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Libros escritos por Sai Baba

12. Los albores de la Era de Kali

LOS ALBORES DE LA ERA DE KALI

Bhima said, "Cuando Krishna estaba en la corte de Dritarashtra, Duryodana, Dusasana y otros le preguntaron por qué tenía El que interceder en las disputas familiares de los Kauravas y Pandavas y favorecer a una parte más que a la otra, como si los Pandavas fueran más cercanos a El que los Kauravas. ¿Qué les contestó el Señor? Recuerden su respuesta ahora, visualicen en sus mentes aquella escena. Caminando de un lado a otro, como un león joven, dijo con voz rugiente: '¿Qué es lo que dicen ustedes? ¿Que si son los Kauravas tan cercanos a mí como lo son los Pandavas? ¡No! Ellos no podrán nunca estar al mismo nivel. Escuchen, les voy a decir el parentesco que me une a los Pandavas. En este cuerpo mío, Dharmaraja es como si fuera la cabeza, Arjuna los hombros y brazos, Bhima el tronco y Nakula y Sahadeva las piernas. Para un cuerpo constituido de esta forma, Krishna es el corazón. Los miembros actúan con la fuerza del corazón, sin él, ellos son algo inerte, sin vida'.

¿Qué significa esta declaración para nosotros? Quiere decir que nosotros, los Pandavas, caminaremos sin vida, puesto que el 'corazón' ha dejado de funcionar. Estamos destinados a encontrar la disolución. El Señor que es la encarnación del tiempo nos está empujando para que nos fundamos en El. Debemos estar listos para contestar a su llamado.

Esta es la prueba irrefutable de que la Era de Kali ha llegado. El día que Krishna abandonó este mundo las puertas de Dwapara se cerraron y los pórticos de Kali se abrieron. ¿O de qué otra manera podrían rondar por doquier estas malignas fuerzas y mentes malvadas sin control alguno? Arjuna nunca se olvidó de las fórmulas rituales para cada flecha que enviaba su arco ni aun en los momentos más violentos y encarnizados de la batalla; ¿cómo pudo entonces olvidarlas en la más terrible crisis del ataque de los bárbaros a los niños y mujeres? Verdaderamente que el espíritu de la Era de Kali ha causado esta terrible desgracia."

Nakula también se unió a esta afirmación y les dijo: "¡Hermanos! El cielo de Oriente indica que se aproxima el amanecer. Informemos a las reinas y a nuestra amada madre de estos sucesos; decidamos inmediatamente cuál será nuestro siguiente paso a seguir. El cuerpo no se desintegra inmediatamente después del último suspiro, ¿no es cierto? Si bien es cierto que la vida se fue en el momento en que Krishna partió, los miembros pueden estar calientes por un poco más de tiempo. Nosotros debemos alcanzar la presencia de Krishna ahora o mañana. No desperdiciemos tiempo en preocupaciones y angustias. Pensemos mejor cuál será el camino a seguir y preparémonos para el viaje". Todos estuvieron de acuerdo con la sugerencia, la cual estaba llena de sabio desapego.

Había un poco de preocupación acerca de cómo podrían afectar estas noticias a Draupadi, Subadra y a la anciana madre; sin embargo, ignoraron esa ansiedad y decidieron comunicarles lo sucedido. Porque cuando el Señor se ha ido, ¿por qué preocuparse por lo que pudiera pasarle a cualquier otra persona? Los hermanos decidieron que el mayor de ellos, Dharmaraja, debería ir con su madre, pues pensaban que esto era lo más adecuado.

La alegría consume el tiempo mucho más rápido que la pena. Cuando un hombre está alegre el tiempo pasa velozmente, cuando está apesadumbrado el tiempo se mueve lentamente. El dolor es pesado como una cordillera, es como el diluvio final. A pesar de que la capital de Dharmaraja era Indraprasta, el trono ancestral estaba todavía en Hastinapura, porque este lugar había perdido sus glorias, cuando la batalla del Mahabharata aniquiló a los príncipes de la línea real y a todos los descendientes de edad avanzada. Por esta razón Dharmaraja pasaba algunos meses en Indraprasta y el resto dei año en Hastinapura. Ignorando esto, Arjuna fue a Indraprasta y encontró que Dharmaraja no estaba ahí. Dejó en ese lugar a las pocas mujeres de Dwaraka que pudo salvar de las hordas bárbaras y fue a Hastinapura. Iba con él un solitario Yadava, (descendiente del clan Yadu en el cual nació Krishna), un nieto de Krishna llamado Vajra, el único sobreviviente entre la población masculina de Dwaraka. El pobre Vajra no podía mostrar su cara a los demás; estaba tan avergonzado de sí mismo por haber sobrevivido, se sentía tan miserable por la muerte del resto de sus compatriotas que se escondía en un cuarto oscuro y permanecía todo el tiempo silencioso, triste y solo.

Poco después del arribo de Arjuna, la reina madre Kunti Devi se enteró por su doncella de que éste había llegado y permaneció en vigilia la noche entera, esperando que Arjuna entrara a su recámara y le contara las noticias de Dwaraka. Ella dejó las lámparas prendidas, se negó a dormir, se levantó por la alegría de que Arjuna había llegado. Cada vez que oía el más ligero ruido de pasos, pronunciaba las palabras: "¡Oh hijo, estoy muy feliz de que hayas venido! ¿Qué noticias me tienes?" Al no recibir respuesta alguna, llamaba a su doncella por su nombre y exclamaba: "¿Qué significa todo esto? Me habías dicho que Arjuna había llegado de Dwaraka, ¿no es cierto? ¿Por qué no ha venido todavía? Debes estar equivocada, tal vez viste a alguien llegar y lo confundiste con Arjuna. Si hubiera llegado ya, con toda seguridad ya habría venido a verme inmediatamente". Así pasó Kunti la noche en vela entre la expectación y la decepción.

