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Libros escritos por Sai Baba

13. CAPÍTULO XIII. Visión defectuosa, engaño

Visión defectuosa. - Engaño. - Cuatro tipos de devotos y los tipos de entrenamiento que reciben. - La persona sabia experimenta: “Vasudeva es todo esto”.

El Universo mismo es una superestructura cuya base o causa es el Absoluto Universal (Paramatma), la Divinidad; aquél es lo aparente, éste último es la realidad. La gente ignora la causa y ansía lo "causado". ¡No se detiene a inquirir cómo puede existir lo "causado" sin causa! ¡Esto también es un ejemplo de lo que es una visión defectuosa! Una vez corregido el defecto visual, el autor de este Universo podrá ser reconocido.

Arjuna trajo después a colación este tema ante Krishna. Preguntó: "¿Qué cosa es exactamente la visión defectuosa? Por favor explícamelo en detalle, ¡oh Krishna!" También inquirió cómo se originaba y desarrollaba tal defecto. Ahora bien, Arjuna no es un individuo ordinario. No es de los que asienten a todo lo que se les dice. Es lo suficientemente atrevido como para interrumpir a Krishna a la mitad de una expresión, si es que siente surgir una duda en su mente. Tenia el valor y la firmeza necesarios. Persistió hasta que obtuvo de Krishna una respuesta que fuese verificable por la experiencia, que estuviese de acuerdo con la sabiduría alabada por los Sastras. De modo que el Señor le dio las respuestas de inmediato, ¡y con una sonrisa!

Para la pregunta sobre la visión defectuosa, Krishna tenia la respuesta. El dijo: "¡Escucha Arjuna! Entre Yo y este Universo se mueve la maya*, llamada ilusión. Es verdad que es tarea difícil para el hombre ver más allá de la maya, puesto que la maya también es Mía. Es de Mi misma sustancia; no puedes considerarla como separada de Mí. Es Mi creación y está bajo Mi control. En un instante, ¡puede dar vuelta al más fuerte de los hombres! Podrás preguntarte por qué es tan difícil de dominar. Por supuesto, eso no es fácil. Solamente aquellos enteramente apegados a Mí pueden conquistar a esa, Mi maya (*) Arjuna, no creas que maya significa alguna cosa horrible que haya descendido de alguna parte; es un atributo de la mente; te hace ignorar lo verdadero, al eterno Ser Supremo (Paramattna) y en su lugar te hace atribuirle valor a la variada multiplicidad de nombres y formas creados y plenos de atributos. También lleva al error de creer que el cuerpo es el ser, en vez del morador del cuerpo. La maya no es algo que haya sido y que desaparecerá; ni es algo que no era pero que después apareció y ahora es. Nunca fue, ni es, ni será.

"La maya es un nombre creado para un fenómeno que no existe. ¡Pero esta cosa inexistente surge a la vista! Es como el espejismo del desierto, una capa de agua que nunca fue ni es. Quien conoce la verdad no ve la capa de agua; sólo quienes ignoran las condiciones del desierto son atraídos por ella. Corren hacia ella y luego sufren pesar, postración y desesperación. Así como la oscuridad que priva en un cuarto oculta al cuarto mismo, como el musgo que crece en el agua impide que el agua se vea clara, como la catarata que crece en el ojo oculta la visión, así también la maya se une con aquello que le ayuda a crecer. Se sobrepone a los tres gunas y a los tres dioses. Es decir, todos aquellos que se identifican con lo limitado, lo nombrado, lo formado, lo individualizado, son afectados por ella. La identificación con el Principio (tattvabranthi), la destituye. Lo que la produce es la identificación con el individuo (jivabranthi), ocultando así al Principio (tattva), pero no ejerce dominio sobre quienes lo han conocido alguna vez.

"Arjuna, podrás preguntarme si esta maya que penetra y lastima el lugar mismo donde ella se origina, no me ha empañado a Mí, de quien nació. Es natural que surja esta duda. Pero es una duda sin fundamento. La maya es la causa de todo este Universo, pero no es la causa de Dios. Yo soy la autoridad que gobierna la maya. Este Universo que es producto de la maya se mueve y se comporta de acuerdo con Mi voluntad. Así pues, quien esté apegado a Mí y actúe de acuerdo con Mi voluntad, no podrá ser lastimado por la maya. La maya reconoce su autoridad también. Para vencer a la maya, el único método es adquirir el conocimiento de lo universal y redescubrir tu propia naturaleza, también universal. Pues tú atribuyes el límite de la vida a aquello que es eterno, y esto es lo que ocasiona la maya. El hambre y la sed son las características de la vida. La alegría y la tristeza, el impulso y la imaginación, el nacimiento y la muerte, todas son características del cuerpo. No son características átmicas.

