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Libros escritos por Sai Baba

20. El propósito primordial

20.- EL PROPÓSITO PRIMORDIAL

El primer paso para asegurarle la paz y la armonía al hombre, es que cada uno observe el código de conducta establecido para él dentro de su propia religión. Si uno sostiene su propia fe y sigue el mandato de sus principios esenciales, puede servirse mejor a sí mismo y servir también a otros. En este contexto, Dharma significa acción concordante con las tradiciones de la cultura del país. En cada una de las facetas del Dharma de este país es inmanente el ideal de la paz y la prosperidad mundiales.

"Ahora, en cuanto a la indagación en la actividad...". Así comienza el sondeo intelectual en el misterio del karma, el cual, en nuestras escrituras, se extiende por vastos sectores. Por ejemplo, el dar algo como caridad o como regalo es un tipo muy común de karma, mas uno debe tener conciencia de que el egoísmo lo puede contaminar y ensuciar. Se ha sostenido que la caridad abundante ahora asegurará la felicidad en nuestra vida futura, de modo que el considerar esta ventaja para uno mismo induzca a los hombres a realizar acciones positivas. Incluso aunque muchos no se proyecten hacia el futuro, se puede asegurar que la mayor parte de la caridad tiene una motivación egoísta. Esto es un hecho claramente evidente.

La gente se siente orgullosa de haber servido a otros. Todos están ansiosos por ser alabados como benefactores y magnánimos. Esta actitud revela su ignorancia y ella proviene de la ilusión, del no tener conciencia de la realidad. En los Vedas y Shastras, al mismo tiempo de explayarse sobre lo que se debe y no se debe hacer, se pone de relieve la no violencia, la compasión, el servicio al mundo, la caridad, etcétera, como virtudes que deben adquirirse. El santo Vidyaranya las llamaba la esencia misma de la sabiduría india.

La sabiduría es la preciosa ambrosía proveniente de todas las fuentes de conocimiento y de todas las artes. Es la dulce y nutritiva mantequilla extraída y recolectada de los Shastras. La sabiduría no debe definirse como la capacidad de discriminar y declarar "esto es plano" o "esto es redondo", "eso es un cerro", "esto es una casa" o "es una espina". Esa es la creencia común, mas ello es tan sólo conocimiento. A continuación tenemos lo que puede llamarse el buen conocimiento (sujñana), cuando el hombre es capaz de distinguir entre lo justo y lo injusto, el bien y el mal; cuando puede descubrir "esta actividad es para mi mejoramiento y el mejoramiento de otros". Tanto el conocimiento como el buen conocimiento están confinados al intelecto del hombre. Existe un nivel superior llamado Vyñana, cuando el corazón es transformado gracias a la fidelidad a la verdad, la no violencia y la compasión. Una persona que haya llegado a él, puede entenderse a sí misma, y entender también su relación con el cosmos y con el creador del cosmos. Vivirá de acuerdo con ese entendimiento, sin dudas ni conflictos. La ignorancia genera sufrimiento; en cambio, esta transformación del corazón confiere alegría. Si uno vacila en llamar Vyñana a alguna experiencia, debe examinar si es material o espiritual, sobre la base de la pregunta "¿Me da alegría pura?", y entonces podrá clasificarla como tal. La medida para Vyñana es el Dharma. Cuanto más Dharma se lleve ala práctica, más se puede afianzar uno en Vyñana.

La acción promovida por él genera paz y prosperidad de la nación. La declinación del Dharma revela que Vijñana ha desaparecido. Las eras se pueden diferenciar sobre la base de la adhesión o el rechazo al Dharma. Cuando prevalecen plena y sólidamente la rectitud, la justicia y la armonía, se dice que la Rectitud cabalga con seguridad sobre cuatro patas. La época en que esto era observable fue Krita Yuga o Era de Krita. Cuando la justicia y la armonía declinan, la humanidad siente que la Rectitud cojea sobre tres patas. A esta época se hace referencia como el Threta Yuga ola Era de Threta. Cuando no queda sino una cuarta parte de la preponderancia que la justicia y la armonía tenían en el Krita Yuga, la Rectitud debe esforzarse por moverse sobre dos patas; este es el Dwapara Yuga. Cuando se les ha perdido el respeto al grado de que parecen casi inexistentes, se podría decir que la Rectitud se sostiene sobre una sola pata. Y este es el Kali Yuga del cual nos hablan las Escrituras.

