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Libros escritos por Sai Baba

35. El niño pastor

EL NIÑO PASTOR

"El Sabio Suka tenia interes en que el rey Parikshit viera los juegos divinos del Señor en su perspectiva correcta. Él dijo: "¡Maharaja, Parikshit! ¿Quién puede describir el supremo encanto de Krishna, cuya adorable imagen era la mismísima personificación de la dulzura? ¿Cómo podría alguien describirla con palabras? Tú deseas que te relate las historias de Krishna, pero éstas pertenecen a un reino que está más allá del alcance del vocabulario humano. Dios ha encarnado frecuentemente y durante cada advenimiento ha demostrado muchos milagros supraterrenales; sin embargo, en esta encarnación de Krishna el exhibió una atracción única. No tenía sino que sonreír una sola vez, mostrando su aperlada línea de dientes, para que todos aquellos que tenían el manantial del amor y el calor de la devoción en sus corazones y hasta los que habían logrado el control de los sentidos y habían vencido sus reacciones interiores sintieran la creciente emoción surgiendo de ellos, como un torrente de amorosa adoración. ¡Sólo le bastaba tocarlos suavemente con su tierna mano para que perdieran el conocimiento y se hundieran tanto en la Bienaventuranza, que a partir de ese momento vivían en armonía con él! En todas partes acostumbraba regocijarlos contándoles relatos humorísticos. ¡En esas ocasiones los escuchas sentían que había muy pocas gentes más afortunadas que ellos, muy pocas gentes superiores a ellos en el mundo entero!"

"Los gopas y las gopis, los hombres y las mujeres de Vraja, podían estar ocupados en sus labores diarias pero no hacían sino ver a Krishna una vez y por su adorable encanto quedaban pasmados, como clavados en el lugar, como estatuas esculpidas en piedra. Las mujeres de Vraja habían rendido sus mentes y su propio aliento a Krishna, a quien reconocían como el Amor y la compasión encarnados. Ningún erudito, por muy elevados que fueran sus logros, puede encontrar el lenguaje adecuado para describir su naturaleza y experiencias. De hecho el lenguaje es torpe, no puede sino fallar".

"La devoción y dedicación de los gopas y las gopis, llenas de sublimes emociones, no conocían límites. Aun el propio Udava exclamó al verlos: '¡Oh Dios! He desperdiciado todos estos años de mi vida, ¿no es cierto? Estando tanto tiempo ante la refrescante y reconfortante presencia de Krishna chandra, de hecho tan cerca de El, no he ganado el acceso a su amor y su gloria. Mi corazón aún no esta iluminado siquiera por una fracción de la devoción y el amor que estas gopis tienen por el Señor. Verdaderamente, si uno tiene que nacer de nuevo, ¡uno debe nacer como gopa o gopi! ¿Para qué nacer en otra forma y llevar una vida sin sentido, sin significado? Si no tengo la suerte de nacer como un gopa o una gopi, déjame convertirme en una verde enramada de flores o en una planta de jazmín en Brindavan; o, si ni siquiera merezco esa fortuna, cuando menos nacer como una brizna de pasto en los jardines frecuentados por las gopis, los gopas y Krishna'. Udava se lamentaba así, implorando con sincera angustia y un corazón lleno de ansiedad; de hecho se salvó a causa de esa misma angustia".

"La persona que afirma que esta relación entre Krishna y las gopis era vulgar y lujuriosa sólo revela que es fácilmente conducida a falsas conclusiones. Por lo tanto, estas afirmaciones no son dignas de atención.

Maharaja, nadie sino el corazón puro puede comprender los juegos de Krishna".

Parikshit estaba muy contento de oír esto y le preguntó al santo con una sonrisa en los labios: "Maestro, ¿cuándo se dirigió Udava a Brindavan? ¿Por qué fue él allá? ¿Qué razón lo impulsó a abandonar la presencia de Krishna e ir allá? Por favor, explícame este incidente".

