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Discursos dados por Sai Baba

09. 28/05/91 pm Prasnopanishad – Respuestas a los Sextos Estudiantes

28 de Mayo de 1991

Brindavan

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La paz no existe, la verdad escasea.

El miedo a las armas ha aumentado.

El egoísmo es la causa de estas tendencias dañinas.

Estas palabras transmiten la verdad.

«Brahman (Dios) es la verdad, la sabiduría y el infinito» (Sathyam jnanam anantam Brahma). Imperecedero, Uno Mismo Supremo, Principio Supremo, Conocedor de la Verdad de la Vida (Aksharam, Paramatma, Parathathwam, Kshetrajna), estos términos son meros sinónimos del Atma. Los nombres se basan en el lugar, el tiempo y la situación.

Todos los seres aspiran a estar felices, a mantener la miseria a raya. Aunque desean alegría y paz, ¿por qué se ven obligados a experimentar tristeza y dificultades? La tristeza, la inquietud y el miedo no son más que reflejos de la alegría y la paz. Sin tristeza, la alegría no tiene valor. Si la inquietud no existiera, ¿por qué anhelaríamos la paz? Estas dualidades se siguen mutuamente y son interdependientes.

Ayer hablamos del Om. Decimos que los tres sonidos —a, u, m— representan el mundo físico, astral y solar (bhu-loka, bhuvar-loka y suvar-loka). Además, los tres Vedas —Rig, Yajur y Sama— solo elaboran lo que está contenido en el Om.

Para alcanzar el principio del Om (pranava), es decir, la unidad de tres —tres Vedas y tres mundos—, hay tres caminos disponibles.

Primero, el canto o la repetición del Nombre del Señor (namasmarana). Segundo, el sentimiento (bhaavam). Tercero, el esfuerzo espiritual (sadhana).

Con el canto del Nombre, pueden experimentar placeres del mundo físico (bhu-loka), es decir, comodidades y facilidades mundanas. Todos los placeres mundanos pueden obtenerse mediante el canto del Nombre divino, pero estos son temporales e irreales.

Luego, el sentimiento. ¿Qué es el sentimiento? Es apreciar que un Poder divino rige el mundo de entidades vivientes y no vivientes, hacer de esta convicción el centro de las actividades diarias y meditar en ese Poder. Al seguir el camino del sentimiento, alcanzan la región del principio lunar (chandra loka), el reino de la mente, donde disfrutan de paz y satisfacción. Confiar en que hay una base para el mundo burdo es sentimiento.

A través de la repetición del Nombre de Dios, adquieren comodidades físicas. A través del sentimiento (la convicción de que un Poder divino rige el mundo), adquieren paz mental. Pero permanecen insatisfechos con estas dos alegrías, y avanzan hacia la tercera etapa, la práctica espiritual. La práctica espiritual los lleva al reino del sol (suvar-loka), es decir, al principio del Atma, caracterizado por la más alta lucidez y conciencia. Es la sabiduría suprema nacida de la visión divina. En esta sabiduría, que revela la unidad de todo, hay paz.

Bhu-loka y bhuvar-loka pertenecen al mundo físico, que es fugaz e irreal. Bhu-loka es burdo, mientras que bhuvar-loka es sutil. El cuerpo es burdo, la mente es sutil. Bhu-loka y bhuvar-loka se relacionan con el cuerpo y la mente. Suvar-loka, el reino del sol, es el dominio del Atma.

Mediante la repetición del Nombre, la contemplación de que un Poder divino rige el mundo (bhaavam) y la práctica espiritual, se alcanzan estos tres planos de la existencia. Cuando siguen estos tres caminos, pueden llegar a un estado más allá de los tres mundos, un estado de paz y felicidad suprema. Este es el objetivo de la vida humana. Estas fueron las respuestas dadas por el sabio Pippalada a Satyakaama.