"Creer que el ser universal que eres está limitado y sujeto a todas estas características no propias del Alma, eso es maya. Pero recuerda, la maya no se atreve a acercarse a quien se haya refugiado en Mí. Para aquellos que fijan su atención en la maya, ésta opera como un enorme obstáculo. Para quienes fijan su atención en Dios, ¡la maya se presentará como Madhava (el Señor, amo de maya)! El obstáculo de la maya puede salvarse, ya sea adoptando la actitud de unicidad con el Dios infinito, o bien la completa entrega a Dios. La primera se llama Yoga del Conocimiento (jñana yoga); la segunda, Yoga de la Devoción (bhakthi yoga).

"No todos los hombres reciben el impulso interno de conquistar a la maya entregándolo todo al Señor. Ello depende del merecimiento o del demérito acumulado durante muchos nacimientos. Aquellos que tienen sólo demérito en su haber se dedicarán. a perseguir los efímeros placeres de los sentidos. Como los pájaros y las bestias, se deleitan con el alimento y los juegos considerándolos el único propósito de la vida; no albergan ningún pensamiento para Dios; les desagrada la compañía de los virtuosos y de los buenos; se apartan de las buenas acciones; se convierten en proscriptos del reino de Dios.

"Por otra parte, aquellos que han ganado merecimientos se esfuerzan por crecer en virtud, en pensamientos elevados, en la contemplación de la Presencia Divina, y anhelan al Señor. Buscadores como éstos podrán sentirse atraídos hacia el Señor a causa del sufrimiento o la necesidad, o por la sed de conocimiento, o por el ansia de adquirir sabiduría Pero el hecho de que se vuelvan al Señor en busca de alivio comprueba que han avanzado hasta el sendero superior a través de muchos nacimientos."

El Gita no aprueba las acciones ejecutadas con la intención de beneficiarse con ellas o con su resultado, como principal motivo. Son solamente las acciones que se lleven a cabo sin que importe el beneficio que de ellas se derive, las que liberarán de la ilusión.

Ahora bien, podría surgir duda respecto al devoto afligido (artha bhaktha), o aquel que recurre al Señor para aliviar su sufrimiento. Puede surgir la duda sobre si a tal persona puede llamársele devota. No hay una sola persona en la Tierra que esté libre de alguna necesidad. Cada uno depende de alguien o de algo para satisfacer sus necesidades, ¿no es así? Ahora bien, el tener tales necesidades, necesidades relativas a objetos, es ya de por si erróneo; y el depender de un hombre semejante a uno mismo para satisfacerlas es un error mayor aún. El devoto afligido recurre, no al hombre, sino al Señor, en quien confía y a quien reverencia: sólo a El implora para que lo ayude a satisfacerlas. Aunque es erróneo crearse necesidades, él evita caer en un error más grave y aparta su fe de instrumentos inferiores. De manera que él es superior, ¿no es así? La superioridad de esta actitud puede verse cuando se sabe que no es lo necesario lo que es importante, sino a quién se le pide que lo provea. La meta es el Señor; El es el dador. Solamente Su Gracia puede conferir dones... si su fe es firme, puede estarse seguro de que el devoto afligido es en verdad digno.

Las primeras clases de devotos mencionadas en el Gita son: el afligido (artha), el buscador de bienes (artharthi) y el sincero aspirante (jijñasu); todos adoran al Señor en una forma implícita, como separado (paroksha). Buscan al Señor como el medio para realizar sus deseos o para alcanzar sus metas. Por supuesto, ellos siempre estarán prestos para la oración y para la adoración, y en todo momento estarán recordando al Señor.

El devoto de la cuarta clase mencionada en el Gita, el sabio (jñani), conocedor de Dios, tiene devoción centrada, mientras que los otros la tienen descentrada porque están apegados a los objetos o a las situaciones que desean, y en función de éstos se apegan también al Señor. Son devotos, no sólo del Señor, sino también del mundo objetivo. El sabio (jñani) no elevará sus ojos hacia ninguna otra cosa que no sea el Señor: Y aun si lo hace, él ve al Señor dondequiera que posa sus ojos. Esa es la razón por la cual el Señor declaró que el sabio (jñani) es el más querido por El. Por supuesto, todos son iguales ante el Señor; pero entre aquellos que han alcanzado Su presencia y están ahí presentes, el Amor (Prema) es explícito, inmediato, visible al ojo del Alma (prathyaksha), directamente cognoscible y experimentable. Por lo tanto, puede inferirse que el sabio (jñani) es el más cercano al Señor y, así, el más querido también.

