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Libros escritos por Sai Baba

10. Los yoguis

10.- LOS YOGUIS

Hay tres etapas progresivas en la indagación filosófica (o pensamiento vedántico) en la India. Ellas son Advaita, Visishtadvaita y Dvaita. Ningún empeño humano permite avanzar más allá de ellas. El pensamiento Advaita se encuentra más allá del alcance del hombre común; no resulta fácilmente comprensible. El solo hecho de concebirlo con el intelecto, representa de por sí una dificultad. Experimentarlo requiere una poderosa facultad de penetración. Por ello, es mejor empezar por la etapa de Dvaita o dualista y experimentarlo como la realidad tras las cosas; de este modo se hace más fácil alcanzar la segunda etapa, Visishtadvaita.

El individuo debe avanzar tan rápido o firmemente como la comunidad. Todos pasamos por las etapas de la niñez, la juventud, la madurez y la vejez, y esto constituye un avance imperceptible aunque inevitable. Cada etapa la experimentamos sólo al pasar por ella. Del mismo modo sucede con estas tres etapas del descubrimiento filosófico. Cada una de estas concepciones se encuentra en estado latente en las restantes y cada una va surgiendo de la experiencia de la etapa previa. No es posible tener conciencia de las tres al mismo tiempo. Sobre la base de nuestras prácticas espirituales y de las experiencias que se van ganando con ellas, va llegando a la conciencia cada una de estas concepciones para conformar la fuente de acciones y pensamientos.

Aquellos que afirman que el universo es real y que declaran al mismo tiempo que la existencia de Dios no es si no un sueño, no hacen sino probar que son unos necios, porque si el efecto, es decir, el cosmos, es real, es obvio que debe tener una causa, pues, ¿cómo podría haber un efecto sin causa? Se puede negar a Dios únicamente negando al universo. Dios puede desaparecer sólo cuando desaparezca el cosmos. Lo que ahora vemos como el cosmos es, en realidad, Dios; esta es la visión que logra el verdadero aspirante espiritual cuando alcanza el éxito en su empeño.

De hecho, el universo que experimentamos es el sueño. Cuando despertemos del sueño, brillará en la conciencia la verdad de que es Dios. Desde los comienzos del tiempo, ese Dios que postulamos como algo que está fuera de nosotros ha sido también la realidad dentro de nosotros. Esta Verdad también se hará firme en la creencia del hombre.

Cierto es que ninguna de las filosofías que existen podrá satisfacer a todos los tipos y niveles de capacidad mental. Cada uno tiene distintos valores. Los niveles de desarrollo intelectual y los poderes de razonamiento varían de una persona a otra. De este modo, las tres escuelas de interpretación filosófica que hemos mencionado encuentran aceptación entre diferentes temperamentos y variados grupos de individuos. Por lo tanto, ninguna escuela de pensamiento tiene el derecho de alegar superioridad o de imputar inferioridad a las demás. Solamente los insensatos recurrirán a estas tácticas.

Cuando la gente se nos acerca con puntos de vista fanáticos, debemos encararla con una sonrisa, anhelantes y llenos de devoción por Dios. Cierto que uno puede llegar a intoxicarse, pero sólo como resultado de sobrepasarse con el vino del Amor (Prema). Cuando alguien ansioso por trabajar se nos acerca, debemos compartir con él nuestro talento y fuerza y sumarnos a su trabajo. Por este medio será posible hacer que surja la armonía entre los seguidores de distintas creencias y pensamientos filosóficos, contribuyendo con ello a limar sus diferencias, acercándolos entre sí. ¿No sería excelente que este principio de armonía y cooperación se convirtiera en un logro permanente de cada hombre? ¡Cuán feliz habría sido el mundo si cada uno hubiera tenido el conocimiento de que sus puntos de vista podrían ser, a lo sumo, sólo parciales y que se requiere de la armoniosa convergencia de muchas otras facetas para poder afirmar la Verdad!

