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Discursos dados por Sai Baba

04. ../05/79 El campo de la Rectitud, el campo de batalla

El campo de la Rectitud, el campo de batalla

El campo de la Rectitud, el campo de batalla

Mayo de 1979

Los hombres que no tengan pureza mental no podrán adquirir el conocimiento

de su verdadero "Sí Mismo". Sólo los que posean corazones puros podrán realizar la verdadera naturaleza del "Sí Mismo".

Estoy declarando la Verdad tal como es.

En el Kurukshetra (campo de batalla) que es un Dharmakshetra (campo de la Rectitud) o región sagrada, lugar que ha sido sede de sacrificios sagrados, se encontraban los dos ejércitos dispuestos para la batalla. Olvidándose de la supremacía del Principio Divino y dándole rienda suelta a su ego, Duryodhana desplegó los pendones de guerra. Para complacer a Duryodhana, Bhishma hizo resonar su caracola. Tomándolo como señal de batalla, ambos ejércitos hicieron redoblar sus tambores de guerra.

Krishna y Arjuna también dejaron oír sus caracolas desde el bando contrario. El rugido de batalla proveniente de los soldados del bando de los Pandavas rasgó la quietud de los cielos. Respondiendo al pedido de Arjuna, Krishna condujo su carro hacia la zona que quedaba en el medio de ambos ejércitos. El carro les pareció tan aterrador a los guerreros Kauravas que sintieron como si los palafrenes de guerra galoparan en sus corazones. Al divisar a su abuelo Bhishma, a su gurú Dronacharya y a sus amigos y parientes, y pensando en los lazos de afecto que existían entre él y aquellos que se encontraban en el bando contrario del campo de batalla, Arjuna se sintió abatido. La cabeza le daba vueltas, sus miembros temblaban y Gandiva (su arco celestial) se escurrió de su mano. "¡Oh Krishna! exclamó . Me veo forzado a entablar esta terrible batalla en contra de aquellos amigos y parientes con quienes debería haber vivido en felicidad y armonía. Mi mente se rebela ante esta perspectiva. Esto no lo está causando ni el miedo a la muerte ni la necesidad de matar a mis parientes. Las Escrituras han declarado que la destrucción que forja la guerra puede alejar a las mujeres de la senda de la virtud y hacer que se produzca el desorden social. Sería mucho mejor mendigar y vivir de las limosnas, que luchar por un reino y ser responsable por este gran pecado y tener que arrepentirse más tarde".

Fue así que el gran héroe Arjuna cayó en un estado de desesperación. Su abatimiento provenía de su preocupación por la preservación del Dharma (los dictados de Dios) y su ansiedad por obedecer estrictamente los mandamientos de Dios. El Dharma (la Acción Correcta) que concierne al bienestar de todos debiera predominar por sobre los dictados del apego que está confinado a los intereses de los propios parientes y amigos. Aquel Dharma que se refiere al bien social habría de considerarse como por encima del deber del hombre para con unos pocos y, por ende, no habría de ser sacrificado en aras de este último. El apego que uno siente por las relaciones más cercanas puede ser comparado con las nubes que se juntan repentinamente en el cielo y que desaparecen al poco tiempo. El Dharma (la Rectitud), en cambio, es lo que sustenta a esta Tierra. De modo que Arjuna se sentía abatido debido a su ansiedad por proteger a la Rectitud y por adherir a los mandamientos de Dios, tal como lo señalan las Escrituras. Si Arjuna no hubiera sentido sino compasión por sus parientes, su sentimiento no habría sido sino abatimiento, mas, puesto que su agonía se debía a su ansiedad por proteger al Dharma y por acatar la palabra de Dios, su estado mental se describe como el Yoga de la desesperación justa.

En el hombre, el ego se desarrolla generalmente debido al apego y al deseo. El apego es el resultado de la codicia, el sentido de posesión y el egoísmo. Las relaciones mundanas provienen de estas tendencias negativas. Krishna le aconsejó a Arjuna no prestarle atención a los apegos terrenales y agregó que aquellos que matan y aquellos que son muertos no representan sino sus instrumentos. Arjuna no era más que un medio del que se servía para enseñarle una lección a todo el género humano.

"Te he elegido como mi instrumento", dijo Krishna. "Tú eres un representante del género humano. El designio divino es la causa raíz de todo: los actos de Dios son para la promoción y la preservación del Dharma. Arjuna, no has sido capaz de entender Mi naturaleza. Durante el Threta Yuga (una de las eras de la humanidad), maté a Val¡ para proteger al Dharma (la Rectitud), y le entregué su reino a su hermano Sugriva. Yo destruí a Ravana y le entregué Lanka a Vibishana sin poner ninguna exigencia. Del mismo modo, y pese a tener un poder soberano, pudiendo haber reinado sobre Ayodhya, me exilié en la selva acatando los deseos de Mi padre de cumplir con la promesa que le había hecho y para probar que los gobernantes de la estirpe de los Ikshvaku nunca se apartan de su palabra de honor."

