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Discursos dados por Sai Baba

20. 03/08/66 El Árbol de la Vida

El Árbol de la Vida

El Árbol de la Vida

3 de Agosto de 1966

Kothacheruvu

Inauguración del Centro de Salud

Me alegro de que este centro de salud nos haya reunido hoy aquí. Es una fuente de gran alegría para los aldeanos y por eso yo también estoy contento. Los gobernantes de nuestros estados, de los cuales el ministro y los legisladores que están ahora en este estrado son los representantes, declaran que están haciendo sus mejores esfuerzos por desarrollar los recursos naturales y humanos de este país y para proveer, a partir de esos recursos, alimento, ropa, casa, educación, empleo, seguridad y salud en amplia medida para el pueblo.

Pero el desarrollo de los recursos morales y espirituales de los hombres es descuidado y se pasa por alto la provisión de paz y felicidad espirituales.

La felicidad y la paz no vienen naturalmente cuando el hombre está bien alimentado, bien vestido, bien alojado y hasta educado en un nivel alto y empleado bajo condiciones favorables que no amenacen su salud o su seguridad. Son muchos los que tienen de todo en abundancia pero que siguen preocupados o sufren o están descontentos. Estas cualidades dependen del equipamiento interno del hombre, no de sus habilidades externas o de sus riquezas.

El hombre es fundamentalmente divino y así, naturalmente, cuando más manifiesta los atributos divinos del amor, la justicia, la verdad y la paz, más felicidad puede disfrutar y dar. Cuanto menos los manifiesta, tanto más debe avergonzarse de estar viviendo contrariamente a su linaje.

El Árbol de la Vida debe ser regado en las raíces, pero ahora, aquellos que planifican la elevación del nivel de vida riegan las ramas, las hojas y las flores. Las raíces son las virtudes. Deben ser nutridas para que las flores de las acciones, palabras y pensamientos puedan brotar llenas de aroma y producir el fruto del servicio lleno del dulce jugo de la felicidad duradera. La obtención del alimento, ropa y abrigo es sólo promover el bienestar de la carreta; deben obtener también para el caballo, la mente del hombre que tiene que usar el alimento, la ropa, el abrigo y otros instrumentos materiales para el alto propósito de escapar del ego hacia lo universal.

La penosa pobreza del distrito Rayalasima también fue descripta por algunos de los oradores; yo les pido que no se dejen llevar por la desesperación ni pierdan la fe en el hombre o en Dios.

Se men cionó al emperador Sibi, quien ofreció su propia carne a un halcón cuya presa él había rescatado de sus garras. También está el supre mo ejemplo de Karna, cuyos sacrificios fueron tan espontáneos e implicaban su propia negación. Aun ahora no faltan entre nosotros donantes imbuidos con ese espíritu de desprendimiento.

Sus ser vicios no deben ser desdeñados ni olvidados. Cuando se mezclan algunas piedritas con el arroz y se sienten entre los dientes, dicen con disgusto que el plato de arroz no es sino un plato de piedras. Es natural en el hombre exagerar con el propósito de causar una impresión. Tratamos a la alegría como incidental e insignificante y nos quedamos contemplando más el dolor y la aflicción.

El principal defecto del cual éstos no son sino manifestaciones es la pérdida del entusiasmo y de la confianza en sí mismos entre los aldeanos. Se abandonan a la más mínima señal de pérdida o de peligro. No saben que el secreto de la fortaleza y del valor está en ellos mismos. Los aldeanos han perdido el arte de vivir juntos en paz y armonía. Las facciones han echado profundas raíces en detrimen to del pacífico desempeño de sus oficios. Además, los niños del pueblo que reciben la clase de educación impartida en las escuelas locales desarrollan desprecio por la agricultura y otras ocupaciones rurales y se aglomeran en las ciudades a donde los atrae la pompa externa de la civilización moderna. Ellos se vuelven víctimas de las vanidades del modo de vida occidental y son alejados de la cultura de sus ancestros.

El doctor a cargo de este centro de salud habló de la planificación familiar y de los métodos artificiales para el control de la natalidad popularizados aquí. Aunque parezca que dichos métodos tienen éxito, están llenos de muchos peligros; llevarán inevitablemente a una gran desmoralización del carácter y a la debilitación de la fuerza moral, de la cual depende la fuerza última de un pueblo. La regulación debe venir de adentro, no de afuera; las personas deben controlarse por medio de su propia fuerza innata, no dejarse controlar por temor a alguien o por el deseo de ganancias temporales.

El autocontrol promueve la confianza en uno mismo, el autoconocimiento y el mejoramiento personal. Los partidarios de la planificación familiar sólo consideran la consecuencia inmediata, pero dejan a un lado la consecuencia a largo plazo. Son como el pro pietario de un autobús que sobrecarga el vehículo con el fin de ganar algunos centavos más, pero cuando explota una llanta a consecuencia del sobrepeso y tiene que cambiarla, se lamentará de la codicia que causó la pérdida.

Si dirigieran a Dios sólo la mitad de las súplicas que dirigen al gobierno, ustedes podrían ganarse su gracia y resolver el problema del alimento, pues sólo Dios puede darles las lluvias para llenar los estanques y represas para irrigar los campos donde se cultivan las cosechas. Tengan sincera fe en Dios y entréguense a él, actuando, hablando y pensando de una manera que le complazca.