La sabiduría de los bharatiyas es nutrida por la Rectitud. Pese a que el pensamiento indio afirma que "el mundo objetivo" es básicamente irreal y aunque nos enseña que nuestro compromiso con la vida y sus problemas es una aventura ilusoria que no puede afectar nuestra realidad, los Shastras que constituyen las raíces de dicho pensamiento no nos aconsejan descartar la Rectitud, porque este es indispensable para poder captar la Suprema Verdad Ultima. Las cuatro metas tradicionales del quehacer humano se han establecido para complacer a quienes viven en la creencia de que el mundo objetivo es "real".

Se puede observar que incluso entre estas cuatro metas, la Rectitud se ha ubicado como la primera y más importante. El estado que debe alcanzarse mediante los tres primeros logros es la liberación, que se menciona como último. La persona que busca riquezas y la satisfacción de sus deseos recorriendo la senda establecida por la Rectitud es la única que logrará la victoria, ya que en esa dirección se encuentra la liberación que otorga al hombre la bienaventuranza.

No obstante, puesto que el yo individualizado y limitado se encuentra preso en las redes del deseo, las metas de la rectitud y la liberación no entran en el campo de su visión ni despiertan su interés; sólo se deleita sumiéndose y flotando en las olas de los placeres materiales: riqueza y deseo.

La búsqueda de alimento, la supresión del temor y el goce del ocio y el sueño, son aspectos que el hombre y el animal comparten por igual y en los que ambos se involucran. La búsqueda de la liberación y la observancia de la Rectitud promueven que el hombre se eleve a un nivel de existencia superior al del animal. Si este anhelo está ausente, el hombre no puede pretender que es humano.

Tanto su propia gente como gente de otros países aclaman a la India por mantener vigente el ideal de la Sabiduría Suprema (Vijñana). Aquí se mantiene la creencia de que Dios existe en todos los países. Aquí se realiza un esfuerzo constante para discriminar entre lo que es correcto y lo que no lo es. Se le adscribe valor a la justicia y a la virtud. También se tienen en alta estima, como norma de conducta, la compasión hacia todos los seres vivientes y la no violencia. Se llevan a cabo esfuerzos para distinguir la verdad de la falsedad. Aún florecen los templos y aún se mantienen llenos de vibraciones espirituales. También en otros países tenemos casas de Dios que el hombre ha construido, como iglesias y mezquitas, mas no son tan antiguas como nuestros templos ni están tan profundamente impregnadas de divinidad.

Todas las religiones son una sola, es lo que declara este país de Bharat. Puede haber diferencia en el número y la naturaleza de los fieles, mas el mensaje que cada una entrega es igual al de las otras. Esto es lo que la India descubrió y lo que constituye su anuncio a toda la humanidad.

Para dirigir sus plegarias a Dios, una persona tiene como símbolo alguna representación de piedra; otra, una de metal, y una tercera, una de madera, aunque todas le atribuyen gran importancia a la oración y creen en sus efectos benéficos. A1 orar, una persona se vuelve hacia el oriente, en tanto que otra puede considerar al occidente como verdaderamente sagrado. Por su parte, la oración de ambas expresa las mismas necesidades e insuficiencias.

Esta es la conclusión a que llegaron los sabios y pensadores bharatiyas. Cada credo tiene sus propias escrituras y doctrinas, pero uno tiene que prestar atención también a los rasgos particulares. Dios, por ejemplo, se siente tan íntimamente como propio, que a menudo las oraciones se dirigen a Dios empleando el pronombre tú: "¿No puedes hacer esto?" o "¿No puedes protegerme?" o "¿Te has vuelto sordo?". Este es un rasgo peculiar entre los bharatiyas.

Todo lo que una persona sienta o piense hace que se transforme en la encarnación de esos sentimientos y pensamientos. Si se encuentra inmersa en la verdad de que es Dios, puede volverse divina. En cambio, si está sumida en la falsedad de que es el rey del país, se le considerará loca e incluso puede que se le decapite por traición. Pero Dios no los tratará como dementes o insubordinados. Cada ser es divino; este es el juicio último de la sabiduría de Bharat.

