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Discursos dados por Sai Baba

04. 18/05/02 Ramayana - ideal para las familias

18 de Mayo de 2002

Sai Kulwant Hall – Prasanthi Nilayam

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"El que tiene ego no es amado por nadie;

El que tiene ira cesa de discriminar;

El que tiene excesivos deseos no puede controlar su mente;

El que tiene codicia no puede probar la felicidad."

¡Encarnaciones del Amor!

Mientras el hombre tenga ego, nadie lo amará. Hasta su propia esposa e hijos lo evitarán. Cuando la ira surge en el hombre él deja de ser feliz. Los excesivos deseos le hacen perder el control sobre su mente. El día que el hombre se distancie de la codicia podrá disfrutar de la felicidad.

La discusión de hoy sobre el Ramayana será de mucho agrado para las damas. Rama y Lakshmana junto con Vishvamitra llegaron a Mithila. Después de que Rama rompiera el arco de Shiva, Janaka envió una invitación a Dasharatha para que viniera a Mithila. Esto significó que Rama y Lakshmana tenían cuatro días a su disposición. Cuando sólo quedaba un día antes de la llegada de sus padres y hermanos, Lakshmana se acercó al Sabio Vishvamitra y dijo, "Maestro, mis padres y hermanos llegarán mañana. Si lo permites, en este último día, quisiéramos ver la ciudad de Mithila". El Sabio Vishvamitra consintió en la petición. Rama y Lakshmana entonces pronto estuvieron caminando por las calles de Mithila.

Como por un poderoso imán, la mirada de todos los ciudadanos era atraída hacia los dos príncipes. Hasta las mujeres que trabajaban dentro de sus casas salieron para tener una visión de los dos muchachos. Los niños en las escuelas salieron corriendo. Todo el mundo miraba fijamente a los dos hermanos sin pestañear siquiera. Se exclamaban, "¡Oh! ¡Qué celestial belleza tienen estos jóvenes! Son resplandecientes como el sol y la luna. ¿De dónde han venido? ¿Qué han venido a hacer? ¿Quiénes son?" Así seguían preguntándose entre sí, pero ninguno de ellos sabía las respuestas.

Finalmente, una joven ama de casa apareció y les explicó a las mujeres lo siguiente; "Mi lugar de nacimiento es la ciudad de Ayodhya. Puesto que estoy casada en una familia de Mithila, ahora resido aquí. Estos hermosos muchachos son los hijos del Emperador Dasharatha. Son extremadamente hermosos y tienen los nombres de Rama y Lakshmana. Hasta en Ayodhya, dondequiera que aparecen, instantáneamente atraen la atención de todo el mundo". De esta manera la dama le dio a las otras mujeres todos los detalles de los atractivos príncipes.

Mientras tanto, aunque eran el centro de intensa atracción, Rama y Lakshmana nunca levantaron la cabeza. Disfrutaban de su caminata con sus cabezas bajas. Algunas mujeres, a fin de atraer la atención de los príncipes, les tiraban flores en el camino esperando que por lo menos entonces los príncipes las miraran. Hicieron todos los intentos posibles para atraer la vista de Rama y de Lakshmana. Algunas hasta le hicieron el sagrado Arati. Sin embargo, los príncipes permanecieron imperturbables y no miraban a nadie. Los jóvenes de aquellos días tenían esa visión sagrada. En esa joven edad, ellos jamás miraban a las mujeres. Rama y Lakshmana terminaron su gira y regresaron a su palacio.

Mientras tanto sus padres y hermanos ya habían llegado. Cuando los cuatro hermanos se reunieron, brillaban como la luna entre las estrellas. Los ciudadanos de Mithila estaban asombrados por la belleza, porte y apariencia de los cuatro hermanos. El día siguiente, el arco del Señor Shiva iba a ser exhibido. Se había organizado una gran función. Rama vino a la asamblea junto con sus hermanos. Había varios otros poderosos reyes y emperadores en el salón. Al ver tal reunión, la esposa del Rey Janaka, Sunetra, mientras observaba desde detrás de las cortinas, empezó a pensar así: "Hay tantísimos jóvenes hermosos y valientes príncipes en esta reunión. ¿No será mejor seleccionar unos de ellos, casar a mis hijas con ellos y rápidamente cumplir con la responsabilidad? ¿Por qué tuvo el emperador que complicar el asunto anunciando que quien doble el arco del Señor Shiva sería el novio elegido? Varias heroicas personalidades han intentado en el pasado y han fallado. ¿Lo podrán estos jóvenes reunidos aquí? ¿Cómo van a soportar sus tiernos cuerpos el peso del pesado arco?" Estaba muy preocupada acerca del problema y lo estaba discutiendo con sus compañeras.

