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Libros escritos por Sai Baba

22. Canalizar los pensamientos, reformar el carácter.

Muchas y variadas son las ideas que se forman en el corazón humano y que vagan sin ningún sentido preciso en todas direcciones. Algunas se apoyan entre sí, otras se destruyen mutuamente. No hay que dejarlas libres, tienen que ser canalizadas y disciplinadas a fin de servir a un propósito más alto; así podrán ustedes instalarse firmemente en Shanti. Es necesario tener la habilidad para canalizarlas, no para adquirir destreza en el uso de las cosas externas, sino que más bien depende del control de las facultades mentales, lo cual es esencial para el florecimiento del Alma. Para entender las facultades de su propia mente, es bueno aprender de los mayores con experiencia en la sublimación de los caprichos de la mente.

Mientras no fijen inteligentemente una dirección precisa para todos sus pensamientos y actividades, estarán construyendo castillos en el aire. Porque sus sentidos aún irán por caminos contradictorios y distraerán su atención a tal grado que no podrán decidir fácilmente sobre el ideal. Los sentidos les harán creer que sus caminos son mejores; pero ustedes siempre deben tratar de cambiar el curso de los sentidos y de la imaginación hacia temas o deseos que los conduzcan al ideal. No importa la dificultad ni la seriedad de la crisis; ésa es una característica de inteligencia verdadera. Ese es el sendero de la Paz.

Gracias a la naturaleza humana, todos poseen el discernimiento necesario para alcanzar el ideal; pero no se permitan el más mínimo descuido porque sólo les va a estorbar. La Paz basada en la Sabiduría sólo resulta de la experiencia; el fin y la consecuencia de todos sus actos debe ser la Sabiduría. El progreso del individuo consiste en la actividad hecha con discernimiento.

Por ejemplo, no obstante que por la Gracia de Dios una persona puede tener todos los medios modernos de transporte, automóviles, aviones, etc., tendrá que caminar para conservar la salud. Lo mismo sucede con cualquier persona, cualquiera sea la práctica espiritual que se imponga: tendrá que experimentar la actividad y aprender las consecuencias ella misma a fin de conservar su salud mental. De otra manera no se podrían curar las debilidades de la mente.

Para llegar a esto hay que convivir con hombres experimentados, que sean ejemplos básicos de una buena vida. Uno puede entender la realidad con su ayuda y experiencia. Sólo así podrá asentarse la Paz en la personalidad.

En este mundo, la sabiduría está envuelta por la ignorancia. Es inevitable: siempre que la lámpara brilla, hay una sombra detrás; si la llama de la ilusión está encendida, la sombra de la ignorancia es inevitable. Si la ignorancia que rodea al Alma se destruye con el conocimiento, todo se iluminará como el amanecer y Shanti será la consecuencia directa.

Hay que hacer un esfuerzo para que el conocimiento destierre a la ignorancia y crear las condiciones necesarias para ello; la mente está condicionada para lo bueno o lo malo que la rodea. De ahí que el hombre deba formar por sí mismo el ambiente que necesita. Los reformadores de hoy no intentan transformar las cualidades del hombre; se afanan en conseguir la igualdad sólo en términos de economía y vida material; pero esa igualdad sólo puede perdurar si las cualidades del carácter se basan en la ecuanimidad. Si no se desarrolla la virtud de la igualdad, aunque todo se dividiera y repartiera en partes iguales, ese sistema no perduraría. Así pues, se impone reformar el carácter mediante el Conocimiento del Alma, y esta reforma es la que dará el fruto de Shanti.

Por eso es necesario dirigir la cultura hacia ella; hasta donde sea obtenida, podrá ajustarse el nivel de la vida económica. Antes que nada, hay que educar al hombre en la técnica de la paz y la felicidad, pero como no dependen de lo externo del mundo visible y objetivo, no hay ningún beneficio en preocuparse por debatir sobre ellas. Busquen refugio en el Alma y en la contemplación de su naturaleza, es decir, el verdadero "yo". Todo este mundo objetivo sólo brilla a través de la gloria del Alma.

El cuerpo no merece ser identificado con lo inmortal: es la materia inerte, nada más. Ustedes no son la cosa nombrada con la palabra "yo", sino que son el Uno sin Segundo. El cuerpo está sujeto a cambios, es evanescente y tendiente a declinar. ¿Cómo lo podría ser el Alma? No, el Alma es única; no puede coexistir con otra entidad. La alegría, la igualdad y la ecuanimidad podrán establecerse en la Tierra cuando todos los aspirantes espirituales, todos los hombres, estén conscientes de esto.

Por consiguiente, reflexionen sobre la realidad haciendo a un lado lo visto y concentrándose en el que ve. Eso iluminará la verdad.