La investigación lógica e intelectual no puede informar sino parcialmente sobre la Verdad. Todo en la creación tiene muchas facetas y muchos ángulos. La razón puede observar sólo desde un ángulo, puede ver sólo una faceta. El intelecto que ha sido purificado a través de las actividades establecidas en los Vedas, puede tener éxito para llegar a observar ambas facetas. Sin haber pasado por el proceso de purificación y clarificación, la razón sólo es capaz de funcionar dentro de los límites del mundo material, y de este modo, las conclusiones que se presentan ante nosotros tan sólo son parcialmente verdaderas. Sin embargo, el intelecto sometido a los procesos de purificación y de agudización dentro de las normas védicas, nos puede servir al presentarnos un cuadro de la verdad total acerca del mundo objetivo. La mayor parte de los otros credos descansa sobre principios a los que ha llegado la razón no sujeta a estas disciplinas que enseñan los Vedas. Los bharatiyas tienen los Shastras, que lanzan su luz mucho más allá de los límites de lo transitorio y temporal.

El universo es el macrocosmos, el ser individual es el microcosmos. El primero es Brahmanda, el segundo, Pindanda; mas la verdad básica de ambos es una y la misma. Ese Uno es independiente y no se relaciona con ningún otro hecho o cosa. Cuando aquello es realizado de este modo, se le puede llamar Brahman. Cuando entra en la conciencia como el universo, se hace referencia a él como Parabrahman. La verdad básica del universo es el Alma. La verdad básica del individuo también es el Alma. Todos los que aparecen diferentes del Alma pertenecen a la región del "engaño" (mithya). El engaño implica una condición que, hasta que no se cuestiona, aparece como real, pero después de indagar se conoce como irreal. Este universo y su supuesta base no son sino una apariencia, una apariencia causada por la ignorancia. El poder que nos engaña y nos hace creer que el cosmos creado es real y verdadero, es también una emanación del Alma. Cuando este poder opera y el Alma está revestida de él, se hace referencia a él como Alma Suprema.

El Atma (Alma) es el Ser Conciencia Bienaventuranza, tratado como un compuesto inseparable. La ilusión (maya) también es un compuesto conformado por las tres modalidades o cualidades de la naturaleza: tamásica, rajásica y sátvica. Ellas se expresan en deseo (icha shakti), acto (kriya shakti) y sabiduría (jñana shakti). La cualidad denominada tamas crea la apariencia de la diversidad, escondiendo al Uno básico. La cualidad llamada rajas (el dinamismo o la pasión) explora la Verdad y los deleites de la sabiduría. La cualidad llamada satua (la pureza) es un diáfano espejo que entrega una imagen correcta de las cosas y los hechos que se desarrollan ante él. Refleja al Parabrahman y revela a Ishwara (Dios). Así manifestado, Dios se convierte en el universo creado por su voluntad. Ishwara reflejado carece de la capacidad de la ilusión. Tal como el agua clara de un lago tiene espuma y burbujas en su superficie, la naturaleza esencial del Alma parece estar oscurecida por la engañosa apariencia de la ilusión y su producto: el universo con sus variados nombres y formas. Cuando las tres modalidades o cualidades de la ilusión se encuentran en equilibrio y en un estado de serena quietud, se dice que el universo está inmanifiesto (auyakta). A esto se le denomina el "estado de simiente",

