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Discursos dados por Sai Baba

12. 30/5/90 Autoconocimiento

30 de Mayo de 1990

¡Amados estudiantes!

Dios es más puro que el cielo; el sol, la luna y las estrellas son sus ojos; él lo penetra todo como el aire. Sólo cuando reconozcamos a plenitud la naturaleza de las vestiduras (upadhis) del hombre, como el cuerpo, los sentidos, la mente y el intelecto, comprenderemos el sagrado, puro e infinito Atma o Principio Divino.

Conózcanme como el conocedor del campo

(kshetrajña) en todos los campos.

Sólo el conocimiento del campo y del conocedor

del campo es, en mi opinión,

el verdadero conocimiento.

(Bhagavad Gita, cap. 13, verso 2)

El mundo es una combinación de campos (kshetras) y del conocedor de los campos (kshetrajña); el campo del cuerpo humano sólo es un reflejo de la naturaleza. Todos los aspectos sensibles e insensibles del universo están en el cuerpo humano; el universo entero es un reflejo del ser interno del hombre. No es suficiente saber sólo acerca del cuerpo, de los sentidos, de la mente y del intelecto, pues existe un conocedor distinto de los campos que anima a todos éstos. Si comprenden al conocedor de los campos, no será necesario conocerlos, pero antes deben brindarles la atención que requieren. Para comprender al conocedor de los campos, necesitan una clase especial de conocimiento; el conocimiento libresco, el superficial, el general, el discerniente, el de la experiencia, el práctico, todos pertenecen a la materia inerte y a lo mundano y muestran las inclinaciones propias del individuo; todas estas clases de conocimientos no ayudarán a comprender al Ser. Necesitan un diamante para cortar otro, se necesita una espina para sacar otra que les ha herido el pie; para experimentar el Ser (Atma) sólo necesitan el conocimiento del Ser (Atmajñana). Hoy en día, lo que consideramos conocimiento en este mundo físico, sólo es ignorancia; el conocimiento del Ser es el verdadero conocimiento; de hecho, llámenlo Ser (Atma) o Conocimiento (jñana), ambos son iguales. La verdadera consciencia es jñana. La triada de conocimiento, lo conocido y el conocedor —el predicado, el objeto y el sujeto, respectivamente— no es aplicable a este conocimiento del Ser.

Esta triada y otras clasificaciones pertenecen al nivel mental, mientras que el conocimiento del Ser se revela después de aniquilar a la mente. El silencio suave y apacible que sigue cuando se ha destruido a la mente es, en sí mismo, conocimiento verdadero. Este conocimiento verdadero es nuestra naturaleza misma y no algo nuevo que deba adquirirse. Sin embargo, este conocimiento lo ocultan la mente y sus aberraciones, así como la brasa es cubierta por la ceniza generada por la misma brasa, como el agua es ocultada por el limo producido por la misma agua, y como el ojo es cubierto por la catarata que surge del ojo mismo. Quiten la catarata y recuperarán su visión, eliminen a la mente y el conocimiento del Ser quedará revelado de inmediato.

Este conocimiento no puede obtenerse en los libros ni lo pueden impartir los gurús o maestros espirituales, y tampoco lo puede conferir el Paramatma o Alma suprema como un don. En verdad, ustedes mismos son el Paramatma, el Atma o el Conocimiento. Si investigan con serenidad, sentados en completa soledad, cómo está presente este conocimiento en todos, ustedes oirán en su interior una voz espontánea, eterna e inmutable. Todas las cosas que se manifiestan en este mundo están sujetas a un constante cambio debido al proceso incesante de la unión y separación de los átomos. Sin embargo, esta divina voz interna no sólo es la misma en todos los seres, también es eterna y permanece inalterable. Los cambios debidos a la variación en la edad de una persona o a los diferentes estados de consciencia, como la vigilia, el sueño y el sueño profundo, sólo afectan al cuerpo denso, al sutil y al causal, pero de ninguna forma afectan a la voz mencionada. ¿Qué es entonces esa voz? Es la voz divina interna que emana del Atma como yo, yo, yo, aham, aham, aham. Este aham es la fuente del mantra Soham que se repite en todos nosotros continuamente, sin esfuerzo consciente, durante el proceso de la respiración. Este aham surge de nuevo como ahamkara (ego) cuando se identifica con el cuerpo. Ahamkara es humano; aham es divino. Este aham puede realizarse sólo purificando el propio corazón, nunca estudiando las escrituras y volviéndose un erudito.

Mientras no crucen el umbral de la mente, ustedes sólo verán el universo fenoménico. Una vez que vayan más allá de la mente, no experimentarán nada fuera del Ser. Al llegar al mar, el río pierde su individualidad, su nombre y su forma y se vuelve uno con el mar. Así también, el conocedor de Brahman se vuelve verdaderamente Brahman.

Si tenemos una vasija llena de agua podremos ver la imagen del sol reflejada en ella, pero aunque la vasija y el agua estuvieran ausentes, el sol siempre estará presente. De forma similar, aunque los medios de reflejo del cuerpo —la vasija— y la mente —el agua— no estuvieran presentes, el Ser siempre estará presente, aunque no podamos verlo, o siquiera su reflejo. Un punto notable a este respecto es que la imagen del Atma que ustedes obtienen a través del cuerpo y de la mente, no es fiel al Atma original. Es similar al reflejo de su rostro en el agua, en el cual su ojo izquierdo parece ser su ojo derecho y viceversa. Así también, si viajan en tren, su vista los engaña, causándoles la impresión de que los árboles y montañas y otras cosas del exterior están en movimiento. Estos dos casos ejemplifican la afirmación de que todas las distinciones que ustedes ven en el mundo fenoménico sólo se deben a las distorsiones de su mente. Deben ir más allá de la mente para comprender la verdad eterna.

