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Discursos dados por Sai Baba

05. 23/05/96 El secuestro de Sita

23 de Mayo de 1996

Brindavan

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Lo que pensamos que no existe, en realidad existe;

lo que pensamos que existe, en verdad no existe.

Solo la Divinidad existe para siempre.

Es el mundo el que no existe.

Estudiantes, encarnaciones del amor: la vida humana es la más sublime y sagrada. De todas las especies que existen en la tierra, la del hombre es la más elevada, no solo por su eminencia intelectual, sino también por la santidad que posee. El hombre está dotado de muchos talentos y habilidades. Lamentablemente, desperdicia su vida al hacer mal uso de sus capacidades. Hay dos caminos abiertos para el hombre: el Sreyo Marga (el camino del bienestar) y el Preyo Marga (el camino del disfrute). El camino del bienestar no es otro que el camino de la vida interior, mientras que el camino del disfrute es el camino de la vida exterior.

Durante su estancia en la montaña Chitrakuta, Rama tuvo muchas deliberaciones con sabios y videntes. Estos aspirantes, que habían estado esperando ansiosamente un encuentro con la Divinidad, aprovecharon bien la oportunidad discutiendo temas como pravritti, nivritti, sreyas, preyas, etc. Sin embargo, la serena atmósfera de la montaña Chitrakuta pronto dio paso a la agitación y la turbulencia. Los demonios, al enterarse de las actividades espirituales en curso, intensificaron sus ataques contra los sabios y los perturbaron. Los sabios deseaban abandonar la montaña y dirigirse a un lugar más seguro. Un anciano sabio se acercó a Rama y le dijo: —Rama, las nefastas actividades de los demonios aumentan día a día. Están acosando cada vez más a los aspirantes. Por ello, desean abandonar este lugar. No es aconsejable que vivas aquí porque estás llevando una vida familiar. Puede ser peligroso residir aquí, aunque estés dotado de una enorme fuerza. Entonces, los sabios y Rama sostuvieron consultas y decidieron entrar en Dandakaranya, una densa área selvática.

Los problemas surgieron tan pronto como comenzaron a vivir en la selva de Dandakaranya. Un día, un demonio llamado Viradha raptó a Sita y se negó a entregársela a Rama. Advirtió a Rama y a Lakshmana de graves consecuencias si intentaban recuperar a Sita; pero sin inmutarse, Rama y Lakshmana atacaron a Viradha. El enfurecido Viradha entonces agarró a Rama y a Lakshmana, uno en cada mano, y comenzó a correr. Al ver esto, Sita lamentó su desgracia y suplicó al demonio que también la llevara. Rama y Lakshmana entonces cortaron ambas manos de Viradha, queriendo matarlo; pero Viradha no murió. Viradha le dijo a Rama: —No puedes matarme, pues estoy protegido por una bendición. Debes cavar un pozo y enterrarme allí. Viradha añadió: —No muy lejos de aquí hay una ermita, donde el sabio Sharabhanga te espera día y noche. Rama, acompañado por Sita y Lakshmana, se dirigió entonces hacia Sharabhanga. Cuando Sharabhanga vio a Rama, se llenó de éxtasis. Dijo: —¡Oh, Rama! Hoy he encontrado la plenitud y ya no necesito vivir más. Muchas veces estuve a punto de abandonar mi cuerpo, pero entonces recordé que Narayana vendría algún día a la selva, por lo cual deseé vivir para ver a Dios en forma humana. Hoy he visto a Dios. Por favor, espera un poco. Tras pronunciar estas palabras en presencia de Rama, construyó una pira, y saludando por última vez a Rama, Lakshmana y Sita, se lanzó a las llamas. De las llamas surgió Thumburu, el músico celestial, que había vivido su vida como Sharabhanga debido a una maldición. Thumburu aconsejó a Rama y Lakshmana que fueran al ashram del sabio Agastya, para que pudieran recibir ayuda del venerable sabio.

Los hermanos, junto con Sita, se dirigieron entonces a la ermita del sabio Agastya, quien los guió hacia un lugar llamado Panchavati, situado a orillas del río Godavari. Agastya añadió que en Panchavati había abundancia de frutas y raíces, y que el clima templado era muy propicio para vivir allí. El sabio los dirigió deliberadamente a Panchavati para que el rapto de Sita, que era tan importante para la eliminación de los demonios, pudiera ocurrir allí. No mantuvo a Rama y Lakshmana en su propia ermita, ya que entonces el rapto de Sita sería imposible.