Sukesha, hijo del sabio Bharadwaja, se levantó y preguntó: «Swami, todas las escrituras declaran que hay un Ser Divino, Purushothama, que es un reservorio de los dieciséis atributos (kalaas). ¿Quién es este Ser? ¿Cuáles son los dieciséis atributos? ¿Dónde se encuentran? Por favor, apacigua mi curiosidad.»

Pippalada sonrió. «Hijo, Sukesha: Purushothama no está limitado a un lugar aislado. Está presente como la lucidez en cada ser, y experimenta la felicidad suprema en esa forma. Es Ser, Lucidez, Felicidad Suprema (Sat-Chit-Ananda).»

Sat significa aquel que es inmutable, verdadero y permanente, a quien nada puede añadirse. Chit es aquel que reconoce la completa lucidez. Quien experimenta Sat y Chit es la encarnación de la felicidad suprema (Ananda).

Los nombres y las formas pueden variar, pero el Ser y la Lucidez conducen al mismo objetivo. El ojo derecho y el izquierdo son distintos, sin duda. Pero cuando abres ambos, izquierda y derecha se fusionan en tu visión. De manera similar, la unidad entre el Ser y la Lucidez es la Felicidad Suprema. Estos tres están presentes en cada ser humano.

Sat-Chit-Ananda es aquel que posee los dieciséis atributos (kalaas). Ahora bien, las escrituras han expuesto los dieciséis atributos de diversas maneras, confundiendo a la persona común. Los atributos no están destinados a ser ganados por nosotros, sino que son naturales en nosotros.

El espacio (akasa) lleva el sonido. El sonido genera el viento (vayu). El viento da origen al fuego y brillo (agni), mediante el cual el agua se hace posible. El aspecto más burdo del agua es la tierra misma. Los cinco elementos son espacio, aire, fuego, agua y tierra.

Las cinco fuerzas vitales (pranas) en nuestro cuerpo son la inspiración, el aire descendente, el aire digestivo, el aire ascendente y el aire difundido por todo el cuerpo (prana, apana, samana, udana y vyana).

Juntos, los cinco elementos y las cinco fuerzas vitales forman diez conceptos. Los cinco órganos de la percepción (jnanendriyas) —ojos, oídos, nariz, lengua y piel— elevan el total a quince. La mente es el decimosexto. Estos dieciséis atributos brillan en cada ser humano.

Los atributos humanos (kalaas) son abarcadores y plenos (purnam). Quien experimenta estos atributos en toda su plenitud, los emplea para reconocer el estado de plenitud y alcanza ese estado, reúne las condiciones para merecer el título de purusha o Purushothama[1].

¿Quién es purusha? ¡No significa alguien que usa pantalones y camisa, es decir, un hombre! En el cuerpo, que se llama pura, purusha, o el ser, es la conciencia, la lucidez, el Poder divino que pulsa de la cabeza a los pies. Todo aquel que experimenta esta lucidez también es purusha. Aquel que aparece en todos, o la conciencia colectiva a través del cosmos, es el Señor Supremo de Todo, o Purushothama. En otras palabras, la conciencia individualizada (el alma) es purusha, mientras que la conciencia colectiva es Purushothama.

¿Qué debe hacer el alma (purusha) para santificar el tiempo en el cuerpo? El sonido, el aire, el fuego, el agua y la tierra —los cinco elementos— deben considerarse manifestaciones de Dios, y usarse apropiadamente.

Dios ha otorgado a la gente los cinco órganos de la percepción (jnanendriyas). La vista es fuego. Debe usarse de manera adecuada: vean lo bueno. Solo entonces este atributo de la vista se convierte en un instrumento divino.

Segundo, el oído. Debemos emplear nuestros oídos para escuchar solo palabras que fomenten la percepción de nuestra naturaleza pura y trascendental.

Tercero, la nariz. Los aromas dulces no solo confieren alegría, sino que también son propicios para la salud. Los malos olores conducen a una mala salud y perturban la paz mental. Los buenos aromas son manifestaciones de Dios en el aire.

