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Libros escritos por Sai Baba

22. Las verdades eternas

22.- LAS VERDADES ETERNAS

El Veda es la Madre de todos los Shastras. El Veda emanó de Dios mismo, como inhalación y exhalación. Los grandes sabios, que encarnaron este tesoro ganado por medio de largas prácticas ascéticas, recibieron el Veda como una serie de sonidos y lo difundieron por el mundo oralmente, de la boca del preceptor al oído del discípulo. Debido a que fue "escuchado" y preservado por generaciones, el Veda es conocido como Sruti: "Aquello que se oye o que se escucha". El Veda no tiene fin. ¿Quién compuso los Vedas? Hasta hoy no ha sido posible develar sus nombres. Aquellos que lo recitaron posiblemente no deseaban adquirir fama, porque sus nombres no figuran en parte alguna del Veda. Puede ser que no les adjudicaban ninguna importancia a sus nombres, clanes o sectas o, tal vez, carecían de familia, parientes o clan. Quienesquiera que hayan sido él o ellos, estos sabios estaban seguros de ser maestros de todo el conocimiento, porque el sentido de igualdad y ecuanimidad que se encuentra en el Veda es la cualidad innata sólo de personas sabias de esa magnitud. De modo que resulta muy apropiado inferir que el Veda fue entregado al mundo, únicamente por personas dotadas de todos los poderes.

La palabra "Veda" se originó de la raíz vid, que significa "conocer". "Aquello que revela y hace que todo conocimiento sea claro, es Veda". El dominio del Veda no pueden lograrlo ni un intelecto ni una experiencia limitados. El Veda nos instruye sobre todo lo que uno requiera para su progreso espiritual. Le enseña a uno los medios y métodos para sobreponerse a todo pesar y sufrimiento; comunica todas las disciplinas espirituales que pueden otorgar una paz inalterable. Nadie ha podido entender correctamente el principio ni el final del Veda, por eso se le llama Annadi (sin principio) y Sanathana (eterno). Y puesto que lo primero y lo último del Veda no se conocen, es eternamente perdurable. La inteligencia de los humanos está manchada y, puesto que el Veda no tiene traza de mácula, cabe concluir que no puede tratarse de un producto humano. Debido a ello, el Veda también es caracterizado como no personal (apurusheya).

El Veda es su propia autoridad. Cada sonido védico es sagrado, por ser parte del Veda. Aquellos que tienen fe en él y en su autoridad, pueden experimentar esto personalmente. Los grandes sabios fueron enriquecidos por tales experiencias, por lo cual lo alabaron como fuente de sabiduría. Estas experiencias no están sujetas al tiempo ni al espacio. Su vigencia y su valor pueden ser reconocidos no sólo en la India, sino por gente de todos los países. Puede afirmarse que establecen verdades fundamentales.

No sabemos cuándo se originó la religión védica; las demás vinieron después. Esta es la diferencia. Así, podemos decir que si ha de conocerse al Absoluto, ello no resulta posible con ayuda del talento y la fuerza que posee el hombre. La inteligencia humana puede operar sólo dentro de ciertos límites. Mas el Veda está fuera de su alcance. La inteligencia es restringida, le es posible tratar únicamente con los hechos que los sentidos son capaces de descubrir y las experiencias relacionadas con ellos. Pueden actuar sólo dentro del área de lo visible, lo viable.

La Madre Veda ha sido bondadosa con sus hijos, la raza humana. Para santificar sus anhelos y elevar la raza ha establecido el concepto del tiempo y sus componentes: los años, los meses, los días, las horas, los minutos y los segundos. Incluso se decretó que los dioses estarían atados al tiempo. El individuo está preso en las ruedas del tiempo y el espacio y gira con ellos, ignorante de algún medio para escapar. No obstante, en realidad está fuera del alcance del tiempo y espacio. El Veda se dedica a la tarea de hacerle conocer esta verdad y liberarlo de su confinamiento. La Madre Veda es compasiva: anhela liberar a sus hijos de la duda y el descontento. No tiene deseos de enardecer o de confundir; los sabios lo saben muy bien.

La fuerza de gravedad ha existido en la Tierra desde tiempos inmemoriales. Tuvo su origen junto con la creación del planeta. La Tierra y la fuerza de gravedad son inseparables e indistinguibles. El mero hecho de que haya algunos que no lo sepan o de que no sea visible, no es razón válida para que insensatamente se niegue su existencia. No obstante, es un hecho que nadie sabía de la existencia de esta fuerza universal, pese a que existía aquí en la Tierra. Esta fuerza operaba incluso cuando el hombre no era consciente de ella. Por último, después de analizar varios principios y llevar a cabo varios experimentos, el físico Newton anunció que la Tierra contaba con la fuerza de gravedad. El mundo aceptó su testimonio y confió en esta verdad. Mas la fuerza opera desde siempre, aun antes del anuncio de Newton; no comenzó a actuar repentinamente, cuando los experimentos la constataron.

