.



 

Libros escritos por Sai Baba

37. El destino de los demonios

EL DESTINO DE LOS DEMONIOS

¡Verdaderamente que el recordar las travesuras infantiles de Krishna y permitirle a otros escuchar el relato de esas pillerías eran tareas que le daban un gran deleite a Suka! Era por esto que tan pronto como se le pedía, él empezaba. "¡Oh rey! Ido existe un cauce superior para ti durante los días que te quedan de vida, que dedicarte a la contemplación de Dios. ¿No es así? Los hechos del Señor son gotas de néctar. Cada una de ellas es una fuente de Bienaventuranza. Dime cuáles deseas escuchar, yo te contaré la verdad y gloria de cada una de las que yo presencié".

En ese instante el rey Parikshit dijo: "Maestro, deseo escuchar acerca de la maravillosa forma en la cual Gopala se comportaba entre los niños vaqueros; eso me dará una alegría tal que podré librarme de las ataduras de la vida y la muerte".

En vista de esto Suka dijo: "Rey, Gopala despertaba temprano, durante las horas propicias a Dios (entre las 4 y 6 en la mañana), terminaba de lavarse rápidamente y se iba hacia el establo para seleccionar y separar las vacas y terneras que tenían que ser llevadas a los pastizales durante ese día y para darles agua. Amontonaba pasto ante los animales que tenían que quedarse en la villa para que pudieran comer hasta llenarse; aflojaba de los postes las cuerdas de las vacas que estaban atadas y las cuales deseaba llevar con. El y las conducía fuera del establo, hacia el frente de su casa; después, entraba a su casa y tomaba su paquete de arroz frío y yogurt con una pizca de pepinos en vinagre y le avisaba a su hermano mayor que era tiempo de empezar; éste, parándose en el camino, tocaba una caracola a fin de avisarles a sus amigos que estuvieran listos para unirse a ellos. Al escuchar el llamado los vaqueritos se movían rápidamente, terminaban sus obligaciones en casa a toda prisa, hacían sus bultos con los paquetes de comida para el mediodía y se apresuraban a llegar a la casa de Yashoda (la madre de Krishna), listos para la actividad para la cual los había llamado Krishna".

"Después los niños iniciaban su camino, tocando sus flautas, cantando melodiosas canciones. Algunos de ellos respondían con canciones a los kokils que cantaban en los árboles. Otros corrían tras las sombras de los pájaros que volaban arriba. Otros más se acostaban sobre los lomos de las vacas y cantaban alegremente sus canciones favoritas, mientras observaban ansiosamente dónde estaba Gopala y qué hacía. De este modo se desplazaban en la vegetación".

"Después Gopala colocaba su flauta firmemente en su cintura, deteniendo el paquete del almuerzo en la mano izquierda y, elevando su adorable voz, entonaba alguna cautivadora canción al tiempo que caminaba lentamente. Las vacas también caminaban al compás de la melodía, como si se deleitaran en llevar el ritmo con sus patas. También aguzaban sus orejas para oír la Divina melodía, levantaban sus cabezas en silenciosa admiración y adoración; finalmente llegaban a las orillas del estanque".

"Para estos momentos ya era hora de tomar el almuerzo. Se sentaban bajo los árboles y desataban los bultos de tela que contenían arroz mezclado con yogurt, crema y leche y algunos otros ingredientes de acuerdo al gusto y necesidades de cada uno. Los niños, antes de tomar el primer bocado, esperaban hasta que Gopala abría su paquete y empezaba a comer. Tan pronto como El tomaba un bocado completo, todos los niños empezaban a comer. ¡Algunas veces Gopala solía dar a sus compañeros un poco de comida de su paquete y recibir de cada uno de ellos un puñado de su propia ración! ¡El se dirigía a cada uno de ellos y les pedía compartir sus almuerzos! Los niños estaban renuentes y hasta temerosos de darle a Gopala un puñado de la comida que él les pedía de sus paquetes, porque había perdido su pureza ceremonial, ya que ellos había comido antes. Al ver esto Gopala les aseguraba que el Uno residía en cada uno de ellos, por lo cual no deberían sentir que estaban separados de El, y les preguntaba cómo podía surgir una impureza ceremonial si todos eran uno. Entonces él tomaba una porción y comía un pepino mordido que ellos habían puesto a un lado. ¿Cómo iba a desistir el Señor de comer las sobras de sus amigos pastores si cuando fue la encarnación de Rama él comió con gusto las migas del plato de Sabari? Todos ellos estaban íntimamente ligados a El".