Yoga significa "llegar a unir". En la India, donde el yoga fluye en las venas de cada uno desde hace milenios, es posible encontrar una armoniosa coexistencia de muchas fes y creencias, lo cual constituye el tipo ideal de religión universal. Aquellos que pueden llegar a integrar heroicamente su creencia a su vida cotidiana, son los que pueden también alcanzar esta "reunión" en la comunidad humana. El "poner juntos", o unión, puede establecerse entre la conducta exterior y la naturaleza interna de uno mismo. El aspirante espiritual empeñado en la senda del Amor puede esforzarse por alcanzar la unión entre él mismo y la encarnación del Amor, es decir, Dios. El seguidor del Vedanta puede lograr la unión de todo lo que es en el concepto único de Dios. En sánscrito, la senda del yoga tiene diferentes designaciones bajo diferentes contextos, sin embargo, todos los que son capaces de concebir y de llevar a cabo la unión son venerados como yoguis.

Aquellos que se empeñan en establecer la unión a través de sus actividades y logros son los karma yoguis, los que siguen la senda del Amor son los bhakti yoguis (unión en la devoción), los que buscan manifestar sus poderes latentes y canalizarlos son los raja yoguis, y los que se atienen al análisis lógico y a las interpretaciones racionales y alcanzan la percepción intuitiva son los jñana yoguis (unión en el Conocimiento). Estos cuatro tipos de yoguis se encuentran repetidamente a lo largo de toda la historia espiritual bharatiya.

En primer lugar, veamos el karma yogui. Este es el que sigue la senda de establecer la unión con la Divinidad, elevando y sublimando sus actos. Nos encontramos con muchos en el mundo, que parecen haber nacido tan sólo para cumplir con una misión o proyecto en particular. Su intelecto no se satisface con la mera imaginación o planificación. Sus mentes estarán llenas de objetivos reales y concretos que anhelan llevar a cabo. Este tipo de personas necesitarán un libro guía, o Shastra, para dirigirlas a lo largo de caminos beneficiosos. En el mundo, se ve a cada uno dedicado todo el tiempo a una u otra actividad. Sin embargo, son muy pocos los que conocen la importancia o la utilidad del karma, o la forma de lograr los mejores resultados de este rasgo ineludible, de ahí que la vida se vuelve banal y estéril. El Karma yoga le enseña al hombre a tomar conciencia de la importancia que esto implica y le guía para que logre el máximo beneficio de su actividad. El Karma yoga nos enseña dónde, cuándo y cómo ha de llevarse a cabo el karrna, cómo pueden reforzar la fuerza mental en la ejecución del karma los impulsos espirituales y cómo ha de asumirse el karma para que contribuya al desarrollo espiritual.

En este punto hay una gran objeción que algunos ponen y vamos a detenernos un poco en ella. El reparo es en el sentido de que el Karma yoga exige demasiado esfuerzo físico. Sin embargo, básicamente son las compañías que uno frecuenta las que determinan el esfuerzo y la tensión a la que están sometidos la mente y el cuerpo del hombre. "Me gustaría mucho dedicarme solamente a esta tarea"; "Sólo traté de beneficiarlo, pero él ignoró mis intenciones y trató de perjudicarme". Estas son las habituales causas de las tensiones mencionadas. Tales desengaños le hacen a uno perder interés en las actividades. La persona desea hacer el bien y para ello busca a alguien a quien hacérselo, esperando recibir y dar alegría, y si las cosas no se dan así, la persona se desespera.

Sin embargo, cuando uno no se apega al karma no se mantiene consciente respecto a cómo o a quién va a beneficiar. La lección que el Karma yoga enseña es: lleva a cabo el karma sólo en cuanto karma y sólo en pro del karma. ¿Por qué el karma yogui se ocupa permanentemente en trabajar? Porque esa es su verdadera naturaleza; siente que es feliz trabajando. Eso es todo. No regatea por los resultados; no tiene una mente calculadora. Da, pero nunca recibe. No conoce el pesar ni el desengaño, porque nunca espera algún beneficio.

