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Libros escritos por Sai Baba

29. Comienza el diálogo

COMIENZA EL DIALOGO

Describiendo las etapas de la creación, el sabio Suka dijo, "Satarupa y Manú se aproximaron al Señor de la Creación y le preguntaron lo que debían realizar. Brahma le contestó con una sonrisa: `Sean compañeros uno del otro, tengan hijos y pueblen la tierra'. Provistos con la autoridad derivada de esta orden, ellos llenaron de gente a la tierra". Así le narraba Suka al rey.

En ese momento el rey preguntó: "¡Maestro! He aprendido por experiencia propia que el origen de todo sufrimiento en este mundo es la fascinación o el apego. No tengo deseos de oír nada acerca de estos asuntos; por favor, dime cómo vencer la fascinación, la ilusión y el apego. ¿Qué es exactamente lo que debe hacer un hombre en sus últimos días? ¿Qué nombre debe permanecer constantemente en su mente para que pueda evitar siempre esta rueda de nacimientos y muertes? Dímelo", le dijo el rey.

Suka estaba complacido por esta petición y le respondió: "¡Oh rey! Tú eres un Alma espiritual. Tú sirves a los sabios con devoción. Esta gran muchedumbre de monjes, ascetas y sabios es una prueba de actos meritorios, porque ellos no se congregan usualmente en ningún lugar". El rey lo interrumpió protestando: "¡No, no, señor mío! Yo soy un gran pecador, no tengo una pizca de progreso espiritual en mí. Si tuviera algún mérito, si hubiera servido a los ascetas en forma dedicada, no me hubiera convertido en el blanco de la maldición de su brahmín. La fortuna que ahora gozo, es decir, la compañía de estos grandes sabios y la oportunidad de adorar tus pies, es el resultado de los actos meritorios de mis abuelos. Yo sé muy bien que mis actividades no han contribuido en nada a ella. La gracia que Shyamasundara (Krishna) derramó sobre mis abuelos es la causa; si hubiera sido de otra forma, ¿podría una persona como yo, que está sumergido en el pozo del ciclo de nacimientos y muertes (samsara), inmerso en la vana persecución de los placeres sensuales, que no contempla ni por un momento la verdad, al eterno, al puro, esperar siquiera ver ante sí, en una forma concreta, su presencia, la cual siempre deambula en los silencios del bosque, desconocido para el hombre? Realmente éste es un golpe de inalcanzable buena fortuna. Todo esto debido a las bendiciones de mis abuelos y la gracia de Shyamasundara y no a ninguna otra cosa. Tú estás lleno de afecto hacia mí y por eso atribuyes esto a mis propios méritos. Estoy muy consciente de mis fallas.

Por favor, continúa vertiendo sobre mí el mismo afecto y ayúdame a decidir qué es lo que tiene que abandonar una persona cuya muerte es inminente, qué es lo que tiene que adoptar y practicar. Aconséjame acerca de esto y haz que mis días valgan la pena. Sólo tú puedes resolverme esto. Relátame el Bhagavata tal como me dijiste que lo harías. Me dijiste que era la base para el progreso y la Liberación, que destruye los pecados, que confiere la prosperidad. Déjame beber el sagrado néctar del nombre de Krishna y refresca este febril calor". De esta manera suplicaba el rey.

Suka le sonrió y le dijo: "El Bhagavata es tan digno de reverencia como los Vedas y muy digno de estudio y observancia. Al final de la era de Dwapara, en las montañas de Candamadana, en la ermita de mi padre Vyasa, escuché este sagrado texto. Yo te repetiré lo mismo a ti. Escucha". En ese momento el rey le preguntó con sus manos en actitud de plegaria: "¡Oh incomparable santo! Yo he escuchado que tú eres un asceta de profundo desapego, desde el mismo momento de tu nacimiento, aun sin los tradicionales rituales y ceremonias para purificar y clasificar el intelecto, tales como el primer baño luego de nacer, la ceremonia de poner el nombre y la conducción de un Maestro, tú obtuviste la plena conciencia de la realidad y desde entonces he sabido que te desplazas en la conciencia de esa verdad, lejos de los hombres, en los bosques. Es por esto que estoy sorprendido que tu corazón fuera atraído hacia este texto, el cual dices que está saturado de devoción. ¿Qué es lo que causa interés en ti en este camino? Te ruego que me describas estas razones".

Suka empezó a explicarle con un semblante de calma imperturbable: "Sí, yo estoy más allá de las prescripciones y prohibiciones, estoy en una fusión inquebrantable con el Dios carente de atributos, ésta es la verdad acerca de mí. A pesar de esto debo aclararte que existe una dulzura inexpresable en Dios que te atrae y te cautiva a través de sus actividades, juegos y atributos. Debo confesarte que yo también he escuchado las descripciones de la belleza y dulzura de Dios. Mi mente se deleitó en la lectura y audición de las glorias de Dios, manifestando sus divinas cualidades, a través de cada una de ellas. No pude permanecer tranquilo, lo alababa como un loco, embriagado por la bendición obtenida de escuchar y leer. Sus dulces aventuras y travesuras me embriagaron con infinita alegría. Hoy he venido a este lugar porque me di cuenta de que había surgido una oportunidad de relatarlas a un grupo de ávidos oyentes, personas que en todos los aspectos son merecedoras de escucharlas y entender su significado. Es por esto que les relataré ese sagrado Bhagavata y a través de ustedes a las personas que se han reunido aquí. Ustedes tienen la avidez y los logros necesarios para oírla, ustedes se han propuesto lograr la meta más grande para un hombre.

