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Discursos dados por Sai Baba

37. 25/10/66 El pariente de todos

El pariente de todos

El pariente de todos

25 de Octubre de 1966

Prashanti Nilayam

Dasara

El río de la vida humana va serpenteando, pasando por muchos valles, saltando por muchos riscos, perdiéndose en muchos pantanos y buscando vaciarse en el océano de la gracia divina, pero lo que sucede es que cae en la imbebible extensión de sal. El líquido fluye de las alturas a las profundidades; sólo las llamas se elevan desde las profundidades a las alturas. Es por esto que hablamos del Fuego de la Sabiduría de la Realización (Jñana-agni). El hombre sufre porque ha desarrollado un hambre tan vasta como el cielo, con una garganta tan estrecha como una aguja. Su garganta debe volverse tan vasta como la Tierra; su corazón debe florecer y ensancharse por medio de la paz y la fortaleza. Entonces puede cumplirse el deseo del hombre por la plena, duradera y total bienaventuranza.

Una vez que un ser ha evolucionado hasta el hombre, no hay caída para él a formas inferiores de vida, pues sólo el hombre es capaz de discernimiento e indagación. Cuando sufre, se pregunta por qué el sufrimiento ha caído sobre él; concluye que la causa debe buscarse no en las divagaciones de Dios o en los caprichos de otros sino en sí mismo; sino en esta vida, entonces en vidas anteriores. Sólo el hombre puede analizar sus reacciones mentales y sentimien tos y sacar conclusiones de ello.

Hay millones de estrellas distribuidas por todo el firmamento, pero de noche tenemos sólo oscuridad; durante el día, el sol, que es un diminuto punto de luz cuando se compara con la mayoría de esas estrellas, nos da una brillante iluminación. La razón es que las estrellas están muy lejanas y el sol está muy cerca. La estrella del conocimiento está muy lejana, y no la acercamos ni tratamos de acercarnos a ella; estamos contentos con la sombra que nos dan la información, la destreza, la erudición y la inteligencia; no buscamos la magnificente visión que nos puede conferir la intuición clarificada por la práctica espiritual. V. K. Rao nos estaba diciendo ahora de las masacres y crueldades infligidas a los judíos y otros pueblos por las razas occidentales debido al miedo, del profundo descontento que aflige a las nacio nes que pasaron por dos guerras mundiales para ganar la precaria paz de hoy. Dijo que los pensadores occidentales se están volcando cada vez más hacia Oriente para aprender el arte de ganar y mantener la paz, la paz que nada puede perturbar, la Paz Suprema.

Un león vio su imagen en un limpio lago; se puso envidioso de ese otro león tan fuerte, tan joven y fiero como él; trató de destruirlo saltándole encima y destrozándolo, y en el proceso se ahogó.

Ése es el fruto de la envidia. Otros, que son nuestras propias imágenes, despiertan nuestra envidia y nos llevan al desastre. La devoción y dedicación los hacen humildes y matan a la envidia. El conocimiento o conciencia de su ser como parte integral de Dios, que es todo esto, los hace parientes de todo y de todos y no hay lugar para la distinción, que es lo que fomenta la envidia.

Harishchandra se apegó a la verdad y se volvió inmortal; Karna se apegó a la caridad, alegrándose ante la oportunidad de servir a los afligidos, y logró la inmortalidad. No acumulen impedimentos; renuncien poco a poco y asuman una actitud de sacrificio. Traten de ser de ayuda para otros en la medida de sus capacidades. Para remover la oscuridad de la ignorancia, llenen la lámpara del corazón con el aceite del apego a Dios, pónganle la mecha del nombre del Señor y enciéndanla con una gran sentencia filosófica espiritual (mahavakya). Hagan que el apego los ayude a llegar a Dios y a eliminar la ignorancia de su gloria y omnipresencia. Uti lícenlo como aceite para la lámpara de la bienaventuranza.

Rayaningar leyó algunos poemas de Krishnakarnamritam, en los cuales los juegos del niño Krishna son descriptos de manera muy vívida. Externamente, las estrofas parecen representar cosas ob jetivas, pero tienen un profundo valor subjetivo. Deben usar la imagen objetiva como una llama para encender la emoción subjetiva de la devoción. Por ejemplo, hay una estrofa acerca del niño Krishna cuando derramó la vasija de cuajada y salió corriendo con la bola de mantequilla y Yashoda descubrió su escondite por medio de las huellas de sus pies cubiertos de cuajada. La mantequilla que el Señor codicia es el fruto del yoga, el producto final del batido de la mente por medio del discernimiento; le gusta deleitarse con ella y se la lleva a la soledad de la autorrealización. Nosotros tam bién podemos descubrir al Señor por las huellas de sus pies, las cuales pueden descubrirse en todas partes, siempre que se haga una sincera búsqueda con ojos adiestrados. Pueden encontrar las huellas dondequiera que haya belleza, virtud, humildad, justicia, verdad, amor y paz.

El ojo debe ser adiestrado para descubrir las huellas de los pies de Dios; en este proceso, la mente se va dominando. La mente es el pivote de pensamientos y sentimientos. Es el aspecto pensante de Brahman, la Conciencia Absoluta. El Ser Absoluto manifestándose en actividad imaginativa es la mente. Sin embargo, en lugar de buscar al Absoluto, la mente se va hacia los sentidos y empieza a usarlos como sus instrumentos olvidando su fuente, el Atma.

Cómo y por qué sucede esto, es inexplicable; sabemos que pasa y que debe ser evitado e impedido. El intelecto no puede captar el secreto, que se llama maya, pues él también está atado por ella.

Hay que trascender el intelecto con el fin de comprenderlo. Éste es un hecho y ese hecho debe confrontarse. La mente es el trasfondo para el mundo. Si los pensamientos y actividades de la mente son buenos, sanos, no violentos, llenos de amor, moralmente armoniosos, entonces la paz está muy cercana y puede alcanzarse a Brahman. Es por esto que deben realizarse las prácticas espirituales de manera estricta para adiestrar la mente a ver hacia adentro, hacia Dios, su fuente.

Dásara, 25-X-66