Los tres exiliados comenzaron a vivir en Panchavati. Sin embargo, Sita no estaba feliz en Panchavati, porque casi todos los días Rama y Lakshmana se involucraban en actos de violencia. Un día, mientras Lakshmana estaba fuera recolectando frutas y tubérculos, Sita se acercó a Rama y dijo: —Señor, aquellos que tienen deseos cometen tres males: pronunciar falsedades, mirar a otras mujeres y cometer violencia. Ciertamente, tú estás libre de los primeros dos males. Creo firmemente que nunca podrías pronunciar una falsedad, pues eres la encarnación de la verdad. Rama se sintió feliz con estas palabras de Sita y dijo: —Ciertamente, es una cualidad para un hombre ser descrito como una persona virtuosa por su propia esposa. Sita, estoy feliz de que hayas reconocido mi afinidad con la verdad. Sita continuó: —También estás libre de la debilidad de mirar a las esposas de otros. Esta es otra gran virtud en ti. Pero no puedo aprobar que cometas violencia contra las bestias y los demonios. Estos demonios no te están causando ningún daño. Rama sonrió ante estas palabras y dijo: —Sita, aunque has dicho la verdad, mi conducta está en consonancia con la promesa que di a los sabios y aspirantes aquí. Estoy obligado por mi deber y quiero cumplir mi promesa. Aunque estos demonios no me están dañando personalmente, están sometiendo a mis devotos a sufrimientos indescriptibles. Perturban sin piedad los sacrificios realizados por los sabios. Los sabios realizan sacrificios por el bienestar de la humanidad. No puedo sino recurrir a la violencia, por el bienestar de la humanidad. Sita comprendió su error y pidió el perdón de Rama tocando sus pies. La conducta de Sita está en consonancia con la máxima escritural:

La esposa debe aconsejar bien a su esposo

cuando este se entrega al mal;

debe ser como un ministro

que aconseja adecuadamente al rey.

De hecho, las mujeres deben seguir el ejemplo de Mandodhari, quien siempre luchó por corregir los caminos de su esposo, Ravana.

Llegó la primavera, los árboles se llenaron de hojas verdes. y vientos frescos soplaban suavemente. Entonces apareció en escena un ciervo dorado. Sita, que nunca había pedido a Rama que cumpliera ningún deseo, le suplicó que capturara el ciervo dorado para ella. Rama estuvo de acuerdo. Aunque Lakshmana se ofreció a realizar la tarea, Rama no se lo permitió; pues sabía que si él estuviera presente en la choza, el rapto de Sita no podría tener lugar. Todo tenía su lugar en el plan maestro, que él había trazado hacía mucho tiempo. Rama entonces salió en persecución del ciervo dorado. Cuando descubrió que el ciervo lo eludía, disparó contra él una flecha.

El ciervo dorado no era otro que el demonio Maricha, quien había asumido la forma de un ciervo para alejar a Rama de Sita. Mientras moría, Maricha, imitando la voz de Rama, gritó fuertemente: «¡Oh, Lakshmana, oh, Sita!». Sita escuchó estas palabras, se agitó y pidió a Lakshmana que fuera a averiguar qué había pasado. Estaba abrumada por el temor de que algo peligroso le hubiera sucedido a Rama, ya que la voz sonaba como la de Rama. Lakshmana le dijo a Sita: — Madre, la voz que has escuchado no es la voz de Rama. Es solo un truco del demonio, que quiere engañarnos. Nada peligroso puede sucederle jamás a Rama, pues es la encarnación del Señor Narayana. No te preocupes en lo más mínimo. Sita, que conocía el plan maestro de Rama, estaba decidida a enviar a Lakshmana bajo cualquier pretexto. Sabía que las palabras suaves y gentiles no harían que Lakshmana abandonara el lugar. Por ello, usó palabras severas y dijo: —¡Oh, Lakshmana! Tal vez deseas tenerme como tu esposa cuando Rama muera. Incapaz de soportar las palabras pronunciadas por Sita, Lakshmana decidió ir en busca de Rama. Pero antes de partir, le dijo a Sita que no cruzara la línea que él trazó alrededor del ashram. Lakshmana entonces fue en busca de Rama.

