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Libros escritos por Sai Baba

12. Pasos espirituales hacia la paz

A la mente no hay que permitirle vagar a su capricho; debe ser controlada sin compasión. ¿Por qué? Si es posible, uno debe apuntar hacia su destrucción, es decir, hacer que la mente se mantenga alejada de los objetos sensoriales. Sólo después de haberlo logrado el hombre puede alcanzar su identidad real, o sea, el estado llamado Liberación. Entonces, todas las variedades de problemas, tormentos y dudas, llegarán a su fin y el hombre vencerá el dolor, la ilusión, la ansiedad; se establecerá en la sagrada calma de Shanti.

Primero deben renunciar a todos los impulsos turbios y cultivar solamente los puros. Después traten poco a poco de renunciar incluso a estos últimos y de dejar a la mente en blanco, apartada del mundo objetivo. Entonces la Paz alcanzada será refulgente, bienaventurada y asociada con la Sabiduría; ésta es sin lugar a dudas la experiencia del Dios Supremo.

El aspirante espiritual que quiere alcanzar esta Paz tiene que llevar una vida virtuosa, sobreponiéndose a todos los obstáculos iniciales. Shanti es una montaña de roca que puede soportar las avalanchas continuas de tentación del mal. Esta Prashanti (Paz Suprema) no necesita ser buscada en ninguna parte; emana de la propia conciencia interna misma, y es la base de la necesidad de liberación, la raíz más profunda de la meditación y un prerrequisito para el estado en el cual el hombre experimenta su total unión con Dios (nirvikalpa samadhi). Establecida en Shanti, la realidad puede ser conocida, experimentada, y los impulsos aquietados.

La Bienaventuranza de la realización del Ser, es proporcional a la declinación del sentimiento del yo y de la identificación con el cuerpo físico.

No ajusten su conducta de acuerdo con la opinión de los otros. En cambio, sigan con valentía, alegría y constancia los dulces y placenteros impulsos de su mente sátvica (pura), conciencia despierta y su propio ser interno. Asóciense con aquellos que están dotados de la verdad; aprovechen cada segundo de su vida en forma útil. Cuando sea posible hagan servicio a los demás; ocúpense de asistir al enfermo, pero cuando lo estén haciendo no tengan en cuenta cuál va a ser el resultado ni el acto del servicio en sí, tampoco a la persona a quien se le está proporcionando. El servicio se vuelve sagrado y puro si uno ignora tanto el bien como el mal repitiendo, en el silencio de su corazón, el mantra (fórmula mística) que más les agrada. No emprendan un trabajo o misión por la presión momentánea de un impulso; aunque parezca muy respetable, no deben dejarse arrastrar por él. En este sentido tienen que estar siempre alertas, firmes y fuertes.

Una actitud alegre ayuda a que la Paz se desarrolle; por lo tanto el aspirante espiritual debe cultivarla. La naturaleza del aspirante ha de estar libre de pompa y exhibicionismo; tiene que asimilar el secreto del carácter y la fortaleza de voluntad. Sólo podrá demostrar la verdad de la frase: "El hombre es de la naturaleza de Shanti" conduciéndose con inteligencia y cuidado. El tiempo, por ejemplo, es muy valioso y no debe ser desperdiciado en pláticas inútiles. Las conversaciones deben ser placenteras y dirigidas al punto de interés. Sólo entonces podrán ser corteses y simples y, consecuentemente, Shanti se volverá firme.

Si todo se dedica al Señor, no habrá lugar para la preocupación, el dolor, o aun para la felicidad; ya que de esta forma se deshacen del apego y su paz nunca será perturbada. Cuando ideas como "yo", "mío", "tú", "lo tuyo", etc., atrapan a la mente, Shanti sufre una recaída. El amor es esencial para cultivar la actitud de ofrecerlo todo a Dios y cuando se funde en uno mismo con la fe lo llamamos devoción. Cultivando la devoción todos los días obtendrán gozo en ello; además, poseyendo una mente llena de equilibrio, alcanzaremos una visión de ecuanimidad, la convicción de que todos son esencialmente lo mismo. La vida espiritual no es un asunto de charla sin sentido: es la vida real vivida en el Alma, es la experiencia de la Ananda pura ( felicidad suprema ) y no es más que otro nombre con que se designa a la vida plena.

Para una vida llena de Shanti es necesario cumplir las promesas sin olvidarlas, ser corteses, tener buena educación y ser imparciales en los acuerdos. Se debe estar sumergido en el océano de devoción tan inconmovible como los Himalayas. Por ello, exterminen del jardín de su corazón los arbustos espinosos de la codicia, la ira, los celos y el egoísmo; el malvado engendro del "yo" y "lo mío" arránquenlo de raíz tan pronto como vuelva a retoñar. Estas disciplinas son para obtener Shanti.