Los Vedas son Verdades Eternas, existían incluso antes de que la gente de este país las descubriera, practicara y experimentara. Del mismo modo en que los físicos anunciaron la existencia de la gravedad después de sus experimentos, los ancestros de este país demostraron la innata autenticidad de los Vedas, a través de sus propias experiencias. También el Veda existía mucho antes de haber sido descubierto y puesto en práctica. Las leyes de la gravitación de Newton beneficiaron a todo el mundo; expresan verdades universales aplicables en todo lugar y en todo tiempo, no están limitadas a los países occidentales. De igual manera, el Veda es verdad no únicamente para Bharat sino para la gente del mundo entero.

No es correcto pretender que Bharat es el lugar de nacimiento de los Vedas. A lo sumo se puede decir que fueron descubiertos por la gente de Bharat. Y el preguntarse por qué un suceso que ocurrió en un lugar no se produjo en otro, es también signo de una mente confundida. El Divino Autor es quien decide lo que debe suceder, cuándo y cómo. Y así como El decide, así se produce. La atmósfera en la India era propicia para la revelación y la expansión de los Vedas. Así, los Vedas fueron atraídos hacia el corazón de los sabios de esta Tierra de la acción correcta (Karmabhumi), Tierra de la dedicación (Yogabhumi) y Tierra de la renunciación (Thyagabhumi). Otros países perseguían el placer, de modo que su atmósfera se encontraba sobrecargada de aspiraciones y logros mundanos, y así el mensaje védico no podría haber sido entendido fácilmente por ellos. Debido a que en la India se desarrollaba sinceramente la búsqueda espiritual, en forma paralela a los objetivos materiales, sus habitantes tuvieron la buena suerte de que encarnara allí la Madre Veda (Veda Matha).

Por supuesto que esto no significa que la Madre Veda no haya bendecido también a otros países o que no esté presente en ellos. Tal como la fuerza de gravedad, el Veda es omnipresente, está en todas partes. Los heroicos sabios de Bharat fueron capaces de recibir el mensaje védico como resultado de su disciplina espiritual de renunciación y desapego, y también de su capacidad para concentrarse y experimentar la bienaventuranza gracias a sus prácticas. Eran tan desinteresados y estaban tan llenos de compasión y de amor, que compartían con todos los que llegaban hasta ellos lo que habían oído y disfrutado. Por eso se les llama Mantra Drishta. El mensaje llegó hasta nosotros a través de las edades, gracias a una larga línea de discípulos, difundiéndose por todo el país. Como una corriente continua, el misterioso Veda fue "visualizado" por los sabios en cuanto videntes (drishtas). La gente de este país, los bharatiyas, tienen clara conciencia de la deuda que han contraído con ellos.

Los textos de las escrituras de la India, los Vedas, Vedangas, Vpanishads, Smritis, Puranas e lthihasas, son depositarios de una profunda sabiduría. Cada uno de ellos es todo un mar de dulce y nutritiva leche. Cada uno es sagrado y santificante. Las aguas del océano jamás podrán disminuir, sin importar cuántas bombas se coloquen para drenarlo. Son enormes las cantidades de agua que se convierten en vapor a causa de los cálidos rayos del Sol, se aglomeran en nubes y vuelven a la tierra como lluvia. Esto ayuda a las siembras y llena la tierra de verde vegetación. Lo maravilloso es que, pese a tan tremenda evaporación y precipitación, el nivel del océano no se reduce ni un centímetro. Y, además, pese a que miles de ríos vacían sus aguas en los mares, no se observa que su nivel aumente. De manera similar, las personas que han complementado su conocimiento de los textos de las escrituras, con la conciencia de su validez adquirida con la práctica de las lecciones contenidas en ellosdejan de ser afectadas por la alabanza o la crítica, de dondequiera que provengan. Sus corazones permanecerán puros, impasibles y calmos. Las sagradas escrituras de la India son los bastiones de estas confortantes lecciones.

Sin embargo, uno puede absorber estas lecciones únicamente de acuerdo con el monto de paciencia que demuestre y de talento intelectivo que posea. Después de haber llegado a dominar los textos y haber ganado la experiencia de poner en práctica sus lecciones, uno puede compartir la luz y la alegría con otros. Los textos insisten en el valor de la práctica real y en la necesidad de confirmar las verdades luego de experimentar su efecto.

Si una persona desea comprender claramente los sagrados libros y escrituras de la India y embeberse de su mensaje, tiene que aprender el idioma sánscrito, no puede evitar esta responsabilidad y deber. La mención del sánscrito despierta en muchos de nosotros una inmediata actitud prejuiciosa. Hay contempóraneos que declaran: "Se trata de la lengua muerta de una cultura agonizante; sólo es fomentada por el fanático apego de los conservadores anticuados". Condenan esta lengua, señalando que sólo sobrevive en fórmulas sin sentido, en rituales que están desapareciendo rápidamente, en algunas ceremonias y en los ritos matrimoniales y otros ejercicios inútiles. Se argumenta que es un idioma muy difícil de aprender. Creencias como estas se han afincado firmemente en las mentes de la gente de hoy. Es necesario desterrar estas opiniones banales y actitudes falsas.

