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Libros escritos por Sai Baba

1. El Bhagavata

EL BHAGAVATA :

El nombre de Bhagavata se puede aplicar a cada uno de los cúmulos de experiencias adquiridos por aquellos que han tenido contacto con Dios y con lo divino (Bhagavan y Bhakta). Dios asume muchas formas y actúa en muchos papeles. El nombre Bhagavata también se aplica a las narraciones de las experiencias de los seres que han realizado a Dios en alguna de sus formas y de aquellos que han sido bendecidos por su gracia y escogidos como sus instrumentos.

Esta gran obra es reconocida con este nombre y honrada por todos los maestros de los Vedas. Es una panacea que cura todos los males físicos, mentales y espirituales. El Bhagavata está saturado con la dulzura del néctar y brilla con el esplendor de Dios.

El hecho básico, que señala al Bhagavata como auténtico, es el principio del avatar o el descenso Divino sobre la tierra; la encarnación de "Lo sin Forma" en una Forma, con la finalidad de lograr la elevación de los seres humanos. También se denomina bhagavatas a los devotos apegados a Dios. Es por esto que el Bhagavata es el libro más apreciado para ellos, es el aliento mismo de sus vidas. Vivir en medio de tales devotos equivale a fomentar la devoción de uno mismo. Si no poseen un gusto por los pensamientos Divinos, no podrán derivar alegría de este libro. Para crear este gusto, el Bhagavata relata historias relacionadas con las encarnaciones Divinas a los buscadores más ávidos; entonces se desarrolla en ellos el anhelo de experimentar el gozo de lo Divino, a través de todos los niveles de conciencia. Aquel que tiene un anhelo intenso puede ser un verdadero Bhagavata.

Mucha gente cree que las encarnaciones Divinas se producen solamente por dos razones: para el castigo de los malvados y para la protección de los devotos, lo cual representa solamente un aspecto de su tarea. La tercera razón es la de otorgar paz y alegría, la esencia de la realización, a los buscadores que se han esforzado durante mucho tiempo.

El Avatar o la Forma encarnada es solamente la concreción del anhelo de los buscadores, es la dulzura materializada de la devoción de los aspirantes de lo Divino. La Divinidad sin Forma asume un cuerpo para el bien de los aspirantes y buscadores.

Ellos son la causa primordial. La vaca da leche para nutrir a su ternero que es el principal beneficiario; pero, como podemos ver, también otros se ven beneficiados por esta leche. De igual manera, aunque la razón básica del advenimiento Divino son los devotos y el propósito principal el sustento y alegría de ellos, también se tienen beneficios paralelos tales como el fomento del Dharma (la Rectitud) la supresión de la maldad y la victoria sobre los malvados.

No existe ninguna regla rígida acerca de que las encarnaciones Divinas deben ocurrir sólo en la tierra o en una forma humana. Cualquier lugar del universo y cualquier forma pueden ser escogidas por El plenamente libre. Cualquiera que sea el lugar, cualquiera que sea la forma que pueda promover el propósito de realizar el anhelo del devoto, ese lugar y esa forma serán escogidos por la voluntad de Dios. Dios está más allá de los límites de tiempo y espacio. El está más allá de todas las características y cualidades; ninguna lista de ellas puede describirlo plenamente. Para El todos los seres son iguales. La diferencia entre hombre, bestia, pájaro, gusano, insecto y aun dioses, es sólo una diferencia de "envolturas" (upadi).

Es como la corriente eléctrica que fluye a través de varios aparatos y se manifiesta en muchas y diversas actividades o efectos. No existe distinción en la corriente, es siempre la misma; decir que es diferente en un caso o en otro, sólo revela ignorancia. De igual manera. el Dios único activa cada una de las envolturas (upadi) y da lugar a una gran variedad de manifestaciones. Los sabios sólo ven la corriente uniforme; los ignorantes sienten que todas estas manifestaciones son diferentes. Dios aprecia la conciencia de la unidad como la causa primordial de los actos. El no aprecia la actividad como única, sin variedad; ésta se adapta a las diferentes necesidades. Los frutos del karma o la actividad son apetecidos sólo por aquellos que se identifican con sus cuerpos y no por los que saben que son la imperecedera Alma.

Por otro lado, deben saber que no existe fin en las encarnaciones en las que Dios ha decidido descender. El ha venido en innumerables ocasiones; a veces viene sólo con una parte de su gloria, algunas otras en su forma plena de esplendor, otras veces para algún propósito definido, a veces para transformar una era completa, un continente o el universo.

Esta es la historia de la última de ellas, la que describe el Bhagavata y que tiene como tema principal el drama actuado por el avatar y los devotos atraídos hacia él. Escucharlo promueve la realización de Dios. Muchos santos y ascetas han atestiguado su valor y lo alaban, lo cual ha ayudado a su preservación para la posteridad.