La segunda senda es la del Bhakti yoga. Esta es conveniente para los que son de naturaleza emocional. Es la senda para aquellos capaces de llenar sus corazones de Amor. El impulso que los mueve es tener a Dios como su Bienamado. Sus actividades con este fin son variadas, como las de encender incienso, reunir flores para la adoración, levantar santuarios y templos en los cuales poner y adorar a los símbolos de la Belleza, la Sabiduría y el Poder.

Ustedes, lectores, ¿se sienten inclinados a señalar que todo esto no representa un medio adecuado para alcanzar la unión con la Divinidad? Recuerden que en todo el mundo han surgido sabios y santos, grandes guías y líderes espirituales, únicamente a través de este nivel de devoción y dedicación en el empeño espiritual. Algunas fes trataron de imaginar a Dios sin forma, y tildaron de blasfemia muchos de estos actos de adoración, procurando suprimir todos los movimientos de índole devocional, pero en el proceso no hicieron sino despreciar la Realidad de Dios y su poder y majestad. La creencia de que Dios no puede ser simbolizado en una forma es una evidencia de ceguera. La acusación de que este tipo de adoración es improductivo, no es más que una aseveración hueca. La historia del mundo constituye un testimonio de la eficacia de la devoción, por lo que no es correcto ridiculizar este tipo de actividades, ceremonias y rituales, ni los relatos de las vidas de los aspirantes espirituales que se adhirieron a ellas con el objetivo de ganar la unión con la Divinidad. Dejen que aquellos que anhelan la alegría de adorar la forma, lo hagan. En verdad sería un pecado quebrantar su fe y tildarla de inútil.

La gloria de los grandes héroes del espíritu aquellos que escalaron las más altas cumbres de la realización y aquellos que lograron la plenitud espiritual ejerce una enorme influencia sobre la mente del género humano. Es como resultado de toda una numerosa pléyade de este tipo de videntes, que el mensaje de la India ha atraído la atención de todas las naciones. Si la India ha llegado a ganarse el respeto del mundo, la razón hay que buscarla en este precioso tesoro que ha acumulado y preservado.

Aquí, los pilares principales de la vida han sido el Amor a Dios y el temor al pecado, que han representado la perdurable guía para el vivir. Bharat ha ganado el renombre de ser una tierra sagrada, una tierra impregnada de renunciación y de práctica espiritual dirigidas hacia el logro de la unión con el Absoluto, famosa por la renunciación (thyaga) y el yoga. Todos los impulsos alentados por esta cultura se dirigían hacia la conquista de las agitaciones de la mente.

¿Pueden resultar aceptables para todos los afligidos por sentimientos y pasiones en conflicto, las explicaciones que esta cultura ofrece sobre la naturaleza y características de la Realidad? Para los grandes constructores de esta cultura, Dios era una Verdad tangible, el único y solo hecho real, la meta de todo su Amor. Por ello, los herederos y los seguidores de esta cultura tratan a los argumentos nihilistas basados en la "razón" inevitablemente limitada, de la misma manera en que es tratado el loco del cuento. Al estar frente a una estatua, el loco, deseando descubrir a Dios, ¡la hizo añicos con un martillo!

El Bhakti yoga le enseña a la gente el camino del Amor. Les indica que no deben amar con la mira puesta en una recompensa. Amen a todos, ámenlos como a sí mismos. Así, ningún daño podrá caer sobre ustedes. Su actitud no hará sino infundirles alegría y felicidad a todos. Dios está presente como Amor en todos los seres. De modo que el Amor es dirigido hacia Dios y aceptado por El como el residente en todos, y no por el individuo. El buscador de Dios que confía en el camino de la devoción y la dedicación, descubrirá muy pronto esta verdad.

