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Libros escritos por Sai Baba

64. Cíñete al nombre y la forma del Señor que adoras

64. Cíñete al nombre y la forma del Señor que adoras

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Aun en asuntos relacionados con la realización de Dios, uno tiene que ser cuidadoso. A pesar de cualquier inconveniente que uno pueda encontrar, debe tratar de continuar con su propia práctica espiritual, sin ninguna interrupción o modificación de las disciplinas. Uno no deberá cambiar el Nombre que ha amado, estimado y seleccionado para su recordación. La concentración es imposible si se cambia el Nombre de vez en cuando. La mente no logrará centrarse en un solo punto. Toda práctica espiritual (Sadhana) tiene este estado centrado en un punto, como su meta última; de este modo, evitando la constante adopción y rechazo de nombres y formas del Señor, un solo nombre debe usarse a lo largo de la repetición y de la meditación.

Uno tiene que tener también la firme convicción de que todos los nombres y formas de Dios no son sino el Nombre que uno está repitiendo y la Forma en que uno medita. Ese Nombre y esa Forma no deben dar el más ligero sentimiento de disgusto o desafecto.

Tomando todas las pérdidas, sufrimientos y preocupaciones mundanas como simplemente temporales y transitorios, percatándose de que toda la repetición y meditación es solamente para vencer tal congoja, el practicante espiritual deberá mantener separadas las dos cosas, sin mezclar aquello con esto ni esto con aquello. El debe comprender que la pérdida, el sufrimiento y la preocupación son externos, pertenecientes a este mundo, y que la repetición del hombre del Señor y la meditación son internos, pertenecientes al reino del amor por Dios. Esto es lo que se llama devoción fiel; la otra variedad, en la cual el aspirante espiritual selecciona un Nombre y una Forma y después de algún tiempo los desecha por otro Nombre y Forma, es llamada devoción infiel.

No es una falta si se ha hecho por ignorancia; pero una vez sabido que es malo y nocivo se deben continuar la meditación y la repetición con ese Nombre y Forma fielmente; si luego son cambiados, ciertamente es malo. Perseverar fielmente en el Nombre y Forma es el voto más elevado y la más alta austeridad. ¡Aun si son ancianos los que aconsejan, no abandonen el sendero probado por la mente de ustedes! Naturalmente, ¿qué ancianos les sugerirán que deben cambiar el nombre del Señor y abandonar el Nombre que adoran? No tomen en consideración a aquellos que les digan lo que deben hacer, así sea un anciano; considérenlos como estólidos.

Nuevamente, cuiden hasta donde sea posible, que la hora y lugar de meditación y repetición del Nombre no sean cambiados. Algunas veces, como cuando se viaja, si llega a ser necesario cambiar el lugar, cuando menos la hora deberá ser mantenida inalterada. Aun si uno está en un ferrocarril, un autobús o en algún otro ambiente inconveniente que lo rodea a la hora especificada, uno deberá al menos recordar mentalmente la Meditación y Repetición hechas por uno mismo, a la misma hora, en el pasado.

De esta forma, acumulando riqueza espiritual uno puede llegar a ser el amo con toda seguridad y alcanzar el Alma Suprema.