El sánscrito es una lengua inmortal; su voz es eterna, su llamado nos viene a través de los siglos. Lleva encerrado en sí la base sustentadora de todos los idiomas del mundo. Deben reverenciar al sánscrito como la madre de todas las lenguas. No ignoren su grandeza ni hablen despectivamente de él. Si anhelan aplacar la sed del néctar que ofrecen los Vedas, deben aprender sánscrito. Para interpretar los Vedas y desentrañar sus misterios y sentido interno, los sabios nos han legado textos de ciencias complementarias como la gramática, la poética, la filosofía y la astrología. Sus investigaciones y libros abarcan muchos campos del conocimiento: astronomía, geografía, la jurisprudencia, la ética, la epistemología, la música, psicología y retórica. Los científicos occidentales se han quedado admirados ante las maravillas de la astronomía que han develado y las verdades que han logrado descifrar en otras ciencias. Se beneficiaron con los indicios que estos sabios les dejaron y, cuando se dedican a posteriores investigaciones, reciben el estímulo de los descubrimientos hechos por tan antiguos videntes. Ellos han reconocido que estos sabios habían progresado mucho más que los griegos en su conocimiento astronómico. En los Vedas y en la literatura suplementaria que produjeron, encontramos ya revelados muchos secretos de la naturaleza a los que se aclama como descubrimientos revolucionarios de la ciencia moderna, por ejemplo, la existencia y las posibilidades explosivas del átomo. Muchas secciones del Atharva Veda, examindadas por los occidentales, se han convertido en fuentes de importantísimos informaes. Los alemanes establecieron institutos especializados para investigar al contenido de toneladas de hojas de palma que contienen los manuscritos de los textos y horóscopos de lyaadi y otros escritos sobre astronomía, medicina, química, toxicología, matemáticas, etcétera. Y ellos están estudiando sánscrito, para que este trabajo pueda proseguir con éxito. En Estados Unidos, en Rusia e incluso en Afganistán, no sólo las universidades se muestran interesadas por introducir el estudio del sánscrito como materia académica, sino que los estudiosos están presionando para que ello se haga realidad. Los extranjeros respetan estos textos de la India como verdaderas gemas de afortunado descubrimiento.

Los hindúes le asignaron una gran preeminencia en el pasado a la ciencia del yoga. Incluso hoy en día, en muchos países del mundo se la estudia y practica. Tanto en Estados Unidos como en Rusia hay numerosas instituciones en donde se enseñan las posturas del yoga (yogasanas). En la India, sin embargo, cuando se menciona la práctica del yoga o de la meditación, la gente responde con la impresión de que se trata de una senda espiritual relacionada con la escuela de pensamiento vedántico. Tan pronto se hace referencia al yoga, muchos de los que escuchan la palabra generan imágenes mentales de solitarios ermitaños en la profundidad de oscuros bosques, vestidos con la túnica ocre de los monjes y viviendo de frutas, tubérculos y raíces. En su opinión, la práctica espiritual del yoga que busca la unión con Dios (Yoga sadhana) es la antigua disciplina practicada por ascetas sin hogar. Esto no pasa de ser una suposición ignorante y no es de ningún modo la verdad. La ciencia del yoga está siendo estudiada hoy en día en los países occidentales, por médicos y otros profesionales.

En esta era de la tecnología se vuelve cada vez más difícil llevar una vida pacífica. Los hombres se están convirtiendo en blanco de varios tipos de enfermedades mentales. En países que se encuentran en la primera línea de la civilización, como Estados Unidos e Inglaterra, la gente ha perdido el goce del sueño natural en la noche; sólo experimenta el sueño inducido por tabletas. Como consecuencia de estas y muchas otras drogas que se toman para evitar otros males, han terminado por proliferar las enfermedades del corazón y de la presión arterial. De hecho, y como resulta de la vida artificial que se lleva allí, la gente vive sumida en el temor y la ansiedad; ni en lo mental ni en lo físico tiene descanso. Se producen cápsulas y tabletas por millones, mas la salud general no mejora. Además, han surgido nuevos tipos de enfermedades y se están propagando rápidamente. Unos pocos occidentales inteligentes se dieron cuenta de que el único refugio que les queda es el yoga. Confirmaron esta conclusión mediante experimentos y terminaron por adorar el yoga, con una fe creciente.

Los Vedas son las creaciones literarias más antiguas del hombre. Ahora, el término "literatura" se utiliza para connotar escritos garrapateados con los cuales se supera el ocio. Carecen de valor intrínseco o de importancia; destruyen los rasgos de buen carácter del lector, al tiempo que le implantan actitudes y hábitos malignos; no siguen la senda de la Verdad. Literatura es un término que corresponde aplicar a los escritos y poemas que desarrollan historias falsas surgidas de los caprichos egoístas del individuo.