Sean puros, sean sencillos, sean sinceros y él responderá a su lastimero llama do. ¿Qué pueden hacer los gobiernos si falla el monzón y los estan ques están secos? ¡Hasta el ingeniero encargado del suministro de electricidad dice que no les puede dar energía para operar las bombas de agua para irrigación debido a que fallaron las lluvias! Entonces, en lugar de dedicarse a las vanas habladurías, glorifi quen a Dios y caminen en su sendero y órenle a él. Pasen el número de años que les han sido asignados en la contemplación y la adoración del Todopoderoso, no en serviles alabanzas de lo endeble, de lo fútil y de lo débil. La vida es una oportunidad brindada a cada uno no para comer y beber, sino para lograr algo más noble y grandioso: dominarse a sí mismo y fundirse con la Realidad.

Tres cuartas partes de nuestra atención deben ser dedicadas al dehi, al morador, al ocupante del deha o cuerpo, que siempre habla del cuerpo y sus componentes como “mío”, pues este cuerpo y todas las experiencias que uno tiene a través de él son tan irreales como los sueños.

Ahora han visto la procesión de Swami y el ministro a lo largo de las calles de su pueblo, me han visto y han oído mis palabras, pero cuando se acuesten, dentro de unas pocas horas, y empiecen a soñar, no tendrán conciencia de todo esto; ustedes ven y ex perimentan unos hechos completamente nuevos, que en ese momento son tan reales, tan impresionantes, tan significativos como éstos; y cuando entran en sueño profundo, nada “es” salvo, quizá, la conciencia interna de que son ustedes mismos. Cuando sueñan, el sueño es real; cuando se despiertan, la experiencia en la vigila es tan real como lo fue el sueño. El hecho es que todo es un sueño, una creación de la mente cuando el Atma se refleja en ella. Eliminen esa mente, no tengan nada sobre lo cual se pueda reflejar el Atma, y entonces el Atma brillará en su propio esplendor, en su propia unicidad.

Una vez que hayan alcanzado este conocimiento, cincuenta años de experiencias durante el estado de vigilia aparecerán sólo como cinco segundos, así como en un sueño de dos segundos uno pasa de la niñez a la vejez y experimenta el paso de cincuenta años. Jñana (el conocimiento) es como el estado de vigilia que juzga la etapa de sueño como irreal. Busquen los manantiales de la felicidad espi ritual dentro de ustedes y la felicidad será suya, ahora y para siem pre. Crean que la bienaventuranza que está dentro de ustedes de riva de Dios, quien es la realidad de ustedes.

El esfuerzo es esencial para llegar a Dios y obtener alegría de ello, lo mismo que se necesita esfuerzo para escuchar los programas de radio que están en todo el aire a nuestro alrededor. Para recibir esa música o voces hay que obtener un aparato (yantra).

Para la concretización de esa entidad abstracta que es Dios y para compartir la bienaventuranza que él es, se necesita un mantra.

Un poquito de bienaventuranza eliminará todo rasgo de mezquin dad y pasión en el hombre. Ahora las relaciones entre los hombres están viciadas por la maldad y el odio. El gobierno, la adminis tración y el pueblo son como las tres aspas del ventilador eléc trico; cuando las tres giran juntas en la misma dirección y a la misma velocidad, producen un bien. La ira, la maldad, la codicia, la envidia, todas éstas son obstáculos en el camino del amor y la cooperación.

Rebajan el hombre de la divinidad al nivel del animal.

Soporten a otros con paciencia y comprensión: practiquen la paciencia y la compasión. Traten de descubrir puntos de contacto, no de conflicto. Difundan fraternidad y profundicen la bondad a través del conocimiento. Entonces la vida será digna de vivirse, no hay duda de ello.

La razón de que haya transcurrido largo tiempo desde que vine a este pueblo la última vez, un pueblo que está a pocos kilómetros de Putaparti, debe buscarse no en la actitud de los individuos, sino en el kala (el tiempo), karma (la acción) y karana (la ocasión), los cuales deben coincidir para que un hecho de esa naturaleza pueda suceder. El tiempo debe madurar, la ocasión debe surgir también y las circunstancias que necesiten mi presencia deben ocurrir.

Sólo entonces es posible esto, ¿no es así? Toma tiempo para que una fruta madure y adquiera dulzura y sea comestible; el tiempo es un factor primordial para la mayoría de las cosas buenas. Hagan pleno uso de mí, esto es todo lo que les pido a ustedes. En ningún momen to he tenido sentimientos de separación. Los invito a todos a que vengan y me conozcan y obtengan beneficios de mí. Sumérjanse y conozcan la profundidad; observen y disciernan; coman y conozcan el sabor. Yo anhelo a la gente que hace esto.

Vamos a cerrar con algunos cantos que mencionan el nombre de Dios. Es mi práctica general inducir a las personas a que conozcan la dulzura del nombre divino. Comienzo mis discursos con la recitación de un poema espiritual y los termino con namavalis o cantos de los nombres del Señor, y entre ambos doy la lección que me gusta enseñar. Es como una sabrosa y nutritiva comida que yo les sirvo en un plato (el poema) y cubro con una tapa (el namavali).

Así es como ustedes deben tomarlo.

Kothacheruvu, Inauguración del Centro de Salud, 3-VIII-66