Aquellos que escuchen esta narración con atenta devoción, y no simplemente oigan, y reflexionen sobre su valor y significado y actúen de acuerdo con la luz que ésta proyecta en sus mentes, se fundirán en la Bienaventuranza, la cual es la encarnación del Señor Vasudeva. Sus corazones se llenarán con el dulce néctar de la personificación de encanto cautivador y experimentarán la Bienaventuranza de ser uno y único. La práctica espiritual más elevada es la recitación del hombre de Dios con la plena vigilancia del pensamiento, sentimiento y pronunciación y la entonación en viva voz de los cánticos de su gloria. No existe mejor ejercicio espiritual".

"¡Oh rey, no te pierdas en la ansiedad de que el tiempo es corto! No se necesita mucho tiempo para ganar la gracia de Dios. Los rayos de esa encarnación de la compasión pueden caer sobre ti tan rápido como un parpadeo. Yo haré posible que escuches durante estos siete días las historias de muchos que experimentaron la Bienaventuranza espiritual; de cómo Vasudeva los bendijo con progreso espiritual; cómo algunos cruzaron el océano del nacimiento y la muerte escuchando estas historias y cantando las glorias del Señor que se manifiesta en ellos. No desperdiciaremos un solo instante. Tú estás consciente de que sólo tienes siete días de vida. Por lo tanto, abandona todo sentimiento de mío y tuyo del cuerpo en que vives y del hogar en que habita el cuerpo. Sólo presta atención a la historia de Madava, el Señor del universo. Bebe las nectarinas narraciones de las encarnaciones del Señor". "Frecuentemente se oye decir que estas historias son narradas y escuchadas por multitudes de miles de gentes, pero el `conocimiento' (jñana) sólo puede ser adquirido a través de la plena fe en lo que se oye. Esa fe debe producir una mente limpia y un corazón puro.

¡Un detalle más, oh rey! Existen innumerables exponentes que van por ahí hablando de moral y asuntos espirituales con la base del simple estudio; ellos no tienen ni una pizca de experiencia de lo que predican, no tienen fe en la autenticidad de las diversas manifestaciones de gloria divina sobre la cual se explayan. Dichas exhortaciones son tan ineficaces como hacer las ofrendas de Ghi (mantequilla clarificada) sobre un montón de cenizas frías y no en las llamas. Esto no curará la mente de las fallas y errores".

"En tu caso no hay temor de esa inefectividad, tu corazón está inmerso en flujo ininterrumpido de Amor hacia Dios. Cualquiera que escuche esta narración y absorba el néctar de esta historia con el corazón emocionado por el anhelo Divino, una inquebrantable fe en Dios y un gozo constante, puede obtener la realización de su ser. Este se encuentra más allá del reino de la duda. ¡Oh rey! en esta ocasión, este texto y este oyente son realmente apropiados y excelentes". El santo Suka colocó su mano sobre la cabeza del rey como bendición, acarició sus espesos rizos de cabellos y le expresó:

"¡Ah, cuán afortunado eres!" El rey le suplicó muy humildemente: "Maestro, tú sabes muy bien que tengo muy poco tiempo", y permanecí¿) con sus manos en actitud de plegaria. "Dame la suprema guía para establecerme en ella durante todos estos siete días. Dame la sagrada fórmula para que pueda repetirla en el corto tiempo que me queda, mantenerla fresca en mi memoria y así salvarme".

El santo rió: "Parikshit, aquellos que se concentran en los placeres sensoriales pasan sus días preocupados en la ansiedad, e! dolor, el sufrimiento y las lágrimas a lo largo de un prolongado período de sus vidas. Ellos se reproducen como pájaros y bestias, comen buenos alimentos y los desechan como orina y heces. Esta es la vida sin rumbo que lleva la mayoría de la gente. ¿Se le puede llamar vida a este proceso de existencia? Existen enormes cantidades de seres vivientes sobre la tierra. Vivir no es suficiente; esto no tiene valor por sí solo o para sí solo. Lo que importa son los motivos y los sentimientos, los pensamientos, las actitudes que surgen día a día en la vida. Si una persona tiene cualidades Divinas que se manifiestan como pensamientos, sentimientos, etcétera, entonces está viva. Por el contrario, si una persona corrompe el sagrado vehículo de su cuerpo utilizándolo para propósitos egoístas, que proveen felicidad momentánea e ignorando a causa de esto a la omnisciente y omnipotente Providencia, debe ser condenada por la negación premeditada de su propia humanidad. Toma el caso de una persona que ha fijado su mente en los pies de loto del Señor (Hari). No importa si tiene una vida corta, durante ese período ella puede hacer su vida fructífera y auspiciosa. ¡Oh rey! Para eliminar tus dudas, te contaré la bella historia de un sabio rey. Escucha".

