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Libros escritos por Sai Baba

1. Upanishad Vahini

EN ESENCIA, EL hombre es divino. Sin embargo, cree que es un individuo limitado y temporal porque se encuentra enredado en las características de los cinco elementos: sonido, textura, forma, sabor y olor. Este error trae como consecuencia la alegría y el pesar, lo bueno y lo malo, la muerte y el nacimiento. Para escapar de esta asociaci6n con los elementos, para librarse del influjo de sus características, existe el signo de la liberación, que en sánscrito se denomina Kaivalya, Moksha o Mukti. Los nombres pueden variar, pero la meta a alcanzar sigue siendo la misma.

Mientras se encuentra atrapado en los cinco elementos, el hombre es atraído, distraído o desilusionado por ellos y todo esto le causa desazón. Los bienes, las posesiones, la riqueza, todos no son sino transmutaciones de los elementos. Y el hombre los ansia, pero cuando los pierde o no logra poseerlos, los desprecia.

Veamos los cinco elementos por separado. El ser viviente posee el primero, la Tierra, como base. El Agua, el segundo, es la base de la Tierra. El Agua es producida a partir del Fuego, el tercer elemento. El Fuego mismo emana del Aire, que es el cuarto. El Aire o Vayu surge del Eter o Akasha, y el Akasha emerge de la Naturaleza Primigenia, la cual no es otra cosa que una manifestación de uno de los aspectos de la majestad de Dios o el Atma Soberano Supremo, el Paramatma.

Buscando alcanzar ese Paramatma, la fuente y esencia del universo, el jivi (alma individual) que se ha enredado en los elementos debe vencer una por una -mediante el discernimiento y la práctica constante del desapego- cada una de las ataduras. Una persona así es un sadhaka, y el que vence en esta lucha es el jivanmukta, el "liberado en vida".

Para el ejercicio de este discernimiento y para la visualización de la propia realidad innata, uno debe estudiar los Upanishads. De manera colectiva se les denomina Vedanta. Conforman el Jñanakanda de los Vedas, la parte que trata de la sabiduría superior. La liberación de las consecuencias de la ignorancia sólo puede lograrse por medio del conocimiento o Jñana. En los Upanishads mismos se declara: Sólo por el conocimiento puede ganarse la liberación. De los Vedas se dice que están "formados por tres secciones" (kandas). Estas tres secciones son Jñana, Upasana y Karma. Las mismas también se encuentran en los Upanishads, y son las que proveen la base para los sistemas filosóficos conocidos como Advaita, Visishtadvaita y Dvaita.

El término Upanishad denota el estudio y la práctica de la verdad innata. El término Brahmavidya indica la supremacía de la contemplación espiritual. El término Yogashastra se refiere al esfuerzo de la mente que conduce al éxito. ¿Cuál es la actividad fundamental que se requiere de parte del hombre? ¿Qué es lo básico que debe saberse? Es sólo la propia realidad. Los Upanishads describen los diversos pasos y modalidades de la búsqueda que lleva a ese conocimiento.

El término upanishad está lleno de significado. Upa significa el proceso de estudiar con nishta, o perseverancia; shad significa alcanzar la Realidad Ultima. Por estas razones surgió el nombre upa-nishad. Los Upanishads no sólo nos enseñan los principios del conocimiento divino, sino también señalan los medios prácticos para su realización. Puntualizan no solamente los deberes y obligaciones que uno debe asumir, sino también los actos que debe uno realizar y los que deben evitarse.

El Gita no es sino la esencia de los Upanishads. Por las lecciones del Gita, Arjuna ganó el fruto que se obtiene por escuchar los Upanishads. En los Upanishads se encuentra la gran declaración "Tat-Tuam-Asi ": "Tú eres Eso". En el Gita le dice Krishna a Arjuna: "Entre los Pandavas, yo soy Arjuna", lo que equivale a decir: "Yo y tú somos el mismo". Y esto es lo mismo que decir: "Tú eres Eso", o sea, que el jiva e Ishwara son lo mismo.

Así pues, ya se trate del Gita o de los Upanishads, la enseñanza es la No Dualidad, no la Dualidad ni el Monismo Calificado. El ojo humano no puede sondear ni lo microscópico ni lo macroscópico. No puede leer el misterio del virus o el átomo ni el del universo estelar. Por eso los científicos complementan su visión con el microscopio y el telescopio. Del mismo modo, los sabios tienen la capacidad de experimentar la Divinidad mediante la visión del conocimiento adquirido por medio de la observancia del dharma, o la conducta moral y la disciplina espiritual. Cuando el ojo humano tiene necesidad de un instrumento ajeno para observar hasta los insignificantes microbios y células, ¿cómo podría el hombre negarse a seguir el proceso de los mantras si desea tener una vivencia del Principio trascendental omnipresente? La adquisición de la visión de la sabiduría es sumamente ardua. Para lograrla es esencial la concentración y para desarrollar y estabilizar la concentración, son muy importantes tres aspectos: la pureza de la conciencia, la vigilancia moral y el discernimiento espiritual. Estas tres cualidades son muy difíciles de obtener para el hombre común.

El ser humano, no obstante, está dotado con los instrumentos específicos del discernimiento, el juicio, el análisis y la capacidad de síntesis, los cuales sólo él entre todos los animales posee. Por lo tanto, debe desarrollar estas cualidades y utilizarlas para el propósito más elevado, y por medio de ello puede alcanzar la Divinidad Inmanente.

