.



 

Discursos dados por Sai Baba

02. ../05/79 La acción sin deseo por los frutos resultantes

La acción sin deseo por los frutos resultantes

La acción sin deseo por los frutos resultantes

Mayo de 1979

¿Podría ser de corazón puro alguien que ansíe

una posición de autoridad? Sólo cuando el servidor de la nación se convierte en su líder, podrá prestar un servicio desinteresado.

¡Encarnaciones del Alma Divina!: Bharat (la India) es el país que ha entendido correctamente el secreto del karma (la acción) y que por ello ha llegado a ser llamado Karmakshetra o la tierra de la acción. El trabajo que se realice con entendimiento del Alma le entrega protección a la vida. Tal tipo de karma expande el corazón e ilumina al individuo. Aniquila al ego y le confiere al hombre la dicha del "Sí Mismo". Hemos de purificar nuestros corazones para reconocer esta santidad del karma. El karma fluye de manera incesante, como un río. Toda la Creación, tanto consciente como inanimada, se encuentra inmersa en él.

Podría parecer que la palabra karma es corta, pero su sentido es profundo. No resulta posible definir el karma. No tiene ni principio ni fin. Así como la vida no tiene principio, tampoco el karma lo tiene. De este modo, la naturaleza del karma se encuentra velada por el misterio y para tratar de comprender su significado uno ha de ser sincero y constante. En el lenguaje común es natural considerar la realización de una acción como karma. Pero ello no es correcto. Por ejemplo, ante la pregunta respecto de qué está haciendo alguien, recibimos la respuesta de que está escribiendo. El escribir aquí se considera karma. De manera similar, cuando hacemos una pregunta parecida respecto de alguien más, recibimos la respuesta de que no está haciendo nada y que simplemente observa. Observar es tan acción como escribir. Y así también el dormir y la contemplación implican karma. Mientras exista el aliento de vida, el hombre no puede desistir del karma. De hecho, el proceso mismo de la inhalación y la exhalación es karma. No hay necesidad de aplicar ningún esfuerzo especial para hacer esto, como también es muy poco el esfuerzo real que se requiere para varias otras de las actividades de nuestra rutina diaria, desde la mañana hasta la noche.

No obstante, todas estas actividades forman parte integral de la vida humana y no pueden ser descriptas como un esfuerzo espiritual. Lo que deberíamos emprender hoy día, en cambio, es lo que se conoce como el "desempeño desinteresado del deber". El servicio a los oprimidos, los impedidos y los enfermos constituye una obligación en nuestra vida diaria y no puede describirse como trabajo no motivado. Esto se debe a que el amor del hombre por el Universo no está libre de egoísmo. Cuando el hombre ama un objeto lo hace por su propio gusto y placer. Por otra parte, cuando un hombre esconde un objeto en un lugar seguro, no lo hace por amor al objeto, sino por el amor por sí mismo. De modo que en el mundo surgen todo tipo de amores desde el amor por uno mismo y no desde el amor por otros. Constituye el deber primordial de los miembros del Seva Dal (que prestan servicio desinteresado a la Humanidad) desechar la idea de utilidad para uno mismo de un acto de servicio y considerar que el único servicio de carácter desinteresado es aquél en beneficio de otros.

El hombre puede ser descripto como un conglomerado de pensamientos e ideas. Cada pequeño pensamiento se convierte en parte integral de su vida. La calidad de los sentimientos que uno tenga determinará su futuro. Es por ello que uno ha de instalar ideas sagradas en su corazón. El desempeño desinteresado del deber (nishkama karma) desarraiga la bestialidad del hombre y le confiere Divinidad. El servicio desinteresado representa un medio de progreso espiritual mucho más elevado que otros, como la Meditación, la Repetición del Nombre o el Yoga. Esto se debe a que, cuando nos dedicamos a la Meditación, a la Repetición del Nombre o al Yoga lo hacemos para nuestro propio beneficio y no por el bien de otros. Estos medios tienen por fin subyugar a los deseos individuales de uno y lograr la felicidad para uno mismo. A lo que deberíamos aspirar es al logro del bien para otros, sin deseo alguno de ganancia personal.

