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Discursos dados por Sai Baba

07. ../05/79 Yo soy tuyo

Yo soy tuyo

Yo soy tuyo

Mayo de 1979

Desechar los malos pensamientos que uno albergue

representa sacrificio

y Yoga: abandonar a la esposa, renunciar

a las posesiones materiales

e irse a la selva, no tiene ningún sentido.

Les expreso la Verdad como es.

¡Encarnaciones del Amor!: El sacrificio representa la piedra de toque de la Rectitud, la caridad, las ofrendas y las peregrinaciones. La codicia representa la causa raíz de las acciones pecaminosas que dan por resultado la injusticia, la incorrección, la falsedad, la mala conducta y la debilidad. El hombre desarrollará ante todo su responsabilidad, discriminará entre el bien y el mal, el pecado y la virtud, y recién entonces estará en condiciones para actuar de manera correcta. Es un error pensar que el control de los sentidos es necesario tan sólo para los yoguis y renunciantes. El control de los sentidos es esencial para todos los seres humanos. Cuando todos los seres humanos logren controlar sus sentidos, ello llevará al bienestar del mundo. La devoción sin humanidad y el patriotismo sin moralidad de nada sirven y no hacen sino perjudicar a la comunidad. En cambio, las acciones emprendidas para complacer a Dios asumen la naturaleza de ofrendas sacrificiales y conducen al bienestar de todos.

Los seis males de la lujuria, la ira, el orgullo, la codicia, el deseo y la envidia, se originan en la identificación del hombre con su cuerpo. Por el contrario, la compasión, el Amor y el espíritu de sacrificio se originan en el Alma. Cada individuo debiera desarrollar y seguir las virtudes que nacen del Alma. No obstante, hemos abandonado las nobles virtudes humanas y perseguimos, en cambio, los placeres transitorios que gratifican a los sentidos. Krishna dijo: "El Señor es el Padre de toda la Creación, incluyendo los objetos vivientes y los inanimados, Arjuna. No hay sino un Señor que domina a todo el Universo. El es el Señor del Universo, el Omnipresente, y es también el Amo de toda vida. El gobierno de este mundo está en manos del Señor del Universo. El es quien hace que el trabajo se realice a través de todos los seres humanos. Sin el estímulo del Señor, la empresa humana no progresaría. Esta Divinidad se manifiesta y se demuestra en todas las criaturas en forma de Ser Conciencia Bienaventuranza.

"¡Arjuna! Haz el trabajo para complacer a Dios y no para gratificar a los sentidos. Tus acciones serán responsables de que te eleves al más alto estado o que te degrades a los más bajos planos. Tus acciones son responsables por tus pecados y tus virtudes. Fija tu mente en el Alma y haz tu trabajo para el placer de Dios. Entonces, tus acciones serán desinteresadas. La acción desinteresada destruye las cualidades demoníacas del hombre y promueve sus tendencias divinas. Ella fortalece las cualidades puras, altruistas y equilibradas. Por eso se dice que el hombre no cuenta sino con la autoridad de actuar y es Dios quien dispensa los frutos de las acciones humanas. No habrás de emprender ningún trabajo con la esperanza de recibir sus frutos. Te convertirás en un ejemplo para el mundo cuando llegues al control de los sentidos y lleves a cabo acciones desinteresadas. Como representante del género humano, oh Arjuna, deberías hacer el voto de emprender acciones sagradas."

El aspecto humano (Jivatwa) y el aspecto Divino (Daiwatwa) tienen una estrecha conexión. Habrían de reconocer la importancia del ciclo de la Creación. El ciclo comienza con el Akshara (lo indestructible); de Akshara proviene Brahma; Yajna (el sacrificio) proviene de Brahma; de Yajna proviene el Karma; del Karma (la acción) proviene Parjanya (las nubes) y de Parjanya, nuestro alimento, y de este alimento proviene la vida. Este es el ciclo de la Creación. Cuando consideramos la secuencia: Akshara (el mundo), Brahma (la Realidad Cósmica), Yajna (el sacrificio), Karma (la acción), Parjanya (nubes), Anna (alimento) y Prana (vida), hemos de notar que Akshara es lo primero y Prana está al final. Todas las criaturas vivientes nacen del alimento, viven del alimento y son nutridas por el alimento. Se ha declarado que "el alimento es Dios" (Brahma). Cuando examinamos este ciclo de la Creación que se inicia con Akshara y termina con Prana, debemos reconocer a la entidad que se encuentra más cercana a Akshara (lo inmutable). Vimos que esta secuencia cíclica termina en Prana o la vida, que es lo más próximo a Akshara, la realidad permanente. Esto prueba que la vida, en cuanto a su cualidad esencial es más cercana a Akshara (lo inmutable). El Karma o la acción, logra la coordinación entre las otras entidades. Por una parte tenemos a Akshara, Brahma y Yajna y, por otra, a Parjanya, Anna y Prana. El Karma se ubica en el centro, flanqueado por estas entidades a ambos lados. El Karma ofrece una síntesis de los tres aspectos de Akshara, Brahma y Yajna por una parte y de Parjanya, Anna y Prana por la otra.