Pero en vez de ello, el hombre se aflige a sí mismo y a los demás con las preguntas "¿Dónde vive Dios?", "Si él existe realmente, ¿por qué no se le ve?" Al escuchar estas preguntas uno no puede sino sentir compasión por los pobres inquirientes, pues con ello sólo están anunciando su propia simpleza. Son como los mediocres que aspiran a un título universitario sin querer tomarse el trabajo de aprender siquiera el alfabeto. Ellos aspiran a conocer a Dios sin querer pasar por el esfuerzo de la práctica espiritual que se requiere. La gente que no tiene entereza moral y pureza habla de Dios y su existencia pero menosprecia los esfuerzos para llegar a verle. Tales personas no merecen que se les escuche.

La disciplina espiritual (sadhana) se basa en los sagrados Shastras. Éstos no pueden ser dominados en poco tiempo, sus enseñanzas no pueden ponerse en práctica sólo hablando de ellos. Su mensaje se encuentra resumido en los Upanishads, y de ahí que éstos sean venerados como autoridad. No son producto de la inteligencia humana: son los susurros de Dios al hombre. Son parte de los eternos Vedas, los cuales brillan gloriosamente en cada una de sus partes. Los Upanishads son auténticos y tienen autoridad por el hecho de compartir la gloria de los Vedas. Su número era de 1180, pero a través de los siglos muchos de ellos desaparecieron de la memoria humana y sólo 108 han sobrevivido hasta ahora. De éstos, 10 han alcanzado gran popularidad debido a la profundidad y valor de su contenido.

El sabio Vyasa clasificó los Upanishads y los distribuyó entre los cuatro Vedas. El Rig Veda tiene 21 partes y cada una de ellas contiene un Upanishad. El Yajur Veda tiene 109 ramas y 109 Upanishads. El Atharvana Veda tiene 50 partes y un Upanishad por cada una, y el Sama Veda cuenta con 1000 partes y un Upanishad distribuido en cada una. De esta manera distribuyó Vyasa los 1180 Upanishads entre los cuatro Vedas.

Shankaracharya, al seleccionar diez de ellos para escribir sus comentarios, elevó su nivel y con ello esos diez Upanishads llegaron a ser especialmente importantes. Estos diez significan para la humanidad el ascenso o la caída. Todos los que buscan el bienestar y el progreso humano sienten actualmente aprensión acerca de que incluso estos diez puedan ser olvidados, pues el hacerlos a un lado llevaría al desastre moral y espiritual. Sin embargo, no hay razón para estos temores. Los Vedas nunca sufrirán ningún daño. Los eruditos y los hombres de fe deben decidirse a presentar ante la humanidad al menos estos diez, que son: Isa, Kena, Katha, Prasna, Mundaka, Mandukya, Thaitiriya, Aithareya, Chandogya y Brhadaranyaka.

Los 98 restantes son los siguientes: Brahma, Kaivalya, Svethasva, Jabali, Hamsa, Garbha, Aruni, Paramahamsa, Amritanada, Narayani, Amritabindu, Atharvasikha, Atharvasira, Kasitara, Maitrayani, Nrisimhatapani, Brahmajabala, Maitreya, Kalagnirudra, Sulabha, Mantrika, Kshiti, Niralamba, Sarvahara, Vajrasuchika, Subharahasya, Thejobindu, Nadabindu, Dhyanabindu, Brahmavidya, Atmabodhaka, Yoga, Thatva, Naradaparivrajaka, Brahamana, Sita, Yogachudamani, Nirvana, Mandala, Dakshinamurti, Skanda, Sarabha, Adwaita, Tharaka, Mahanarayana, Sowbhagyalakshmi, Saraswathirahasya, Mutkiha, Bhavaricha, Ramathapana, Ramarahasya, Mudgali, Vasudeva, Pingala, Sandilya, Mahabhikshuka, Yogasiksha, Sanyasa, Thuriyathita, Parmaparivrajaka, Narasimha, Akshamalika, Anapurna, Ekakshara, Akshika, Adhatya, Surya, Kundisakhya, Atma, Savitri, Parabrahma, Pasupata, Thiruparathapana, Avadhuta, Tripura, Devi, Bhavana, Katha, Yogakundali, Rudrardaya, Rudraksha, Bhasma, Darsana, Ganapati, Tahasata, Mahavakya, Panchabrahma, Gopalatapani, Pranagnihotra, Garuda, Krishna, Dattatreya, Varaha, Yajnavalkya, Sathyayana, Avyekta, Hayagriva y Kalisantarana.

Los Upanishads también han inspirado otras obras sobre geografía, astronomía, astrología y teoría económica y política, así como también los 18 Puranas, incluyendo los Skanda, Shiva, Garuda y otros. Los Vedas y los Upanishads son la base misma del Sanathana Dharma.

Hay un rasgo interesante que debe ser observado. Esta religión no tiene un fundador como las otras. Su fundador invisible y desconocido es Dios, la fuente de toda sabiduría. Él es el profeta de este Sanathana Dharma. Él es el fundador. Su gracia y su inspiración se manifestaron a través de los purificados sabios y así ellos se convirtieron en los portavoces de este dharma. Cuando la pureza moral de los hombres degenera, Dios toma forma como la gracia e inspiración de los sabios y maestros. Y también se ha comunicado mediante los Upanishads, el SathyaJñana, la sabiduría acerca de la Realidad.