Se dice que, en general, el hombre es atraído por los objetos de los sentidos debido a que es víctima de los instintos. Los instintos buscan los objetos sensuales, ellos nacen junto con el cuerpo y no requieren de ningún entrenamiento. El recién nacido busca la leche del pecho de su madre. La ternera recién nacida encuentra la ubre. No se necesita adiestramiento para esto. Sin embargo, para que un bebé pueda caminar y hablar es necesario algún entrenamiento. La razón es que estas manifestaciones no son automáticas sino que son producidas socialmente a través del ejemplo e imitación.

La práctica es esencial aun para conseguir en forma adecuada los placeres de los sentidos, pues la búsqueda sin límite y sin disciplina de dichos placeres produce ira, odio, envidia, maldad y orgullo. Es esencial apagar los sentidos en una forma saludable y mantenerlos bajo control a través de buenas disciplinas como repetición del Nombre (japa), meditación (dhyana), ayunos (upavasa), rituales de adoración al amanecer y al atardecer; sin embargo, a pesar de que se elogie su valor y se recomiende su práctica, la gente no desarrolla un gusto por ellos. Esto se debe a que el deseo por los placeres sensuales se ha arraigado profundamente en el corazón de los hombres. Cuando se le propone a alguien que haga obras espiritualmente benéficas, de hecho no tiene ningún deseo interior de hacerlas. Pero no se debe caer en la desesperación. Las disciplinas deben ser seguidas estrictamente hasta que esta semilla brote. Este gusto es el resultado del entrenamiento, nadie lo tiene desde el principio. La práctica constante creará el agrado.

El recién nacido no conoce el sabor de la leche, pero al tomarla diariamente desarrolla tal gusto por ella que cuando se le quita para sustituirla por arroz, el infante protestará; sin embargo, la madre no se desesperará, tratará de persuadir al niño para que tome pequeñas cantidades de arroz cocido diariamente y a través de este proceso el niño gustará del arroz y dejará la leche. La leche fue en un principio su alimento natural; a través de la costumbre el arroz se convierte en su alimentación normal, de tal forma que si por un solo día no tiene arroz, se sentirá mal.

De igual manera a pesar de que los placeres sensuales son "naturales" al principio, a través de la práctica y el entrenamiento y escuchando las recomendaciones de los sabios, lentamente se obtendrá el placer más grande y perdurable que se deriva de oír las narraciones de las glorias del Señor. A partir de ese momento uno no puede existir sin esa atmósfera ni siquiera por un solo instante; uno siente que no existe nada más dulce que la experiencia de oír los relatos del esplendor del Señor. La compañía de la gente mundana que charla acerca de los placeres sensuales ya no será atractiva; la compañía de los que alaban al Señor será la que atraiga y cautive.

Esta es la genuina marca de lo bueno. Los aspirantes devotos del Señor tienen que ser reconocidos por estos indicios y no por la apariencia externa. Cuando alguien se mezcla con gente que se deleita en pláticas y prácticas sensuales, entonces se coloca fuera del buen camino por sí mismo. Pasen su tiempo en actividades nobles y en compañía de gente buena. Eviten mezclarse con gente atea; no observen sus actividades ni escuchen sus charlas; sólo aquellos que evitan este tipo de gente pueden ser llamados bhagavatas o propiedad de Dios.

Las lecturas de las glorias de Krishna son una gran fuente de inspiración y de alegría, más si se disfrutan en algún lugar bendito como un templo, un oratorio, o en la ermita de un santo o asceta. Estas lecturas hacen que cualquier persona se olvide de todas las demás cosas. Otro método es acercarse a algún hombre piadoso y después de servirle, ponerse a escuchar sus narraciones acerca de la gloria de Dios. El gusto por tal clase de literatura es el resultado de méritos y esfuerzos acumulados. En ese mérito el que realmente recompensa con una compañía de esa clase. Al principio es suficiente con escuchar; más tarde las historias harán surgir el interés en la naturaleza y características de Dios y el aspirante buscará y encontrará el sendero de la realización por sí mismo.

Escuchar las narraciones de los sabios es mucho mejor que leer uno mismo, o en su defecto es mejor estar viendo el texto mientras se escucha. Es preferible también oírlas en compañía de otras personas que estando solo, y por supuesto es excelente escucharlas junto con un cierto número de ávidos aspirantes. Si la persona que narra ha tenido la felicidad de una experiencia genuina, entonces la suerte del que oye es inmensa, porque esto es lo que produce los mejores resultados. La faz del narrador brillará de regocijo y de sus ojos brotarán lágrimas de alegría con la sola mención de la gloria de Dios; aquellos que lo escuchen se contagiarán de su inspiración y experimentarán la alegría dentro de sí mismos. En un grupo que solloza, cualquiera que esté en medio verá brotar lágrimas en sus ojos. Cuando un niño sonríe, todos los que están a su alrededor también sonreirán con él. De igual forma, las palabras saturadas con la devoción de Dios impregnarán los corazones de aquellos que escuchan. Es imposible medir los beneficios que uno puede obtener cuando se está en compañía de los grandes hombres.

A través del proceso de escuchar, un corazón impuro se verá transformado en un corazón limpio e iluminado que brillará con luz propia. El mejor desinfectante para los fétidos olores de las inclinaciones sensoriales es la atención entusiasta en las glorias del Señor, la cual por sí misma está llena de dulce fragancia. El escuchar limpiará el corazón, ya que esto proporciona inclinación por las buenas obras.

