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Libros escritos por Sai Baba

24. No confundas la apariencia con la realidad

24. No confundas la apariencia con la realidad

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En la actualidad, los hombres ven la sombra y la toman como la sustancia. Ven la longitud, anchura, altura y grosor, y llegan a la conclusión de que tienen un objeto ante ellos. Experimentan una serie de sensaciones y recuerdos, y juntándolos infieren que hay algunos objetos que los producen. Esta equivocación de la apariencia por la realidad es falsamente llamada Jñana o Conocimiento. ¿Cómo puede ser esto Jñana? ¿La imagen de una persona puede ser "ella"? Si la imagen es tomada como "ella", ¿podemos llamar a esto conocimiento? Tal es la naturaleza de todo conocimiento, hoy día; lo que es conocido como un objeto no es nada real; su realidad no es perceptible.

El Adwaithin (monismo, no-dualismo) cree en la afirmación "Yo Soy Brahman". ¿Cómo ha adquirido él esa convicción? ¿Por qué la expresa en esa forma? Pregúntenle y la respuesta será: "La voz popular lo dice, el gurú (maestro espiritual) lo enseñó así". Pero el aprender esto de estas fuentes no lo autoriza para hacer esa profunda declaración. Si una persona es un maestro de estas tres palabras: "Yo", "Soy" y "Brahman", ¿obtiene ella la unidad con Brahman? No. Una incesante lucha a través de incontables nacimientos y el fiel cumplimiento de los deberes asignados en las Escrituras, purifican la mente. En tal mente brotan las semillas de la devoción, y cuando estas son cultivadas con cuidado y conocimiento, se abren las flores, aparecen los frutos y madurando se llenan de dulzura y fragancia. Cuando la fruta es comida, el hombre se hace uno con el Supremo, la fuerza que penetra todas las cosas, todas las regiones, y que está eternamente presente, consciente y feliz.

Una persona puede enunciar la fórmula "Yo Soy Brahman", correctamente; puede conocer perfectamente su etimología; pero si ignora el "mundo", sin saber del "yo" y está en completa oscuridad respecto de "Brahman", ¿puede ella saborear la rara alegría de estar realizada en Dios? No es el dominio de las palabras ni su significado lo que cuenta; es la conciencia, la experiencia, estos son los fundamentos.