Algunos aman a Dios como la madre, otros en cuanto padre y otros aun como al amigo "más querido e íntimo". Hay personas que consideran a Dios como el Amado, como la única meta deseada. Todas ellas ansían fundir su amor con el Océano de Amor que Dios es. En dondequiera que se haga evidente el amor, considérenlo como el propio Amor de Dios. Dios es el mayor Amante del género humano. Por ello, cuando alguien decide servir al hombre, a quien Dios ama, El derramará su gracia en plenitud.

Cuando el corazón humano se deshace frente al sufrimiento de otros y se expande como resultado de esa compasión, pueden confiar en que Dios está allí. Este es el sello de validez de la senda de la devoción, del Bhakti yoga.

Veamos ahora el Raja yoga. Raja yoga señala el proceso de establecer el dominio sobre la mente. No hay necesidad de que uno deponga el intelecto o siga los lineamientos de algún líder religioso. No hay posibilidad de que uno se desvíe o se equivoque. En cada paso se debe confiar en el intelecto y la experiencia propios, tal como uno los ha ido poniendo a prueba.

Cada ser cuenta con tres tipos de instrumentos para adquirir conocimiento y, a través de ese conocimiento, sabiduría. El primer tipo es "instintivo" y es muy acentuado, activo y avanzado en los animales. Representa el instrumento más primario, inferior y, por ende, el menos beneficioso de los tres. El segundo es el "racional", el instrumento que va en busca de la causa y de los efectos que resultan de ella. Este es más evidente en el hombre. El instinto puede operar sólo dentro del limitado campo de los sentidos y de las experiencias sensoriales. En el hombre, el conocimiento instintivo está en gran medida subordinado a los instrumentos racionales. Los límites de lo racional son muy vagos; la razón puede extenderse por campos muchísimo más vastos. Pese a ello, la razón no posee más que un rendimiento bastante pobre; sus alcances son limitados. Llega solamente hasta una cierta distancia y no puede aventurarse más allá. El camino que toma la lógica no es recto, sino más bien circular, y la hace retornar una y otra vez al lugar de donde partió.

Tomen como ejemplo nuestro conocimiento del mundo objetivo, de los elementos y energías que lo componen. Lo que mueve e impulsa al mundo objetivo y a sus componentes no se queda sólo en ello, sino que absorbe también aquello que es inmanente fuera de él, y así, la extensión a la que la razón puede expandirse y explicar es corno la "conciencia" que está aprisionada en la minúscula molécula, en comparación a la vastedad y grandiosidad de la plenitud trascendente.

Para que podamos cruzar las fronteras de la razón e internarnos en el pleno y libre ámbito de la intuición, resultan esenciales ciertos ejercicios y disciplinas espirituales. Ellos pueden agruparse bajo la denominación de jñana (conocimiento, sabiduría) impulsado por Dios. Y tenemos sólo tres niveles de jñana: el innato, derivado de los sentidos de acción y percepción (Sahajajñana), conocimiento obtenido a través del proceso de discriminación y de evaluación (Yuktiyuktajñana) y el conocimiento inducido por Dios y ganado por gracia mediante la visión interna o intuición (Ishwarapreritajñana). El primero de ellos es el conocimiento que poseen los animales, el segundo es característico del hombre y el tercero es el especial tesoro que acumulan los individuos de almas superiores. Para todos resulta posible buscar, cultivar y desarrollar las simientes de este tercer tipo de jñana, porque es una capacidad latente en todos.

Otro hecho que también hay que tener presente es que los tres tipos de conocimiento mencionados representan etapas de desarrollo, de modo que no son niveles de conocimiento mutuamente excluyentes. La última etapa no hace sino confirmar y ampliar las precedentes. Ishwarapreritajñana no contradice a Yuktiyuktajñana, sólo revela lo que en este permanece inmanifestado. Sin embargo, hay quienes, afligidos por las divagaciones y los caprichos de su mente, toman sus actitudes distorsionadas como dones de Dios o como inducidas por su gracia, e incluso pueden acercarse a otros para aconsejarlos. Ellos hacen que los hombres pierdan su camino al seguir su infructuosa guía. Estos necios declaran que sus absurdas peroratas son inspiradas por Dios.

