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Discursos dados por Sai Baba

16. 03/6/90 Sabiduría védica

3 de Junio de 1990

No hay enfermedad igual a la codicia,

ni peor enemigo que la ira.

No existe mayor dolor que la pobreza,

ni felicidad igual a la sabiduría.

La fe en Dios ha declinado,

la rectitud ha desaparecido

el ateísmo aumenta.

No existe reverencia por el gurú;

la devoción a Dios,

el respeto a nuestra antigua cultura y tradición

se han descuidado.

No hay incentivos para la auténtica educación,

sólo la educación para ganarse el pan

se ha vuelto el orden del día.

Éstas, ¡ay!, son las características

de la modernidad.

"Yo estoy en la luz;

la luz está en mí,

yo soy la luz".

El sabio que ha realizado esto, en verdad se volverá uno con Brahman.

¡Amados estudiantes!

La literatura védica es la más antigua del mundo, es un tesoro de sabiduría y ha contribuido al desarrollo integral del hombre. El Veda es el primer libro que existió en la historia de la humanidad, es la cuna de la cultura humana y fuente de todo poder. Todas las ramas de la enseñanza han surgido del Veda, el Veda es interminable, insondable, indefinible y bienaventurado. La palabra Veda se deriva de la raíz sánscrita vid, que significa conocimiento. El conocimiento del Señor es Veda, el conocimiento del Ser es Veda, el conocimiento del Supremo Absoluto es Veda, el conocimiento de la no dualidad es Veda; Veda es el conocimiento por excelencia. Todos estos términos son sinónimos del conocimiento del Ser o Atmajñana. La divinidad del Veda es todopenetrante y tiene ocho aspectos de esplendor: el del sonido de Brahman, lo movible e inmovible, la refulgencia, el habla y la literatura, la bienaventuranza eterna, la trascendencia, la ilusión y la prosperidad. Es, en verdad, la conciencia integrada constante. No pertenece a un individuo, lugar o época determinados; es universal. Al saber que no era posible que la gente común pudiese comprender esa literatura védica sagrada, el sabio Vyasa la compiló en cuatro volúmenes.

El Veda consta de tres cantos (kandas), que son: Karma Kanda, cantos que tratan de los rituales y otras acciones, Upasana Kanda, cantos de devoción, y Jñana Kanda, cantos de sabiduría. Estas tres divisiones representan los pasos progresivos en la evolución espiritual del hombre. El hombre comienza con acciones al admitir que el cuerpo humano está destinado a lograr la rectitud a través de la acción, karma. Por la continua realización de buenas acciones, a su debido tiempo será capaz de comprender las prácticas devocionales (upasana). Al adorar a Dios durante un tiempo, con amor y espíritu de dedicación, alcanza la etapa final del conocimiento (jñana). En conjunto, karma, upasana y jñana se pueden considerar como las tres etapas de un proceso, comparables con la flor, la fruta verde y la fruta madura, respectivamente. Debido a que la gente común no podía comprender ni practicar las enseñanzas del Veda, se creó posteriormente una literatura auxiliar conocida como los Puranas, que son tratados mitológicos, y los Itihasas, que son epopeyas, de tal forma que hasta la gente común pudiese practicar la acción correcta (karma), la adoración (upasana) y el conocimiento (jñana).

El final o culminación (anta) del Veda son los Upanishads, llamados, por ende, Vedanta. Los Upanishads han denominado yogas a los tres caminos: acción (karma), adoración (upasana) y conocimiento (jñana). La esencia del yoga del karma es ofrecer todas las acciones a Dios o efectuar todas las actividades como ofrendas al Señor, para complacerlo. El upasana yoga consiste en amar a Dios de todo corazón y con armonía y pureza de pensamiento, palabra y acto. No es auténtica adoración si se ama a Dios para lograr deseos mundanos; debe ser amor por amor. Los seguidores del Jñana yoga consideran el universo en su totalidad como la manifestación de Dios. La convicción de que la Divinidad reside en todos los seres en la forma del Atma, se llama jñana. Los estudiantes quizá se pregunten cómo existe unidad cuando hay tantas formas y nombres diferentes, diversos tipos de comportamiento y distintas doctrinas, etcétera. Esta duda se disipa al considerar el ejemplo del océano. En el insondable océano se forman innumerables olas, cada una es diferente a otra en tamaño, forma, etcétera, y parece como si no existiera relación entre una ola y otra, pero al pensar un poco nos percataremos de que todas son manifestaciones diferentes de la una y única agua y, además, que no son diferentes del océano mismo. De igual forma, todos los diferentes nombres y formas en el universo son las olas o manifestaciones del uno y mismo océano de la Existencia, Conciencia, Bienaventuranza (Sat-Chit-Ananda). De allí que la esencia de todos los seres que se manifiestan sea sólo Sat-Chit-Ananda, a pesar de las diferencias superficiales o aparentes nombres, formas y comportamientos.