El servicio desinteresado es la fragante flor del Amor altruista. No ha de ser desempeñado para satisfacción de la persona que presta el servicio o la persona por mandato de la cual se hace así. El hombre habría de considerar el desempeño desinteresado del deber como el propósito para el cual se le da la vida. Este sentir habrá de fluir por sus nervios y su corriente sanguínea impregnando cada célula de su cuerpo. Cualquiera sea el trabajo que hagamos, hemos de hacerlo como una ofrenda a Dios y para Su complacencia. Los miembros de los Centros Sai no debieran sentirse obligados a prestar servicio sobre la base de que las normas y reglas requieren que lo hagan así. No deben considerar que los reglamentos les obliguen a prestar servicio. Sin ser obligados por reglamento alguno, deberíamos emprender actividades de servicio para la purificación de nuestros propios corazones.

En el emblema del Seva Dal (servidores Sai) está inscripta la frase: "Dios es Deber". El hombre hace un uso muy frecuente de la palabra "deber" en muchos contextos diferentes, pero sin darse cuenta de su sentido interno. La palabra "deber" no tendría sentido alguno si no hubiera más que un individuo. Viene a asumir sentido sólo cuando hay una sociedad o una comunidad o, al menos, dos personas. En esto habríamos de entender dos aspectos estrechamente relacionados con el "deber". Estos aspectos podrían denominarse "libertad individual" y "derecho fundamental". La "libertad individual" se refiere a la libertad que tiene un individuo, en tanto que el "derecho fundamental" trae a colación su relación con la sociedad. El hombre debe esforzarse para asegurarse de que haya un adecuado equilibrio entre ambos.

Toda su vida la pasan en compañía de otros en la sociedad. No son independientes ni viven para sí mismos. No les es posible vivir recluidos, para sí mismos, sin ningún tipo de relación con una comunidad, con parientes o con otros individuos. Puesto que no es posible vivir en un aislamiento absoluto, nuestras vidas se encuentran, inevitablemente, llenas de conexiones con otros en torno nuestro. Es en este contexto que los voluntarios del Seva Dal deberán recordar, realizando su deber para con la sociedad a la que le deben su existencia, que la vida le ha sido otorgada al hombre no para su lucro personal sino para el bien común.

Hay aun otra dimensión unida al significado de esta palabra "deber". Hemos de buscar sólo aquel tipo de libertad que no obstruya la libertad de otros. Si llegaran a dificultar la independencia de otro individuo en el curso de una exhibición egotista de la libertad individual de ustedes, pueden estar seguros de ser condenados por la sociedad. El hombre de al lado goza de la misma libertad de acción que les ofrece la propia libertad individual a ustedes. Hay un pequeño ejemplo para ilustrarlo. Tratando de lograr el máximo de vuestra libertad individual, es posible que marchen alegremente camino abajo, esgrimiendo una larga vara en la mano. Pero, un hombre que venga en dirección opuesta tendrá tanta libertad para esquivar esta vara como la que ustedes tengan de empañarla. Si se comportaran de manera que menoscaben la libertad de otro, se expondrían a recibir la desaprobación de la sociedad o la censura del gobierno. De modo que aquello que entendemos por la palabra "deber", representa que los privilegios y los derechos de que gozamos debido a nuestra libertad individual, son también reclamados por otros en torno nuestro. El derecho a circular libremente no les permitirá vagar atolondradamente en un pueblo, como podrían hacerlo en un descampado. Ningún individuo atado a la sociedad podrá tener la prerrogativa de un ciento por ciento de libertad, ni aunque se trate de un Primer Ministro o un Presidente.