"Un día estaban sentados sobre las rocas a la sombra de las colinas, habían comido sus almuerzos y lavaban sus manos cuando Gopala corrió hacia un grupo de vacas que pastaban en el campo abierto. Sus compañeros se preguntaron qué era lo que sucedía y notaron una enorme vaca muy hermosa entre la manada. Gopala se dirigió directamente hacia ese animal y tomándolo de las dos patas traseras, lo levantó, le dio varias vueltas por encima de su cabeza y lo estrelló pesadamente sobre una roca para aplastarla; sin embargo, ésta hizo un terrible ruido y se convirtió en un Rakshasa (ogro) que vomitaba sangre, y expiró. Los niños estaban asombrados de esto; después corrieron con gran prisa hacia Gopala y le pidieron que les dijera cuál era el misterio de esto. Gopala brillaba con una radiante sonrisa en sus labios y les dijo: 'Un perverso ogro asumió esta forma y vino acá mandado por Kamsa para matarme. Se mezcló entre nuestra manada de vacas y estaba actuando el papel en la obra que él había planeado, y por eso le di su merecido castigo'.

A1 oír esto los niños alabaron la clarividencia: '¡Gopala! Tú le diste lo que se merecía', y brincaron con gusto y regocijo alrededor de El. Después buscaron entre la manada alguna otra vaca o ternera extraña, sospechando que los ogros podían haber ido con ese disfraz.

También tenían miedo de que sus propias vacas pudieran ser dañadas o tragadas vivas por algún malvado ogro en alguna forma; así que examinaron cuidadosamente sus vacas para descubrir si había algún indicio de peligro, antes de que fuera muy tarde".

"Mientras tanto llegaron, al mediodía, a una colina muy rica en pastura. Condujeron a las vacas hacia la sombra de las rocas más altas para protegerlas del quemante sol; los niños también descansaron un rato acostándose sobre el pasto. Pronto llegó la tarde y cuando se aproximaba la puesta del sol, un niño se levantó y se aproximó al ganado para reunir a las vacas para el retorno a la villa; entonces vio a una gigantesca garza picando y engullendo a los animales completos hacia su cavernoso estómago y gritó: '¡Krishna, Gopala!' Al escuchar sus desesperados gritos de auxilio, Gopala llegó ahí en un instante, tomó por el pico a la garza (la cual El sabía que era un ogro disfrazado llamado Bakasura) y separando la parte superior e inferior, partió a la garza en dos. Las vacas que había en el interior quedaron libres".

"De esta forma, Gopala destruía a los mensajeros enviados por Kamsa, ¡cada día un nuevo milagro, una nueva maravilla! Los niños vaqueros empezaron a sentir esto como un juego supremo. Ya no se asombraban más, sus corazones se dieron cuenta profundamente de que sus poderes y habilidades eran sobrehumanos e incomprensibles. Por lo cual siempre estaban listos a cualquier hora para acompañarlo a cualquier lugar sin ningún miedo".

"Cuando el hermano de Bakasura escuchó que Gopala había matado a su hermano, quien había planeado acercarse a El y engullírselo completo, se puso tan furioso que juró venganza y fue a la selva en donde había pastizales y se convirtió en un pitón. Se puso en un sendero de la selva con su enorme boca abierta, esperando engullirse a todas las vacas con los vaqueros, así como a Balarama y Krishna. Toda su apariencia simulaba ser una gran caverna y, sin percatarse del hecho de que era una trampa, las vacas y vaqueritos entraron en ella. Gopala reconoció que era otro malévolo ogro y también entró en el cuerpo del pitón, solamente para abrirla desgarrándola y salvar así la vida de los que habían sido atrapados. Todos ellos perdieron el miedo y se desplazaban desde o hacia sus hogares sintiéndose seguros bajo la protección de Gopala".