Primero tienen que convencerse de que ustedes son el Alma Universal e Inmortal; esta certeza hará más fácil todo el sendero espiritual. Si, en cambio, se apasionan por la ilusión de ser el cuerpo, los sentidos, o solamente el ser individual, cualquier práctica espiritual que realicen será una fruta verde podrida que no creció ni maduró en el dulce fruto de la Paz ni aún en el transcurso de muchas vidas. Para experimentar que son la encarnación de la Paz deben comenzar por tener fe en ello ustedes mismos. Renuncien a la teoría de que ustedes son el cuerpo o los sentidos y esto los conducirá a la renunciación de los impulsos e instintos; cuando éstos desaparecen, ustedes adquieren autodominio y obtienen Shanti.

Shanti también puede ser definida como el verdadero amor al Señor, a la verdad y a la virtud; es por esto que hace posible la realización del Señor, y de ahí que su única meta sea El, Dios. Adhiéranse firmemente al deseo de realizarlo en esta misma vida; manténganse inmunes a la lujuria y a la codicia, al placer y al dolor, a la alabanza y a la burla; a todos los pares de opuestos en general. Esta fortaleza es la que conduce a la Liberación.

Convénzanse de que el propósito del nacimiento humano es alcanzar al Señor por medio de la adoración; de que toda experiencia, conocimiento y acción tienen ese único fin. Lo que comemos y oímos debe serle dedicado, el nombre del Señor es como una montaña de azúcar; acérquense a ella, ténganle fe, pruébenla por todos lados y experimenten la Bienaventuranza; el mejor devoto es el que está permanentemente embebido en esta Ananda (Bienaventuranza).

Hay devotos que viven al lado de la montaña, disfrutando por cierto tiempo de la Bienaventuranza de tener siempre en la mente el Nombre del Señor; mientras que en otros momentos experimentan los objetos del mundo; estos devotos pertenecen a la clase media. Algunos, entre el resto, dedican una cuarta parte de su tiempo al Señor y las otras tres al mundo; ésta es la clase más baja de devotos. Además, hay otros que toman refugio al pie de la montaña (el Nombre del Señor) cuando les llegan calamidades, pero que se alejan de ella tan pronto termina la crisis. De las cuatro clases de devotos la mejor es la de quienes se adhieren firmemente al camino y disfrutan de la Bienaventuranza a lo largo de toda su vida. La Paz es la mejor compañía para seguir este sendero; con esta ayuda pueden hacer sagrada su propia vida y cumplir el propósito fijado para ella.

Sin embargo, tenemos que aclarar un punto con más cuidado. Cuando el cuerpo sufre de fiebre o cuando la mente está distraída en alguna cosa, no se percibe el sabor de lo que se come. De la misma manera, cuando se pronuncia el Nombre del Señor y el corazón está manchado por la ignorancia o si la mente está distraída, no se es consciente de la dulzura del Nombre Divino.

Tan pronto como se colocan un trocito de azúcar en la lengua, pueden saborear su dulzura; igualmente, tan pronto como el corazón tiene Devoción, Paz y Amor, surge Ananda.

Si, en cambio, los amargos defectos de la lujuria, la ira y la envidia crecen en el corazón, la cosecha será el miedo, la ansiedad y la pereza. Deben haber notado cómo la grulla camina silenciosamente y se para inmóvil en el agua para atrapar a un pez; si zambullera toda la cabeza o chapoteara torpemente, ¿podría atrapar al pez? De igual manera nunca se podrá alcanzar al Señor en forma de Verdad, Rectitud, Paz y Amor si el alboroto de la lujuria, la cólera y el egoísmo domina el corazón.

La Bienaventuranza que trasciende toda felicidad mundana se alcanza si se practica una simple disciplina espiritual, que puede ser el recordar constantemente el Nombre del Señor, y como consecuencia de ello se obtiene Shanti. Por medio de la repetición del Nombre del Señor se superan las tendencias perjudiciales de la naturaleza inferior del hombre. Sepan ustedes que el Absoluto Universal es la meta del hombre; así pues, controlen que la mente no se distraiga de este objetivo, que está en la esencia de todos los Sastras; o sea que en la práctica de tal disciplina se practican todos los Sastras.

Piensen que los kauravas disfrutaban de las buenas consecuencias de las acciones que habían hecho en otras vidas; pero mientras hacían esto, ejecutaban malas acciones. Por otro lado, los pandavas sufrían las consecuencias de las malas acciones hechas en vidas pasadas, mientras en ésta hacían buenas acciones. Esta es la diferencia entre los sabios y los ignorantes.

Así, cuando sufran calamidades, sepan que son una consecuencia de sus propias acciones en vidas anteriores, jamás culpen ni reclamen a Dios, no le tengan "rencor" ni presten atención al problema o tormento como tal, ocúpense en el servicio a los demás o en otras acciones meritorias; continúen confiando en el Nombre del Señor como un soporte: eso es actuar a la manera de los pandavas, es decir, de los sabios. Ahora bien, para fortalecer esta actitud, Shanti es de gran ayuda. Por otra parte, al complacerse en la felicidad nacida de las buenas consecuencias de las acciones no se sientan tentados a cometer malas acciones. Deberán esforzarse por efectuar aún más actos meritorios; sólo entonces podrán hacer su vida más pura y alcanzar la presencia divina: ésta es la lucha que corresponde al carácter más elevado. Establézcanse en la Paz a través de ese carácter y alcanzarán la Liberación; es éste el secreto de una vida plena, el deber de todo individuo.