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Discursos dados por Sai Baba

12. ../06/78 Todo nuestro sufrimiento es nuestra propia creación

Todo nuestro sufrimiento es nuestra propia creación

Todo nuestro sufrimiento es nuestra propia creación

Junio de 1978

El Conocimiento del Alma estará al alcance únicamente de aquellos que tengan mentes muy puras. Incluso un santo no puede adquirirlo. Esta palabra de Sai representa un testimonio de la Senda de la Verdad.

¡Encarnaciones del Alma Sagrada!: En este mundo, el hombre logra felicidad de un objeto bello. Si miramos una hermosa flor, se genera la felicidad en nosotros. Habremos de considerar cuidadosamente si esta felicidad es permanente o transitoria. Una linda rosa nos hace sentir muy felices, mas en la noche la rosa se marchitará y para la mañana siguiente sus pétalos se caerán y ya no generará tanta felicidad. De igual manera, cada objeto bello no generará sino una felicidad pasajera en nosotros. Debemos tratar de comprender cuidadosamente en dónde se puede encontrar una felicidad permanente y duradera. Ello se podrá encontrar únicamente en el aspecto del Alma y en el pensamiento en Dios. Podremos lograr una felicidad permanente sólo de cosas que sean permanentes. De cosas que son transitorias nunca podremos lograr una felicidad que sea permanente. Y sólo después de experimentar una felicidad permanente así, lograremos verdadera dicha. No podemos ir en busca de esa dicha en todas partes. Si lo hiciéramos, sería como ir a buscar diamantes en el mercado de pescados: sólo encontraremos pescados, pero no diamantes. Puesto que este mundo es temporal y toda la vida en él es incierta, no podremos encontrar una felicidad permanente en este mundo.

Un estudiante visitó a un astrólogo y le preguntó sobre su futuro. El astrólogo le dijo que la línea de la educación en su mano era bastante larga y fuerte. El estudiante se quedó muy entusiasmado y se perdió en esa felicidad. Después de algunos momentos, el astrólogo le dijo que alcanzaría una alta reputación en su vida. El estudiante se sintió más feliz aún ante estas palabras. El astrólogo continuó diciendo que ganaría mucho dinero y llegaría a ser muy rico. Unos momentos más tarde, el astrólogo le indicó que todo era maravilloso, pero que su vida iba a ser muy corta. El estudiante se sintió muy apesadumbrado, porque no tenía sentido eso de tenerlo todo, pero una vida corta. Podemos tener una gran fortuna, gran influencia y poder, pero si no tenemos la conciencia despierta del Alma cercana a nosotros, ello equivale a una vida muy corta. Las gopikas reconocieron esta necesidad de lograr una felicidad permanente. También nosotros deberíamos reconocer que podemos lograr una felicidad permanente sólo de cosas permanentes.

