsos y tendencias. Cuando se enciende la lámpara, desaparece la "serpiente" y queda sólo la cuerda, a la que se reconoce como tal. Cuando se examina el mundo a la luz del brahmajñana, desaparece la imagen ilusoria que atraía o repelía, la imagen de la dualidad.

Es este "dos" el que causa temor. Si uno mismo fuera el que escucha, el que ve, el hacedor, el que disfruta... ¿cómo podría surgir el miedo? Consideren la condición en que se encuentran cuando duermen. En esos momentos está ausente el mundo externo, están solos consigo mismos. Ese estado corresponde al "Uno sin segundo". La contemplación de ese Uno y la adoración de ese Uno producen la realización de la inexistencia de un segundo; otorgan esa experiencia. Al igual que el otro, El es inmanente; al igual que el aire vital, El es Chit, la parte secreta en toda conciencia, en toda actividad y en todo movimiento.

Sat, Chit, Ananda, Paripurna, Nithya; con estos cinco atributos se describe a Brahman, quien puede ser captado por medio de la comprensión de ellos. Sat no es afectado por el tiempo; Chit lo ilumina y revela todo y a sí mismo; Ananda es el creador de la dicha; Paripurna no sabe de disminución, ni decadencia ni anulación o vencimiento; Nithyam es aquello que no es afectado por las limitaciones de espacio, de tiempo y de objetivización.

A la luz de este brahmajñana, el mundo es un espejismo, temporal, irreal, negado por el conocimiento. El mundo no es más que otra palabra para expresar "las cosas vistas, oídas, medidas, conocidas", etcétera. Pero "ustedes", el jivi, el que ve, son Sat-Chit-Ananda-Brahman recuérdenlo. Afírmense en esa seguridad, mediten en el Om que es su mejor símbolo. Tomen conciencia desde este momento de que son el Alma. Cuando se disipe la niebla de la ignorancia, en cada uno brillará el Alma en su esplendor original. Entonces se darán cuenta de que perseguían un espejismo sobre las arenas de un desierto; que estaban tomando como "reales" objetos que habían tenido un comienzo y que, por lo tanto, tenían un final.

La mente se deja atrapar por el apego cuando se detiene en un objeto y lo desea o lo rechaza. Para liberarse de esa atadura, la mente debería ser instruida para no adherirse a ningún objeto, ni desearlo ni rechazarlo. La mente es precisamente la que encadena o libera. Si es dominada por rajas, cae fácilmente en la esclavitud; pero si predomina satva, puede lograr la libertad.

Aquel que se siente uno con el cuerpo denso, persigue febrilmente los placeres que se pueden obtener a través de los sentidos. El deseo no es más que la consecuencia de la identificación con el cuerpo físico. Renuncien a ella y los deseos se apartarán de ustedes. La alegría y el pesar, al igual que lo correcto y lo erróneo, deben ser trascendidos. El amor y el odio pertenecen a la naturaleza de los instrumentos internos del hombre; no pertenecen al "viviente" que habita con ellos, al jivi, o al Alma que es la realidad esencial del jivi.

El Alma siempre es puro, siempre es libre de apegos, puesto que no hay otro a quién apegarse. El mantra (III, 1) del Upanishad Mundaka dice: Dos pájaros de espléndidas alas están posados en un árbol. (El árbol es el cuerpo y los pájaros gemelos son el jivatma y el Paramatma). Uno de los pájaros se ocupa en probar las frutas: el jivatma, que experimenta alegría y pesar en los actos que emprende. El otro simplemente observa. El Paramatma es más sutil que lo más sutil y es sólo el Testigo.

¿Cómo puede ser que este cuerpo denso de plasma y humores pestilentes pueda ser el puro, autoluminiscente Alma que siempre es testigo? El cuerpo está construido con base en los alimentos; está en una fluctuación constante; pero no existía antes del nacimiento ni existirá después de la muerte. Puede morir en cualquier momento, tal vez pueda seguir viviendo aunque le falte algún miembro, pero cuando deja de fluir en él el aire vital, comienza a descomponerse. Por eso no debe considerarse al cuerpo como el amo o como el principio y el fin.

El yoga que deberían seguir es: observen como testigos las agitaciones de la mente, líbrense de propósitos e incluso de decisiones en pro o en contra. Siempre mantengan bajo control a la mente y sus divagaciones. Yoga quiere decir el progreso paralelo del jivatma en armonía con el Paramatma. La meta es la fusión de ambos. Entonces terminará todo sufrimiento. Aquel que practica el yoga con constancia y fe y que avanza sin vacilar en sus renunciaciones (desapegos) alcanzará ciertamente la victoria.