El Bhagavad Gita, que apareció posteriormente, constituye la esencia de los Upanishads. Sin embargo, trata del camino de la acción (karma), de la adoración (upasana) y del conocimiento (jñana) en tres respectivas secciones, cada una de las cuales comprende seis capítulos o cantos, lo que hace un total de dieciocho capítulos. La primera sección trata del camino del karma, la segunda, del camino del upasana y la tercera, del camino del jñana. Para resumir, el Veda originó a los Upanishads, que a su vez dieron lugar al Bhagavad Gita, que sirve de guía a la conducta humana. El Bhagavad Gita no es propiedad o monopolio de los hindúes, es la palabra de Dios y es, por lo tanto, una escritura universal. Existe un solo Dios para todos, aunque existan diferentes religiones, nombres y formas de Dios. Cualquier nombre y forma que uno adore, la adoración llega al uno y único Dios. Existe sólo un sol, no hay soles separados como el sol americano, el británico, el chino, el indio o el paquistaní. Cada país puede ver el sol en un momento diferente; pero sería tonto pensar que existen diferentes soles para diferentes países sólo porque todos ellos no lo pueden ver al mismo tiempo.

Los Vedas contienen significados muy vastos, profundos y amplios. Los gurús o preceptores de antaño adoptaban medidas severas y aplicaban una estricta disciplina mientras enseñaban los Vedas a sus estudiantes. Por esa razón los Vedas han sobrevivido resistiendo exitosamente al ataque del tiempo. En verdad, los Vedas no son libros en el sentido usual del término, nadie reclama ser autor de ellos, se llaman shrutis o conocimientos adquiridos a través de la palabra hablada. Desde tiempos inmemoriales, los Vedas han sido transmitidos por una sucesión de gurús y discípulos a través del habla. Los gurús pronunciaban los mantras con entonaciones específicas prescritas para ese fin y escrupulosamente seguidas por los discípulos. Los gurús de aquellos días eran seres generosos, puros de corazón y prodigaban amor a sus estudiantes, pero eran severos en cuanto a disciplina. Los estudiantes también cumplían de forma escrupulosa la disciplina establecida, y si alguien desobedecía al maestro, era despedido sumariamente de las clases. Los gurús nunca toleraban a un estudiante culpable de una o más de las cinco transgresiones que comienzan con la letra a, a saber: alakshyam o negligencia, avinayam, desobediencia, ahamkaram, egoísmo, asuya, envidia, y asabhyata, falta a las costumbres sociales.

Vaisampayana fue el más importante de los discípulos que aprendieron los Vedas con el sabio Vyasa; santificó su vida obedeciendo sin reservas a su gurú y aprendió todas sus lecciones. Después de terminar sus estudios, Vaisampayana estableció una escuela (gurukula) para enseñar los Vedas a sus discípulos. Gurukula no quiere decir una institución separada, con sus propios reglamentos y estatutos, como las escuelas y colegios actuales; la casa del gurú constituía el gurukula. Sea cual fuere la comida del gurú, se le ofrecía a los discípulos como prasad a alimento sagrado, y el discípulo debía permanecer con el gurú día y noche. Un discípulo llamado Yajnavalkya acudió al gurukula de Vaisampayana. Era muy inteligente y aprendía las lecciones muy rápido, el preceptor estaba muy complacido con él. La gente que conocía a Yajnavalkya empezó a alabarlo y éste se inflamó de ego, seguido gradualmente de indiferencia y falta de decoro (asabhyata). Vaisampayana notó estos errores en Yajnavalkya, y un día lo llamó y le dijo con tono serio: "Yajnavalkya, no mereces permanecer en este gurukula más tiempo; debes abandonarlo de inmediato. Antes de marcharte regrésame todo lo que has aprendido de mí". En consecuencia, Yajnavalkya, quien reconoció sus errores, vomitó todo lo que había aprendido de su gurú. Sus vómitos fueron alimento de los pájaros titiri y éstos empezaron a cantar el Upanishad, el cual se llama, por ello, Upanishad Taitiriya.