Los Vedas son el alma que sustenta la vida espiritual de Bharat; el aliento que mantiene viva a la gente. Poseen un poder divino que es asombroso en sus efectos. Están cargados con las vibraciones de los mantras, lo cual puede ser verificado por aquellos que investigan científicamente el proceso. También son capaces de impartir una fuerza que deriva de símbolos y fórmulas de naturaleza tántrica. Tantra significa "los medios y métodos de utilizar los mantras para el propio bien". El hombre sólo tiene poder físico y material. Su karma se hace santo y sagrado cuando la mecánica (yantra) de la vida es regida por los mantras y el Tantra. La técnica para esta disciplina espiritual se encuentra en el Karma Kanda de los Vedas. Los antiguos sabios la conocieron y preservaron para el género humano, en los cuatro Vedas.

Incapaces de captar estas verdades, los que se precian de "modernos" proclaman que los Vedas contienen solamente versos y mantras que se aprenden de memoria y que son repetidos por algunos ancianos. Mas no sólo los "modernos", sino también los que han ganado distinción como "preclaros pandits", aquellos que acumulan fama hablándole a la gente, usan los Vedas para promover su propio bienestar económico y no para ayudar a los demás en la senda espiritual. Son incapaces de descubrir la sagrada tarea para la cual existen los Vedas. Cada vez que surge la oportunidad, se benefician con su erudición, mas no sienten interés o no son capaces de hacer uso de los Vedas para purificar su vida cotidiana.

Como resultado, los "modernos" encuentran imposible desarrollar fe en los Vedas. Cuando los eruditos no buscan poner eri práctica los Vedas que han aprendido y demuestran su falta de fe no instruyendo a sus propios hijos en la gloria de los Vedas, es natural que sean causa de la pérdida de fe de la sociedad entera.

Muchos otros, pese a su ignorancia del significado de los himnos védicos, caminan por los lugares más concurridos recitando los sagrados textos con mecánica ortodoxia. Los extranjeros en especial los estudiosos alemanes pese a no haber aprendido los Vedas de memoria, se han dado cuenta de que los mantras poseen y transmiten un profundo poder. Durante siglos han estado llevándose a su propio país porciones de los Vedas y han llevado a cabo pacientes y difíciles investigaciones en ellos. Por consiguiente, descifraron extraños misterios. Descubrieron que los Vedas contienen los secretos de todas las artes que impulsan el progreso del hombre.

Muchos textos surgieron como complementos a los Vedas. El Veda (conocimiento) de la Arquería, el Veda de Ayu o mantenimiento, prolongación y preservación de la vida (medicina), el Veda de los Planetas y las Estrellas (Jyotir Veda). Muchos son los textos de esta clase que fueron compuestos y dados a conocer.

El sabio Viswamitra descubrió el mantra llamado Gayatri, que se dirige a la energía del Sol, Surya. Este mantra tiene una potencialidad infinita. Es una fórmula vibrante. Posee inmensos poderes, poderes que son realmente asombrosos, porque el Sol es la deidad que lo preside. Los estudiosos del Ramayana saben que el mismo sabio Viswamitra fue quien inició a Rama en los misterios de la adoración del Sol por medio del mantra Aditya Hridayam. El Gayatri le permitió a Viswamitra usar extraordinarias armas que se inclinaban ante su voluntad cuando el mantra se repetía con fe. Mediante los poderes que logró por este medio, Viswamitra pudo llegar a ser un gran científico y pudo crear una contraparte o duplicado de este cosmos. Hoy en día, una persona que es capaz de acrecentar las capacidades de sus manos y sus sentidos es considerada un "científico" (u jñani), pero este término se le aplicaba correctamente en el pasado sólo a aquellos que habían desarrollado el poder espiritual y descubierto las fórmulas para sondear en lo Divino interior, a los que estaban imbuidos de fe y devoción y podían demostrar espontáneamente ese poder en la vida cotidiana. Por otro lado, los "científicos" de hoy saben un poco de esto y otro poco de aquello y exageran y se vanaglorian de lo que han logrado aprender. Les gusta la pompa y la exhibición. Estos absurdos son absolutamente contrarios a la conducta de un científico, porque el que lo es verdaderamente se muestra humilde y manso. Está consciente de que, por mucho que sepa, hay un campo más vasto que aún le queda por conocer. Está consciente de que la Divina Gracia es responsable de lo poco que él sabe.

Viswamitra fue un científico que reconoció esta verdad y, por ello, no existe aún un científico más grande de lo que él fue. No obstante, pese a que un sabio de tal eminencia y con tanto corazón vivió en la India, no es recordado por la gente de este país. Se dedican más bien a honrar a los extranjeros que vislumbraron su grandeza; han confiado en los investigadores que extrajeron valiosas lecciones de los Vedas. El Veda es la Madre de Bharat, pero los hijos ya no veneran a la madre. ¡Veneran a la madrastra y creen en ella! Y este es el resultado de un sistema educativo que sigue ciegamente el modelo inglés.

