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Discursos dados por Sai Baba

13. ??/04/66 Una maestría sin rival

Una maestría sin rival

Una maestría sin rival

Escuela Secundaria para Niñas, Anantapur

Los hijos e hijas de la Madre India ganaron su independencia y están dedicados a desarrollarla como un país de abundancia; pero hay naciones que no tienen paz aun en medio de la prosperidad; están obsesionadas por el temor y la ansiedad causados por la misma abundancia que han ganado. La única garantía de paz para el individuo y la sociedad son el progreso y la disciplina espirituales.

En la India, así como en otros países, se puede ver un triste descuido justamente de estos dos objetivos. Asegurar vivienda, ropa y alimento da felicidad física; impartir educación y transmitir información acerca del mundo da medios de vida. Pero el viejo adagio dice: «La felicidad real y duradera no puede ser ganada por la felicidad física» (Na sukhatlabhathe sukham). La felicidad duradera, que no pueda ser quebrantada ni disminuida o modificada por la buena o la mala fortuna, puede venir sólo por medio de la disciplina mental y de la fe en un poder superior que guía todas las acciones, palabras y pensamientos del hombre. La lámpara de esa conciencia espiritual debe ser encendida y alimentada de manera que los pasos del hombre puedan tomar ese camino y seguirlo sin peligro.

Los Vedas y los Shastras han declarado que el hombre puede alcanzar ese estado de felicidad por medio de la actividad considerada como deber, como adoración, que sea vista como una dedicación y revelación de la unidad del universo en una inteli gencia que se ha limpiado del polvo de la duda y del engaño por medio de esa dedicación y cumplimiento del deber. «El universo está saturado de divinidad» (Sarvam Vishnu mayam jagat); «No hay nada que no sea Él» (Ishavasyamidam sarvam).

Él es la base y la superestructura, el material y el género, el motor interno y el movimiento externo. El cuerpo es el templo del Señor; la atmósfera de este templo está, por su naturaleza misma, llena de amor por todos los seres. Pero el hombre, dominado por el egoísmo, la ensucia con envidia y codicia, y por eso está infestado de en fermedades y aflicciones. El deseo y la ira son dos viejos enemigos del hombre que minan su naturaleza divina y lo arrastran al lodo. La historia del Ramayana está tejida alrededor de la ira de Manthara y de la lujuria de Shurpanaka. El Ramayana de cada individuo también está tejido alrededor de estas dos pasiones elementales.

A los primeros avisos de que estas malvadas influencias amenazan con invadir su mente, deténganse y examinen fríamente la naturaleza del ansia, el carácter de los impulsos, el tipo de consecuencias para ustedes y para los demás. Razonen estas cosas en silencio y soledad.

La disciplina fundamental para adquirir felicidad y paz, que es la más preciosa herencia de la India, es ahora negada a sus hijos en la escuela. Éste es un hecho lamentable. En lugar de eso, todo tiende a aumentar la ansiedad y el temor; el descontento y el infortunio son alentados por medio de películas, libros, revistas, obras de teatro, pinturas, periódicos y todos los demás medios de comunicación, incluyendo los discursos de agitadores y políticos. La preocupación por lo que pueda suceder con la vida, reputación, riqueza y autoridad en el instante siguiente está obsesionando a todos; la inseguridad invade la Tierra, desgarrada por odios y codicias.

La gente ha perdido la seguridad que da la autoconfianza; no tienen ninguna fe en su propia fuerza, y ninguna confianza en los demás. El hombre es hoy la entidad más devaluada; todo lo demás ha aumentado de valor, pero el hombre es barato; puede ser aban donado con impunidad. No conoce su propia grandeza ni su propio valor. No sabe cómo elevar el más mínimo acto suyo y hacerlo un medio para alcanzar la gracia del Señor. No conoce la alquimia mediante la cual cada fracaso o decepción puede ser transmutado en una dorada oportunidad de autoentrega para construir el ba luarte de la devoción. Malgasta un tiempo precioso en actividades nimias y placeres baratos que rebajan su autorrespeto y lesionan su capacidad física y mental. Él debe tratar de vivir de acuerdo con las grandes tradiciones de sus antepasados y los grandes hombres de su patria.

Los periódicos tienen un gran papel que jugar en esta tarea; pero están contentos de complacer los gustos vulgares y pronto se vuel ven desperdicios. El mes pasado estuve en el estado de Maharashtra, en Bombay, donde centenares de miles de personas sa tisficieron su sed por el darshan y donde di discursos a varios miles de personas sobre los fundamentos de los Vedas y de los Shastras y ordené a los miembros de la Gran Asamblea de Sabios de Prashanti (Rama de Maharashtra) que resucitaran la gloriosa cultura de nues tra tierra. Estaba discutiendo con ministros, jueces, empresarios, médicos, abogados, editores de Maharashtra, Saurashtra y Delhi acerca del programa de restauración y revitalización del Dharma, mientras que aquí, en esta parte de la India, ciertos periódicos estaban regodeándose en las mentiras que inventaron e hicieron circular acerca de lo que me había sucedido. Imprimen sin ver güenza alguna sus despreciables invenciones que demuestran ma licia y envidia del más bajo orden. Claro está que estas calumnias son una experiencia muy antigua para los eminentes; ésa ha sido la mía en edades anteriores también. Los sucesores de Shishupala no pueden permanecer ociosos; pero consideren hasta qué bajo nivel ha descendido la maldad humana. No me preocupo ni por la alaban za ni por la calumnia; sólo compadezco a estas personas que, con el fin de sacar unos pocos céntimos de los pobres, recurren a tales trucos. Para todos aquellos que están atacados de estas bufonadas subhumanas, declaro: «Aun si todos los catorce mundos se unieran, el trabajo para el cual he venido no sufrirá en lo más mínimo; aun si la tierra y el cielo se unieran, mi verdad nunca podrá ser totalmente captada».

Les aconsejo que, sin prestar oídos a tales mentiras nacidas de la maldad y la codicia, formen un satsanga en el cual se puedan reunir y donde intercambien verdades y charlas virtuosas, en el cual es tudien libros sagrados y hablen de la gloria de Dios. ¿Por qué perder tiempo precioso en escándalos acerca de otros y críticas sobre el comportamiento ajeno? Cultivar la envidia, la maldad, el odio y la ira contra otros es un pasatiempo malvado que tiene un efecto de bumerang. En cada uno de ustedes reside la misma chispa divina; por eso, criticar al vecino es igual a criticar a la Divinidad.

El juego de la vida merece jugarse y se vuelve interesante sólo cuando hay reglas y límites que lo regulan y controlan. Imaginen un juego de fútbol sin reglas o límites de campo. Sería un caos, una lucha libre, un motín; nadie podría decir quién gana ni cómo. El sendero de la justicia (Dharmamarga) y el sendero de Brahman (Brahmamarga) son los límites del campo. Las virtudes luchan contra las tendencias malvadas. Jueguen el juego, poniendo atención a las advertencias de “falta” y “fuera”.

Escuela Secundaria para Niñas, Anantapur