Incluso el monarca de un gran reino no puede satisfacer todos sus deseos individuales. No .le es posible comportarse como le plazca sólo en virtud de ser rey. Los reyes tienen algunos códigos de conducta y de disciplina a los que deben adherir. Del mismo modo en que el gobernante de un insignificante dominio terrenal tiene ciertas normas que cumplir, también el Supremo Soberano del mundo, el Todopoderoso, tiene tales reglamentaciones en materia de gobierno del Universo. Resulta pueril decir que Dios lo haría todo por Sí mismo, simplemente porque es Omnipotente. Aquí va una ilustración para ello. Hay dos individuos que son devotos del Señor. Uno de ellos le reza a Dios pidiendo por lluvias para evitar que sus cosechas se sequen. El otro, en cambio, le ruega a Dios que no haya lluvia en esos días debido a la gran ceremonia de matrimonio que intenta celebrar en su casa. De este modo ambos ponen al Señor ante un dilema. ¿A cuál de los ruegos de sus devotos habría de responder? Tendríamos que preguntarnos aquí si Dios ha recibido directamente El estas plegarias o no. Del mismo modo que en un reino de la Tierra hay delegación de funciones, por medio de la cual el gobernante hace que varias funciones de gobierno sean llevadas a cabo por ministros a quienes se les asignan ciertos departamentos y carteras, para manejar los asuntos del Cosmos, el Dios Todopoderoso también les asigna ciertas funciones a ciertos dioses como Indra, Varuna y Rudra. De la misma forma en que los asuntos terrenales no son llevados directamente ante un rey, sino que se les presentan a los ministros competentes para que tomen las medidas de acción, todas las oraciones del hombre no llegan hasta Dios mismo: son atendidas por sus "ministros" Indra, Varuna y otros. Sólo aquellas plegarias que se originan en el espíritu del deber sin interés por los frutos, en el Amor infinito y puro y en un corazón inmaculado llegan directamente hasta el Señor. De este modo, es únicamente a través de estos tres medios: del trabajo desinteresado, el Amor ilimitado y un corazón puro, que podemos esperar asegurarnos el contacto directo con el Señor y obtener Su divina sanción para nuestra petición.

Además, entre estos tres medios, el deber desinteresado es muy importante y es por eso que los miembros del Seva Dal deberán participar en las actividades de servicio sin albergar fines egoístas. Llamarnos voluntarios del Seva Dal de Sathya Sai y tener como fin algún interés egoísta equivaldría a tratar de engañar a Dios. Sus acciones deberán estar en consonancia con el nombre asociado a la institución.

Unos minutos antes de hablar Yo, escucharon a Gokak diciendo algo sobre "Manishi". A1 pronunciar ligeramente mal esta palabra, se la escucharía como "Makishi" o como algo que emane de "Maheswara". Por asociación con ella en función del sonido de estas palabras, también se nos viene a la mente la palabra "Maharishi". Un Manishi u hombre común se transforma en un Maharishi o un sabio por medio de la dedicación al desempeño desinteresado del deber. En verdad, el mérito que podría obtenerse por medio del servicio no podrá obtenerse ni siquiera a través de la práctica de las más rigurosas austeridades. Sin este sentimiento de amistad y de Amor por los congéneres, uno no puede llegar a la intimidad con el Señor, la cual es, entre las nueve formas de devoción hacia Dios, la más cercana que pueda darse a la entrega total.

Podrán estar pensando en este contexto que están viviendo en consonancia con el laudable ideal de "la hermandad del hombre y la paternidad de Dios". Existe, no obstante, un ideal más alto que habrá de alcanzarse, porque no deja de ser frecuente que se pueda observar a los hermanos riñendo entre sí e incluso cortando por completo todo nexo entre ellos. "Los sabios hablan de diferentes maneras sobre la Verdad única". Yo soy Uno que llega a ser muchos. "Brahman es solamente Uno, sin segundo". "Dios está en todos los seres". "El mundo entero está envuelto por el Señor". El siguiente es el sentido interno de estas declaraciones de las Upanishads: tras las diferencias físicas aparentes, reside en todos los seres la Verdad básica única, el Alma. Por ende, habríamos de vivir nuestras vidas con la constante conciencia de esta profunda Verdad. No se regocijen cuando lesionen o hieran a otros, porque ese daño no se le está haciendo a otro, sino a vuestro propio Ser. Así también, cualquiera sea el beneficio que emane de las buenas obras que pudieran realizar se les sumará a ustedes y no a otros.