Luego, la piel. El sentido del tacto es muy puro. No debe usarse indiscriminadamente. Para santificar el sentido del tacto, nuestros antiguos sabios dejaron aldeas y ciudades, buscaron la soledad en los bosques y pasaron su tiempo en meditación silenciosa.

Hay un poder divino en nuestro cuerpo llamado el poder de la lucidez (Chit Sakthi). Este poder es como una corriente. Con el contacto de los cuerpos, las corrientes se intercambian. Es muy probable que en este proceso, nuestras buenas cualidades se agoten y las malas aumenten. Por lo tanto, es aconsejable tocar solo a individuos piadosos y grandes, especialmente sus pies, para asegurar que nuestras virtudes florezcan y nuestros vicios disminuyan.

Cuando se sientan a meditar, asegúrense de no estar cerca de otros, de no tocar el cuerpo de otra persona. Siéntense solos, concéntrense en su potencial innato, exprésenlo en su comportamiento y disfruten mentalmente del Poder Divino, que está dentro de ustedes y fuera de ustedes. «Dios (Narayana) está dentro, fuera, en todas partes» (Antar bahischa thath sarva vyapaya Narayan sthitutah).

Cuando cultivan amistades y apegos indiscriminadamente, su Divinidad se agota día a día. Nuestros antiguos sabios usaron los cinco elementos y los cinco órganos de los sentidos de manera sagrada y se transformaron en personajes divinos.

Swami les dijo ayer que nuestro cuerpo tiene 720 millones de nervios (naadis). La fuerza vital llamada vyana (aire difundido por todo el cuerpo) impregna cada nervio uniformemente. Esta fuerza vital asegura salud, alegría y entusiasmo.

Vyana se manifiesta como un loto de mil pétalos (sahasraava padma) en la coronilla de la cabeza. Cuando la energía kundalini viaja desde el chakra raíz (muladhara) hasta este loto en la coronilla, los pétalos florecen. Entonces, la kundalini brilla y, con un resplandor infinito, se une al loto de mil pétalos.

Hoy la gente, habiendo agotado esta energía divina, es susceptible a todo tipo de tristeza. Nuestros sabios estaban hechos de un material más fuerte. Purificaban el chakra raíz, despertaban el poder kundalini, lo hacían recorrer el camino hacia el loto de mil pétalos y redimían el propósito de su nacimiento. Las cinco fuerzas vitales deben utilizarse adecuadamente. Solo entonces podemos alcanzar el estado de Divinidad (Purusha).

Por lo tanto, aunque ustedes tienen los dieciséis atributos dentro de sí mismos, no pueden usarlos adecuadamente y no pueden reconocer su Divinidad.

Si tienen la vaca que cumple los deseos (kamadhenu),

y otorga leche con solo pedírselo,

¿por qué comprar una vaca común pagando dinero?

Si tienen el árbol que cumple los deseos,

¿por qué anhelar las malas hierbas que crecen alrededor de su casa?

Si tienen una montaña de oro que brilla con un resplandor infinito,

¿por qué buscar pepitas de plata y oro?

Una persona es la encarnación de la Divinidad, que se expresa como los dieciséis atributos, y contiene dentro de sí misma estos dieciséis atributos; sin embargo, no reconoce su divina importancia y, por lo tanto, realiza acciones que destruyen la paz mental. No solo no alcanzan el estado de Divinidad (Purusha o Purushothama), sino que caen en tendencias animales y demoníacas. ¿Por qué? No usan los dieciséis atributos de la manera correcta.

Sí, puede que no sean versados en los Vedas, las epopeyas y los Puranas, pero pongan en práctica las normas morales básicas en la vida diaria. Deben decir la verdad, y decirla dulcemente. Digan palabras que infundan alegría en los demás. Nunca lastimen a otros con palabras.

Conocemos estas enseñanzas, ¡pero no las practicamos! ¿Por qué? Egoísmo, egoísmo. En la ansiedad por conquistar sus metas egoístas, usan los dieciséis atributos de manera perjudicial.

La gente está dotada de dieciséis atributos, que son plenos (purna). Quien santifica estos atributos y reconoce su divina importancia está en condiciones de ser llamado Dios (Purushothama). Quien desperdicia sus atributos es el más bajo entre las personas.