Sus temores se volvieron verdad cuando nadie pudo siquiera levantar el arco. Finalmente, el sabio Vishvamitra le dio permiso a Rama para que levantara el arco. Rama se acercó a la caja en la cual se guardaba el arco y abrió la tapa. En el momento en que hizo esto, se produjo una severa turbulencia que sacudió a todo el mundo. Lakshmana entonces se levantó y con un solo pie lo presionó firmemente contra la tierra. Ni siquiera Vishvamitra sabía qué estaba haciendo Lakshmana. Él preguntó, "Lakshmana, ¿qué está sucediendo? ¿qué estás haciendo?" Lakshmana humildemente dobló la cabeza y dijo, "Esta es la ayuda que debo rendir a mi hermano mayor". Lo que Lakshmana quería decir era que, cuando Rama levantó el arco, hubo un repentino movimiento en el equilibrio de la tierra lo que llevó a la perturbación. Al presionar sobre la tierra, Lakshmana estaba restableciendo el equilibrio.

¡Qué amor tan grande se tenían los hermanos! Una vez, cuando estaban jugando juntos, Bharata entró llorando y cayó en el regazo de Kaushalya. Kaushalya amorosamente le preguntó, "Hijo, ¿por qué estás llorando? ¿Te ha regañado tu hermano mayor? ¿Han peleado tus hermanos contigo?" Así ella trataba de encontrar la causa de la aflicción de Bharata. Bharata respondió, "Madre, ninguno de mis hermanos soñaría en regañarme y pelear conmigo. Ellos me aman mucho. Pero a fin de hacerme ganar, a pesar de mis mejores esfuerzos, Rama siempre pierde el juego. Él siempre quiere que yo gane". Los hermanos menores tenían que ganar y para eso Rama perdía deliberadamente. Esa fue siempre la meta de Rama. Cada hermano seguía este camino y se esforzaba por hacer ganar a los otros hermanos. Rama sabía que si sus hermanos ganaban y eran felices, él lo sería también. De esta manera, Rama se metió en muchos problemas sólo para asegurar que sus hermanos menores prosperaran.

Cuando Rama levantó el sagrado arco del Señor Shiva de su caja, templó la cuerda y la hizo vibrar, se había producido un trueno. Todos se preguntaban cómo un muchacho de tan tierna edad podía lograr tal estupenda tarea. Varios elefantes habían sido necesarios para traer la caja al salón. ¿Cómo podía Rama levantar un arco tan pesado? ¿Cómo había podido templarlo? La noticia de esta maravillosa hazaña se esparció por toda Mithila y creó una gran impresión.

Janaka empezó a hacer las preparaciones para el matrimonio de su hija con Rama. Kushadhvaja era el hermano de Janaka. Él tenía dos hijas llamadas Mandavi y Shrutakirti. El Rey Janaka también tenía una segunda hija llamada Urmila. Mientras se hacían los preparativos, el sabio Vasishtha se acercó a Janaka y dijo, "¡Oh Rey! He aquí cuatro jóvenes resplandecientes que brillan como el mismo sol. Son todos valientes y heroicos". Vasishtha entonces consultó a Kushadhvaja y le propuso que sus dos hijas les fueran dadas en matrimonio a Bharata y a Shatrughna. Kushdhvaja prontamente convino. Janaka derramó lágrimas de felicidad ante el giro de los eventos y estaba dispuesto a dar su segunda hija Urmila a Lakshmana.

Las novias y los novios fueron alistados y traídos al estrado. Sentados todos en el estrado, parecían iluminar toda la ciudad de Mithila. Las damas experimentaban una grandísima emoción. Alababan su buena fortuna de poder presenciar el matrimonio no sólo de Sita sino de las cuatro princesas.

Esto es voluntad divina. Si Dios lo ordena Él puede hacer cualquier cosa. ¿Quién puede hacer lo que hace Dios? ¿Quién puede poseer lo que Dios tiene? Sólo Dios es el eterno testigo. Su sola voluntad puede lograr cualquier cosa.