Sondeando más y más en los logros científicos de los sabios de la antigua India, el sabio Bharadwaja describe la construcción de los Vimanas, vehículos capaces de volar por el espacio. La ciencia mental había progresado tanto, que era capaz de reproducir lo que ya había sucedido o de predecir lo que estaba por suceder. La ciencia de la medicina había alcanzado gran desarrollo, y fue también el sabio Bharadwaja quien la enseñó, para beneficio del género'humano. A su vez, el sabio Atreya se dio a la tarea de propagar esta ciencia y técnica de sanar. El santo Charaka compiló todos los descubrimientos en una "colección" (Samhita) que lleva su nombre. Trata elaboradamente del diagnóstico de las enfermedades, los métodos para curarlas, del desarrollo del feto y de otros hechos esenciales mas no fácilmente averiguables, de la ciencia médica. En aquella época, los médicos expertos podían extraer quirúrgicamente o corregir varias partes enfermas del cuerpo, cuando la enfermedad no podía ser curada mediante medicamentos. El santo Susruta describió muchos procesos quirúrgicos en su compendio. Este texto fue descubierto y se encuentra disponible para su estudio. Dhanvantari, Nagarjuna y otros sabios sacaron a luz innúmeros descubrimientos médicos de la antigua India, realizados por seguidores de la tradición védica de investigación científica. También hay muchos textos valiosos en materia de ética, de jurisprudencia y de otras ciencias sociales, que constituyen incalculables tesoros para cualquier época, como el Dharma Shastra de Manú y el I`lyaya Shastra de Gautama.

El Vedanta es de legítima propiedad de cualquier sector, de toda casta, toda comunidad y toda raza, de los seguidores de cualquier credo, sin distinción de sexo. Vedanta significa sabiduría ¿"Sabiduría" relacionada con qué campo del conocimiento? Es la sabiduría basada en el conocimiento del Alma. Esta sabiduría es la más alta adquisición que pueda lograrse en la vida. ¡Qué mayor premio podría haber para el hombre que acceder a la conciencia de su Ser! ¡El mismo conociéndose a sí mismo! La fe en la posibilidad de conocerse a sí mismo es necesaria para cada estudiante de los los Vedas (Srutis) y los códigos morales (Smritis).

El objeto visto está claramente separado del sujeto que mira. Esta es una verdad aceptada universalmente. ¿Quién es este yo que ve? Todas las cosas que tienen forma son reconocidas y vistas por el órgano sensorial llamado ojo. El ojo ve al cuerpo físico, a otros individuos, aun a los insectos, gusanos y cosas; puede ver todo aquello que está dentro de su alcance. El cuerpo es también una "cosa" que el ojo puede ver junto a todo lo restante. Así, ¿cómo podemos concluir que el cuerpo es el yo?

Entonces, ¿quién es realmente este yo? El fuego quema y también alumbra. Quema las cosas por el calor que produce y las ilumina por la luz que irradia. El fuego es algo diferente de las cosas sobre las que actúa. Y bien, ¿quién es el que sabe esta verdad, la verdad de que "el fuego" y "las cosas que quema" son diferentes? Es el Alma. Cuando arde un leño, el fuego está presente y activo en aquel. De manera similar, el Alma llena todo el cuerpo y le permite realizar actividades, moverse y mover sus miembros.

La luz que produce la lámpara es el instrumento que, de noche, nos informa: "esta es la taza", "este es el plato". El ojo es un instrumento similar que nos informa "esto es una casa", "esto es una espina", "esto es una piedra". El ojo no es el Alma. En ausencia de la lámpara, el ojo no puede reconocer la casa, la espina, la piedra, la taza o el plato; y en ausencia del ojo, tampoco la lámpara puede reconocerlos. Tanto la lámpara como el ojo son medios o instrumentos de "iluminación".

El instrumento "ojo" ve el cuerpo allí donde está situado. El cuerpo que es "visto" no podrá ser, por lo tanto, otra cosa que un instrumento similar. Los sentidos son los que experimentan las sensaciones de oír, ver, tocar y oler. Una vez que se conoce al ojo como instrumento, también los demás sentidos deberán reconocerse como tales. Todos estos sentidos están bajo el control de la mente, que es su amo. Mas incluso esta mente es controlada y condicionada por algún otro amo. La mente no puede ser lo medular del hombre.

El intelecto examina los materiales de información que le ofrece la mente. Es el instrumento que juzga y decide. Por ejemplo, imaginen un cuchillo afilado. Por mucho filo que tenga, no podrá cortar una fruta por propia iniciativa; por sí mismo no podrá cortar ni el hilo más fino. Sólo puede hacerlo cuando está en la mano de alguien El intelecto es similar al cuchillo: es absolutamente impotente sin el Yo, el Alma, que tiene que manejarlo.

A continuación debemos considerar otro aspecto del hombre: el aire vital (prana). Veamos si podemos considerarlo como el Yo. Durante el sueño profundo, el hombre no es consciente de estar respirando ni de que los "aires vitales" están activos. En los tres estados: el de vigilia (jagrat), el de sueño (swapna) y el de sueño profundo (sushupti), pese a que el prana existe en todos, el hombre no percibe las experiencias del estado de vigilia mientras sueña, ni las experiencias del soñar cuando está despierto. Mientras duerme, los pranas no activan ni el intelecto ni la memoria; parecen estar inactivos. Mas cuando el amo está activo, los subordinados no pueden quedarse quietos. Puesto que no se muestran uniformemente activos siempre, los pranas o el Principio del prana no puede ser considerado como el Yo o el Alma.