Chit en Sat-Chit-Ananda significa vijñana, el supraconocimiento que confiere pureza y perfecta ecuanimidad; de hecho es el atmajñana que todos y cada uno pueden llegar a experimentar. En el lenguaje común el término vljñana se emplea para designar a las ciencias, aunque en realidad significa la sabiduría superior. En ese swarupa, la forma del Ser, no queda lugar para las "impresiones del karma" ni para deseos que lo impulsen. Los deseos vician la mente. Los deseos motivan la acción, la acción deja una huella, un vasana, en la mente. Manténganse solos consigo mismos y entonces se podrá nulificar la mente. Ésta es la razón por la cual muchos yoguis se alejan de las multitudes para vivir en cuevas.

Los vasanas o impresiones pertenecen a dos categorías: subha o benéficos y asubha o maléficos. Los vasanas benéficos ayudan a la liberación. La adoración, la meditación, buenas obras, caridad, justicia, servicio desinteresado, fortaleza, compasión, todo ello es benéfico. Tendencias malignas como la ira, la crueldad, la codicia, la lujuria, el egoísmo, deben ser arrancadas de raíz con ayuda de las benéficas; y, finalmente, así como se arroja la espina que uno tenía clavada en el pie junto con la que nos sirvió para extraerla, también deben desecharse los vasanas que sirvieron para sobreponerse a los otros. Los subhavasanas son los productos del apego y producen otros apegos que pueden subsistir después de muchos nacimientos. El jivanmukta debe dominar también los subhavasanas. Para él, deben llegar a ser como la cuerda quemada que ya no sirve para atar nada. De hecho, todo el grupo (las ansias sensuales, el deseo, la codicia) se quema tan pronto como se visualiza el Atma. El jivanmukta ya no se sentirá inclinado hacia ninguno y hacia nada, ya no sentirá apegos. Allí donde lo sorprenda la puesta del sol, se tenderá a descansar. Se moverá entre los hombres de incógnito, sin ser reconocido, sin buscar que se le reconozca, sino más bien rehuyéndolo.

Cuando el que ve y lo visto llegan a ser lo mismo, esa alegría se describe como la de la cuarta etapa, el nivel de thuriya. Más allá de ella, seguramente se alcanzará al Atma. Al descansar constantemente en el Atma y su realidad, se desprenderá el apego al mundo. El sadhana debe ser ininterrumpido. El sadhaka genuino debe retirar la mente, haciendo uso de todos sus recursos, de los asuntos del mundo y los objetos que atraen a los sentidos, para concentrarse en el estricto propósito de conocer a Brahman.

Las resoluciones tamásicas implican sufrimiento; las sátvicas promueven el dharma y ayudan a sustentar a la sociedad y al individuo; las rajásicas los hundirán en el pantano del mundo. Renuncien a las tres y merecerán el honor del brahmajñana.

Brahman es de una profundidad insondable. ¿Cómo puede ser medido y comprendido por esta mente insignificante? Es aprameya, fuera de toda posibilidad de ser descrito por categorías; es aparichinna, sin límites; es avyapadesya, más allá de cualquier expresión. Captarlo por los sentidos es una tarea imposible.

"Brahman, de quien el Vedanta declara que sólo se puede hablar como «no es esto, no es esto», es yo mismo; mi realidad es Brahman en el recinto de mi corazón; yo soy aquel Brahman que los sadhakas se esfuerzan en conocer y que llegan a alcanzar. Brahman es aquello que queda después de sustraer cuerpo, mente, aires vitales, cerebro, etcétera". Este conocimiento se alcanza mediante la disciplina de la negación. Del mismo modo en que a través de este método de eliminación llegan a la conclusión "Así pues, esto es devadata", se llega a establecer, gracias al principio del jagrathajagraha, la verdad del Tat-TuamAsi, "Tú eres Eso". Cuando el velo que recubre al jivi es recorrido, éste se revela como Paramatma o Parabrahman. El jivatma es de la esencia del Paramatma.

El Yo se refiere a esta Realidad: el Sal-Chit Ananda. Sólo la ignorancia puede emplearlo para indicar el cuerpo. Esta ignorancia y esta falsa identificación son las causas de los interminables capítulos de sufrimiento y alegría. Por consiguiente, utilicen la palabra Yo con discernimiento y sólo para significar su realidad bráhmica; ello les ganará el atmajñana.