Suka empezó la descripción tal como se lo pidió: "¡Oh rey! Udava no podía nunca estar lejos de Krishna, ni por un solo momento, nunca abandonaba su presencia, sino que el propio Krishna lo envió a Brindavan a fin de que les comunicara a las gopis su mensaje; por lo cual él no tuvo otra opción sino ir allá. La separación se volvió inevitable. Sin embargo, Krishna le dio un solo día para cumplir con su misión; le recomendó que no permaneciera ahí por más de un día. A pesar de esto, ese solo día de separación le pareció una era a Udava cuando se dirigía a Brindavan".

"Sin embargo, al llegar a Brindavan, Udava estaba triste de que las horas volaran tan de prisa y que tuviera que abandonar pronto ese lugar. '¡Oh Dios! ¡Tengo que alejarme de esta gente tan pronto! ¡Cuán feliz podría ser yo si pasara toda mi vida en su compañía! Desafortunadamente no he podido lograr ese mérito'. Estos eran los tristes pensamientos que preocupaban a Udava".

"¿Te das cuenta, maharaja, de que no hay realmente diferencia entre el Señor y el devoto? ¡Udava se sentía más angustiado cuando tuvo que abandonar la presencia de las gopis que cuando tuvo que abandonar la presencia del propio Krishna! Su Bienaventuranza era la misma en ambas partes. Realmente no hay distinción entre gopi y gopala, entre el devoto y Bhagavan. Los corazones de las gopis se habían transformado en altares en donde El se había instalado. Sus ansias interiores estaban saciadas al beber el néctar del dulce Krishna. Udava fue capaz de percatarse del sufrimiento de ellas ante la separación de Krishna, la sinceridad de su amoroso apego hacia El, su anhelo de oír algo acerca de El, su ansiedad acerca de El y su firmeza y obediencia para escuchar y obedecer su mensaje. Los gopas y las gopis no permitieron que su atención se distrajera por un solo instante de las historias de Krishna, de la descripción de los juegos de Krishna y de las narraciones de sus actividades y hazañas. ¡El esplendor de la dulzura de Krishna ejerció una influencia tan poderosa sobre Vraja que lo viviente parecía inerte y lo inerte parecía vivir! Udava vio con sus propios ojos las piedras de Govardanagiri deshacerse en lágrimas de gozo. Vio también a las gopis transformarse en figuras como hechas de piedra cuando sus corazones fueron colmados con el gozo Divino. Estas experiencias le parecieron maravillosas e iluminadoras".

Al describir estas características devocionales de las gopis, el santo Suka estaba tan abrumado por la alegría que las lágrimas caían de sus párpados y perdió la conciencia de todas las cosas que lo rodeaban y entraba en estado de Bienaventuranza tan frecuentemente que los ascetas y sabios que lo escuchaban y lo observaban estaban impregnados con el éxtasis y el incontrolable anhelo de visualizar a Krishna chandra, quien extasiaba tan profundamente a Suka.

Tiempo después, Suka abrió los ojos y exclamó: "Maharaja, ¡cuán afortunado fue este Udava! Al mismo tiempo que le mostraban los lugares en donde ellas jugaron con Krishna, las gopis lo condujeron al Govardanagiri también. Cuando Udava llegó al lugar y lo vio, su asombro se incrementó aun más, porque pudo ver sobre las rocas y en la tierra dura las huellas de los pies de Krishna, de las gopis y de los gopas tan claramente como cuando ellos caminaban en esa área largo tiempo atrás. Cuando se acercaron al Govardanagiri, las gopis sintieron el agobio de la separación de Krishna en una forma tan dolorosa que rompieron en sollozos. Ellas solamente estaban atentas a El, fundían sus pensamientos solamente en El. Cuando todas exclamaban al unísono '¡Krishna!', los árboles que se erguían por ahí se llenaron de una horrible angustia. Estos mecían sus ramas y empezaron a quejarse de tristeza. Udava observó con sus propios ojos cómo la separación de Krishna había afectado y afligido no solamente a las gopis y los gopas de Brindavan, sino también a sus colinas y árboles. Maharaja, ¿qué más puedo decirte? Udava presenció escenas que sobrepasan la razón, estaba abrumado de asombro y sentía también una gran humildad".