"A partir de ese día, los vaqueritos no tenían la menor pizca de miedo, confiaban en que Gopala los resguardaría con toda seguridad de cualquier peligro, porque El era Omnipotente. Debido a esto no se preocupaban de nada en el camino, nunca se volvían a ver los lados del camino, sino que caminaban confiadamente en la dirección que Krishna tomaba".

"Las diversiones del niño Krishna eran a cada momento una maravilla, un milagro, un hecho asombroso, una heroica aventura. ¿Qué puedo decir acerca de ellos? ¿Pueden los mortales comunes realizar tales maravillas? Aquellos que no tienen fe, a pesar de haber visto esos sucesos, no son sino carga para la tierra, son frutos que no tienen sabor ni uso alguno".

Suka tenía la cara iluminada con una sonrisa interna y profunda cuando hablaba de esto; cuando fijaba sus ojos en un punto, éstos brillaban intensamente por largo tiempo como si tuvieran la visión del resplandeciente Uno.

Parikshit le preguntó: "Maestro, si aún los Danavas (monstruos subhumanos) desarrollan fe hacia Dios y lo adoran, ¿cómo es que los seres humanos se olvidan de El y se niegan a adorarlo? Le dan más crédito a sus oídos que oyen que a sus ojos que ven. Considero que esto es una consecuencia de algún gran pecado que han cometido, o quizá sea efecto de alguna maldición".

En ese instante Suka dijo: "Oh rey, tus palabras son ciertas. Individuos monstruosos como Kamsa, Jarasanda, Salya y Sisupala, vieron con sus propios ojos la evidencia de los poderes suprahumanos de Krishna, sin embargo, la apariencia de que era solamente un niño vaquero era tan poderosa y les resonaba tanto en sus oídos que ellos sólo estaban atentos al oráculo que escuchaban del cielo, en lugar de lo que veían con sus ojos. Como consecuencia de ello perdieron sus vidas ignominiosamente. Ignoraron los milagros, los hechos maravillosos, las asombrosas proezas que presenciaron, las continuas derrotas que infligió a sus enviados y abandonaron el deber hacia el Dios que estaba entre ellos. ¿Qué otra explicación podemos darle a todo esto? Excepto que ellos fueron malditos para comportarse así y que ese hechizo debió haber caído sobre ellos como resultado del pecado".

"Gopala es Lokapala, no un pequeño pastor (Go significa vaca; pala quiere decir aquel que nutre y protege. Loka significa mundo). La forma humana que El asumió era la de un niño vaquero y nada más. Pero realmente hablando, El es la Forma más auspiciosa que libera de la esclavitud la cual tiene en sus manos al poder, los medios de realización y la liberación de las ataduras".

Parikshit estaba sumamente encantado por las palabras del santo y dijo: "Mis abuelos tuvieron la singular buena fortuna de estar en la divina compañía de Gopala; ellos jugaron y hablaron con El, recibieron la bendición de su presencia y su compañía. Bueno, estoy listo para escuchar la descripción de cuando menos una fracción de su gloria y regocijarme en esa Bienaventuranza. Esto también es una gran buena fortuna. Esta oportunidad de escucharlas de un santo tan famoso como tú es también debido a las bendiciones de mis abuelos. ¿Puede ganarse una oportunidad así sin una especialísima buena suerte?" dijo Parikshit, con los ojos llenos de lágrimas que escurrían por sus mejillas.

Después exclamó: "Maestro, he oído que Gopala danzó sobre la serpiente Kaliya y humilló su orgullo. ¿Cuál es el significado interior de ese juego? ¿Qué grandiosa verdad yace detrás de ese milagro? ¿Por qué se le consideró como una asombrosa señal de su gloria? Por favor, dímelo y quita de mí la duda que me inquieta", le imploraba.