"Todo lo que emprendo tiene el designio de promover el bien del mundo. Si no emprendiera ninguna acción, el Universo se paralizaría. Habiendo muerto a Kamsa que era injusto, desleal y soberbio, le di el reino a su padre Ugrasena. Similarmente, también destruí a malvados soberanos como Jarasandha y Dantavakra y les entregué sus reinos a sus parientes más cercanos. Nada conservé para Mí mismo. Todo esto se hizo únicamente para la protección del Dharma. De era en era he estado trabajando, sin un minuto de respiro, en pro de la preservación de la Rectitud. Me mantengo como un simple espectador, sin ningún motivo personal. En cada era, cada vez que la Rectitud declina y la injusticia levanta la cabeza, me encarno a Mí mismo. Para protección de los virtuosos, para la destrucción de la maldad y para la restauración del Dharma, me manifiesto de era en era."

Al escuchar estas palabras de Krishna, Arjuna dijo con toda humildad: "Haré según lo ordenes". Krishna le dijo en tono conciliador y con Amor: "Sígueme con las palmas unidas y procede a obtener el permiso de Bhishma, tu abuelo".

Los Pandavas estaban acostumbrados a seguir sin cuestionamiento las palabras de Krishna. Dejando de lado su calzado y su corona, Arjuna caminó detrás de Krishna con las palmas de las manos unidas. Dharmaraja, Bhima, Nakula y Sahadeva observaban la escena y, dándose cuenta de que Arjuna iba tras de Krishna con algún propósito, también dejaron de lado sus coronas y calzado, unieron las palmas de sus manos y caminaron tras de Krishna. Los Kauravas observaban esta escena y comenzaron a dar gritos de alegría, porque imaginaban que los cinco hermanos se habían atemorizado ante los poderosos jefes de guerra del bando Kaurava, e iban a rendirse.

Los inexplicables caminos de Dios sólo son conocidos por Dios. Todo lo que Dios dice, hace o piensa parece extraño. Las acciones de Dios, empero, no son jamás contrarias a los cánones del Dharma (el modo de vida superior). Se logrará una gran felicidad si uno adopta la actitud de una obediencia sin cuestionamientos. Aquel día, los Pandavas obtuvieron los frutos de este tipo de obediencia. Precedidos por Krishna, los Pandavas se acercaron a Bhishma, ubicado al frente de las tropas, y le dirigieron la siguiente súplica: "¡Abuelo! Perdimos durante la niñez a nuestro padre y, desde entonces, nos alimentaste con tierno cuidado. Pese a que no eres sino nuestro abuelo, podemos decir que eres para nosotros más que un padre. Lamentablemente, por el giro de las circunstancias, nos vemos obligados a enfrentarnos a ti, a quien consideramos como nuestro padre. Sin tu consentimiento, no tenemos derecho a comenzar la batalla. Así es que, por favor, otórganos tu permiso". Bhishma derramó lágrimas de profunda alegría al ver que los Pandavas habían elegido observar las normas del Dharma, incluso en estos momentos de terrible crisis. Acariciando con ternura sus cabezas, el abuelo les dijo: "¡Que la victoria sea vuestra!"

A continuación, los hermanos se dirigieron hacia su gurú, Dronacharya, para pedirle su bendición. Apreciando su recta conducta, Dronacharya también les bendijo invocando para ellos la victoria. Es así que vemos que Krishna había indicado la senda ideal, trayéndole la victoria a los Pandavas incluso antes de haber comenzado la guerra.

De hecho, Sanjaya ("San" significa bueno y "laya", ganar una victoria) quien le informaba a Dritharastra sobre todos los detalles concernientes a la guerra, le dijo lo mismo al rey ciego. El nombre de Sanjaya denota que había ganado una victoria buena y justa. Sanjaya había contribuido al bienestar del mundo por medio de acciones santas y desinteresadas y debido a que era poseedor de un corazón puro y una piadosa disposición. Cuando el ciego rey Dritharastra preguntó: "¡Oh Sanjaya! ¿Puedes decirme cómo se desémpeñan mis hijos en el campo de batalla y en qué condiciones retornarán?", el sabio Sanjaya replicó: "En donde actúa Krishna, el Yogeswara, juntamente con Partha (otro nombre de Arjuna) empuñando a Gandiva (el arco celestial), allí residirán la victoria, la prosperidad, la gloria y la felicidad".

Yogeswara es aquel cuyos actos son desinteresados, que trabaja por el bien del mundo y quien personifica al espíritu de sacrificio. Los atributos de pureza, permanencia y bienaventuranza le son aplicables a la Divinidad. Es por eso que Dios ha sido descripto como poseedor de ocho cualidades: El es absoluto, inmaculado, ancestral, eterno, intachable, sabio, libérrimo y no contaminado. El devoto que se cobije a los pies de tal Divinidad, siempre será victorioso.