Veamos ahora al ego. Hay dos campos en los que opera y, por ende, tiene dos significados: 1) el sentido de ser "yo", el yo exterior (ahamkara), la conciencia corporal (dehatma), y 2) el Yo Interior, el (Pratyag Atma). Las personas que no saben de esta distinción se confunden y afirman que el Yo es aplicable al yo exterior. Esto es un error. Como hemos visto, el cuerpo es una herramienta, un objeto: es lo que se ve, no el que ve. ¿Cómo podría, entonces, ser el Alma ese ego que se identifica con él? Este ego pertenece también a la categoría de "lo visto". Está ausente en el sueño profundo y juega falsamente en el sueño. La verdad debe persistir sin ser afectada tanto en el pasado como en el presente y el futuro. Y, ¿cómo podría ser verdad algo que está ausente en dos estados?

Como resultado de esta indagación se ve claramente que los sentidos, la mente, el intelecto, los aires vitales, no pueden ser aceptados como Alma ni se les puede atribuir una validez como tal. Por lo tanto, surge el interrogante: ¿Qué más, quién más es el Alma?

El Alma no entra ni sale, carece de manos y de pies, de órganos y de miembros, de manchas e impurezas. Es lo más diminuto de lo diminuto y lo más inmenso de lo inmenso. Al igual que el espacio, está en todas partes. Lo es todo y por ello está libre del "yo" y "lo mío". Es conciencia de la conciencia, así como el fuego es calor y el Sol es luz. No tiene afinidad alguna con el pesar o la ilusión; es perdurable éxtasis supremo, Paramananda. Es el núcleo, el corazón de todos los seres; es, en todos, la percepción consciente. Es el vidente de todo lo visto; ve todos los objetos vistos. Todo el que, cualquiera que sea su naturaleza o estatura, declare, después de haber sido servido por los sentidos: "Yo veo", "yo oigo", "yo gusto", etcétera, en realidad no está hablando sino de lámparas, de herramientas, y no del Alma. El Alma no es un vidente parcial ni un vidente en serie ni un no vidente ni un seudovidente.

El intelecto, al igual que la Luna, carece de luz propia; refleja la luz de otra fuente adyacente, a saber, el Alma. El intelecto puede operar únicamente reflejando la Inteligencia Cósmica representada por el Alma.

Al Sol se le designa como el Ojo Cósmico, el Jagat Chakshu, nombre que se basa en la relación del Sol con otros objetos y su proximidad a ellos. El Sol no tiene un sentido de ego ni un sentimiento de propiedad o posesión, y carece de voluntad, necesidad o deseo. La oscuridad desaparece ante su mera presencia y la luz envuelve al mundo. Por ello se le llama El Iluminador. Mas él no lo hace conscientemente, como atado al deber. Así también, el Alma no tiene ni obligaciones ni aplicaciones. Si se preguntara cómo se convierte el Alma en un "hacedor", la respuesta sería: ¿Es un "hacedor" el imán, simplemente porque se mueve la aguja que está cerca?

Se puede plantear ahora el interrogante básico. ¿Existe el Alma? Y si existe, ¿cómo y con qué pruebas puede afirmarse esto? No hay necesidad de pruebas de que el Alma existe, porque si el Alma se comprueba mediante ciertos argumentos y líneas de razonamiento, también debe aseverarse la existencia de la persona que use tales argumentos y líneas de razonamiento. ¡Esa persona sería entonces el Alma!

Cierto es que algunos hombres responden que los Vedas constituyen la autoridad respecto de la existencia del Alma y que el Alma puede experimentarse y validarse a través de ellos. Los Vedas, en tanto, prohiben ciertas actividades por ser opuestas a las normas esperadas en un creyente en el Alma (anátmicas), recomiendan al mismo tiempo otras actividades como la caridad y la conducta moral, por ser átmicas. El Alma es su propia prueba, su propio testigo. Su existencia no puede ser establecida por otros hechos o argumentos.

Los Shastras, que son textos complementarios de los Vedas, declaran que Dios reside allí en donde sean evidentes seis excelencias: entusiasmo (utsaha), determinación (sahasarn), valor (dhairya), buen sentido (sadbudhi), fuerza (shakti) y osadía (parakrama). La plegaria inicial del hombre debe ser dirigida a Dios (Ganapati) para ganar estos seis presentes que pueden purificar la conciencia y revelar el Alma. Uno debe emprender el descubrimiento del núcleo átmico propio, con valentía en el corazón; este no es un ejercicio para cobardes. Las personas malvadas, los que vacilan en la fe, los corazones dubitativos y los de talante afligido están destinados a pasar por la vida como personas enfermas (roguis) y no como residentes en el Alma (yoguis).

Este es el sello distintivo que separa al "sabio" del "necio". Krishna hablaba riendo, en una explosión de alegría; Arjuna escuchaba dominado por el pesar. El "sabio" (jñani) está siempre lleno de alegría; ríe. El "necio" (ajñani) está afligido por el pesar; llora.

