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Discursos dados por Sai Baba

13. ../05/79 El Yoga de la Acción (Karma Yoga)

El Yoga de la Acción (Karma Yoga)

El Yoga de la Acción (Karma Yoga)

Mayo de 1979

El hombre tiene sólo el derecho a ejecutar la acción,

no tiene el derecho a pedir los frutos de ella. Sólo Dios

puede dispensar los frutos de las acciones del hombre.

¡Encarnaciones del Alma Divina!

Cada día, desde la mañana a la noche, pasan sus vidas

tan sólo ganándose los medios para su sustento.

¿Qué gran felicidad han logrado al aplicar su talento y educación

solamente para llenarse el estómago, olvidándose

del Señor de los Ojos de Loto?

¡Hombre! Reflexiona con. cuidado sobre esto.

¡Encarnaciones del Amor!: Gracias a su poder espiritual, Bharat le ha estado confiriendo, desde tiempos inmemoriales, paz y felicidad permanentes al género humano. "Lokah samastha sukhino bhavantu" o "que todo él mundo sea feliz" ha representado la meta del sagrado Dharma de Bharat. Con el objeto de proteger y de preservar este ideal, reyes y sabios, santos y sabios, como también numerosas mujeres de antaño, lo sacrificaron todo y llevaron vidas dignas de ser emuladas.

El sacrificio representa la esencia de la vida espiritual. Todos los hombres han de mostrar, necesariamente, este sacrificio. Aunque uno no se sienta voluntariamente inclinado a realizar sacrificios, la naturaleza le forzará a hacerlos. Por lo tanto, le compete al hombre el hacer sacrificios incluso antes de ser obligado a realizarlos.

El Señor Krishna subraya en el Bhagavad Gita que la absoluta pureza de corazón constituye un requisito esencial para emprender el camino del sacrificio. ¿Qué es sacrificio? ¿Se trata de la riqueza transitoria que uno tenga? ¿Significa renunciar a la mujer y a los hijos de uno? No. Estas no son sino cosas que se relacionan con el medio que condiciona la vida externa del hombre. Sacrificio significa desechar los deseos que uno tenga, la ira y la codicia o la avaricia extremas. El hombre se identifica generalmente con el Anatma (el no Alma), sin realizar su propia naturaleza. El reflejo del cielo en la superficie del agua en una vasija desaparece tan pronto como vacían el agua. De manera similar, desde el momento en que reconozcan la naturaleza temporal de todo lo que es no Alma y le atribuyan su efímera existencia a los deseos mundanos (el agua del ejemplo) y los desechen, se habrán acercado algo al Alma. Si no sacrifican el deseo, la ira y la codicia o la avaricia, no podrán alcanzar la Divinidad.

El deseo les impele a ir en contra del código de conducta social establecido, incluso a costa de perder el honor y la reputación. Les hace quedar inmersos en el egoísmo y descuidar los deberes para con la sociedad y con Dios. El levanta su fea cabeza en cada uno de los aspectos de sus vidas y les convierte en un demonio.

La ira les destruye la inteligencia y les tuerce el juicio. El hombre iracundo va enajenando el éxito en todas sus empresas e invita a la censura social. Se cubre de deshonra y sus amigos y relaciones le abandonan. Es conducido hacia el pecado y con ello arruina su vida.

La avaricia extrema no le permite ser feliz a nadie. Un avaro no disfruta de nada ni le permite a otros utilizar su riqueza. Frente a todo da un paso atrás, temiendo perder sus bienes o disminuir su fortuna. Les voy a contar una pequeña historia para ilustrarlo. Había una vez dos hermanos que se llamaban Avaro y Avaro Mayor. Fieles a sus nombres, eran tan tacaños que ni siquiera se alimentaban adecuadamente. En las ocasiones en que le rezaban a Dios para promover sus intereses mundanos, no llegaban a pronunciar siquiera "naivedya" (sagrada ofrenda al Señor), sino que le miraban de reojo y se devoraban la ofrenda ellos mismos. La razón para que no permitieran que la ofrenda permaneciera mucho tiempo en el altar, era el temor que el caramelo ofrecido como "naivedya" fuera tocado por alguna hormiga que sacara alguna pequeña cantidad y les privara de valiosos gránulos de azúcar...