Los padres constituyen la fuente de las personas que nacen en el mundo. En el Bhagavad Gita, Kurukshetra y Dharmakshetra son descriptos como progenitores. Se habla de Kurukshetra como perteneciente a los vástagos de Kuru. Se habla de Dharmakshetra (el campo de la Rectitud), porque pertenece a aquellos que siguen la Senda del Dharma. Esto se encuentra en algunos libros que se han escrito sobre el Gita y ha sido también descripto por personas que enseñan el Gita. Kurukshetra y Dharmakshetra vienen a ser como marido y mujer que le han dispensado el más alto bien al mundo.

Hay también otra interpretación. Este cuerpo es el kshetra o campo, y la infancia, durante la cual el hombre es puro y desinteresado, es el Dharmakshetra. A medida que el hombre avanza en años, los deseos, las malas cualidades y malos pensamientos entran en el cuerpo y este cuerpo se va convirtiendo en un Kurukshetra. El significado interno reside en el hecho de que tanto el Kurukshetra como el Dharmakshetra existen en nuestro Hridayakshetra (corazón). Al cultivar la buena conducta y los buenos pensamientos podemos vivir en nuestra "infancia" a lo largo de toda nuestra vida y, por ende, vivir en el campo de la Rectitud constantemente.

"Kshetra" significa campo; Dharmakshetra denota al "campo" de la Rectitud. "Kuru" significa hacer y Kurukshetra denota al "campo" de actividades. ¿Qué deberíamos hacer? Hemos de llevar a cabo buenas acciones, llevar vidas rectas y seguir la Senda del Dharma. Hemos de hacer del Dharma la base de nuestra vida. Hemos de tratar de desarrollar las acciones correctas que se refieren al bienestar de todos los seres. El ignorante Dritharastra preguntaba respecto a qué batalla se daba entre sus hijos y los Pandavas en la arena del Dharmakshetra o del Kurukshetra. "Mamakah" significa "lo mío", vale decir el apego que surgía de las cualidades rajásicas (dinámicas y pasionales) que tenía Dritharastra. "Dritharastra" es aquel que reclama como propio lo que no le pertenece. Dritharastra reclama como propio el cuerpo que no le pertenece en realidad. El cuerpo, la mente y la inteligencia son diferentes de nuestro "Sí Mismo" real. Todos somos Dritharastras cuando consideramos a este cuerpo como realidad. Todos decimos "éste es mi cuerpo", "mi mente", "mis sentidos", etc., cuando la pregunta pertinente es la de "quién soy yo". Si inquirimos, recibimos la respuesta de que no somos el cuerpo, ni la mente, ni los sentidos, ni las tendencias internas, ni el ego.

Somos "Parthas", los hijos de Prithvi, cuando poseemos mentes sin tacha, cuando mostramos un Amor ilimitado y cuando nos entregamos por completo al Señor. Habríamos de cultivar apego por el Alma y no por nuestros cuerpos. Partha es aquel que siente apego por su Alma; Dritharastra es aquel que siente apego por su cuerpo.

La manifestación del Vishwavirataswarupa (quien tiene la forma de multiplicidad de rostros y la inmanencia en todo el Universo), no demuestra que Dios reside en cada objeto, sino demuestra más bien que todas las cosas existen en El. Por lo tanto, hemos de dirigir nuestra visión hacia adentro para ver la chispa de lo Divino que somos, y no enfrascarnos en seguir cosas externas. En los Vedas, la Divinidad se compara a un relámpago en medio de nubes azules. La Divinidad existe como un relámpago en nuestra propia columna vertebral, entre la novena y la duodécima vértebras. Se encuentra presente como una "línea" en el "Sushumna Nadi". El Gita es la forma de Dios y es comparable al relámpago (en telugu, "Gita" también significa "línea"). De nada sirve que simplemente leamos los setecientos versos sin comprender su significado interno. Sólo cuando contemplamos, comprendemos y meditamos sobre el esplendor de la Divinidad, podremos llegar a entender el verdadero significado del Gita.

En la víspera de la batalla, Krishna le enseñó varias lecciones a Arjuna, todas ellas enmarcadas en palabras. Vyasa elaboró las palabras de Dios, ampliándolas a setecientos versos. A partir de mañana vamos a considerar las palabras reales que le dirigiera Krishna a Arjuna con el objeto de transformarle, y trataremos de entenderlas. Esas palabras que fluyeron de los labios de Krishna son de primordial importancia para nosotros. Los eruditos que han escrito comentarios, han tratado de hacer bajar a la Divinidad hasta sus propios niveles. No es correcto bajar a Dios hasta nuestro nivel. Más que decir que Dios es esta mesa, este bastón, esta piedra o este polvo, resulta ennoblecedor considerar a la mesa, el bastón, la piedra y el polvo como Dios Mismo. Pueden adorar una imagen como Dios, pero no a Dios como una imagen. Espero que en el curso de este mes los estudiantes le presten oídos a las palabras mismas que pronunciara el Señor Krishna y que se esfuercen por elevarse a un nivel más alto, entendiendo Sus inspiradoras palabras.