Aquí va una ilustración para explicar que el bien que uno haga retorna a uno mismo. En una casa se prepararon tres tazas de café. Una de las tazas la bebió el marido y la mujer bebió otra. Mientras debatían sobre con quién compartirían la tercera taza o a quién se la darían, llegó un amigo de visita y ella le fue cordialmente ofrecida. El marido se sintió complacido, puesto que no sólo había evitado una discusión con su mujer, sino también había podido prestar el servicio de ofrecerle un café a su amigo. Tres meses después, el marido visitó la casa de su amigo. El amigo se mostró muy hospitalario y le ofreció una taza de café, devolviendo así el favor que había recibido antes. Si ese amigo no se hubiese servido la taza de café tres meses antes, no habría devuelto la hospitalidad. Podemos ver, entonces, que el marido del cual hablamos recibió de vuelta su taza de café después de tres meses. Del mismo modo se nos restituyen las buenas obras, sepámoslo o no, de alguna manera y en la misma moneda.

El Bhagavad Gita ha proclamado al camino de la acción desinteresada como la vía real hacia la perfección. Exhorta al hombre a no ansiar los frutos de la acción, sino a cumplir simplemente con sus deberes con un espíritu de desapego, dejándole al Señor los resultados. Dios no le impone al hombre llevar a cabo ningún trabajo en particular. El no es más que el dispensador de los resultados de las obras realizadas por los humanos. Entrega los frutos de las acciones de acuerdo al tipo de labor realizada por el hombre. Si rezaran por un provecho personal, sin llevar a cabo buenas obras, Dios no hace sino escuchar vuestras súplicas, pero no les favorece con su bendición. Hay una historia del Mahabharata que lo esboza de manera sucinta. En una ocasión, durante las celebraciones asociadas con el festival de Sankranthi, Krishna compartía las cañas de azúcar recién cortadas que le ofrecían las gopis (vaqueras devotas del Señor) de acuerdo a la costumbre. Como en esos tiempos no había máquinas para extraer el jugo de la caña, Krishna tenía que cortarlas. Al hacerlo, inadvertidamente se hizo un corte en el dedo chico. Con su orgullo característico, Sathyabhama, al notarlo, le ordenó a las gopikas entrar a la casa y traer un lienzo para vendarlo. Draupadi, quien también estaba allí, en cambio, movida por su Amor y preocupación por Krishna, arrancó de inmediato un pedazo de tela del borde de su sari y vendó con él el dedo del Señor.

Años más tarde, cuando Dushasana llevó a Draupadi hasta la corte de los Kauravas con la intención de humillarla en público, ella apeló a Krishna invocando Su divina intervención para salvar su honor. Krishna reflexionó unos instantes para decidir si merecía o no ser rescatada de su actual dificultad, en virtud de alguna buena obra realizada en el pasado que debiera ser recompensada. Sólo una ayuda ofrecida previamente le da derecho a uno a la asistencia de Dios. Esto, sin embargo, no significa que cualquier buena obra realizada en el pasado vaya a conseguirnos la ayuda divina en una situación en particular. Deberá haber una conexión de afinidad entre la obra realizada por el hombre y la ayuda que se solicite de lo Divino. ¡Un ungüento para los ojos no servirá para curar un dolor de cabeza! Después de algo de deliberación, Krishna recordó que el vendaje improvisado que ella había atado a su dedo en un momento pasado le daba derecho a recibir un favor similar. Por lo tanto, le hizo llegar un sari interminable con el mismo dedo chico que ella había vendado anteriormente. No hemos de preocuparnos sino de la acción que nosotros llevaremos a cabo; el Señor nos otorgará los frutos de ella cuando surja la necesidad para ello.

Gogak dijo anteriormente que Swami es el más grande de los voluntarios y el mayor de los líderes del Seva Dal. Habrían de seguir a Swami el líder. Esto es porque Swami lleva a cabo hasta la más pequeña de las tareas por Sí mismo y toda su labor es por el bien del mundo. Es en este contexto que declaro a menudo: "Mi vida es Mi mensaje". Dios y la Voz de Dios son una sola y la misma cosa. De modo que hacer lo que Swami hace al igual que lo que Swami ordena, conforma el trabajo que le complace. El trabajo realizado sin pensar en uno mismo y absteniéndose de ansiar renombre o poder es lo que más le complace.

(Discurso pronunciado en ocasión de la inauguración del Campo de Entrenamiento Central de la All India Sri Sathya Sai Seva Dal Districts Conveners, dirigido a sus delegados y a los participantes en el Curso de Verano sobre Cultura y Espiritualidad Indias de Sri Sathya Sai.)