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Discursos dados por Sai Baba

08. ../05/79 La palabra de Dios

La palabra de Dios

La palabra de Dios

Mayo de 1979

Ciegos son aquellos que no tienen fe en Dios, porque el hombre ve lo Divino con los ojos de la fe.

Dios puede no existir para el que no tiene fe, pero DIOS EXISTE.

¡Encarnaciones del Alma Divina:! Dios y Su palabra están inextricablemente conectados. Caerá bajo sospecha la devoción de un individuo, si siente Amor por Dios, pero no le presta atención a su Palabra. El desear a Dios, pero descuidar sus mandamientos no puede representar una característica verdadera de la devoción. En verdad, resultará imposible lograr algo en este mundo sin fe en el Todopoderoso. El beneficio que obtengamos de nuestra fe, será proporcional a su intensidad.

Dios constituyt la suma total de todas las Almas individuales, el Virataswarupa (la forma cósmica), la suma total de todos los cuerpos individuales y el Hiranyagharba (la mente cósmica), la suma total de todas las mentes individuales. Es así que Dios y el hombre son, esencialmente, idénticos. Aquellos individuos que han reconocido tales grandes verdades y la divinidad del hombre, consideran ridículas las declaraciones que dicen que Dios no existe. Sólo los necios que no reconocen el significado de estas profundas verdades no creen en Dios.

La gente de hoy trata de olvidarse de la Resplandeciente Forma de la Pura Conciencia Divina que impregna a toda la Creación y constituye su base. Al tratar de negar a Dios, quien es la base para todo el Universo, el hombre está negando su propia existencia. Cuando inquirimos en detalle sobre la naturaleza del ateísmo y del significado de la palabra "Naastika", vemos que esta palabra "Naasti" está compuesta por las partículas "Na" que denota negación y "Asti" que significa existencia. De modo que en esta palabra, la partícula "Asti" afirma la existencia de Dios, en tanto que "Na", la niega. Por ende, la palabra "Naasti" no hace sino negar algo que ya existe. De manera similar, los ateos dicen "en parte alguna está Dios" que también implica un contrasentido, ya que implica una afirmación de existencia y una negación al mismo tiempo.

La íntima relación que existe entre Dios y el Jiva (Alma Individual) resulta indescriptible. Sin embargo, cayendo víctima de su propio ego, el hombre se arroga a sí mismo la autoridad por sus acciones. Mas, en realidad, es Dios quien decide qué acción ha de ser realizada, por quién, en qué momento, en qué lugar, bajo qué circunstancias y con qué grado de éxito.

Inconsciente de la Omnisciencia de Dios, el hombre no vacila incluso en cometer pecados. No obstante, como es parte de Dios, no hay nada que pueda hacer que escape a la atención de Dios, sea cual fuere el lugar y el momento del acto. De la misma manera en que el hombre nota de inmediato el movimiento de una pequeña hormiga sobre un dedo de su pie, Dios, cuyo cuerpo es el Universo, tiene una conciencia instantánea hasta de los más pequeños actos del hombre.

En cada ser humano hay una Fuerza Divina que lo inceni:iva hacia la Acción Correcta. También está presente en él la fuerza opuesta que lo atrae hacia las malas acciones. Las resoluciones respecto a refrenarse de cometer pecados a menudo son de corta vida. La mayoría dé las veces, el hombre que ha prometido decir la verdad, se ve forzado por las circunstancias a decir mentiras. De manera similar, por mucho que un hombre haya determinado no herir a otros, puede ser que en una u otra oportunidad, sin deliberación consciente, pueda infligirle heridas a alguien. Esto representa un fenómeno universal. Pese a que hay varios tipos de fuerzas correctas presentes en el hombre, también se encuentra presente en él una fuerza malévola más poderosa que le impele hacia las acciones equivocadas. Un ejemplo típico lo constituye el caso de aquel hombre que decide ayunar un sábado, como parte de su adoración al Señor pero que sucumbe a la tentación de beber una taza de café y algunos dulces antes del mediodía del sábado.

