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Discursos dados por Sai Baba

25. ../05/79 El viaje de la muerte

El viaje de la muerte

El viaje de la muerte

Mayo de 1979

Cuando son puros los pensamientos en la mente, nuestras acciones se veit bendecidas con el éxito.

Los frutos de nuestras acciones se mancharán si la mente está llena de ideas impuras.

¡Encarnaciones del Amor Divino!: El fruto del Amor crece en cada árbol de la vida. Sin embargo, se le ve cubierto por la lujuria, la ira y el ego, lo que nos dificulta saborear su dulzura oculta. Sólo quienes pueden quitar la cáscara externa pueden disfrutar del dulce zumo que hay dentro, aunque todos pueden por igual lograr esta experiencia. No contaminado por el egoísmo y el temor, este fruto está por encima de toda distinción de raza, casta, religión y etapa de la vida.

La suprema Sabiduría védica se llama rasa (jugo o zumo) en las Upanishads. Esta elevada Sabiduría Espiritual tiene como naturaleza al Amor. Para saborear este Amor, uno debe liberarse de la lujuria, rendirse por completo al Señor y experimentar la identidad con El. La experiencia de la identidad con el Señor no les deja lugar a los deseos, en tanto que el sentimiento de estar separado de El engendra deseos. El control de los sentidos es esencial para el logro de la Divinidad. Uno puede comenzar por un Amor común en un principio y llegar a la santidad de la entrega total a través de la práctica gradual y constante.

Dhruva, quien comenzara sus penitencias con el deseo por obtener un reino, transformó este deseo en un anhelo por la beatitud espiritual, después de haber sido bendecido con una visión de lo Divino. No obstante, su deseo por obtener un trono fue el responsable de que lograra la visión del Señor. Cabe notar, por lo tanto, que el hombre no puede desarrollar el ansia por la Liberación sin pasar por la etapa inicial del deseo de los objetos mundanos.

La naturaleza de "Akshara" y de "Aumkara" habría de ser entendida tal como es explicada en el "Aksharaparabrahma Yoga", el capítulo octavo del Bhagavad Gita. La frase "prana prayane prabhoh", compara a la vida con un viaje. Krishna le enseñó a Arjuna respecto de la naturaleza y el destino de este viaje de la vida. Los distintos viajes que emprende el hombre a diario en automóvil, en ómnibus, en tren o en avión, están regulados por consideraciones de tiempo. Pero el viaje de prana o vida ha estado ocurriendo desde los principios de la Creación y continuará para siempre. A diferencia de otros viajes, este viaje nunca puede ser cancelado y ni siquiera pospuesto. Es inevitable para todos los hombres, sean príncipes o campesinos, mesías o mendigos. A1 olvidarse de que este viaje último resulta inevitable para todos los que llegan a este mundo con un cuerpo, el hombre se arroga tontamente la inmortalidad. Absorto en los transitorios asuntos del mundo, se ha ido convirtiendo en víctima de la miseria y el sufrimiento.

La niñez se pasa con compañeros y juguetes; la juventud es desperdiciada en romances y bailes; la edad adulta es desperdiciada en la persecución de la riqueza y la vejez es una triste historia de arrepentimiento y de apegos implacables. ¡Incapaz de descartar los malos hábitos y de buscar la Senda de la Liberación, el hombre se revuelca en el lodazal mundano y dilapida el precioso don de la vida humana!

A este hombre incapaz de reconocer su Divinidad innata y que se ha olvidado de su verdadera morada, el Bhagavad Gita le predica que la Dicha Divina y el Amor perfecto se pueden alcanzar a través de la entrega y la dedicación. La falta de confianza consume de ansiedad y preocupación. Una persona que viaja por otras regiones y que se aloja en casa de un amigo, no podrá sentirse libre para visitar los lugares destacados de la zona si no confía en su anfitrión y no se atreve a dejar los valores que lleva en su custodia. Es así que, al no poner nuestra confianza y nuestra fe en el Todopoderoso, que es nuestro amigo más íntimo y querido, nos convertimos en víctimas de preocupaciones, dificultades y temores sin fin.