La verdadera enseñanza jamás podrá contraponerse al Yuktiyuktajñana, la conclusión a que se llegue gracias al discernimiento y la evaluación. Todos los yogas mencionados han sido establecidos en consonancia con este punto de vista. El Raja yoga debe ser practicado en gran medida por medio de la mente y su determinación. Este es un tema muy amplio, de modo que desarrollaremos aquí únicamente su punto central. Se trata de algo que representa el único refugio para el más ínfimo de los inferiores y para el más elevado de los yoguis: la meditación unidireccional. Para la persona dedicada a la investigación en un laboratorio, para alguien que camine por algún sendero, para un estudioso que esté leyendo un libro o para un individuo que esté escribiendo una carta o conduciendo un automóvil, resulta sumamente importante la concentración de toda su atención en lo que tenga enfrente o la actividad que esté esarrollando. Así cada uno de ellos entenderá la naturaleza y las peculiaridades del objeto que está atendiendo. Mientras más intensa sea la concentración, más exitosa resultará la actividad. Cuando las habilidades mentales se encuentran enfocadas en un solo empeño, se puede adquirir el conocimiento de manera más rápida y en un campo más amplio. Y esta es la única manera en que puede ganarse el conocimiento.

La concentración le permitirá a uno, quienquiera que sea y cualquiera que sea la actividad a que esté dedicado, terminarla de manera mucho mejor que si no se concentrara. Ya se trate de tareas materiales, del trabajo cotidiano o del perfeccionamiento espiritual, la concentración de las energías mentales es un requisito indispensable si se desea tener éxito. Constituye la llave que puede abrir el arca del tesoro del Conocimiento. Este es el aspecto más importante del Raja yoga. Incluso se podría decir que es el único aspecto importante que tiene. Hay millones de pensamientos inoportunos, indeseados e incluso dañinos que entran en nuestra mente y confunden su actividad. Todos ellos han de mantenerse fuera; la mente debe ser resguardada, controlada y mantenida bajo nuestra rigurosa supervisión. El Raja yoga constituye el único refugio para las personas empeñadas en lograr esta victoria.

El Jñana yoga se dedica en gran parte al estudio de principios, de principios básicos. Este universo o cosmos que conocemos como externo a nosotros, puede ser explicado por medio de varias teorías del conocimiento, mas ninguna de ellas le suena convincente al no iniciado. El jñana yogui teje muchas de estas teorías e hipótesis.

No está convencido de la realidad de ninguno de los objetos materiales en el universo, ni de ninguna actividad y ni siquiera de la de cualquier otro que postule cualquier otra explicación. Cree firmemente en que debe trascender las cosas de la vida diaria y no estar atado por obligaciones sociales o de otro tipo. Desde su punto de vista, en el vasto Océano de la Existencia, o Sat, todos los objetos no son sino gotas. Todas están empeñadas en moverse desde la circunferencia hacia el Centro desde el cual se manifestaron a través de la ilusión. El jñana yogui también ansía fundirse en este Centro, el núcleo de la Realidad, lejos de la confusión de la diversidad aparente. Se esfuerza en llegara ser la Verdad y no solamente en lograr una clara conciencia de ella. No le resulta tolerable la idea de que él y la Verdad están separados y son distintos.

Lo Divino es toda y su única familia. No conoce otra. No alberga ningún otro anhelo, ningún otro apego, ningún otro deseo. Dios lo es todo en todo para él. Nada puede afectarle: ni pesares ni alegrías, ni fracasos ni éxitos. Ya no ve ni experimenta otra cosa que una ininterrumpida e inalterada corriente de bienaventurada conciencia. Para aquel que se halla firmemente establecido en este estado, el mundo con sus altibajos parece trivial e ilusorio. A fin de poder mantenerse en este nivel de conciencia, deberá contrarrestar la atracción de los sentidos y enfrentar la fascinación que ejerce el mundo, sin agitación alguna en su mente.