La vida no es permanente. Ella se encuentra encerrada en el cuerpo que está siempre cambiando, que está configurado por los cinco sentidos y las cinco envolturas, que está compuesto por los cinco elementos y que se relaciona con el "Ksharapurusha" (lo variable) sujeto a la destrucción y a la decadencia. La vida dotada de Divinidad, en tanto, se relaciona con Akshara (lo inmutable) que es indestructible. Estos dos aspectos, lo destructible y lo indestructible, son caracterizados también como Chara (lo inestable) y Sthira (lo estable), respectivamente.

Sthira (lo estable) también es Akshara porque se sitúa más allá del cambio y por encima de las mutaciones de lugar y tiempo. Chara (lo inestable) es aquello que se conecta con los cinco sentidos, que se compone de los cinco elementos y que cambia constantemente. Nuestra vida queda sujeta a muchas dificultades entre estos dos aspectos de Chara y Sthira (lo inestable y lo estable). Una pequeña ilustración. En las aldeas la gente usa las piedras de moler. Ellas consisten en dos piedras circulares: la de la base es inmóvil, en tanto que la de encima gira. Si colocamos algo de grano entre ellas, será triturado hasta convertirlo en polvo. Al girar la piedra de arriba, va esparciendo el grano y moliéndolo al mismo tiempo. Sin embargo, los pocos granos que quedan en el centro de ambas piedras, se mantienen enteros y a salvo de ser triturados. Ese lugar seguro puede compararse con la esfera de Dios. Los seres vivientes que existen cerca de Dios estarán a salvo de todo peligro. Por ello, en todas nuestras acciones hemos de manifestar el aspecto Divino y, así, proclamar a través de nuestras obras la alegría de la Divinidad oculta en la humanidad.

Hemos de tratar de vivir sin ser afectados por la alegría o el pesar causados por el nacimiento y la muerte del cuerpo. Nadie llora cuando descubre que el hielo es frío o cuando se le dice que el fuego es ardiente. Es natural que el hielo sea frío y que el fuego arda. Así también, la muerte es algo natural para el cuerpo que nace. ¿Por qué habría uno de llorar por eso? Nos convertimos en víctimas del pesar cuando consideramos como no natural un fenómeno natural. La causa para esto es el apego que sentimos. El amor obsesivo proviene del instinto de posesión. Al desarrollar afición por el mundo fenoménico, nos estamos volviendo negligentes respecto de nuestra Divinidad.

Krishna le aconsejó a Dhananjaya ("Aquel que ha obtenido mucha riqueza", otro nombre de Arjuna): "¡Arjuna! Te estás convirtiendo en víctima de los afectos y los apegos y cayendo en un ánimo de abatimiento. No deberías permitir que tu naturaleza humana se vea afectada por debilidades. El que quiera vivir en este mundo ha de mostrar hombría. Cuando emprendes una acción con un espíritu de dedicación al Señor, cuando trabajas con tu cuerpo sin considerar en absoluto los frutos de tu acción, entonces estarás siguiendo el camino real".

