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Libros escritos por Sai Baba

38. La serpiente Kaliya

LA SERPIENTE KALIYA

Suka dijo: "Escucha, oh rey, este maravilloso incidente: El Divino niño Gopala no era sino Dios que había tomado una forma humana como un mero juego. Nadie puede saber el significado de sus acciones. Nunca acostumbraba comunicarle a los demás el motivo de sus juegos o lilas, ni antes ni después; uno tenía solamente que observar y obedecer; nadie podía adivinar su naturaleza o sondear sus significados, no importe cuáles fueran sus aptitudes. Un día, cuando tenía cinco años reunió secretamente el ganado, sin que sus padres y hermanos lo supieran. Todos los días su hermano mayor solía cuando menos saberlo y también acompañarlo, pero ese día, ni aun El se dio cuenta de sus maniobras. Krishna reunió a sus amigos de las casas de las pastoras y se dirigió con el ganado hacia las riberas del río Yamuna. Los llevó a una profunda poza del río, la cual generalmente la gente evitaba".

"Esa poza tenía una siniestra historia. Ese tipo de pozas tenían por naturaleza agua turbia y estancada, sin embargo, la de esta poza era de color azul e hirviente; el agua burbujeaba emitiendo vapores que se elevaban por el aire. Como resultado había siempre una nube encima de ésta. Cualquiera que respirara la atmósfera contaminada por estos humos moría ante la consternación y asombro de todos. Los pájaros que volaban inocentemente sobre esa poza eran fatalmente envenenados, por lo que aleteaban violentamente en su desesperación y caían muertos hacia sus profundidades".

"Toda la gente de Gokula conocía muy bien esta mortal trampa. La gente evitaba cuidadosamente acercarse a ella, prevenían a sus niños en contra de ésta y evitaban cuidadosamente que su ganado pastara en algún lugar cercano. Por supuesto, sus compañeros protestaron desesperadamente y le suplicaron a Krishna que no se acercara a ese lugar. Le rogaron mucho y por largo tiempo, pero todo fue en vano. El les afirmó que tenía que ir justamente a esa poza, que ésa era su predeterminación en ese día. Los niños tiraban hacia atrás y hacían grandes esfuerzos para prevenir el inevitable 'desastre'. Se soltó de los niños y, quitándose sus ropas, les anunció que se deleitaría nadando dentro de esa poza venenosa.

Los niños no pudieron armarse de suficiente valor para prevenirlo en contra de los terrores de esa poza, El ignoró sus débiles protestas. Por su propia voluntad, aparentemente maligna, se subió a un árbol de la orilla y se zambulló en esa horrible poza, a un lado de la ribera. No salió a la superficie durante un largo tiempo; los pastorcitos, para quienes Krishna era el mismo aliento de sus vidas, estaban dominados por el miedo, se amontonaron alrededor de la poza y empezaron a llamarlo con una insoportable angustia, sollozando y derramando lágrimas en un intenso sufrimiento".

"Después de un rato, Gopala apareció sobre las aguas, agitando la poza con sus brazos mientras nadaba, como si un terremoto la estremeciera. Repentinamente vieron que una enorme serpiente lo perseguía, escupiendo veneno y arrojando fuego por sus centelleantes ojos, como un volcán. Los niños no podían ver esta escena tan terrible sin aullar en incontrolable angustia: '¡Krishna, regresa a la orilla, ven acá, ven a la playa!' Krishna nadaba como si no escuchara sus ruegos. Estaba feliz en la poza, deleitado con la emoción y excitación. Finalmente la serpiente tuvo éxito en la persecución de Krishna dentro de la poza a través de las enormes y turbulentas olas; se enroscó alrededor de su cuerpo, apretándolo más y más. Al ver esto, algunos niños corrieron tan rápido como pudieron hacia Gokula y les gritaron estas noticias a Nanda y Yashoda, el padre y la madre de Krishna, quienes lloraron a viva voz cuando les contaban lo ocurrido.

Inmediatamente, junto con todas las gopis y los gopas y la población completa de Gokula, corrieron en dirección a la poza envenenada, apurados por el miedo de que alguna terrible desgracia fuera a sucederle a Krishna. Balarama, su hermano mayor, también estaba entre ellos. El conocía la fuerza y habilidad de Krishna, así que calmó la ansiedad de sus padres y les aseguró que no podía sucederle ninguna calamidad a Krishna. Los consoló y les dio confianza en muchas formas. En poco tiempo, la orilla del río quedó repleta de gente. Por todos lados resonaba en cada garganta el grito de desesperación: '¡Krishna, Krishna!' Aterrados por la angustia, muchos se desmayaron cuando vieron a Krishna la serpiente. Oh, era de hecho una visión desgarradora!

Muchas gopis no podían soportar ver a Krishna atrapado en los anillos de ese monstruo poderoso, sumergido en las aguas rojo sangre en un momento, saliendo al siguiente, luchando valientemente con la serpiente que estaba emitiendo fogosas chispas de veneno. Yasoda y muchas gopis se desmayaron y cayeron en la arena. Las ayudaron a despertar. Cuando volvieron en sí lloraban conmovedoramente y llamaban por su nombre a su amado Krishna. 'Mi querido hijo, ¿dónde estuvo escondida esa horrible serpiente durante todo este tiempo? ¿Por qué tuvo que salir ahora?', se lamentaba Yashoda en su desesperación.