El jñana yogui se mantiene vigilante frente a las tentaciones que los sentidos le presentan y, pasándolas por alto, se vuelca hacia lo Divino, buscando allí su fuerza y su solaz. Ha comprendido que el poder y la energía que vitalizan lo más pequeño y lo más vasto son el mismo Principio Divino. Y esta visión que ha experimentado se revela en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras. Ella representa 1a Supra Visión (Pararnarta Drishti). Ella percibe todos los elementos, la tierra, el fuego, el agua, el aire y el éter, como lo Divino mismo en todos los seres hombre, bestia, ave y gusano como emanaciones provenientes de Dios y, por ende, plenamente divinos.

Cabe destacar aquí un hecho. Una persona que posea este conocimiento de la inmanencia de lo Divino e incluso de su trascendencia, no puede ser honrada como un jñani, porque el conocimiento debe ser asimilado a través de la experiencia real. Esa es la prueba crucial. No es suficiente que el intelecto haga un gesto de aprobación y sea capaz de comprobar que la Divinidad lo es todo. Esta creencia ha de penetrar en su fuero interno e impulsar cada momento del vivir y cada acto del creyente. El Conocimiento no puede constituir tan sólo un cúmulo de teorías o un paquete de principios hábilmente elaborados. La fe debe vivificar y animar cada pensamiento, cada palabra y cada acción. El yo individual ha de estar empapado en el néctar de ese Conocimiento.

El intelecto es un instrumento muy pobre, porque todo lo que aprueba hoy como correcto, puede que lo rechace mañana después de pensarlo mejor... El intelecto no puede juzgar las cosas de manera definitiva y para siempre. Por este motivo, busquen la experiencia. Una vez que la adquieran, podrán entender al Alma "como todo esto". Eso es el Jñana yoga.

Según el modo de pensar bharatiya, los Vedas se consideran como la Voz de Dios. De este modo, los Vedas constituyen para los bharatiyas la fuente primordial de todo conocimiento. Todo se comprueba sobre la base de los Vedas. Los antiguos sabios establecieron que todo lo que concuerda con los Vedas concuerda con el hombre, y lo que no, tampoco le sirve al hombre. Los Vedas no fueron pronunciados por la voz humana y tampoco escritos por hombres o mujeres. Fueron escuchados por sabios que los registraron, y de ahí en adelante, transmitidos oralmente de maestro a discípulo por generaciones. El gurú los recitaba y el alumno escuchaba con atención para recitarlos luego exactamente como lo había hecho el maestro, con el mismo cuidado y corrección. Y así fue como los Vedas fueron transmitidos a través de los siglos. Nadie puede determinar la fecha exacta en que se los escuchó por vez primera o en que comenzaron a ser recitados. Por ello se los considera eternos (sanathana).

En este punto hemos de destacar otra Verdad importante. Todas las demás religiones que existen en el mundo detentan como base de autoridad las comunicaciones entregadas a algunas personas santas por Dios mismo en alguna forma corpórea, o por algunas personalidades suprahumanas o encarnaciones de partes o porciones de la Divinidad. Los bharatiyas no siguen este criterio. Sostienen que los Vedas no están basados en autoridad humana alguna, no dependen de ningún individuo como prueba de su validez. Son emanaciones directas de Dios, son primarias, constituyen su propia autoridad. No fueron transcriptas, compuestas ni recopiladas.