Con el objeto de alcanzar la victoria al inquirir sobre la naturaleza del Atma, uno debe pasar por las cuatro etapas de la vida que son reconocidas y recomendadas por los textos de las escrituras de la Antigua Sabiduría, es decir, por los asramas. Cada uno, mientras pasa por cada una de estas etapas, consciente de los deberes y responsabilidades prescriptos en las escrituras, aprende por sí mismo un poco del conocimiento que conduce a la conciencia átmica.

Será sólo después de los años de la niñez que esta rutina produzca algún impacto en el hombre. Hasta entonces, no podrá reunir ningún conocimiento especial res

pecto de sus deberes y responsabilidades. El hombre tiene la niñez, la adolescencia, la juventud, la edad adulta y la senectud como etapas de crecimiento; y existen etapas correspondientes en el crecimiento de la sabiduría en él.

En la primera etapa, la niñez, es llevada de la ignorancia y la "inocencia" hacia el mundo del conocimiento, donde es aceptado como pupilo por un gurú (preceptor). Después debe servir al gurú y obedecerle, sin sentirse presionado ni atado. En la segunda etapa, la de la juventud, debe compartir con la sociedad los medios y recursos para el progreso y seguridad de esta; comenzar a ganarse la vida y a gastar sus ganancias con inteligencia y cuidado; también tiene el deber de servir de ejemplo a los que son menores que él y guiarlos por los caminos socialmente provechosos. A1 mismo tiempo, debe seguir las huellas de los mayores y aprender de ellos lecciones para su propio progreso.

En la etapa de la edad adulta, debe prestarse una atención inteligente no sólo al propio avance y al de la familia y la sociedad, sino también al de la gente en general. Esta es también una responsabilidad de los adultos, de modo que han de adquirir para ello las habilidades necesarias. Tienen que lograr visiones más amplias de la paz y la prosperidad de todo el género humano y tratar de contribuir a ambas, dentro de los límites de su capacidad y recursos.

La vejez es la tercera etapa. Para el momento en que uno llegue a esta fase del trayecto, debe haber descubierto que las alegrías disponibles en este mundo son triviales y transitorias. Tiene que haberse equipado con el conocimiento superior de la alegría espiritual que se logra sumergiéndose en el manantial interno de bienaventuranza. Gracias a estas experiencias, su corazón debería haberse dulcificado y llenado de compasión; se dedicará a promover el progreso de todos los seres, sin distinción alguna, y tendrá que estar bien dispuesto a compartir con otros el conocimiento que acumuló y el beneficio de sus experiencias.

De este modo se han asignado las ocupaciones y las actitudes resultantes a las varias etapas de la vida humana. Para confirmarlo a uno en la sabiduría, la práctica es tan importante como lo es la lectura para reafirmarlo en el conocimiento. Paralelamente al conocimiento, la juventud debe cultivar las positivas cualidades de la humildad, la reverencia, la devoción a Dios y la fe inconmovible. El joven deberá dedicarse a las buenas obras y gozarse en ellas sólo por la alegría que confieren. Durante la edad adulta, junto con la obtención de riqueza y el compromiso con el mejoramiento de la sociedad, debe poner atención al fomento y la preservación de las virtudes y a la observancia de los códigos morales. Deben tomarse las medidas tendientes a promover la propia rectitud de conducta y el perfeccionamiento espiritual. Todos los niveles de conciencia han de ser purificados y luego orientados hacia tareas sagradas.

Durante la edad adulta, además de trabajar por la familia y la sociedad, el hombre deberá vivir una vida ejemplar para inspirar a sus hijos y mostrar ante la sociedad ideales que inspiren a ser emulados. No debe menospreciarse a la sociedad y pretender beneficiar sólo a la familia, porque esto desemboca en el fracaso seguro. El principio de Brahman (Dios) puede ser realizado únicamente si se purifican las actividades propias y se aplica esa actividad a servirse uno mismo en todos los demás. Nunca se podrá alcanzar mientras uno se apoye en el grupo social en que ha nacido o en la preparación intelectual con que uno se ha enriquecido o en el dominio de los Vedas.

Aquel que nace no puede escapar a la muerte. Muchos nacen y mueren a cada instante. Pero el hombre tiene que descubrir cómo "evitar" la muerte. Y bien, el Alma, que es el núcleo del hombre, no nace, y puesto que no conoce nacimiento, tampoco conoce la muerte. La muerte le acaece al cuerpo con el que está asociada, con el que se vincula. La ilusión de que el cuerpo es la esencia, de que el cuerpo es real, eso es lo que en verdad constituye la muerte. El acto de morir es la aflicción que conlleva es ta falsedad. Liberarse de esa ilusión engañosa significa alcanzar la Inmortalidad. Es el cuerpo lo que se desintegra, no el Atma, el Alma, el Ser. El cuerpo está sufriendo cambios a cada momento y el cambio final es la muerte, cuando el Ser, invariable, permanece. Cuando uno cree que el cuerpo cambiante es uno mismo y comienza a referirse a él como "yo", ese "yo" muere, mas el Yo real es imperecedero.

