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Libros escritos por Sai Baba

19. Investigar, discriminar, desvincular

Es necesario para los aspirantes espirituales recorrer el camino de la autoindagación. Sólo así podrá nacer y crecer en ellos la convicción de que la naturaleza y todo el conocimiento que de ella deriva son irreales, por lo cual se les dará un valor relativo y no absoluto. Los conocimientos del mundo objetivo tienen que aprenderse y aplicarse en la vida diaria, como una especie de rutina; pero no deben confundirse con el Conocimiento Supremo, con la Verdad Eterna e Imperecedera. Si se comete ese error, sobrevendrá la inquietud, la mente agitada, y la agitación produce la preocupación y la ansiedad que destruyen la Paz.

Si aspiran a Shanti, la Paz, la ecuanimidad, lo principal es estar conscientes de lo temporal de la naturaleza y dedicarse a la contemplación ininterrumpida de Dios.

Por lo tanto, no adopten posiciones egoístas; trabajen en el cumplimiento de sus obligaciones y no se permitan sentir satisfacción por el triunfo ni decepción por la derrota; renuncien a todo lo que es dañino y después, por medio del discernimiento, hagan sonar el tambor de la victoria. Las grandes declaraciones como ésta revelan la verdad más alta y la gloria de Dios.

Si se comparan los dos caminos, el del Conocimiento y el de la Devoción, puede decirse que la Gracia de Dios se gana más fácilmente primero por medio de la devoción y luego por el conocimiento. En la práctica espiritual de la devoción hay necesidad de comprender plena y claramente la realidad y su significado interno. El mundo objetivo mismo es el argumento y la prueba, el esfuerzo y los medios. Para lograr el conocimiento, la indagación espiritual deberá fomentarse. Tal indagación les otorgará una paz inquebrantable; sólo ella puede revelarnos la Verdad tras el mundo objetivo. Cuando tienen una labor cuidadosa que hacer y a medida que trabajan van corrigiendo los errores, éstos no volverán a repetirse. En esta forma obtienen más éxito del que esperaban, ¿no es verdad? Lo único que se necesita es el deseo insaciable de alcanzar la victoria; él mismo los llevará a descubrir los medios para desarrollar la intensidad y el cuidado en el logro de los mismos y en la obtención del éxito. La voluntad fortalece al deseo y el esfuerzo a la voluntad.

Tomen el ejemplo de una persona ansiosa por ser más fuerte. Si el deseo es firme, pondrá en, práctica todos los medios para alcanzar su meta: ejercicios, dieta, disciplina, etcétera. Una vez que ejercitó su voluntad, sigue con la constancia y el esfuerzo. Hay muchos que arguyen que la ausencia de deseo y de voluntad es lo mejor, pero esto no es tan bueno como tener un deseo más anhelado que los demás o, mejor aún, un solo deseo con la exclusión de cualquier otro. Es más, es superior la persona que desarrolla constancia y esfuerzo en concretar un deseo, porque puede promover no sólo su propio bien sino también el del mundo. Entonces, que su voluntad, deseo y esfuerzo se dirijan a su propio bien. Que no los impulsen hacia los placeres mundanos, porque eso dañará y destruirá la Paz.