puesto que todas las variaciones subsecuentes se encuentran inmersas y latentes en él. Cuando se produce el impacto de tamas y rajas, es causada la creación y aparece el cosmos. Ellos impulsan a los seres vivientes a la actividad. La fuerza de lo ilusorio está condicionada por los tres gunas, según cómo cada uno de ellos se exprese y ejerza su influencia sobre los restantes. Cuando predomina satua, se le denomina atmamaya; cuando rajas prevalece, se convierte en no conocimiento (auidya), y cuando tamas encabeza el trío, se torna en inercia o somnolencia (tamasi). Cuando el Alma se refleja en el modo sátvico, la imagen se vuelve Ishwara; cuando se refleja en rajas, se vuelve el ser individual, y cuando se refleja en tamas, se vuelve materia. Es el molde (upadi) el que causa la diferencia entre Ishwara (Dios), el ser viviente y la materia. Cuando no hay molde o envoltura, todos son Alma. Desde el momento en que el universo es Dios, el ser individual y la materia se pueden describir ciertamente como el compuesto de los tres gunas. El universo se ha manifestado con el objeto de servir a los más altos intereses de los seres vivientes y del hombre, el más inteligente de todos ellos. Mientras se afirma que el Alma está reflejada en los modos sátvico, rajásico y tamásico, produciendo las impresiones de Ishwara, el individuo y la materia, debe enfatizarse también un punto. El espejo que condiciona la imagen no tiene sino una capacidad limitada: sólo puede reflejar objetos que están frente a él. Si, por otra parte, el espejo es convexo o cóncavo o si su superficie está sucia, la imagen sufre una distorsión o pierde claridad. Ello, no obstante, no afecta al objeto, sólo la imagen se distorsiona o se hace borrosa. Sin embargo, generalmente se suele condenar al objeto sobre la base de su reflejo o imagen.

Debido a la ilusión y la ignorancia, también Brahman aparece distorsionado y esta distorsión, que es una característica superpuesta, se toma erróneamente como asociada a Brahman mismo. La imagen de Parameshwara (la Deidad Suprema) es también un reflejo en el espejo ilusorio. Así como la leche se transforma en cuajada, Brahman se ha transformado en el universo. Esta transformación es la maniobra de maya. Brahman es el señor de maya y no su subordinado. El libera el poder de maya y lo dirige. De este modo, Brahman personalizado o Parameshwara, se conoce como omnipotente y omnisciente. Ishwara y los elementos o materia (butha) contribuyen los tres al progreso del individuo, cada uno a su propia manera.

Ishwara o el Señor es la cristalización de todos los deseos; todos los objetos de goce del universo emanan de su voluntad, y así, El no tiene deseo alguno. Ha manifestado al universo no para llevar a cabo algún deseo suyo o para llenar algún vacío que tuviera, sino para entero beneficio de los seres vivientes. "No hay ningún deber que me ate, en ninguno de los tres mundos", dice Krishna. La creación, la manifestación o emanación es su naturaleza misma. De ahí la descripción: "El que goza con el juego" (Lila Vinodi), que a menudo se le adscribe. Es el poder de su voluntad el que llena a todos los seres de conciencia y los ayuda a estar alertas y activos. El le otorga a cada uno la consecuencia de pensamiento, palabra y obra y es descripto, por ende, como El Dador del Fruto de la Actividad (Karma phala pradatha). Sin la intercesión del Señor, la actividad no puede desembocar en su consecuencia, ni puede surgir la certeza respecto de que un acto en particular tenga un resultado de alguna manera identificable. Además, los sabios declaran que la actividad es momentánea. Surge el pensamiento y se lleva a cabo el acto, y a este le sigue el fruto. No es dable predecir cuándo estará disponible el fruto, ni cuál será su naturaleza, de modo que debemos admitir que todo depende del mandato del Señor. Lo que no puede ser interpretado por nuestro limitado intelecto debe adscribirse a su mandato.

Por largo que sea el intervalo, por muchas que sean las vidas que pasen, uno no puede escapar a la obligación de sufrir la consecuencia de sus acciones. No hay lugar para inquirir en los orígenes del acto o cuándo se produjo, porque uno tendría que guardar rastros desde el principio del Tiempo mismo. Uno no puede descubrir los comienzos del Señor, del universo, del ser viviente, de la actividad o de la ignorancia, todo ello está más allá del Principio. En el Bhagavad Gita, Krishna declara: "El camino de la acción es elusivamente sutil y difícil de descubrir". Puede ser que la consecuencia confronte a la persona incluso luego del transcurso de muchas vidas. El Señor es el testigo eterno, el poder que preside cada acto. Visto desde esta perspectiva, uno tiene que darse cuenta y declarar que el Señor y el individuo están indisolublemente ligados. En ausencia de seres vivientes, no puede haber Señor. Cuando no hay hijos, ¿cómo podría tener sentido la palabra "padre"? Así, se podría decir que el Señor manifestó el universo con el objeto de proveer a los seres vivientes de campos de actividad y con el fin de otorgarles las consecuencias de dichas acciones. Los cinco elementos sirven al mismo propósito, también ayudan a constituir los vehículos físicos concordantes con la calidad o la cantidad de esas consecuencias. Existen también regiones, llamadas lokas, en donde deben permanecer en el más allá los seres que han acumulado grandes méritos o terribles pecados. Estas regiones no guardan relación con los mundos o cuerpos que son visibles para nosotros.