Está en la naturaleza del fuego calentarte cuando tiritas de frío. Pero, ¿cómo podría calentarte si no te le acercaras y al contrario te mantuvieras alejado? Similarmente, aquellos que anhelan eliminar el frío que producen males mundanos tienen que buscar el fuego del Conocimiento que se obtiene por la Gracia de Dios, y procurar estar cerca de Dios.

Los aspirantes, en medio de sus esfuerzos, a veces imaginan que ¡Dios es menos glorioso de lo que realmente es! Creen que el Señor discrimina entre pecadores y santos, buenos y malos, sabios e ignorantes (jñanis y ajñanis). Estas son conclusiones erróneas. Dios no divide así a los hombres. Si lo hiciera, ningún pecador sobre la Tierra podría sobrevivir a Su ira ni por un minuto, y si todos viven en la Tierra es porque el Señor no hace distinciones. Esta verdad la conoce solamente el jñani, conocedor de Dios. Los demás no se dan cuenta de ello. Sufren bajo la falsa creencia de que el Señor está en algún lugar apartado lejos de ellos.

El jñani está libre de la ilusión; no está afectado por los gunas (cualidades humanas), rajas (dinamismo) y tamas (inercia), ni siquiera por el satva (pureza). El buscador del Conocimiento (jijñasu), sin embargo, es diferente. Dedica su tiempo a la contemplación continua de lo Divino, a obras piadosas y a pensamientos santos. Y los otros dos, el afligido (artha) y el buscador de cosas materiales (artharti), ambos acumulan experiencias que los eleven, reflexionan sobre lo real y lo irreal y se transforman en buscadores del Conocimiento (jijñasus). Más tarde se convierten en sabios (jñanis) y se salvan. La meta se alcanza así, de etapa en etapa. No puede alcanzarse de un salto.

Esto puede comprenderse mejor con un ejemplo: el Conocimiento (jñana) es como el "tren directo". Es decir, el pasajero no tiene que bajar de un tren y subir a otro para llegar a su destino. El buscador (jijñasu) ha subido al "vagón directo"; no tiene que bajar y subir a otro tren, el vagón será detenido y luego enganchado a otros trenes de la ruta; y finalmente llegará al lugar a donde quiere dirigirse. En cambio, el buscador de bienes materiales aborda el tren ordinario, y puesto que el vagón al que ha subido no es ni directo ni pertenece a un tren expreso, tendrá que bajarse en varios lugares del camino y esperar a que pase otro tren para así llegar a su destino, por etapas. Es una jornada larga y difícil. Pero a pesar de estas dificultades, él puede completarla, si persiste. El lugar de destino final es alcanzado por todos; sólo que el proceso y los pasos son diferentes. ¡Con razón el Señor más de una vez ha dicho que todas estas cuatro clases de devotos eran "Suyas"! ¿Por qué lo dijo así? Porque todos persiguen la misma elevada meta.

"Por tanto, anhela siempre lo vasto,, lo inconmensurable. No limites tus deseos a lo pequeño. Son tacaños los que sólo anhelan pequeñeces. Quienes anhelan al Señor son generosos, magnánimos", dijo Krishna.

La devoción del jñani es lo que se llama devoción directa (sahajabhakthi). La devoción de los otros puede llamarse devoción derivada (gunabhakthi), indirecta. El sabio (jñani) conoce al Señor como a su propia Alma; su devoción es de apego o afecto hacia el Señor, hacia lo Uno (anubhakthi). El afecto hacia lo venerable es devoción, dijo Krishna. El jñani se vuelve así como resultado de los merecimientos acumulados a través de muchas vidas. No es un estado que pueda lograrse al momento, ni puede obtenerse en las tiendas pagando un precio. No es una mercancía vendible. Es la culminación del esfuerzo espiritual practicado en muchas vidas. Es de desear que se gradúen muchos médicos bien preparados para curar a tanta gente enferma. Pero sólo podrán lograrlo después de muchos años de estudio y de experiencia; si personas incapaces empezaran a recetar y a operar en los hospitales, lo más probable es que matarían en vez de curar. Así también, alguien que hoy es un sabio puede hacer pensar en los años y años de práctica que lo llevaron a esa altura. La herencia de los impulsos espirituales de nacimientos anteriores también es una ayuda para su esfuerzo.