El matrimonio se estaba realizando, pero los cuatro hermanos no querían levantar sus cabezas ni mirar a nadie. En la edad moderna, por el contrario, ¡las conversaciones y el comportamiento frívolo comienzan mucho antes del matrimonio! Pero aquí, las novias y los novios estaban sentados con sus cabezas bajas con humildad y modestia durante toda la ceremonia. Cumplían las instrucciones del sacerdote sin levantar la cabeza. Yo les estoy narrando estos incidentes para destacar el alto orden de disciplina e idealismo que existía en aquellos días. Janaka se paró al lado de Rama y se preparó para entregar a la novia. Él le ofreció la mano de Sita y dijo, "Rama, he aquí a mi hija, Sita". Pero Rama no quiso mirar a Sita a pesar de los ruegos de Janaka. Esto era porque la costumbre en aquellos días era que una mujer se volvía esposa sólo cuando el sagrado mangalasutra (collar especial para las novias) había sido atado a su cuello. Hasta entonces, la novia y el novio no debían mirarse el uno al otro. Esta era la estricta disciplina que se ejercía en aquellos días. Una disciplina tal ya nunca va a aparecer ni hoy ni mañana. Nadie puede establecer o igualar los ideales que establecieron los cuatro hermanos.

Se realizó el matrimonio. Era entonces el momento para la ceremonia de imposición de las guirnaldas. Las novias esperaban con las guirnaldas en sus manos, así como los novios. Los tres hermanos empezarían su tarea sólo después de que Rama empezara primero. Los padres también esperaban detrás de los niños. Se acercaron a Rama y le rogaron que colocara la guirnalda alrededor del cuello de Sita para que los otros hermanos pudieran también hacer lo mismo. Rama lo hizo y todos los hermanos lo hicieron también. Era ahora el momento de las novias. Sita esperaba con la guirnalda en sus manos. Pasaron varios momentos, pero Rama no quería doblar la cabeza. Él era quien con valor y dignidad había levantado, templado y rotó el poderoso arco del Señor Shiva. Por tanto, él rehusaba doblar su cabeza para proteger su honor y se quedó parado.

Rama era alto, ancho de espalda y valiente. Aunque jóvenes los hermanos eran altos y físicamente fuertes. La larga demora causó que la gente empezara a murmurar entre sí. Se preguntaban por qué Rama rehusaba inclinar su cabeza. Rama tampoco estaba muy deseoso de permanecer así. Miró a Lakshmana y le hizo una señal casi imperceptible. Los cuatro hermanos estaban siempre alerta y agudos. Esto fue descrito en el canto de Thyagaraja (santo de la India del sur amante de Rama).

"¿Cruzaría un mono el océano?

¿Es posible amarrarte con una cuerda?

¿Te adoraría la Diosa Lakshmi?.

¿Te serviría, dispuesto, Lakshmana?

¿Se postraría el altamente inteligente Bharata ante ti?

¡Oh! ¡Cuán grande es en verdad la fuerza del Señor Rama!"

Lakshmana era la encarnación de Adishesha – la serpiente celestial que tenía la fuerza para sostener el mundo entero en sus anillos. Él percibió la señal de Rama y comprendió que Rama quería que él levantara la porción de tierra sobre la cual estaba parada Sita. Con un igualmente discreto gesto de su cabeza, indicó que esto desafiaría las leyes de la naturaleza y por ende no era adecuado para esto. Si Sita era levantada, también lo sería todo lo demás. Rama señaló de nuevo a Lakshmana que inventara algún plan para romper el impase. Lakshmana entonces tuvo una idea. De repente corrió y cayó a los pies de Rama y no se quería levantar. Rama se vio forzado a doblarse para levantar a Lakshmana y aprovechando esta oportunidad, Sita en seguida colocó su guirnalda en el cuello de Rama. El momento en que Sita le puso la guirnalda a Rama, las otras hermanas también procedieron a ponerles las guirnaldas a sus novios. Este incidente demuestra ampliamente el estilo elevado, disciplinado y honorable de proceder y comportarse de los hermanos.

Pronto se acabaron las festividades del matrimonio y la familia regresó a Ayodhya. Fueron recibidos con mucho amor y alegría. Lo que debemos hacer no es sólo estudiar las virtudes de los cuatro hermanos. Los caracteres de Sita, Urmila, Mandavi y Sruthakirthi también necesitan ser discutidos y estudiados. Ellas también eran altamente virtuosas. Venían de una familia de alta reputación. El Rey Janaka era conocido como alguien que había dominado sus sentidos. Él era adepto en el karma yoga, y un experto reconocido en el jñâna yoga. Las hijas de una familia tal no pueden ser mortales ordinarias.