Algunos de sus compañeros sollozaban: '¿No puede la serpiente clavar sus colmillos sobre nosotros en lugar de herir a Krishna? ¿No puede soltar a Gopala?' Algunas pastoras y doncellas se prepararon para lanzarse a la poza, para que la serpiente las atacara y soltara a Krishna, y decían: 'Daremos nuestras vidas para que Krishna pueda salvarse'. Pero Balarama las detuvo en sus intentos y les aseguró que Krishna saldría ileso, pues ningún daño podía ocurrirle, y empezó a llamarlo para que regresara pronto, después de derrotar al monstruo".

`Muchas gopis oraban fervientemente por la victoria de Krishna, porque `la seguridad de Krishna es la seguridad de todos los mundos. Nuestro Krishna es el único soberano de todos los mundos. Por eso oramos para que Krishna se libere rápidamente del sofocante apretón de la serpiente'. Sus oraciones estaban dirigidas al propio Krishna, a quien deseaban salvar por medio de la oración. Ellas abrían los ojos mientras oraban para ver si El mismo se había librado ya. La gran muchedumbre que estaba sobre la orilla del río miraba atentamente, sin parpadear, esperando el instante en el cual Krishna pudiera librarse, lo cual podría suceder de un momento a otro. Estaban abrumados por el miedo y la ansiedad, por la esperanza y la fe.

En ese momento... ¡oh rey! ¿Cómo puedo contemplar y describirte esa escena?" Suka no pudo continuar, pues no pudo contener el torrente de Bienaventuranza (Ananda), sufrimiento, maravilla y adoración que surgió de su corazón. Estaba tan embargado por esto que se cubrió la cara con las manos en un esfuerzo por contener sus lágrimas.

Parikshit, al ver esto, exclamó: "¡Maestro, maestro! ¿Qué maravilla fue esa? ¿Qué sucedió después? ¿Qué desgracia sucedió que te afliges así? ¡Por favor, dímelo pronto!"

Suka recobró su compostura, secándose sus hilos de lágrimas con una punta de su túnica ocre, y dijo: "¡Maharaja! No sucedió ninguna calamidad, sino que sucedió esta maravilla: Krishna creció tan grande, tan alto y tan rápidamente, que en un instante la serpiente tuvo que soltar una tras otra sus espirales que lo envolvían. Cuando los gopas y las gopis vieron al pequeño niño crecer ante sus propios ojos, se petrificaron de asombro y alegría. Finalmente la serpiente tuvo que soltarlo. Estaba demasiado exhausta para hacerle ningún daño, pero aun así su furia no estaba dominada, por lo que vomitó veneno sobre las aguas y el aire. Levantaba sus cabezas a cada cierto tiempo y fijaba su mirada sobre Krishna, como si su deseo de terminar con El estuviera aún sin satisfacer".

"En ese instante, Krishna la agarró por la cola y la hizo girar a toda velocidad y golpeó la superficie del agua con su cuerpo. Esto obligó a la serpiente a doblar sus cabezas; sin embargo, con gran esfuerzo forcejeaba para mantenerlas erectas sobre las aguas. ¡Entonces Krishna saltó sobre ella y sosteniendo la cola en una mano decidió danzar sobre la hilera de sus cabezas! La serpiente no pudo soportar el peso del Señor, quien brincaba alegremente de cabeza en cabeza; sangraba profusamente por las narices y fauces; se quejaba lastimeramente a causa del dolor y la vergüenza. Apenas podía respirar y estaba a punto de fallecer.

Al ver esto, la gente que estaba reunida sobre la orilla gritaba con gozo y confianza: '¡Krishna! Ven ahora a la orilla. Tú nos has salvado de este monstruo. El peligro terminó. Has obtenido la victoria, nuestras oraciones han sido oídas. Hemos obtenido el fruto de nuestras buenas acciones'. Mientras los vaqueros alababan de esta manera el asombroso giro de los acontecimientos, salieron de las profundidades de la poza unas serpientes hembras que eran las consortes de ese monstruo, sollozando fuertemente con gran angustia y se postraron a los pies de Krishna suplicándole: `¡Señor! Tú has encarnado con el claro propósito de castigar a los malvados y viciosos, has pisoteado a este monstruo domando su orgullo, lo cual no sólo es correcto, sino también justo. Tú simplemente has realizado tu tarea y tu misión. Sin embargo, a pesar de lo cruel que haya sido nuestro esposo, nosotras estamos seguras que su naturaleza fue transformada cuando tus pies se posaron sobre sus cabezas. ¡Perdónalo, oh Señor! y regrésanos a nuestro señor con tus gratas bendiciones. Sálvalo y bendícelo para que ya no cause ningún daño más a algún ser viviente".

"El Señor accedió a sus ruegos, perdonó al monstruo Kaliya y lo soltó con la siguiente advertencia: `De aquí en adelante, no hagas ningún daño a nadie sin provocación, sé sátvico de naturaleza. Te bendigo para que nadie te dañe ni provoque tu venganza. Ahora llevas sobre tus cabezas las huellas de mis pies y debido a esto, aun tu enemigo natural, el águila Garuda, ya no te hará más daño; ve y vive en paz".