Hoy día todo tipo de gente se hace llamar jñani o sabio. No sabe, quizás, que un jñani está marcado con ciertas características. La señal que prueba su autenticidad es, desde luego, su declaración, basada en su propia experiencia, de que "Vasudeva lo es todo" (Vasudevasarvamidam). La firme asimilación de esta experiencia es la verdadera señal del jñani. Por Vasudeva aquí quiere indicarse a Aquel que ha hecho de todos los seres Su hogar, Su morada. Sólo quien percibe al Señor en todos los seres merece ser llamado jñani o sabio. En cambio, si otros se hacen llamar jñanis sólo lo serán de nombre. No tienen la experiencia genuina del conocimiento. ¿Qué cosa, exactamente, es ese conocimiento (jñana)? Es la posesión de aquello que hace posible tener el conocimiento de todo y que, por ende, permite prescindir del conocimiento de todo lo demás.

Esta es la altura que alcanza el sabio (jñani). Por otro lado, nadie puede sostener que es un jñani sólo por haber aprendido de memoria unos cuantos versos (slokas), por haber leído por encima unos cuantos libros, o por haber subido a los estrados con otros diez y haber dado conferencias durante horas con pleno orgullo de su erudición desenrollando frases tediosas (como un prestidigitador y su bola de hielo), con lo que antes había engullido. Hoy contamos con un crecido número de tales autotitulados sabios que andan por doquier. Su vestimenta es ocre, pero su corazón es como el de un ogro . Pues bien, ¿cómo pueden las piedras ordinarias brillar como gemas? No todas las piedras son preciosas. ¿Quién será el que considere una simple piedra como una gema? Sólo los tontos podrían engañarse así, si no conocen ni a la una ni a la otra.

Sri Krishna dio en el Gita el rey de los mantras, "Vasudevasarvam" sólo para contrarrestar la influencia de esos seudo jñanis cuyo surgimiento previó. Ese solo mantra es suficiente para salvar a toda la humanidad. Ese es Su don indirecto... considérenlo como tal y concéntrense en él y en su significado. Ese es el más alto bien; ésa es la meta más elevada. Las seis sílabas de que consta pueden por sí solas hacer que las vidas humanas valgan la pena. Muchos hay que, aunque totalmente carentes de la siempre presente experiencia interna de esas palabras, se han autotitulado: Gran Alma, Padre del Universo, El Bendito Señor, El Sabio Realizado, Sabio, El Bienaventurado (Mahatma, Jagadguru, Bhagavan, Paramahamsa, Jñani, Thyagi, Ananda), etc.; y que, aunque falsos, son aceptados por algunas personas como auténticos. Nadie les confirió esos títulos; fueron escogidos y adoptados por sus actuales poseedores y usados como plumaje para atraer la atención de la gente. No son genuinos y el encanto que producen se desvanece bien pronto. Su aspecto exterior es el del renunciante, pero el interior está demasiado lleno de deseos. Externamente, la forma es de Yoga, pero internamente sufren una enfermedad (yoga). Todos los nombres que adoptan hablan de Bienaventuranza, pero ellos sólo andan rondando por los callejones. Sus palabras son como la miel, pero sus actos son sensibleros y a veces ridículos. Un jefe de familia que esté sumergido en los deberes cotidianos que su estado de vida le impone es superior espiritualmente a esos especímenes disfrazados de renunciantes y de yoguis.

La razón principal de la declinación de la cultura de la India, de su antiguo modo de vivir y de su rectitud moral, es precisamente ésta: el mal perpetrado por tales impostores. La fe en Dios ha declinado por la misma razón. Aconsejan el renunciamiento pero anhelan el lujo; glorifican la moralidad y obran a través del odio. Esta conducta ataca la raíz misma del ascetismo e inevitablemente hace que se precipiten a la ruina. Donde las palabras y los actos no están coordinados, ahí no hay vestigio de verdad.

Sin embargo, los jefes de familia sí se aferran a la verdad con mayor o menor tenacidad. Hay muchos entre ellos que están desprovistos de odio, que son de corazón puro e inmaculado y que caminan por el sendero de la moral y la virtud. Pero vemos que los renunciantes y los yoguis que desfilan como tales están llenos de todos los tipos posibles de odios y de todas las manifestaciones del deseo. Caen en la trampa que éstos les preparan para atraparlos. El egoísmo, la envidia y el exhibicionismo... acaban con todos los esfuerzos del aspirante. Por tanto, los buscadores y los devotos deben estar siempre alertas; deben mantenerse apartados de todos estos rasgos indeseables y tratar de crecer en la contemplación de la gloria de Dios y en la práctica de la moral, esforzándose afanosamente por experimentar la auténtica Bienaventuranza, la que deberán compartir después con el mundo. Eso establecerá la paz y la prosperidad mundial.

Krishna se refería a esos sabios (jñanis) verdaderos cuando dijo que el mundo brillará esplendorosamente a través de los sabios (jñanis). Un hombre sin conocimiento es como un hogar sin luz.