Sólo Rama recibió la orden de ir al exilio. Pero Sita no se resignaba a esta idea. Rama, mientras tanto, fue con su madre. Ella quedó desecha cuando se enteró de la mala noticia del exilio de su hijo en lugar de las alegres noticia de su coronación. "¡Hijo! Tú estás obedeciendo la orden de sólo tu padre yéndote a lejos a la selva. ¿Qué pasa con los deseos de tu madre? Yo soy la mejor mitad de tu padre, su ‘ardhangi’. ¿Qué importancia les estás dando a las palabras de esta mitad? ¡Yo también iré contigo a la selva!", dijo ella. Rama entonces le dijo, "¡Madre! Tu esposo es realmente tu Dios. No hay otra deidad más allá de él. Él ahora tiene avanzada edad. Añadido a esto, este triste estado de cosas va a deprimirlo más. No es correcto que tú ahora lo abandones. Debes servirle y apoyarle. Reconfórtalo. Dale fuerza y valor para soportar su dolor". De esta manera, Rama disuadió a su madre de seguirlo a la selva.

Sita había oído todo esto. Cuando Rama regresó al palacio para ponerse el traje ocre, ella también empezó a ponérselo, indicando su deseo de seguir a Rama a la selva. Rama se lo prohibió fuertemente. En suave tono, ella le recordó, "¡Oh, Mi Señor! ¿Por qué hay un tipo de código moral para tu madre y otro para mí? ¿No es el código de conducta común a todas las mujeres casadas? ¿No es responsabilidad de una buena esposa hacer feliz a su esposo? Ella está supuesta a velar por su bienestar. ¿No es mi responsabilidad hacer lo mismo también? Por esto retaré tu prohibición y te acompañaré a la selva."

Urmila era una gran pintora. Ella estaba en su habitación, pintando la escena del matrimonio de Rama y Sita que ella quería enviar a su padre. En ese momento, Lakshmana entró. Estaba muy enojado. Rama no estaba haciéndoles caso a sus ruegos y seguía adelante con la obediencia a las órdenes de Kaikeyi. Él llamó a Urmila y le informó que él iba a la selva. Sorprendida ante el giro dramático de los eventos, Urmila se levantó de repente y en el proceso, accidentalmente, hizo caer el cuadro y derramó pintura sobre él. Ella se lamentó, "¡Qué pena! Este hermoso cuatro del matrimonio de Sri Rama está totalmente dañado ahora". Lakshmana dijo, "¡Urmila! Yo soy responsable por dañar tu pintura. Kaikeyi es responsable por arruinar la coronación de Rama como emperador. Hoy, nosotros dos hemos causado sólo daño a otros. Me voy ahora." El valor y fuerza de carácter de Urmila se evidenciaron ahora. Lakshmana ya le había informado que Sita también iba a acompañar a Rama a la selva. Urmila estuvo emocionada por el hecho de que su hermana acompañara a Rama y le sirviera. Pero ella no insistió en seguir a Lakshmana. Por el contrario, ella le dijo a Lakshmana. "¡Mi Señor! Yo sé que vas a la selva con el único objeto de servir a Sita y a Rama. ¡Que tengas éxito, sin ningún obstáculo! Debes pasar tus días y noches en el firme servicio de Rama y Sita. No necesitas preocuparte por mi bienestar o hasta pensar acerca de mí. Nunca te preocupes por el hecho de que no estarás presente a mi lado en Ayodhya para velar por mí. Olvida Ayodhya misma porque, de ahora en adelante, la selva es tu Ayodhya. Esta Ayodhya sin ti es la selva. Por ende, no les des ningún lugar a preocupaciones por mí. Por mi parte, estaré feliz de contemplarte y de pasar mi tiempo aquí". Urmila así le infundió tremendo valor a su esposo. Ella también previó la posibilidad de que el servicio que Lakshmana le rindiera a Rama y Sita se perturbara si él estuviera pensando en ella. Por esto ella le arrancó a su esposo la promesa de que nunca pensaría en ella durante el exilio de catorce años. Ella pensó, "En la selva, Rama será tu padre y Sita, tu madre. Tu principal preocupación debe ser la de servirles fielmente. Por esto, olvídanos a todos aquí." Esta fue la promesa que ella le exigió a Lakshmana y lo envió de buena gana a la selva. Puede que Kaushalya se afligiera un poco, pero no Urmila. Éste es el atributo de una nuera ideal. Ella debe siempre alentar a su esposo dándole fuerza y valor de manera apropiada. La esposa es también llamada ‘Grihalakshmi’, ‘Diosa del Hogar’ y ‘Dharmapatni’, ‘Esposa del Dharma’. Urmila cumplió con su deber como Dharmapatni al alentar a Lakshmana para que anduviera por el camino de la rectitud.