La gente cree que todo hombre tiene libre albedrío; ésta es una noción totalmente errónea. Creen que el hombre es capaz de lograr el éxito debido a su voluntad, a su determinación, a su práctica espiritual y a su esfuerzo. Todo esto se debe a las aberraciones de su ego y el reflejo de su ilusorio sentido de ser el hacedor. Consideren el caso de Karna, el héroe de la guerra de Kurukshetra, que aparece en el Mahabharata. Él tenía todo lo necesario para la victoria: armas poderosas, fuerza, inteligencia, intrepidez, etcétera, pero aun con todos esos recursos y ventajas, sufrió una aplastante derrota y una muerte humillante en el campo de batalla. ¿Por qué? Porque carecía de la gracia, la ayuda y apoyo de lo Divino. De modo que aun para obtener el éxito respecto al conocimiento de sí mismo, es tonto confiar en la habilidad física y mental y en la intelectualidad. Lo que se necesita es reconocer y cultivar el espíritu de unidad de todo lo que existe.

Es un hecho indiscutible que hoy en día, un gran número de comodidades y artefactos, como aeroplanos y automóviles, el cine y la televisión, computadoras, radios y videos, etcétera, están a nuestra disposición en abundancia. Sin embargo, la interrogante básica y pertinente que debe hacerse a este respecto es: "¿Quién es el beneficiario de todas estas comodidades?" No hay duda, la respuesta a esta pregunta es "yo". Sólo con que esté el "yo" al principio, todo lo demás seguirá. En ausencia de este "yo", no existe ni productor ni consumidor, por ende no hay ninguna necesidad de producir. Así, puede verse que todo se centra en el "yo". En otras palabras: "los hombres son más valiosos que toda la riqueza del mundo". Sin embargo, es importante reconocer que el hombre es esencialmente divino, y esta divinidad sólo puede experimentarse a través del conocimiento de sí mismo.

La devoción es el mejor medio para experimentar esta clase de conocimiento y disfrutar de la bienaventuranza del Ser. ¿Qué es la devoción? Es la constante contemplación del Ser. Devoción y conocimiento no son cosas distintas; la devoción en sí misma es conocimiento y el conocimiento mismo es devoción. Están estrechamente interrelacionados y son interdependientes. El lazo singular que une a la devoción y el conocimiento es el amor divino, y mediante este sagrado cordón de amor se puede atar al Señor mismo.

El Bhagavad Gita exhorta: "Elévense mediante sus propios esfuerzos". Contrario a esta exhortación, existen muchas personas, que creen erróneamente que al procrear hijos, éstos las ayudarán a llegar al cielo después de su muerte realizando la ceremonia funeral (sraadha).  Es tonto pensar que los que tienen hijos alcanzan los mundos superiores y los que no, caerán en los mundos inferiores. Además, sraadha no significa invitar al sacerdote brahmín para lavarle los pies, alimentarlo suntuosamente y obtener sus bendiciones. El verdadero significado de sraadha, es ofrecer pinda con sradha o fe a los pies de loto del Señor. ¿Qué es pinda? Pinda no es la bola de arroz, como usualmente se entiende, sino el cuerpo humano. Por lo tanto, la verdadera pinda es ofrecer su cuerpo, todas sus facultades y habilidades físicas y mentales al servicio del Señor, que se ha manifestado como el universo.

En términos vedánticos, el cuerpo humano también se llama tunga-bhadra. Tunga significa muy alto, vasto, grande, etcétera; bhadra significa bueno, sagrado, auspicioso, refulgente, etcétera. La implicación de llamar al cuerpo humano tunga-bhadra es que éste fue hecho para emprender actividades nobles para el bienestar de la sociedad. Por lo tanto, para ser merecedores de tal nombre, deben dedicar su cuerpo y mente al amoroso servicio de todos los seres. En este contexto, recuerden el brillante ejemplo del gran músico y santo Thyagaraja, que demostró merecer su nombre, el cual literalmente significa "rey de la renunciación". Cuando el rey de Tanjavur le envió una cantidad de joyas preciosas y provisiones necesarias para su familia, él rehusó aceptarlas y cantó, improvisando, dirigiéndose así a su mente: "¡Oh mi amada mente! ¿Qué es lo que otorga verdadera felicidad: la riqueza o los pies de loto del Señor? Por favor dime la verdad". También cantó una oración al Señor que dice así: "¡Oh mi amado Señor Rama!, ¿quieres tentarme con estas riquezas y hacer de ellas una excusa para abandonarme? He estado aferrado a tus pies de loto; ¿cómo pueden ahora estas manos dejar tus sagrados pies, que son mi tesoro permanente y precioso, para recibir este oropel de tentadoras riquezas transitorias?" Ustedes, al igual que Thyagaraja, que se hizo merecedor de su nombre, también deben probar ser merecedores del nombre tunga-bhadra que las escrituras han dado al cuerpo humano.

¡Estudiantes!: este curso de verano es una oportunidad dorada para ustedes. Muchas personas mayores y eminentes, que poseen una rica experiencia, les están proporcionando información muy valiosa. Deben utilizar toda esta información para su transformación, la cual sólo será posible si ponen en práctica por lo menos un poco de lo mucho que han escuchado.