Krishna le enseñó a Arjuna: "El deseo y la ira que nacen del raja guna (la pasión), son los mayores enemigos del hombre. Ellos asfixian su bondad innata. De entre los rasgos básicos del hombre, los rajásicos (pasión, inquietud) y los tamásicos (inercia, indolencia) van en contra de sus propios intereses. El deseo que deriva de rajas, es tan insaciable como un incendio voraz. Altera el equilibrio interno del hombre y lo hace descarriarse. Produce una brecha en el corazón del hombre y entra por ella. Después de ingresar él, se le unen la ira y sus vicios afines en la invasión, y entre todos roban el `Jñanarathana' o la joya de la Sabiduría que se guarda allí. El deseo le hace olvidar al hombre su real naturaleza y le reduce al nivel de una bestia. Le despoja de todas sus virtudes y compromete su honor y reputación.

"¡Arjuna! Esta batalla no es un suceso accidental. Tú mismo has estado haciendo preparativos desde hace varios meses para ella. Incluso durante el año de tu vida de incógnito, te diste cuenta de que un acuerdo satisfactorio con los Kauravas era imposible y, no viendo ninguna vía hacia la paz, te contactaste con amigos y parientes para solicitar ayuda y asistencia para la guerra. Incluso trataste de evitar que Yo fuera a ver a Dritharastra para negociar la paz, sosteniendo que la guerra era inevitable.

"Tu repentina decisión en cuanto a no luchar indica claramente que alguna poderosa fuerza está haciendo vacilar tu confianza y haciéndote alterar tu decisión previa. Obviamente, esta fuerza es el deseo. Vuelve este deseo hacia Dios y emprende las acciones como ofrendas para Dios. Es algo inútil desperdiciar el tiempo dándole más vueltas al asunto. Realiza la inmanencia de Dios y cumple con tu deber."

El control de los sentidos es algo muy esencial para el hombre. Concederles un libre juego, simplemente porque les pertenecen, es una estupidez. Aunque monten su propio caballo, si no sostienen las riendas con firmeza pueden acabar en un desastre. De manera similar, puede ser que digan: "He pagado dinero para comprar este coche, está registrado a mi nombre y es mío", pero si no aplicaran los frenos cuando se hace necesario, aunque se trate de su vehículo, estarán en peligro. Es así que el control de los sentidos se hace imperativo para todos los seres humanos y no solamente para los yoguis y renunciantes. El hombre se degrada a sí mismo al dejarse esclavizar por sus sentidos. El camino real hacia la perfección consiste en el control de los sentidos de uno, el orarle al Todopoderoso y, finalmente, fundirse en El.

Krishna le dijo a Arjuna: "Pese a no tener deseo alguno y a no estar atado por el karma, emprendo trabajos. Entré en esta batalla y me convertí en tu auriga, no porque no tenga caballos propios de quienes preocuparme, sino porque he prometido restaurar el Dharma. ¡Levántate, Arjuna! El entrechocar de las armas y la lluvia de flechas son inevitables para lograr la paz y la prosperidad del mundo".

Muchos insinúan hoy día que la guerra del Mahabharata en la que Yrishna mismo participó produjo una terrible destrucción y mató a cuatro millones de personas. Se olvidan, sin embargo, que el motivo que movió a Krishna a aniquilar a los malvados Kauravas fue similar al motivo que guía a un médico para llevar a cabo una intervención quirúrgica destinada a eliminar un tumor maligno del cuerpo del paciente. El Señor Krishna desempeñó el Papel de Doctor Supremo con su querido devoto Arjuna como ayudante y llevó a cabo la operación de la guerra del Mahabharata para remover el cáncer Kaurava en el mundo entero.

En la Creación resulta inevitable que sean perjudicados unos pocos en el proceso de beneficiar a muchos. Emprender una actividad desinteresada en pro del beneficio de todos no significa pecado alguno. Es necesario que entendamos el sentido interno de las acciones de Dios si queremos apreciar su significado y relevancia. Para entenderlo, es esencial la visión interna. De la misma manera en que para un árbol la base la constituyen las raíces que no son visibles desde fuera, así también la visión interna representa la base para la visión externa a la que apoya. Los caminos de Dios son tanto inexcrutables como inexplicables. Sólo alguien que haya ascendido hasta su nivel puede comprender los designios del Señor. La naturaleza de Dios es infinita y está más allá de las limitaciones de un individuo, una sociedad o una Nación en particular. Para entender la naturaleza de Dios, el hombre habrá de desarrollar una óptica universal y cultivar el concepto del Amor expansivo que lo abarque todo. Habrá de realizar todas las acciones como ofrendas a Dios y para su complacencia. Mi esperanza es que todos ustedes sigan las Palabras de Dios y lleven vidas ideales.