Bharata, Shatrughna, Mandavi y Shruthakirti estaban ausentes cuando todo estos eventos tuvieron lugar. Estaban pasando una temporada en el reino de Kaikeya. La Madre Kaushalya estaba altamente perturbada por el giro de los eventos, pero Sumitra demostró sus nobles cualidades. Así como era su nombre (’su’, extremamente, ‘mitra’, amigo), ella era una verdadera buena amiga. Ella tenía un corazón puro. No lloró ante el giro de los eventos. En lugar de ello, con alegría, consoló a Kaushalya así, "¡Hermana! ¿Por qué estás triste? Rama, quien ha encarnado para la emancipación de la humanidad, nunca puede sufrir daño alguno. Si estás preocupada por su bienestar físico, mi hijo Lakshmana va siempre a estar allí con Rama. Él será el asistente y ayudante de Rama. No debes darle lugar al temor o a la ansiedad". Sin embargo, Kaushalya era quien había cargado a Rama en su útero. Su dolor ante su exilio era, por tanto, inmenso. En este contexto, el noble y valiente consejo de Sumitra a Kaushalya era mucho más loable. Sin embargo, al tratar con la epopeya del Ramayana, casi nadie trata de estos nobles atributos de Sumitra. Ella le dijo además a Kaushalya, "Todo este drama es el plan maestro de Dios. Tú y yo no podemos añadir ni cambiar nada en él. Para el bienestar del mundo y el establecimiento del dharma, Dios ha escenificado su misión. Por esto, ¡Hermana! No llores. Tus lágrimas en el momento de la salida de tus hijos sólo resultarán inauspiciosas para ellos. Con alegría y regocijo, bendice y despídelos." Así fue como Sumitra le ayudó a Kaushalya y le infundió mucho valor. Los príncipes y Sita pronto se fueron.

Mientras tanto, Dasharatha había recobrado el sentido y lo recordó todo. Totalmente agitado, salió corriendo a la calle, gritando, "¡Rama! ¿te vas? ¡No, no! Por favor, ¡espera!" Sumantha era el conductor. Dasharatha imploró, "¡Oh Sumantha!, ¡Detente! ¡Quédate un momento! Déjame mirar a mi Rama una vez más". Rama ni le pidió a Sumantha que se detuviera ni le dijo que siguiera. Él sólo le dijo que cumpliera con su deber. Varios estudiosos han descrito en este punto que Rama le había pedido a Sumantha que pronunciara una mentira y dijera que no había oído el ruego del rey de que se detuviera. Por el contrario, él mantuvo silencio. En estos asuntos de principio y disciplina, tanto Rama como Lakshmana eran muy estrictos. Son los ideales a ser emulados cuando se trata de alcanzar la victoria y obedecer las órdenes de los padres.

Lakshmana estuvo durante catorce años en las selvas con Sita y Rama, pero ni una sola vez levantó su cabeza para observar la cara de Sita. En la montaña Rishyamukha, cuando Sugriva y Rama se encontraron y estaban hablando, les trajeron un atado que contenía todas las joyas de Sita. Ella lo había tirado cuando Ravana la estaba raptando por el aire hacia Lanka. Sugriva lo había guardado ya que él no sabía a quien pertenecían las joyas. Durante la conversación con Rama y Lakshmana, él hizo que le trajeran el atado y lo abrió y le mostró a Rama las joyas. Inquirió si pertenecían a la Madre Sita o si algunos demonios las habían dejado caer accidentalmente. Rama examinó todas las joyas, pero no pudo identificar ninguna de ellas. ¡Hoy en día, la lista completa de las joyas de la esposa, junto con su apariencia y forma enseguida está disponible! Rama pasó las joyas a Lakshmana y le pidió que las identificara. De todas, Lakshmana identificó positivamente solamente los brazaletes para los tobillos como los pertenecientes a Sita. Rama preguntó, "¿Cómo puedes decir esto?" Lakshmana respondió, "Cada día, después de mi baño, yo solía ofrecer homenaje a los pies de mi Madre Sita. ¡Por esto los conozco por haberlos visto!" ¡Qué ideales tan nobles! Durante catorce años estuvieron juntos en la misma cabaña, sin embargo, Lakshmana nunca miró la cara de Sita.