Llegó la mañana y todo el mundo estaba muy ocupado en sus propias tareas. Mientras tanto, la mente de Kunti había pasado a través de muchos cuestionamientos. ¿Cuál era la razón por la que Arjuna no había ido a verla? ¿Habría llegado realmente? ¿Habría sido detenido por algún problema político urgente que tuvo que discutir con sus hermanos durante las breves horas de la noche? ¿O estaría tan cansado por el viaje que decidió ver a su madre al día siguiente, en lugar de esa misma noche? ¿Habría surgido algún problema en Dwaraka, por lo que Krishna lo envió para que consultara a Dharmaraja urgentemente y le llevara sus opiniones y soluciones? ¿Se habrá olvidado de sus deberes para con su madre en la confusión de estos problemas? Finalmente se consoló diciéndose: "De seguro vendrá cuando amanezca".

Se levantó cuando la oscuridad todavía envolvía a la tierra; se bañó, se puso ropas nuevas y se preparó a recibir a su hijo. En esos instantes surgió otra duda que agitó su mente. Cada noche, todos sus hijos invariablemente venían a su presencia y uno tras otro se postraban a sus pies, pidiendo permiso para ir a dormir y buscando sus bendiciones. Y se preguntaba por qué ninguno de ellos había venido esa noche. Esto empeoró su ansiedad. Después envió a sus doncellas a los apartamientos de Draupadi y Subadra y se enteró que ninguno de los hermanos había compartido la cena siquiera. Kunti se hundió más profundamente en su ansiedad.

Cuando su mente estaba atormentada por esta angustia, una vieja sirvienta llegó y le informó que Dharmaraja se acercaba a sus habitaciones en compañía de Arjuna. Kunti se agitó por el temor de lo que pudieran decirle y por la alegría que ella esperaba tener al ver nuevamente a Arjuna después de una prolongada ausencia y la impaciencia por escuchar noticias de los Yadavas. Esto produjo una amalgama de expectación. Estaba temblando pues era incapaz de controlarse.

Dharmaraja entró, se postró a sus pies y permaneció en silencio. Arjuna no pudo ponerse de pie por un largo tiempo. Fue Kunti quien le dirigió palabras de consuelo. "¡Pobre muchacho! ¿Cómo hiciste para estar tan lejos de mí por tanto tiempo?" Ella lo acariciaba amorosamente; sin embargo, antes de expresar palabras de bendición o preguntas acerca de su bienestar y salud, le preguntó: "¡Arjuna! Escuché que llegaste anoche, ¿es cierto? ¿Por qué no viniste a verme durante la noche? ¿Cómo puede dormir una madre que sabe que su hijo ha regresado después de una larga ausencia, sin antes verlo? Bueno, estoy contenta de que por fin ahora, al amanecer, hayas venido. ¡Cuéntame las buenas nuevas! ¿Están bien tu suegro, tu suegra y tus abuelos? Mi hermano Vasudeva está muy viejo ya, ¿cómo está? ¿Camina aún, o está postrado en cama como yo? ¿Lo atienden enfermeras como a mí, dependiendo de los demás para todo?" Al hablar sostenía la mano de Arjuna y sus ojos estaban fijos en su cara. De improviso le preguntó: "¿Qué es esto que veo, hijo mío? ¿Por qué te has tornado tan sombrío? ¿Por qué están tus ojos tan rojos e hinchados?

¡Ya entiendo! Dwaraka está tan lejos; se nota en ti la huella del largo trayecto en la jungla, el polvo y el sol te han afectado, el agotamiento del viaje está marcado en tu rostro, descansa. Cuéntame lo que mi Shyamasundara (el bello Creador de piel oscura), mi Krishna, te ha encomendado que me digas. ¿Cuándo viene aquí de nuevo? ¿O no tiene deseos de verme? ¿Dijo algo? Por supuesto El es Vasudeva, El puede ver todo desde cualquier lugar en donde esté. ¿Cuándo lo veré de nuevo? ¿Estará todavía esta fruta madura en el árbol cuando El venga?"

Se hizo muchas preguntas y otras tantas veces ella misma se contestó. No dejó tiempo de que Arjuna ni Dharmaraja pudieran decir lo que querían. De los ojos de Arjuna fluyeron las lágrimas sin ninguna inhibición. Kunti observó este extraño fenómeno. Acercó más aun hacia ella a Arjuna y lo hizo poner su cabeza en su hombro. "¡Hijo! ¡Arjuna! ¿Qué ha sucedido? ¡Dime! Nunca había visto lágrimas en tus ojos. ¿Encontró Gopala alguna falta en mí?" Estaba atormentada por la angustia, sin embargo, hacía su mejor esfuerzo tratando de consolar a su hijo.

En ese preciso instante, Dharmaraja escondió su cara entre sus manos y con voz ronca dijo entre sollozos: °¡Madre! ¿Hablas todavía de Vasudeva? Hace diez días que nos abandonó. Se fue a su propia morada. Todos los Yadavas han muerto". Cuándo todavía él hablaba de esta forma, Kunti abrió mucho sus ojos preguntando: "¿Qué? Mi Gopala... mi Nandananda (nombre afectuoso de Krishna)... el tesoro de mi corazón... ¿ha enviudado a la tierra? ¡Oh, Krishna, Krishna!" Y como si lo buscara a El, en ese preciso instante, ella murió.