Es por ello que se relata que el rey Janaka pudo alcanzar el más elevado estado gracias a llevar a cabo su trabajo diario con un permanente espíritu de dedicación. Debemos cultivar el espíritu de entrega, repitiendo: "Yo soy Tuyo". Hay una ilustración que es apta para esto. En el Bhagavata, desde un principio las gopikas (vaqueras devotas de Krishna) solían decirle a Krishna: "Te pertenecemos a Ti". Esto representa el rasgo típico de la verdadera devoción y entrega. Y por ello Krishna siempre las protegió, en dondequiera se encontraran. Por otro lado, los habitantes de Dwaraka consideraban a Krishna como una posesión de ellos. "Krishna es nuestro hermano, el hijo de nuestra tía, el hijo de nuestro tío, nuestro primo, nuestro sobrino", pensaban. Tales relaciones velaban la actitud que mantenían para con Krishna. Este sentimiento de que Krishna les pertenecía, les hacía sentir que los Pandavas habían triunfado gracias a Krishna, el que pertenecía al clan de los Yadava y que, por ello, el crédito había de adjudicarse a los Yadava. Por esta vía también desarrollaron el orgullo y esto marcó el comienzo de su destrucción que tomó la forma de una catástrofe y arrasó con la raza misma. Las gopikas, en cambio, estuvieron siempre contentas y a salvo, por carecer de ego, posesividad y orgullo.

En el caso de Arjuna, sin embargo, fue el Señor mismo quien lo declaró como Suyo. ¡Cuán afortunado fue Arjuna! Krishna y Arjuna fueron descriptos como Narayana (Dios) y Nara (el hombre). Krishna exhibió a Arjuna como el hombre ideal y el representante modelo, y usando a Arjuna como su medio, le comunicó su sacro mensaje al género humano.

Pese a que todos estamos envueltos por la Divinidad, nos convertimos en víctimas del pesar por cultivar el apego a los fenómenos del mundo. Las cenizas ocultan el fuego del que han nacido; el musgo cubre el agua en la que ha nacido; las cataratas que se forman en los ojos ciegan la visión; la suciedad que se acumula en un espejo hace que éste entregue una imagen borrosa. Del mismo modo, la ignorancia que tiene su origen en la Divinidad, llega a velar en último término nuestro conocimiento sagrado. La responsabilidad para esto recae en nuestras tendencias negativas. Cuando llegamos a desterrar estas tendencias y pensamientos negativos, nos será posible ver a Krishna, el Señor.

Sólo cuando eliminemos las propensiones negativas de nuestra mente y visualicemos la Divinidad, podremos vivir de acuerdo al Iswara Dharma (el Dharma de Dios). Una persona que desee vivir de acuerdo a él, habrá de purificar su mente. Cuando la cabeza está atiborrada de tendencias negativas, cuando el oído escucha malas palabras, cuando los ojos atisban furtivamente hacia escenas de maldad, cuando la mente es vacilante y engañosa, el Dharma (la Rectitud) no se les podrá acercar.

¡Estudiantes y maestros!: Lo correcto es que sientan que le pertenecen a Swami en lugar de sentir que Swami es de ustedes. Si emprenden el viaje por la vida con este espíritu de entrega, serán grandemente bendecidos. Por medio de esta actitud realzarán la sagrada naturaleza de nuestro país. Podrán propagar el espíritu y el mensaje del Gita si preservan esta única frase en sus cabezas: "El es el Padre y el Señor del Universo". Habrán de fortalecer la fe en el Señor que gobierna el Universo y que impulsa todas sus acciones. Esta fe produjo un profundo impacto en el corazón de Arjuna y le hizo actuar de acuerdo con el mandato Divino.

Arjuna dijo: "Actuaré de acuerdo a tu mandato. Perdóname por haber planteado tantos interrogantes, a sabiendas o sin darme cuenta. He desperdiciado un tiempo precioso sintiéndome orgulloso por mi inteligencia, mi ego y mi destreza física". De nada sirven la fuerza del cuerpo, la de la mente y la del saber sin la fuerza derivada de Dios. Sin la Fuerza Divina, todas las demás son débiles.

No se sientan orgullosos de su vigor y belleza juveniles. Toda su frescura y esplendor se marchitarán al igual que la belleza de una flor que se abre al amanecer y languidece al caer el Sol. Las historias de sus insignificantes logros brillan como un relámpago y luego se desvanecen, dejando tras de sí la oscuridad absoluta. No debemos olvidarnos de nuestro destino divino y dejarnos tentar por placeres que se esfuman. Cada estudiante deberá hacer intentos sinceros por entender y practicar el espíritu del Gita. Los estudiantes habrán de preservar en sus corazones el sagrado y arrobador Principio Divino que el Bhagavad Gita glorifica.