En vista de tan noble carácter, ellos fueron bendecidos con lo que se ha descrito como ‘lavanya’. ‘Lavanya en sánscrito significa ‘una gran reputación’. Hoy en día se usa como un mero nombre. En realidad, significa pureza derivada de una estricta disciplina y carácter. Esa era la elevada norma de los ideales establecidos por Rama y Lakshmana.

Mientras tanto, Dasharatha, incapaz de soportar la agonía de la separación de Rama, desechó su cuerpo. Había ahora un dilema con respecto a quién debía llevar a cabo sus últimos ritos. Rama y Lakshmana estaban lejos en el exilio. Bharata y Shatrughna estaban en la casa de su tío materno en el reino de Kaikeya. Tomaría por lo menos diez días para que llegaran. Por ende, Vasishtha, Vishvamitra y otros sabios decidieron que el cuerpo fuera embalsamado y preservado en aceite. No había nada como hielo o instalaciones como la morgue en aquellos días. Y allí permaneció el cuerpo de Dasharatha durante catorce días.

Bharata y Shatrughna llegaron. Shatrughna es otro modelo de roles que presenta el Ramayana. Él actuaba igual que Lakshmana en todo. Mientras Shatrughna servía siempre a Bharata, Lakshmana servía al Señor Rama. Los gemelos por ende pasaban su vida entera en servir a sus hermanos mayores. Bharata siempre confiaba en la sabiduría y sabio consejo de Shatrughna. Fiel a su nombre (‘Shatru’ significa ‘un enemigo, un adversario’.), Shatrughna era un hombre de tremenda fuerza y valor – uno que destruye a sus enemigos. No había quien lo superara cuando se trataba de desbandar a los enemigos. Fue su presencia la que permitió que Rama, Lakshmana y Bharata permanecieran seguros y a salvo. Shatrughna nunca hablaba. Hasta Lakshmana hablaba y a veces argüía, pero no Shatrughna.

Una vez, antes del episodio del matrimonio, Rama, Lakshmana y el sabio Vishvamitra iban camino de la ermita del sabio. Cruzaron el río Sarayu en un bote y llegaron al otro lado. Allí, vieron un hermoso ashram o ermita. Lakshmana se asombró y le preguntó a Rama, "¡Hermano!¿qué es este lugar? Parece una hermosa ciudad." Vishvamitra respondió, "No te precipites. Voy a explicar. Esta ermita no es una ermita ordinaria. Pertenece a Manmatha.. Él era supremamente hermoso. Él podía atraer a cualquiera hacia él. Él desarrolló sus fuerzas y poderes internos y externos. Sin embargo, él trató de influenciar al Señor Shiva y fue maldito por Él a permanecer sin forma, o sea ‘Angahîna’. Por esto este dominio es llamado ‘Anga Desha’ o el reino de Anga. Es un lugar sagrado porque el Señor Shiva pasó por aquí. De modo que es un don del Señor Shiva y Su mismo y propio lugar".

Entonces ellos descansaron la noche en el ashram. Al alba, los residentes del ashram les hicieron montarse a un bote y les dieron una muy cálida despedida. Se habían percatado de que los príncipes eran los hijos del emperador Dasharatha. Por esto, eran honrados en consecuencia y puestos en un bote muy bien decorado para que prosiguieran con su viaje.

De repente, pudo oírse un terrorífico ruido en la distancia. Una selva tenebrosa, llena de bestias salvajes, apareció. Lakshmana le preguntó al sabio Vishvamitra, "¡Maestro! ¿De dónde viene este ruido tan fuerte? ¿Cuál es el nombre de este pavoroso lugar?" El sabio respondió, "¡Hijo! Este tremendo ruido es el del río Sarayu fundiéndose en el poderoso Ganges. El sagrado Ganges es como un enorme océano en el cual este río Sarayu se está fundiendo. Esto es lo que causa este tremendo ruido. Esta selva está infestada de bestias salvajes y terribles demonios."

Pronto entraron a la selva. En todas direcciones se veían bestias salvajes y emanaban de todas las direcciones sonidos aterradores. Este era el dominio de la hermana de Ravana, la demonia Surpanakha, y un sentido de temor se le infundía a cualquiera que se atreviera a entrar a la selva, ya que cada paso estaba lleno de peligro. Por esto Vishvamitra repetidamente bendecía a Rama, "¡Oh Rama! ¡Que toda auspiciosidad te sea añadida!"