Para experimentar al Alma como su verdadera realidad, son esenciales el control de los sentidos, el desapego físico y la verdad. Brahman es Brihaspati impulsando al budhi, el Manas del manas, el Oído del oído, el Ojo del ojo, el iluminador de todo, el autoluminiscente Uno. Su esplendor es la luz de la que emana todo lo demás. Él es el soporte y el sustento. En la mente, él es sabiduría; el manas y el budhi envuelven los sentidos, y sin él, manas y budhi están imposibilitados para funcionar; emergen de él y se fusionan en él al igual que la hierba surge de la tierra y vuelve a ser parte de ella. El hierro colocado en el fuego se torna rojo y vuelve a ponerse negro cuando se enfría; del mismo modo, el budhi se torna resplandeciente de jñana si se le mantiene inmerso en el Parabrahman que es jñanaswarupa.

Dios está interiorizado en todas partes, al igual que el niño en el vientre materno. Algunos declaran que no creerán sino en un Dios que pueda ser visto y demostrado. Éste es el argumento habitual de los que tienen una mente mundana. Pero no es fácil ver con los densos ojos físicos al Paramatma, que es más sutil que lo más sutil. Primero deben llegar a dominar un potentísimo microscopio adecuado para este propósito. Se requiere ya sea el jñanachakshu o el premachakshu: el ojo de la sabiduría o el ojo del amor; sólo con estos ojos podrán ver a Dios. ¿Podrían mostrarles a otros cómo es aquello que se llama "dolor" o aquello que se llama "dulzura"? Los ojos no pueden ver cosas abstractas como el amor, la piedad, la misericordia, la virtud, la fe; todas ellas están más allá de su capacidad.

Sin embargo, por las palabras y las acciones de alguien podemos inferir que una persona tiene amor en su corazón. También es posible juzgar si una persona es un brahmavid, si está establecida en su propia Realidad, y si ello se produce por momentos o si es constante y firme. La sabiduría divina, el divino tesoro, la armonía con la naturaleza... a través de todo esto El puede ser identificado y descubierto. Por ello, recurran a todos los medios para lograr el jñanachakshu o el premachakshu.

Del mismo modo en que se encuentra el azúcar en la melaza, o la dulzura en el azúcar, el Paramatma siempre es inmanente en la Creación; es el núcleo de todos los seres. Está en todas partes y en todo, siempre. No tiene forma; el Atma es athanu, "sin cuerpo". Es el morador interno, el purusha. Sólo desechando el apego por el cuerpo y purificando la mente y el budhi pueden fusionarse con su Verdad y lograr la bienaventuranza eterna, la más alta paz, la más pura sabiduría. Sólo así puede el hombre liberarse de las ataduras del nacer y el morir.

Deha, la palabra que designa al cuerpo, deriva de la raíz dah, que significa quemar. Implica aquello que debe ser quemado. Mas el jñani posee tres cuerpos: el denso, el sutil y el causal. Entonces ¿qué es lo que se quema? Los combustibles adhibhoutika, adhideivika y adhiyatmika, llamados el tapatraya o el hridaya-kasta; éstos son los que pueden quemar y consumir los tres cuerpos con mayor rapidez que el fuego. Por muy informada que sea una persona, si se identifica con el cuerpo habrá que declararla equivocada. Por otra parte, una persona centrada en la fe de que es Sal-Chit-Ananda será transformada en la Divinidad misma. No identifiquen al jivi con el cuerpo denso de carne y huesos, ni tampoco con el sutil o el causal. El Alma debe identificarse únicamente con el Paramatma. Sólo así puede emerger la permanente bienaventuranza. La alegría y el pesar, el bien y el mal pertenecen al ámbito de la mente y no a ustedes. Ustedes no son el hacedor ni el que disfruta de los resultados de la acción. Ustedes siempre son libres.

La virtud es dharma, el vicio es adharma, y ambos son producto de la mente, cuerdas que amarran el corazón. Cuando el hombre experimenta la verdad superior, se (ibera de ambos y alcanza la visión de la Realidad. Así como el gusano de seda se aprisiona en el capullo que hila en torno suyo, así el hombre hila a su alrededor un capullo de deseos que lo hacen sufrir.

El Alma siempre está desembarazado. Es asamsari, no atado por el flujo de nacimientos y muertes. Su naturaleza es pureza, plenitud, alegría, sabiduría; en donde se encuentre el ego persistirá la esclavitud. Donde no hay yo, reina la libertad. El verdadero grillete es el yo.

Existen tres obstáculos en el camino del buscador del atmajñana, obstáculos del pasado, del presente y del futuro, los cuales deben ser superados. El jivanmukta no se preocupa por ellos. Él ya ha sobrepasado la triple distinción entre el que ve, lo visto y la visión; sabe que la distinción es artificial, que es producto de la mente. Una vez que hayan vencido la triple ilusión del triputi -el objeto visto-, experimentarán a Brahman en todas las cosas todo el tiempo.