Un corazón lleno de pureza es el altar más apropiado. El Señor mismo habitará en tan fragante nicho, y en ese mismo instante algo sucederá: el grupo de los seis vicios que infestaban el corazón huirá sin siquiera decir adiós.

¡Cuando los vicios se alejan, las malvadas bandas de malas tendencias y actividades viles que convivían con ellas romperán filas y desaparecerán sin dejar el menor rastro! En ese momento el hombre brillará en su esplendor original de Verdad y Amor (Sathya y Prema). El se esforzará sin ningún obstáculo para llegar ala autorrealización y finalmente tendrá éxito al fundirse con lo universal y eterno. Se librará por sí mismo de los enredos de la ignorancia o maya. Su mente se disipará; el secreto tan largamente escondido le será revelado y descubrirá su Divinidad.

La naturaleza del hombre es Amor (Prema). No puede sobrevivir un solo momento cuando se le priva del amor, pues éste es el propio aliento de su vida. Cuando los seis vicios a los cuales ha estado tan apegado por tanto tiempo desaparecen, sólo queda el amor como único ocupante; sin embargo, el amor necesita de un objeto, de un amado, nó puede existir solo. Si este amor es dirigido hacia el Divino niño de tez azul oscura, qüe es la pureza personificada, la encarnación del servicio, del sacrificio, del desapego, entonces él será quien se aloje en el altar de tal pureza y no habrá lugar para que ningún otro apego crezca. De esta forma, paso a paso, este amor por Dios se vuelve más profundo, más puro, más desinteresado, hasta que al final no hay necesidad de más consideraciones y el individuo se funde con lo universal.

Cuando Vaasudeva entra en el corazón del hombre, vasudeva no tiene lugar ahí. En otras palabras, cuando el dios de la riqueza (vasu deva) está sentado en el corazón, el Divino Vaasudeva o Krishna no puede habitar en él.

Cualquier intento de alojar a ambos en el corazón está destinado a fallar; la oscuridad y la luz no pueden existir en el mismo lugar ni al mismo tiempo. Riquezas y Dios no pueden ser ideales paralelos; cuando se busca Dhanam (riquezas), no se puede obtener Daivam (Dios). Si alguien intenta adquirir ambos no obtendrá ni Dhanam ni Daivam, sino Dayam (el diablo).

Es notable y digno de elogios cuando un hombre se comporta como todo un hombre, como el Dios que realmente es; pero es verdaderamente deplorable cuando actúa como una bestia o un demonio. El hombre fue por mucho tiempo un mineral, nació como mineral y murió como tal, después evolucionó como árbol y durante largo tiempo nació como árbol y murió como árbol; pero en el proceso evolucionó y nació como animal y posteriormente se elevó al nivel humano. Este ascenso de una etapa a otra ha sido reconocido por la ciencia y la experiencia espiritual, ¡y ahora él nace como hombre y muere como hombre! Sería una gran vergüenza si descendiera al nivel de bestia o de ogro. Solamente si se eleva hasta el estado Divino tendrá derecho a la alabanza. Esta es la verdadera misión de su destino.

Por estas razones es que deben evitar el contacto con los vicios. Desarrollen apego a las virtudes, transmuten su corazón en el altar de Dios, destruyan todos los brotes y gérmenes de deseos; entonces el lago de la conciencia interior se sublimará en el océano puro de leche en donde el Señor se reclina sobre su trono de serpientes. Su ser real se deleitará como el Hamsa (cisne celestial) en las plácidas aguas de ese lago y transformado así descubrirán el deleite eterno.

¿Quién puede marcar el comienzo de las continuas olas del océano? Esto es una tarea imposible. Si alguien decidiera hacerlo, la ola con la que comienza su cuenta será considerada como el inicio y la ola con la que termina sus cálculos sería la última, el final. Existe un inicio y un final para su cuenta, sin embargo, no hay principio ni fin para este proceso. En un firmamento que no tiene límites nadie puede ni siquiera visualizarlo. Este océano ilimitado es la gloria del Señor. Cuando alguien empieza a describirlo, El empieza para él en ese momento; al terminar su descripción es el final de El en cuanto a él concierne. Pero su gloria está más allá del espacio y del tiempo. Sólo las mentes pequeñas o limitadas discutirán que la gloria del Señor tiene un principio y un fin. El escenario en el cual él juega (su lila) no tiene límites.

La historia de su lila es todo néctar; no tiene ningún otro componente, ningún otro sabor, ningún otro contenido. Cada uno puede beber su ración en cualquier parte de ese océano de néctar. Esa misma dulzura existe en cualquier lugar y en cada partícula. No hay nada inferior que contamine su dulzura.

El Amor de Dios y el Amor por Dios son ambos dulces y puros, cualquiera que sea la forma de obtenerlos o aceptarlos. Dicho Amor es Divino e inspirador. El azúcar es dulce, no importa si se come de día o de noche; pues es de día o de noche para el que la come y no para el azúcar. El azúcar se comporta siempre en la misma forma.