El principio vital y el principio individual significan lo mismo. Ambos indican que emergieron de la ausencia de conciencia de la Verdad. A su vez, esto se debe a la esclavitud ante las tendencias. El individuo lleva la impronta del atributo activo (rajoguna), apasionado, inclinado al trabajo, aunque lleva también las simientes de las otras dos características en su constitución. La creación, en sí, se origina cuando la Verdad se vela a sí misma en ilusión. Las tendencias se manifiestan en ese mismo momento y los individuos se diferencian de acuerdo con el predominio en ellos de cada una de las principales, originadas por el efecto de los karmas en que incurrieron durante una vida tras otra. Cuando el individuo está dotado predominantemente del atributo sátvico, se convierte en un ser inspirado por la devoción a Dios y ocupado preferentemente en adorar y alabar la gloria divina (un bhagauata). El predominio de los rasgos rajásicos lo convierte en un hombre fuerte e inteligente, satisfecho de ser hombre y sin mayores aspiraciones hacia la Divinidad. Si está dominado por la tendencia tamásica, llegará a atarse de tal manera a su cuerpo y sus necesidades como cualquier ave o bestia.

El individuo se imagina, debido a un intelecto atrapado en los lazos de la ilusión engañosa, que no es sino un "efecto" y, por ende, atado a una "causa". Esta falta de conciencia de la Verdad debe ser dominada por la conciencia de la realidad del Alma (atmauidya) que impulsa hacia esta aventura y asegura el éxito de esta empresa. El destruirá la distinción entre sujeto y objeto, hombre y cosmos, en que se cree ahora. Para ayudarle al hombre en este heroico duelo y llevarlo a la conciencia de la Verdad, los Vedas prescriben karmas, vale decir, actividades deseables, en lo que se denomina Karma Kanda. Mientras uno esté atrapado en la ilusión, deben respetarse conceptos como los de hombre y cosmos, mundos superiores e inferiores, lo correcto y lo incorrecto, la devoción y el conocimiento, y la vida debe configurarse de acuerdo con ellos. Mientras uno esté inmerso en la validez de la "diversidad" aparente en el universo, actuará de acuerdo con las limitaciones que impone el Dios personalizado, Ishwara.

Fundamentalmente, para cada individuo el universo es la proyección de su propia imagen mental y nada más; de modo que, a menos que uno llegue a descifrar la mente y sus procesos, será difícil de entender el principio de Brahman. Aquellos que no hayan entendido la real naturaleza del cielo, lo tomarán por una cúpula de humo y polvo. De igual modo, debido a la carencia de conocimiento de la realidad, se piensa que el Alma está encerrada y corporificada como intelecto (budhi) para dedicarse a la actividad y al goce de los resultados de este, para quedar atrapado en los dobles lazos de la alegría y el pesar, enredarse en la felicidad y la miseria y también en la esclavitud y la liberación. Desde el punto de vista del cambio (vyauahara), la verdad superior aparecerá naturalmente como diferente, aunque ellos estén inextricablemente interrelacionados. El espacio es uno, pero, como resultado de la diversidad de continentes, parece estar encerrado en la casa, la vasija, el edificio y la tela. Esta existencia sectorizada no es verdadera; es el espacio único el que existe en todos estos "recipientes" casas, lagos, montes ,los cuales son configuraciones y formas, con diferentes nombres y modos de empleo y conducta. Así también, los seres individuales tienen diferentes nombres y formas, diversas peculiaridades y especificidades de uso y de conducta, pero, al igual que el hilo que une las cuentas de un collar, pasando por cada una de ellas y manteniéndolas unidas, la Supraconciencia es una en todos los individuos.