En ese momento, el rey estaba ansioso de saber más y le dijo: "Maestro, ¿cómo sucedió eso? Si no tienes objeción, por favor ilumíname acerca de esto también". Cuando él le imploró de este modo, Suka le respondió: "Rajá, la conciencia de las gopis se había convertido en una con la conciencia de Krishna, por lo que ellas no percibían nada, ninguna otra cosa más. Cada piedra, cada árbol que ellas veían lo veían como a Krishna, y ellas permanecían llamándolo: 'Krishna Krishna'. Eso hizo que las piedras y los árboles sintieran la agonía de la separación de Krishna y ellos también se ablandaron con el calor de ese sufrimiento a tal grado que caían lágrimas de las puntas de las hojas. Las piedras se conmovían con las lágrimas que ellas derramaron. ¡Ve cuán asombrosas tuvieron que haber sido estas escenas! De esta manera El comprobó que el axioma 'Todo está vivo' era cierto. Las piedras y los árboles de Brindavan le demostraron a Udava que no había nada que estuviera desprovisto de conciencia y vida".

"Aquellos que son incapaces de captar la gloria de las gopis, la devota que ablandaba las rocas y arrancaba sollozos de tristeza de los árboles, no tienen derecho a juzgar y pronunciar un veredicto. Si lo hicieran sólo revelarán que su inteligencia es más inerte que las rocas y piedras. Las mentes obtusas no podrán nunca comprender el esplendor de Krishna chandra, quien es el soberano del universo, quien cautiva al universo con su belleza y poder. Sólo la más clara y pura inteligencia puede comprender esto".

"En forma similar, esa tarde en Brindavan, Udava se dio cuenta de una peculiaridad novedosa. Al igual que los brahmines y los otros dos veces nacidos que se dedican a una ceremonia ritual de adoración al fuego durante la puesta del sol, las gopis encendían los hornos de sus casas trayendo brasas o llamas vivas desde las casas vecinas en cuencos de barro. Sin embargo, Udava se dio cuenta de que la primera casa en encender una lámpara y el horno era la casa de panda, el hogar donde Krishna creció y jugó; observó también que tan pronto brillaba la luz en la casa de panda, las gopis acudían a ese lugar, una tras otra, con las lámparas en sus manos, para prenderlas auspiciosamente ahí, y llevaban sus lámparas encendidas de esta manera hacia sus casas. Udava se sentaba en la escalinata del templo de la villa y observaba el movimiento de las lámparas".

"Una vez, una gopi estaba tomando demasiado tiempo en encender su lámpara en la casa de Krishna; las demás que estaban detrás empezaron a impacientarse, pues no habían tenido todavía la oportunidad de encender sus lámparas. Yashoda, que estaba en las habitaciones interiores, salió y al verla, gritó: '¡Oh, qué calamidad es ésta!', y trató de despertarla con palmadas en la espalda. Sin embargo, ella no abría sus ojos. Las gopis que estaban alrededor de ella la llevaron cuidadosamente lejos de la lámpara y la recostaron para que pudiera descansar por un momento. Sus dedos se habían quemado terriblemente. Con un gran esfuerzo se le hizo recobrar el conocimiento. Al interrogarla, ella les reveló que vio a Krishna en la llama de la lámpara y que estando en esa gloriosa experiencia no se dio cuenta de que sus dedos estaban quemándose en la llama y no sintió dolor alguno".

"Udava estaba pasmado por este suceso, el cual era otra fabulosa prueba de la devoción de las gopis".