"En la dinastía solar hubo una vez un rey que era poderoso y heroico en el campo de batalla, prolífico en la caridad, recto en su carácter y justo en sus transacciones. Su nombre era Katvanga. No había quien lo igualara, nadie podía desafiarlo. En ese entonces los malvados Daityas y Danavas unieron sus fuerzas e iniciaron la guerra contra los Devas; los dioses temían ser vencidos, notaron su debilidad, por lo que descendieron a la tierra y buscaron la ayuda del rey Katvanga. El rey estaba siempre buscando la oportunidad de la aventura de la batalla, así que tomó su arco y sus flechas y guiando su carro de guerra se dirigió al escenario de la batalla. En ese lugar él estremeció los corazones de los Daityas y Davanas por el terror que les produjo su valor. Los enemigos huyeron despavoridos, incapaces de soportar la terrible masacre. Debido a que no es ético perseguir a un enemigo que huye, Katvanga desistió de efectuar más enfrentamientos".

"Los dioses estaban felices de haber obtenido la victoria gracias a la ayuda oportuna de Katvanga. Alababan su poder y su sentido de la rectitud: 'Oh rey! No hay nadie en la historia contemporánea que pueda compararse contigo. Tú nos brindaste el triunfo en esta mortal lucha contra las fuerzas del mal. Deseamos que, en pago, aceptes de nosotros cualquier ayuda que necesites y que nosotros podamos darte'. El rey les respondió: '¡Oh, dioses!, los sacrificios y las ofrendas que celebran los hombres son para complacerlos a ustedes, ¿no es cierto? Por lo que a mí respecta, esta batalla en la que tuve el privilegio de participar es un sacrificio. ¿Qué más necesito de ustedes, después de que han vertido esta gracia sobre mí? Esta es propiamente una gracia'. Al hacer esta declaración se postró a los pies de los dioses".

"Los dioses no estuvieron satisfechos con su respuesta y lo conminaron a pedir algo, una gracia de ellos. Aunque no tenía en mente pedir nada, fue inducido a pensar en algún deseo, pues sintió que no lo dejarían así. Finalmente dijo: 'Oh, ustedes dioses, revélenme cuántos años más viviré, solamente así podré decidir la gracia que les pediré'. Purandara (Indra), el monarca de los Devas, es omnisciente y, por lo tanto, sin demorar un instante le contestó: '¡Oh rey! Tu vida está muy cerca de su fin. Tú vivirás solo un período de algunos minutos más'. Al oír esto Katvanga les dijo: 'No tengo nada que pedir, no necesito nada. Siento que todos los placeres de este mundo y del otro son minucias que deben ser desechadas. No entraré de nuevo al flujo de placeres sensuales. Concédanme la gracia de alcanzar la sublime presencia del Señor, de cuyo seno no hay regreso, a quien se le dedica toda la vida'. ¡Después se sentó con los ojos cerrados repitiendo el Nombre de Dios y al final del breve período alcanzó los pies de loto de Hari!".

"Date cuenta cómo en pocos minutos él desechó de su mente todos los apegos a los objetos placenteros. De esta forma Katvanga fue capaz de llegar a los pies del Señor, donde el miedo no se atreve a aproximarse. Tú tienes siete días, mientras él sólo tuvo unos minutos. Por lo tanto, no tienes razón de estar ansioso. Durante estos días purifica tu conciencia interior a través de escuchar atentamente la mejor y más sagrada de las narraciones de las manifestaciones de Dios".

En este instante Parikshit derramó lágrimas de alegría al recordar la suprema bendición ganada por el gran devoto Katvanga y exclamó: "¡Maestro, instrúyeme en lo que debo hacer ahora, no tengo palabras para expresar mi anhelo. Mi corazón se desborda de Bienaventuranza!" Después se sentó petrificado y silencioso.

Suka le aconsejó: "Rey, provéete con la espada del desapego, corta en pedazos al ilusorio afecto por el cuerpo. Renuncia a `lo mío' que te hace atar a tus parientes y amigos. Siéntate firmemente en las arenas de este río sagrado". Entonces, cuando Suka estaba a punto de iniciar su narración, Parikshit parecía ansioso de hacerle alguna pregunta. Al notar esto, Suka dijo: "Pareces estar confundido a causa de algo, dime qué deseas saber y elimina esa duda de tu mente". Inmediatamente el rey respondió: "Maestro, tú eres en verdad un océano de compasión. Tus palabras traen un fresco alivio a mi ardiente corazón, al igual que una deliciosa comida a una persona hambrienta. Amado preceptor, tú me hablaste hace unos momentos de los inicios de la creación; no la entiendo claramente. ¿Por qué el Dios sin atributos, sin forma, inmanente, trascendente, asumió una Forma y atributos? Háblame de esto". El rey se sentó con una cara de expectación, todo atención y orando sinceramente, ávido de escuchar y aprender.