Ella es el Alma que, erróneamente, se toma por el "yo" debido a la ignorancia. En tanto no alcance esta verdad, el hombre no podrá liberarse de los lazos de la multiplicidad y el cambio. Las escrituras nos transmiten esta Realidad y nos exhortan a tomar conciencia de ella. ¿Qué es aquello que cuando se conoce hace que se conozca todo lo demás? Cuando llega a conocerse el Alma, declaran las escrituras, todo lo demás puede conocerse. El cosmos es sólo relativamente real y falso en parte. Conocerlo resulta inútil e innecesario. Ello no constituye un legítimo propósito de la vida. La vida se aprovecha mejor y el esfuerzo humano se dirige mejor cuando se busca alcanzar el principio del Alma. Los Srutis advierten al hombre respecto a otras investigaciones vanas. Los textos de los Srutis y otra literatura sacra, como los Smritis, lthihasas y Puranas, no nos enseñan en parte alguna cómo fue creado el cosmos ni aconsejan estudiar o tratar de entender sus orígenes o el proceso. No indican que la carencia de tal conocimiento sea una calamidad; inclusive afirman que, lograrlo, es una tarea imposible.

"¿Por qué preocuparse acerca de cómo nació el cosmos o cuándo morirá? ¡Preocúpate más bien de ti mismo!". Esta es la lección enfatizada por las escrituras. "Conócete ti mismo". Una vez que se conozcan a si mismos, todo lo restante les resultará, automáticamente, claro. Ustedes son microcosmos en el macrocosmos. Así como el conocimiento de una sola vasija de barro basta para saberlo todo respecto de todas las vasijas de barro, cuando se conocen a sí mismos, pueden llegar a saber lo demás.

Para hacer que un niño deje de llorar y recobre su alegría, el aya le relatará un cuento de hadas que le guste. El único propósito que la mueve es calmar al niño; el cuento de hadas no es sino un medio adaptado a su nivel intelectual. De igual manera, el individuo fascinado por la atracción sin comienzo de la ilusión y atado por tendencias que ha cultivado durante muchas vidas en el pasado, no puede evitar inquirír por los orígenes del universo que tiene ante sí. Los Srutis responden a esta indagación con palabras que dan un alivio momentáneo. Porque el interrogante sobre cómo fue creado el universo es comparable con el de cómo se crea un sueño. El sueño se origina en el dormir (o nidra); el universo se origina a través de la ilusión (o rnaya). Así como en el sueño no hay orden ni ley, también el universo está envuelto en el misterio y en lo ilusorio. Hay sólo el UNO y no dos, como sucede a menudo en los sueños. Esta es la doctrina Advaita.

Muy similar a la cuestión del origen de la creación, hay otro problema que generalmente preocupa al hombre: ¿Cómo nació esta ignorancia? La solución se la dio el sabio preceptor Vasishta a Sri Ramachandra: "¡Rama! le dijo , más que embrollarte en indagar cómo la ignorancia hizo presa del hombre, yo te exhortaría a emprender los esfuerzos que sean necesarios para librarte de ella". Esta lección no va dirigida sólo a Rama, sino a todo el género humano. Les sirve de ayuda a todos aquellos que no hayan llegado a la comprensión de la Verdad que se esconde tras el mundo objetivo. Ignorancia es el nombre que se le ha dado a la falta de conocimiento de lo que es nuestra propia experiencia interna: que el universo es un fenómeno siempre cambiante.

¿Y por qué, entonces, nos inquieta dicho interrogante? Convénzanse de que tienen esta ignorancia, renuncien a la lucha por liberarse del apego a este mundo cambiante con su ciclo concomitante de nacer y morir. Discutir si este no conocimiento se asocia con Brahman o emana del individuo no es sino otra evidencia de esta ignorancia. De seguro que es mucho más importante concentrarse en los métodos que permitan eliminar la ignorancia, ya que ello ciertamente desembocará en la sabiduría. La sabiduría es luz; la ignorancia es oscuridad. La oscuridad sólo puede persistir hasta el momento en que brille la luz.