Al poco tiempo, Lakshmana quedó rezagado mientras Rama y Vishvamitra seguían caminando. Lakshmana, quien quería atender a sus abluciones, se alejó cierta distancia. Cuando él los alcanzó de nuevo, su mente había cambiado totalmente. De repente él espetó, "¡Hermano! ¿Qué es todo este alboroto? ¿Por qué tú, quien está supuesto disfrutar de todo lujo, sufres aquí? ¿Por qué estoy supuesto a sufrir contigo? Voy a ponerle remedio una vez que regresemos. Regresemos a Ayodhya ahora. ¿Por qué debemos proseguir en esta terrible selva? ¿Cómo vamos a poder comer y mantenernos?" Esto fue un repentino estallido de ira por parte de Lakshmana.

Rama meramente se sonrió y no mostró ninguna reacción. En lugar de esto, él tomó la mano de Lakshmana y lo sacó fuera de la selva. La ira que había sobrecogido a Lakshmana persistió hasta que llegaron al borde de la selva. En el instante en que Rama sacó a Lakshmana de la selva, éste en seguida se calmó y volvió a recobrar su compostura de siempre. Rama dejó que Lakshmana se relajara y calmara debajo de un árbol. Él le explicó al perplejo Lakshmana. "Este es el reino de la hermana de Ravana, Surpanakha quien vaga libremente por esta área. Al tú entrar en esta área, las vibraciones de ese lugar te afectaron. Las malas cualidades de Surpanakha se infundieron dentro de ti y te obligaron a comportarte así. Vamos a dejar este lugar e irnos lejos. Lakshmana se sintió totalmente avergonzado por su comportamiento anterior. ¡"Qué desgracia! ¡Qué pena! ¿Cómo pude pronunciar palabras tan bruscas y carentes de cultura. No son mis verdaderos sentimientos." Así, consolándose, él le pidió perdón a Rama y prosiguieron con su viaje.

En poco tiempo, pudieron experimentar las agradables vibraciones del Siddhashrama, el ashram de Vishvamitra. La fresca brisa y los cantos védicos cargaban el lugar de santidad. Vishvamitra entonces explicó, "¡"Hijos míos! Han venido aquí para proteger un sacrificio (Yajna). Deben asumir esta responsabilidad. Esta fue también la orden de su padre. A partir de este momento, ya no deben comer ni descansar. Esto en sí mismo es un gran sacrificio que ustedes dos van a realizar, deben santificarlo y emerger de él exitosamente." Rama y Lakshmana cumplieron el ayuno. Nunca mostraron ningún cansancio, dificultad ni debilidad.

Al despuntar el alba, se inició el gran yajna. En el instante que empezaron a pronunciarse los mantra, Rama y Lakshmana se pusieron en alerta y patrullaban el lugar. Se pudo oír un enorme rugido. Uno de los sabios les dijo a los hermanos, "Ahí vienen las demoníacas hordas. Los conducen Chanda y Amarka. Estén listos". Habían estado sin comida ni agua ni sueño, pero desempeñaron exitosamente su deber y mataron los demonios y velaron por que el Yajna se realizara de manera exitosa.

La total dedicación de Rama y Lakshmana a la tarea confiada por Vishvamitra puede entenderse en el siguiente episodio. Al concluir el Yajna, una tropa de soldados llegaron al Ashram. Entregaron una invitación al sabio Vishvamitra. Esta era una invitación personal del Rey Janaka de Mithila quien había enviado invitaciones similares a todos los reyes y príncipes para que trataran de levantar el arco del Señor Shiva y ganaran la mano de su hija Sita. Le rogaba al gran sabio que estuviera también presente y diera sus bendiciones a tal asamblea. El sabio Vishvamitra estaba feliz y con gran excitación les narró a Rama y a Lakshmana las cualidades del gran arco del Señor Shiva. Les dijo, "¡Hijos" Deben venir y ver el arco, no hay otro de su clase en este mundo, es un don de los cielos. Este arco no es ordinario. Merece que vayan y lo conozcan." Rama y Lakshmana, naturalmente, desarrollaron cierta curiosidad por ir a ver el arco. Sin embargo, Rama gentilmente le recordó al sabio, "¡Maestro! Nuestro padre sólo nos ha pedido que viniéramos contigo y protegiéramos el yajna. No tenemos instrucciones de ir a Mithila y ver el arco. No podemos transgredir las órdenes de nuestro padre." A esto Vishvamitra respondió, "¿No fue también la orden de su padre que debían seguir mis instrucciones? Por tanto, deben obedecer mis órdenes." Los príncipes sólo pudieron quedarse callados e hicieron sus preparativos para acompañar al sabio en el nuevo viaje.