Mientras tanto, Ravana llegó disfrazado de asceta y raptó a Sita. Cuando Rama y Lakshmana regresaron a la choza, la encontraron vacía. Los dos hermanos fueron entonces en busca de Sita en Dandakaranya. Mientras buscaban a Sita, encontraron al ave Jatayu gravemente herida. Rama había conocido antes al ave y la había confundido con un demonio. El ave entonces le dijo a Rama que era amiga de su padre, Dasaratha. Le suplicó a Rama que le diera la tarea de cuidar a Sita en su ausencia. En el momento del rapto de Sita, Jatayu se enfrentó a Ravana en el aire y luchó valientemente para evitar que se la llevara. Pero Ravana cortó sus dos alas. El indefenso Jatayu estaba ahora muriendo. Fue en este momento que los hermanos se acercaron a Jatayu y supieron del rapto de Sita. Rama sintió profunda compasión y gratitud por el ave Jatayu, que había sacrificado su vida por él. Colocó la cabeza de Jatayu en su regazo y vertió agua fresca en su garganta. Bebiendo agua de la mano de Rama, el ave exhaló su último aliento. Mientras que Dasaratha no tuvo la buena fortuna de alcanzar Shubagathi, el estado celestial, Jatayu lo logró mientras su cabeza descansaba en el regazo de Rama. Por eso se dice:

¡Oh, mente! No pidas nada.

Cuanto más pidas, más se retrasará.

Si no pides,

más pronto se cumplirá.

¿No bendijo el Señor a Jatayu y a Shabhari,

aunque nunca pidieron que sus últimos momentos

fueran pasados en su proximidad?

Dios sabe con certeza cuándo, dónde y cómo debe bendecir a su devoto. La Gracia Divina es proporcional a las acciones meritorias que uno realiza.

Mientras moría, Jatayu le dijo a Rama que buscara la ayuda de Sugriva, quien vivía en la montaña Matanga. Rama realizó los últimos ritos de Jatayu y comenzó a dirigirse hacia la montaña Matanga.

Durante el curso de su viaje, Rama y Lakshmana tuvieron que infligir mucha violencia a los demonios. Aunque Sita había intentado contenerlos, eventualmente ella misma se convirtió en víctima de los caminos malignos de los demonios. Sita había dicho correctamente a Rama que los tres males, a saber, la falsedad, la lujuria y la violencia, son las causas de todos los males en el mundo. Sita, el símbolo de prakruthi y la encarnación de la verdad y la rectitud, poseía una conducta noble. Su ejemplo es digno de ser emulado por todas las mujeres de Bharat. Por eso también se describe al Ramayana como la historia de Sita.

El Ramayana está repleto de muchas lecciones para la humanidad. Nos enseña que las tendencias mundanas nos llevan al dolor, mientras que las tendencias espirituales otorgan contento y felicidad suprema a la humanidad. Los placeres sensuales son como nubes pasajeras. Estos placeres dan una alegría temporal, mientras que el descubrimiento átmico otorga la eterna felicidad. No hay dolor para la gente que vive en la suprema felicidad de Dios. Pero lamentablemente, la gente hoy no desea seguir el ejemplo de los grandes devotos de Dios, que viven en la felicidad eterna. Para la gente, abheesta (el deseo) se ha vuelto más querido que adarsha (el ideal). Los deseos son efímeros, mientras que los ideales son eternos.

Es realmente trágico que la gente no se esfuerce por beneficiarse, aunque Dios ha descendido en forma humana para ayudar a la humanidad. La gente no tiene el buen juicio de seguir los ideales del Avatar. Se deleitan en conducirse de manera contraria a los mandatos del Avatar.

Afortunada es la gente que vive para Dios. Para esta gente, la satisfacción de Dios es de suma importancia. Esta gente observa el principio de Sarva karma Bhagwat prityartham (todas las acciones deben realizarse para la alegría del Señor). La gente que vive para Dios es recompensada con la eterna felicidad. La vida de Sharabhanga es un supremo testimonio de esto. Sharabhanga vivió solo para Dios. En este país hubo muchos sabios y santos que vivieron como Sharabhanga y dedicaron sus vidas a Dios.

Pero el hombre de hoy es ajeno a los grandes ideales contenidos en el Ramayana. La gente no tiene individualidad propia. Se han vuelto altamente imitativos y fuertemente dependientes de otros. De hecho, se han convertido en esclavos de otros. Estas personas ven con los ojos de otros, escuchan con los oídos de otros y piensan con la mente de otros. No pueden lograr nada en la vida. Se dice:

Aunque dotados de ojos, están completamente ciegos,

porque no desearon ver la Forma auspiciosa.

Aunque dotados de oídos, están sordos como piedras,

porque no desean escuchar su música encantadora.

Es muy difícil alcanzar la vida humana. Ustedes nacen como humanos gracias a las acciones realizadas en el pasado, a lo largo de muchas vidas. Debemos fomentar los sentimientos de la unidad del Atma y la unidad de la humanidad. El Ramayana abunda en episodios e ilustraciones que demuestran la Divinidad en el hombre. Está repleto de lecciones para la humanidad, sea cual sea el episodio o capítulo que se tome para estudiar. Por lo tanto, impriman en su corazón la historia de Rama y encuentren así la plenitud en la vida.


Traduccion SBd