Mientras más se practica una intensa actividad elevadora y una indagación sin temores dentro de la verdad de uno mismo, más se puede sobreponer uno a la conciencia de que "uno es el cuerpo", hasta llegar a negarla. Piensen en el fruto del tamarindo. Mientras está verde no es fácil separar la cáscara, la pulpa y las semillas. Del mismo modo, aquellos que se han apegado a los deseos sensuales y a mimar y alimentar el cuerpo, no podrán lograr la conciencia del Alma. Cuando el fruto del tamarindo madura, la cáscara se puede partir, y la pulpa se separa de la semilla y la semilla puede quitarse sin ningún esfuerzo. El inquirir y la actividad desinteresada hacen madurar la conciencia y llevan a que el Alma pueda aislarse, clara y pura, del cuerpo.

El cuerpo posee cinco envolturas que esconden al Alma. Estas se agrupan bajo tres categorías: la densa, la sutil y la causal. La envoltura física (carne, sangre, huesos, etcétera) y la vital (el aliento) conforman el cuerpo denso. Cuando estas dos se desprenden o desintegran, también el cuerpo cae y no se puede levantar más.

La palabra sukshma, que habitualmente se traduce como "sutil", en sánscrito significa "pequeño", aunque tiene también otro significado: "aquello que se expande". El aire se expande más que el agua; y el espacio (éter) es más dilatable que el aire. Sin embargo, comparado con la expansión del alma liberada, hasta el espacio debe considerarse denso. El vapor es más expansivo (sutil) que el agua. Pese a que un cubo de hielo o un trozo de alcanfor aparecen como "densos", se hacen sutiles cuando se calientan o encienden, respectivamente.

La regla del mundo es que lo visible causa lo invisible, lo manifiesto explica lo inmanifiesto, mas la regla del reino del Espíritu es diferente. El Alma latente causa el mundo patente. El Ser está tras el Llegar a Ser y, finalmente, el Llegar a Ser se funde en el Ser; lo patente es absorbido en lo latente. Así como fluye la leche de la vaca, así fluye de la Persona Suprema el poder de maya o la relatividad en la forma del cosmos (Prakriti) constituido por los cinco elementos, la manifestación patente. El cosmos se conoce como un compuesto, así como la leche está compuesta de crema, suero y mantequilla, que pueden extraerse de ella mediante la acción del frío y el calor, el agregado de algunas gotas ácidas y el proceso de batido posterior. El batido separa la mantequilla de la leche. De igual manera, a través de los procesos cósmicos y la alternancia de calor y frío, se fueron separando los cinco elementos fundamentales (tierra, agua, fuego, aire y éter) y emergió la Tierra, esta bola de mantequilla, como producto del batido. Cuando una persona o cosa cualquiera tiene como predominante uno de los tres rasgos de carácter (equilibrado, apasionado e inactivo), la señalamos por el rasgo más notorio. De igual modo, el elemento que predomina en cualquier entidad creada es el que le da el nombre. Esta es la razón por la cual el mundo en que vivimos es llamado Bhumi, la Tierra. Las regiones del espacio en que predomina el elemento agua se conocen como Bhuvarloka y Swarloka. Allí los materiales fluyen en corrientes y ríos.

En resumen, lo que aparece como el cosmos constituido por cinco elementos no es sino la superimposición en Dios del ser individual, que no es más real que los cinco elementos. Dios, visto en y a través de lo no real, aparece como la naturaleza. Esta es una imagen distorsionada de la Realidad, con multiplicidad siempre cambiante. La falla reside en el espejo que refleja, la mente que percibe y el cerebro que infiere. Aquello que el espejo presenta como verdadero, carece de autenticidad. El espejo está cubierto de polvo y su luna no es pareja. Dios no tiene maya; no tiene necesidad ni intención de engañar, ni es su voluntad que ello suceda. Mas el hombre, en su ignorancia, ve cosas que no existen y cree que existen así como las ve. Esta debilidad suya se llama adhyasa.

Cuando Dios se refleja como naturaleza, el reflejo se torna en maya. Así como la leche se transforma en yogur, Dios se transforma en el mundo de transformación incesante, o maya, o la imagen de lo Divino Inmutable. Su voluntad es la que causa esta multiplicidad irreal sobre el Uno que El es, y por su voluntad puede darle fin. El es el amo de maya.

Dios es Omnipresente y Omnipotente. De las tres entidades el Yo Superior, el "yo" y la naturaleza , esta última tiene como propósito la satisfacción de las necesidades del hombre. Dios carece de necesidades y deseos. El es el logro más pleno y supremo. La Bienaventuranza de cada ser y para cada ser fluye espontáneamente de Dios; sus palabras a Arjuna en el Gita son: "Yo no tengo deberes que cumplir, oh Parta, en ninguno de los tres mundos". El ha creado los deberes únicamente para fomentar la conciencia de todos los seres vivientes. El no tiene actividades ni obligaciones. El produce el resultado de cada actividad. ¡Sin El, no hay actividad que tenga resultado! Es quien decide qué resultado debe surgir de cada acto.