Para el bienestar de este país, deben ustedes escrutar cuidadosamente cuán delicadamente, correctamente y de acuerdo con el dharma manejó Rama cada situación. Él mató a todos los demonios y protegió a los justos. Todas estas acciones son en realidad pequeñas partes del plan maestro divino. Fue preordenado que Rama, Lakshmana, Bharata y Shatrughna nacieran para que pudieran causar la aniquilación de los demonios.

Lankini, la deidad guardiana de Lanka, también hizo la profecía de la condena de los demonios. Cuando Brahma le pidió a Ravana que orara por un don, el demonio dijo, "Mi muerte no debe ser causada por los Dioses, Yakshas, demonios, Kinchas o Kimpurushas. Otórgame este don". Con su habilidad, Rama había ya detectado la falla fatal en este don. ¡Faltaba el nombre del hombre en la lista! Puesto que Ravana había hecho esta omisión, su muerte estaba cierta a manos de un hombre. Por esto el Señor Vishnu decidió encarnar en forma humana. Por esto Rama le pidió a Vishvamitra, "La muerte de Ravana en mis manos es cierta. Por lo tanto, debes propagar a la redonda que Rama está llegando. Él definitivamente matará a Ravana."

En toda la creación, lo Divino asume el rol de la sustancia vital. Rama pertenecía a la dinastía solar. El Dios Sol era su deidad guardiana. Sin los nutritivos rayos del sol, la vida no puede medrar sobre la tierra. Cuando la creación comenzó primero, tomó unos cuantos millones de años para que la luz llegara. Todo era sólo oscuridad hasta entonces. Similarmente, después del nacimiento de Rama, ¡el sol no pudo brillar durante quince días¡ En consecuencia, la luna también permaneció invisible. El sol y la luna lamentaron ambos el que no pudieran tener una vislumbre de la divina encarnación del Señor Rama. La diosa Luna llevó a cabo una austeridad orando por obtener una vislumbre del Señor Rama. En ese momento, el Señor Rama apareció ante la diosa Luna y dijo, "Yo sé que no pudiste verme durante los primeros quince días después de mi nacimiento. Por lo tanto te otorgo un don. En mi próxima encarnación, tu tendrás mi primer darshan – aun antes de que nadie más pueda verme". Y así resultó. Cuando la siguiente encarnación, la de Krishna, tuvo lugar, a la medianoche, cuando Vasudeva llevaba al bebé a la seguridad de la casa de Nanda, fue la luna la que tuvo el primer darshan del divino niño.

Es así como hay varas intricadas, secretas y profundas enseñanzas en el Ramayana. No hay contradicciones ni confusiones en esta epopeya. La historia de Rama es eterna y altamente legible. No importa la cantidad de veces que se oiga, no sacia nunca el deseo de volver a escucharla una y otra vez. Esta sagrada historia nunca podrá ser olvidada. Las divinas acciones de Rama nunca podrán ser ignoradas. Todo lo que Él hizo estaba lleno de rectitud. Todo lo que Él dijo era sólo verdad. En esta sagrada epopeya, varios autores han introducido explicaciones distorsionadas y la han pintado de un color no tan sagrado. No puede haber lugar para las perversiones en el Ramayana. No puede haber lugar en él para ni siquiera una pizca de inexactitud o falsedad. La historia toda, desde el comienzo hasta el fin, no es nada sino la verdad – eterna, pura y serena.

Hoy, nos detendremos con los eventos en el Siddhashrama. La naturaleza de Rama, Lakshmana, Bharata y Shatrughna es única y maravillosa. El Sabio Vasishta la ha descrito como sigue:

"Son maravillosos; son adorados en los tres mundos;

Están tan cercanos al corazón de uno; son los verdaderos amigos de uno;

Son reverenciados por sabios, hombres, animales y plantas también:

¡Tal es la belleza de los actos del Señor Vishnu!"

Sólo los ignorantes están ciegos a la significación interna de los actos del Señor y los malinterpretan. Esto causa confusión y desvía la mente del verdadero buscador de la sagrada verdad. La historia del Señor Rama es altamente sagrada. Sólo cuando se haya oído toda la historia se puede comprender la santidad que está asociada con ella


Traduccion Arlette Meyer

Revision Roberto Pinzón