El cuerpo humano compuesto por los cinco elementos puede derrumbarse en cualquier lugar y momento. La persona sabia reconocerá la inevitable naturaleza de la muerte y sabrá que el frágil cuerpo mortal no es más que una burbuja de agua. Swami Vivekananda solía recordarles esto a sus discípulos y decirles que el conocimiento y la conciencia de la muerte le permite al hombre entender la naturaleza de la Verdad. A menudo vemos que los vagones de carga llevan el rótulo de "Retorno" junto con la fecha en que han de volver al taller. El cuerpo humano es como uno de estos vagones de carga enviados hacia este mundo ilusorio por el Creador. Pese a que la fecha de retorno no está marcada en él, el cuerpo habrá de retornar uno u otro día. Incapaces de aprehender esta Verdad, andamos en busca de placeres efímeros y nos sometemos a interminable angustia.

Nos encontramos tan absorbidos por los asuntos mundanos que conciernen al momento presente que descuidamos nuestro futuro: Se dice incluso que una persona habría comentado ¡que no tenía tiempo ni para la muerte! Qué necio es pensar así, ya que la muerte jamás va a perdonar a nadie. El hombre se muestra incapaz de conocer la Verdad de su propia existencia, fascinado como está por el mundo de los sentidos. No obstante, debiera reconocer la naturaleza transitoria de la fortuna, el poder y la pompa y prepararse para su último viaje. Cuando planeamos ir a un cine o a dar una vuelta al anochecer, nos preparamos poniendo algo de dinero en nuestro bolsillo o poniéndonos los zapatos. Cuando vamos de visita a una ciudad vecina, acomodamos nuestra ropa en una maleta. No obstante, ¿qué preparativos estamos haciendo para el último viaje, el viaje de la muerte?

La muerte es segura. Por eso, mientras tengamos este cuerpo, debemos cumplir de manera ejemplar con nuestras obligaciones. Cuando un fotógrafo les saca una fotografía, les dice que estén preparados para el momento del "click". Si la pose no fuera correcta en ese momento, la fotografía tomada no será buena. El Señor, sin embargo, es un fotógrafo que saca una instantánea sin advertirnos cuándo va a decir "listo". Por eso, para que quedemos bien fotografiados en .la placa del corazón del Señor, hemos de estar preparados siempre.

Nuestro cuerpo puede compararse con una cámara. Nuestra mente es la lente y nuestro corazón la película fotográfica. Nuestra inteligencia actúa como el disparador y nuestros pensamientos proveen el flash. Cuando todos ellos se encuentran correctamente sincronizados, logramos el nivel de la perfecta concentración. Para ella resulta esencial el control de los sentidos y la juventud es la mejor época para lograrlo. Si los sentidos no llegan a dominarse cuando uno es joven, se volverán irrefrenables en la vejez.

"El viejo mono no se puede mover; sus ojos casi no ven; tiene la cara arrugada y el pelo gris"... Con este tipo de expresiones, los jóvenes rodean a los viejos y danzan burlonamente. El control de los sentidos ha de ser practicado cuando la mente y la inteligencia están en buen estado. Volviendo nuestra visión hacia el interior, deberemos prevenir la entrada de la agitación y la excitación a nuestras mentes. Con la fuerza espiritual acrecentada debiéramos ser capaces de vagar como un león por la selva de la vida y emprender actividades de servicio. Sin embargo, debido al cultivo de la conciencia corporal, nos estamos volviendo, en cambio, tímidos y nerviosos como meras ovejas.

Cada joven debiera ser como el heroico Abhimanyu, quien exclamara: "Cuando deseo lanzarme como un león sobre un elefante y desgarrar en pedazos al enemigo, es apropiado que me detengan en lugar de hacerme partir con sus bendiciones".

Los estudiantes deben lanzarse al campo del servicio y reformar a la India. Deberán desterrar de la Madre Patria la ignorancia, la intranquilidad y la injusticia que se han difundido por ella. Deberán difundir los ideales de la Verdad, la Rectitud, la Justicia y el Amor, y trabajar por la felicidad y la prosperidad de sus congéneres. En donde hay fe, hay Amor, hay Paz; en donde hay Paz, está Dios y en donde está Dios está la felicidad. De este modo, la fe constituye la base para la experiencia de la felicidad. La fe representa nuestro aliento vital: resulta imposible vivir siquiera por un minuto en este mundo sin fe.

Es mi esperanza que desarrollen la confianza en sí mismos, que fortalezcan su fe en la Divinidad y que lleven a cabo sus deberes diarios con un espíritu de entrega absoluta. Del mismo modo en que resulta superfluo utilizar una linterna para ver la Luna, puesto que se la puede visualizar gracias a su propia luz, Dios, la personificación del Amor, es percibido únicamente a través del Amor. Por ende, para que le podamos realizar, habremos de enriquecer nuestros corazones con Amor Divino.