Existen dos tradiciones en el Veda: Brahma y Aditya. El que fue vomitado por Yajnavalkya llegó a conocerse como Brahma, también llamado Krishna Yajurveda. Después de abandonar el gurukula de Vaisampayana, Yajnavalkya se arrepintió de sus errores y los expió privándose de todo alimento y bebida, adorando al Sol y sufriendo severas austeridades como penitencia. Complacido con esa penitencia, el dios Sol se apareció ante él en la forma de Vaji y le dijo: "Hijo mío, olvida lo pasado, debes cuidarte de no cometer tales faltas en el futuro, pues traicionar al gurú o a Dios es muy peligroso. De ahora en adelante sé cuidadoso. Ahora te volveré a enseñar los Vedas". Y diciendo esto, el dios Sol le enseñó los Vedas. La razón por la cual el Sol apareció en la forma de Vaji fue que los ancestros de Yajnavalkya siempre distribuían comida gratuita (vajasanam), por lo cual su familia recibió el nombre de Vajasam. El Veda que le enseñó también fue llamado Sukla Yajurveda, Vajasas Kanda y Aditya Kanda. El Yajurveda ha sido dividido en dos por esta razón. Aunque los Vedas eran originalmente cuatro, han pasado a ser cinco: el Rig Veda, el Krishna Yajurveda, el Sukla Yajurveda, el Sama Veda y el Atharva Veda. Al reconocer que el sol había aparecido ante él como Vaji y que le había enseñado los Vedas debido a la distribución de alimentos a los necesitados hecha por sus ancestros, Yajnavalkya le concedió primordial importancia a la distribución de alimentos en sus enseñanzas, que incluían, entre otras, las siguientes:

"No hay regalo más grande que el de alimento, y ningún Dios más grande que los padres. No hay verdad más grande que la recitación del nombre y las austeridades. No hay dharma más elevado que la compasión ni logro más valioso que la compañía de los buenos. No hay enemigo más peligroso que la ira ni enfermedad más grave que el endeudamiento. No hay muerte más horrible que la mala fama ni riqueza más valiosa que la reputación. No hay ornato más bello que recordar a Dios mediante el canto de sus nombres". Yajnavalkya, además, enfatizó en sus enseñanzas a sus discípulos la extrema importancia del servicio a los padres y al gurú, así como la distribución gratuita de alimento.

¡Estudiantes!: iniciamos estas clases en el sagrado día de Ekadasi, el undécimo día de la quincena lunar, y también las concluimos el mismo día. Por lo tanto, consideren estas clases como la observancia de los votos de Ekadasi. Durante estas dos semanas han tenido la valiosa oportunidad de escuchar las conferencias de distinguidos oradores de vasta experiencia. Lo que les enseñaron con celo y entusiasmo, lo han escuchado con mucho cuidado, interés y fe. No obstante, más importante que escuchar, es poner en práctica por lo menos un poco de lo que han aprendido y así dar el ejemplo para que lo sigan otros.

Siempre deben recordar los cinco alientos vitales relacionados con los Vedas, que mencioné con anterioridad. Deben evitar estos cinco vicios: 1) indiferencia a las enseñanzas que les imparten el gurú, los padres y otras personas mayores, 2) el desacato a esas enseñanzas, 3) el ego, 4) envidia de la gente que está en mejor posición, 5) la violación de las reglas sociales o del decoro.

¡Estudiantes!: lo que se les ha enseñado durante estos quince días es la esencia del sagrado Vedanta, lo que se les ha otorgado es el néctar obtenido de la mezcla de todas las escrituras sagradas: Shastras, Puranas e Ithihasas. Ustedes son los futuros líderes, defensores y sustentadores de la madre India. Deben llevar vidas ejemplares, siguiendo el camino de la verdad y la rectitud. Bajo ninguna circunstancia deben desviarse de este camino ideal. Hagan que su educación secular vaya acorde con su educación espiritual.

Los Vedas les han enseñado dos clases de rectitud (dharma): el dharma de lo prescrito y el dharma de lo prohibido; en otras palabras, lo que deben hacer y no hacer para regular sus vidas. Por desgracia, hoy en día lo prescrito se está olvidando, adoptando lo prohibido. Esto sólo es locura e ignorancia. Lo prohibido deben rechazarlo, aun cuando les haya tomado mucho esfuerzo adquirirlo. Por ejemplo: compran en el mercado un enorme mango por cinco rupias, sólo porque han gastado cinco rupias en esa fruta, ¿se van a comer la cáscara y el hueso? No, no; comerán sólo la pulpa y arrojarán la cáscara y el hueso. De forma similar, este mundo es como una fruta, y deben aceptar de él lo que es bueno y rechazar lo malo.