La respuesta a la pregunta de Sukesha fue que Dios (Purushothama) no es un Ser separado que reside en un lugar secreto. ¡Dios no está en algún otro lugar (desham), sino en su propio cuerpo (deham)! De manera similar, el pecado no reside afuera, sino en sus acciones ruinosas. Solo las acciones nos convierten en purushas, Purushothamas, humanos, demonios o animales. Las acciones pueden llevarnos a estados superiores, pero también pueden arrastrarnos a una existencia infernal.

Los Puranas declaran que quien ha santificado completamente los dieciséis atributos es Dios (Purushothama). Por lo tanto, solo los Avatares pueden aplicar los dieciséis atributos con un desinterés total y puro. Todo lo que los Avatares hacen, ven, dicen o piensan es absolutamente desinteresado. Ningún Avatar, en ningún momento, ha usado para fines egoístas sus cinco órganos de percepción, sus cinco fuerzas vitales, sus cinco elementos ni su mente. Mientras se conducían como personas comunes, mostraron de manera inequívoca pureza, verdad y cualidades eternas, a través de acciones desinteresadas. La gente está ciega a tales verdades sutiles y, por lo tanto, no puede entender su propia humanidad.

Pippalada otorgó estas grandes enseñanzas a Sukesha. Le indicó que indagara en la unidad de lo burdo (sthulam) y lo sutil (sukshmam). Lo burdo es perecedero; lo sutil es indestructible. El mundo es perecedero; el Atma, imperecedero. La vida es perecedera, Dios es imperecedero. Solo cuando comprendan el significado de estos principios podrán entender en su plenitud los dieciséis atributos (kalaas).

Todo el cosmos, móvil e inmóvil, ha surgido del Principio Indestructible (akshara). Este Principio Indestructible ha dado nacimiento a este mundo, lo sostiene y, finalmente, lo fusiona en Sí. La unidad del alma individual (jiva) y Dios (Deva) es indestructible (akshara). La combinación de lo temporal y lo permanente es Dios.

Los dieciséis atributos se santifican cuando se dedican al Atma. No permitan que su visión se restrinja a la vista física exterior, sino avancen hacia el interior, hacia el Atma. Fomenten el sentimiento de que su vista física es posible solo por la luz del Atma. No malinterpreten sus órganos de acción (karmendriyas) como la fuente de la lucidez. Sus oídos pueden escuchar solo por el poder del Atma. La causa invisible es el poder del Atma, llamado prajna.

Nuestra visión exterior contempla el mundo, llamado Viswa. La visión interior, los estados de sueño y sueño profundo pertenecen a la sabiduría divina (prajna). Esta sabiduría da origen al resplandor (tejas). Todo lo que hacemos, vemos, pensamos y decimos, debemos dedicarlo al Atma. Entonces, los atributos florecerán en toda su capacidad. ¿Cómo? Los ríos con nombres y formas distintos fluyen en sus respectivas direcciones, pero, al final, todos los ríos adquieren el nombre, la forma y las cualidades del mar.

De manera similar, los cinco elementos son corrientes distintas. También lo son las cinco fuerzas vitales y los cinco órganos de percepción. Por último, la mente es el río más turbulento de todos. Cuando todas estas corrientes se ofrecen al Atma, se fusionan en la sabiduría divina (prajna). Pierden sus nombres y formas individuales y adquieren las cualidades inmaculadas del Atma: sin forma, verdadero, eterno y sin mancha. Por lo tanto, para convertirnos en Dios (Purushothama), solo debemos usar los dieciséis atributos de manera significativa.

(Swami concluyó con el bhajan «Hari Bhajana Bina Sukha Shanti Nahin».)

[1] Purushothama = Purusha + Uthama, donde Uthama significa «el mejor entre». En los Vedas, Purusha significa Dios, pero también es el término común para «hombre» en sánscrito y muchos idiomas indios.


Traduccion SBd