El cosmos, la creación, es ilimitado, eterno y no tiene principio ni fin. Así también, la Voz de Dios o los Vedas, tampoco tienen límites, son eternos y no tienen principio ni fin. Vid, la raíz de la que se deriva el término Veda, significa "conocer". Cuando comenzó el Conocimiento también se manifestaron los Vedas. Los rishis los visualizaron y los anunciaron. Ellos son los "videntes de los mantras", mantra drishtas.

Los Vedas tienen dos secciones mayores: el Karmakanda y el Jñanakanda. El primero es el Karmakanda y luego viene el Jñanakanda. En el primero se mencionan un cierto número de diferentes kratus o ritos en que se ofrecen una serie de oblaciones en el fuego sagrado. La mayor parte de ellos han sido dejados de lado en los últimos tiempos, ya que se ha hecho difícil realizarlos con la exactitud que prescriben los Vedas. Hay algunos que aún se llevan a cabo, pero de manera bastante disminuida. El Karmakanda pone énfasis en los códigos morales. Las normas y restricciones éticas que regulan la vida y la conducta se refieren a las etapas de estudiante (brahmachari), jefe de familia (grihasta), asceta (vanaprasta) y renunciante (sanyasa). También se establece lo que es correcto e incorrecto para personas dedicadas a diversas profesiones y pertenecientes a niveles distintos en la sociedad. La gente de la India sigue estas reglas de manera muy débil y sólo en algunas partes.

El Jñanakanda es llamado Vedanta o el fin de los Vedas, la meta, la finalidad. Se encuentra guardado como un tesoro en los üpanishads. Los seguidores de las escuelas del pensamiento filosófico Dvaita, Visishtadvaita y Advaita, los adoradores de Shiva, de Vishnú, de Shakti, de Surya y de Ganapati, todos ellos aceptan la suprema autoridad de los Vedas. Puede ser que interpreten los Upanishads y los demás textos de acuerdo con sus propias predilecciones y capacidad intelectual, pero ninguno osa cuestionar la autoridad del Veda o del Vedanta. De manera que es posible aplicarle el apelativo de hindú, bharatiya o vedantín a la misma persona. En la actualidad, puede resultar difícil comprender las diferentes escuelas de pensamiento filosófico que existen o podría pensarse que han derivado de un entendimiento poco maduro, mas cuando el asunto se analiza con tranquilidad, cuando se estudian cuidadosamente los textos o se investiga sin prejuicios, se ve con claridad que todas ellas se han fundamentado en los puntos planteados por los Upanishads y las conclusiones a que estos han llegado. Los Upanishads han sido simbolizados y se los adora en forma de imágenes tanto en templos como en oratorios familiares, como tributo a este atractivo universal. Ellos se han entrelazado inseparablemente con nuestras vidas.

Los Vedas son "infinitos", aunque se los redujo a cuatro compilaciones y su esencia fue preservada en esas formas. Estos cuatro Vedas fueron enseñados y difundidos para promover la paz y la prosperidad en el mundo. Ellos son el Rig, el Sama, el Yajur y el Atharvana Veda. Ellos sostienen los dictados de Dios (Dharma), proclaman la Realidad y promueven la paz y la armonía desarrollando entre los hombres la actitud de adoración, la música y también el cultivo de las habilidades con las armas y el arte de la guerra. Presentan un ideal ante el género humano y lo exhortan a seguirlo.

Esté o no consciente de ello, de manera invariable, cada acto correcto que lleve a cabo el bharatiya tendrá tras de sí, algún precepto o prohibición védica que lo regula o lo ilumina. Desde los ritos del matrimonio hasta los funerarios e incluso los ritos propiciatorios para los manes, tienen la guía de los Vedas. Un verdadero baratilla jamás debe olvidarse de los Vedas o mostrarse desagradecido con ellos. Sea cual fuere la escuela filosófica que siga, dirige su vida según los lineamientos establecidos por los sabios del pasado.

Mas ahora no conocen ni el origen ni el propósito de estos lineamientos. Si tan sólo los supieran, los frutos serían mucho más abundantes y permanentes.