¡Estudiantes!: ustedes son muy afortunados, pues aunque existen millones de personas en el mundo, debido a su buena suerte únicamente algunos cientos, ustedes, han obtenido el beneficio de esta oportunidad de oro. Sin embargo, el objetivo de este curso de verano se habrá cumplido sólo si al menos algunos de ustedes sirven como ejemplos para los demás. Pueden emprender cualquier trabajo o negocio, dedicarse a la agronomía, desempeñar cualquier empleo en su vida, pero es muy importante que no pierdan la confianza en sí mismos mientras cumplan con sus obligaciones. La falta de confianza en uno mismo es la causa principal de todos los problemas de hoy en día, como la falsedad, la injusticia, las pérdidas, los fracasos, la aflicción y el dolor. Las personas no creen en sí mismas, ya no digamos en los demás. Primero deben desarrollar confianza en sí mismos, en su propio ser y ésta, a su vez, les otorgará autosatisfacción. Sin ella no podrán ser dichosos. Una vez que la hayan obtenido, de inmediato estarán preparados para el autosacrificio. Está por demás decir que donde existe autosacrificio, naturalmente habrá autorrealización.

Todo estudiante debe emprender buenas acciones que conduzcan a la pureza de mente, y donde exista pureza de mente habrá una alborada de sabiduría. Todas éstas sólo están dentro de ustedes, no necesitan buscarlas en ningún lugar. A este respecto, consideremos el ejemplo del reloj de pared que está allá. Tiene tres manecillas, para indicar los segundos, los minutos y las horas, respectivamente, y hay sesenta puntos y doce horas marcadas en la circunferencia del mismo. Cuando la manecilla de los segundos se mueve a lo largo de los sesenta puntos, la de los minutos se mueve sólo un punto, y cuando ésta recorre los sesenta puntos, o sea toda la circunferencia, la manecilla de las horas se mueve sólo una hora, una doceava parte de la circunferencia. Ahora bien, el segundero puede compararse con nuestras acciones: si se realizan un gran número de buenas acciones, el minutero, que representa la pureza de mente, se moverá un punto. La pureza de mente es la etapa de la adoración: cuando se dediquen a amar y adorar a Dios de varias formas durante un tiempo, esta etapa los conducirá a la confianza en sí mismos, representada por la manecilla de las horas. Los movimientos perceptibles del segundero y el minutero deben conducir al movimiento imperceptible y lento del horario. De otra forma, el segundero y el minutero no tienen ningún objeto. Así también, a menos que sus buenas acciones, adoración y amor a Dios los conduzcan a la confianza en sí mismos, las primeras dos serán fútiles.

Será suficiente si, siempre que dispongan de tiempo, adoptan por lo menos una de las nuevas formas de devoción (como la recordación del Nombre, el canto, etcétera, que ya les expliqué en mis discursos anteriores). Dios no considera cuán ricos o eruditos sean ustedes; sólo se preocupa por la sinceridad y pureza de su mente y de su corazón y de lo sincero y genuino de su amor. Valmiki era un cazador, Nanda era un intocable, Kuchela era indigente, Dhruva y Prahlada eran sólo niños de cinco años, Sabari era una mujer de una tribu, iletrada e incivilizada, pero todos ganaron la gracia de Dios en abundancia debido a su sincera devoción, amor y entrega. Sigan el ejemplo de Sabari, que pensaba siempre en Sri Rama y en su felicidad y dedicaba sus pensamientos, palabras y acciones sólo a Él, a tal grado que cada acción suya era transformada y sublimada en la más alta austeridad. De su ejemplo deben aprender la lección de que la meditación no significa sentarse ociosamente adoptando una postura particular del cuerpo, como si posaran para una fotografía. Al igual que la de Sabari, la vida entera de ustedes debe volverse una meditación continua dondequiera que se encuentren, sin importar lo que hagan. Todo lo que coman o beban deben ofrecerlo a Dios como una ofrenda sagrada. De esa forma, si ofrecen todo al Señor, naturalmente eso les impedirá dedicarse a malas acciones o a malos hábitos en su vida. Por lo tanto, ¡estudiantes!, voy a terminar este largo discurso con la esperanza y la bendición de que ustedes practicarán lo que han escuchado y así santificarán sus vidas y contribuirán a que el futuro de la India sea brillante y próspero.