Un buen día llegó la noticia de que uno de sus parientes cercanos había muerto. El Avaro Mayor decidió ir a presentar sus condolencias a la familia y salir temprano en la mañana a pie, para no hacerlo en tren o en ómnibus de inmediato, en la noche, ya que le resultaba insoportable el gasto en que podría incurrir.

Después de haber partido el hermano mayor, Avaro apagó la lámpara y la puso en el antepecho de la ventana, sólo para ser picado por un escorpión. Mientras se retorcía de dolor, el hermano ya había dejado un par de millas de camino tras de sí, pero se puso pensativo y retornó sobre sus pasos. Cuando Avaro le preguntó por su inesperado regreso, Avaro Mayor le explicó: "¡Hermano! Me preocupé pensando que podías no haber apagado la luz al marcharme. Por eso he regresado para recordártelo". A esto, Avaro contestó apesadumbrado, pese al dolor insoportable que sufría: "¡Pero, hermano! ¡Es en verdad encomiable tu deseo de evitar un desperdicio de combustible, pero qué lástima que tus sandalias se hayan gastado más con este innecesario regreso tuyo!" Avaro Mayor replicó: "Querido Avaro, no te preocupes. Caminé descalzo, llevando las sandalias en la mano". Estas son las angustias que teje la avaricia.

De modo que, debido al deseo, la ira y la codicia, disminuyen la devoción y la sabiduría del hombre y sus acciones se contaminan. Por eso es que Krishna le ordenaba a Arjuna estar libre de estos vicios, vencer a la ilusión, desarrollar la visión interior y la Sabiduría Espiritual y seguir por la senda del Karmasanyasa Yoga: renunciar a los frutos de las acciones de uno.

En "Karmasanyasa Yoga" tenemos tres palabras: "Karma", "Sanyasa" y "Yoga". Karma significa acción; "Sanyasa" significa renunciar a los vicios mundanos (vasanas), y "Yoga" significa unión con lo Divino.

"¡Oh Arjuna!", dijo Krishna, "este aspecto del sanyasa falta en ti. Todavía te hacen vacilar los apegos y el ego. Nadie puede desistir de la acción. El hombre está continuamente dedicado a la acción. De modo que renunciar a la acción (Karmasanyasa) no es ni realista ni práctico. En vez de esto, mientras llevas a cabo la acción, transfórmala en adoración. Dedica todas tus acciones a Dios y empréndelas para su complacencia. Tales acciones te llevarán a la Senda de la Devoción".

Fue así que Krishna inició a Arjuna en el secreto del Karma Yoga. El Karma Yoga habría de convertirse en algo natural para el hombre. Cualquiera sea el acto llevado a cabo, deberá elevar y ennoblecer al autor. No basta con que uno simplemente le preste oídos a algo noble; uno tiene que ponerlo en su corazón y reflexionar sobre ello.

Una vez, un sabio llevó tres muñecas hasta la corte del rey y pidió que se identificara la mejor de entre ellas. Un ministro ingenioso pasó un fino alambre a través de las orejas de cada muñeca. En la primera, el alambre salía por la otra oreja; en la segunda, salía por la boca y en la tercera, se hundía dentro de ella. Explicando el sentido de lo que había hecho, el ministro indicó que la tercera muñeca era la mejor. Ella representaba al hombre que había entendido y retenido el verdadero sentido de todo lo que oyera y lo había llevado a la práctica. La segunda muñeca representaba a un mero charlatán que no ponía en práctica nada de lo que escuchaba. La primera representaba al peor de los hombres: aquel que simplemente deja que las cosas le entren por un oído y le salgan por el otro.

Los estudiantes habrán de prestar oídos al sagrado mensaje del Gita y absorberlo en sus corazones. Reconociendo la verdad de que la acción sin motivaciones llevada a cabo para complacencia de Dios (Karma Yoga) es superior a renunciar a toda actividad, deberán servirle a la sociedad de manera desinteresada y sin poner los ojos en la recompensa. Desarrollen el Amor por todos para que la codicia no les arrastre hasta un estado de ateísmo. También han de controlar al máximo al deseo y a la ira.