Las gopikas decidieron llevar a cabo un Katyayani Vratam especial (un voto de casamiento), un día lunes en particular del mes de Kartika. Habríamos de reconocer la significancia de llevar a cabo este sagrado Vrata. Dijeron: "No aspiramos a una forma impermanente e ilusoria. Aspiramos a alcanzar al sacro Krishna, el cual es la encarnación de la Verdad invariable y permanente. Y no nos dejaremos engañar creyendo que es impermanente por el sólo hecho de que se encuentre en una forma física. Al igual que las ropas que llevamos, Dios ha decidido revestirse de esta forma humana en particular en este Yuga. Los Yugas podrán cambiar, mas nuestro Dios no cambiará". Las gopikas reconocían claramente la Divinidad en Krishna. De acuerdo a la edad de una persona se la describe como estando en su niñez, en su adolescencia, en su juventud o en su vejez. En cuanto a Krishna, sin embargo, no fue sino niño y joven. Esto es algo que se situaba más allá de toda comprensión humana. Krishna es inmortal y está siempre lleno de Paz y, de este modo, representa la Belleza Eterna. Pese a que su color era oscuro, su apariencia era muy atrayente. De esto era responsable la Divinidad presente en él, ya que no es así en todos los seres humanos. Se trata de una cualidad divina distintiva. Las gopikas comprendieron que podían encontrar la verdadera belleza únicamente en este aspecto, de modo que decidieron realizar este Vrata sagrado. Querían lograr que fuera su Natha (guardián, Señor) o esposo. Debido a su manera de ser y a su naturaleza, los hombres han olvidado con el paso del tiempo el verdadero significado de las palabras, aceptando acepciones falsas. En general pensamos que la palabra esposo (o Natha) indica a alguien en la posición del marido frente a la mujer. No obstante, en realidad, en este contexto un esposo significa a alguien que cuida de una persona. Por ende, el sentimiento que albergaban era que únicamente Krishna podía tomar sobre sí la carga de cuidar de todas ellas y debido a eso lo deseaban como esposo. Las dieciséis mil ciento ocho gopikas trataban de esta manera a Krishna y no es correcto pensar de todas ellas como mujeres de Krishna. Para Dios, que está presente en cada ser viviente, ¿quién sería el marido y quién la mujer? No le pueden ser adscriptas a Dios estas relaciones puramente corporales. Las gopikas representan puros reflejos divinos del Alma. Eran personas que se habían entregado a Krishna. Y albergaban este mismo sentimiento las dieciséis mil ciento ocho gopikas que habitaban en Dwaraka. Frente a esto deberíamos preguntarnos si la felicidad que las embargaba provenía de sentimientos mundanos o del aspecto permanente de Krishna. En el concepto de ellas, no podía haber nada en este mundo que fuera bello, a menos que fuera permanente y que se asociara a lo Divino. Ambos aspectos no los experimentaban sino en Krishna. Si no hay combustible en una lámpara con mecha, no habrá luz. Cuando se produzca un pralaya o fin de todo, hasta el Sol y la Luna desaparecerán. Pero la única luz que jamás se extinguirá es la Luz del Alma. Las gopikas creían que Krishna era la Luz del Alma (Atma Jyothi) y movidas por esta completa fe, le oraban a El.

Como resultado de nuestro apego al cuerpo y a sus órganos, no hacemos sino alabar la belleza en el mundo. Había un discípulo de Ramanuja cuya mujer tenía muy hermosos ojos. El se dedicaba a protegerle continuamente los ojos e incluso cuando ella iba hasta el río a buscar agua, él la acompañaba con una sombrilla para cuidar de sus ojos. Ramanuja se percató de este extraño comportamiento de su discípulo y le preguntó por qué lo hacía. El discípulo le contestó tímida y quedamente que, debido a que eran tan bellos los ojos de su mujer, él la acompañaba con la sombrilla para protegerlos de los rayos del Sol. Ramanuja le preguntó entonces que si viera otros ojos más bellos que los de su mujer, también los protegería con el mismo celo. El discípulo le aseguró que también lo haría. Después de terminar la meditación de Ramanuja, se dirigió con sus discípulos al templo de Sri Ranga. Ramanuja se puso a describir los ojos del Señor y, mientras lo hacía, éstos comenzaron a brillar maravillosamente y se vieron luminosos y de exquisita belleza. El discípulo vio los ojos y, desde entonces, se quedó a disfrutar de su hermosura. También fue así que, después de experimentar la belleza en diferentes formas y nombres, las gopikas comenzaron a vivenciar la divina belleza de Krishna. Y, desde ese momento, ya no buscaron nada más.

Y así eran las cosas en el año 3102 a.C., cuando, a medianoche, entre el 17 y el 18 de febrero, Krishna entregó su cuerpo mortal. Antes de ello, en el año 3138, Krishna había coronado a Dharmaraja. En el período intermedio, o sea un total de treinta y seis años, Krishna les permitió a las gopikas experimentar la Divinidad en El. Esto constituyó también la buena suerte para muchas otras personas de Dwaraka. En nuestros textos sagrados se ha consignado que las gopikas se sintieron muy tristes y se lamentaron después de desencarnar Krishna, pero ello no es correcto. Cierto es que los Pandavas sintieron la pérdida de Krishna, mas las gopikas lo sentían eterno e inmortal, de modo que nunca sintieron su ausencia.

Antes de la batalla del Mahabharata se manifestaron varios malos augurios. Un año antes de la partida de los Pandavas a la selva, nació Abhimanyu. Sumados a este año los doce que pasaron en la selva y el año que pasaron de incógnito, resultan catorce años. De modo que, en el momento de la batalla del Mahabharata, Abhimanyu tenía quince años de edad y jugaba como un niño frente a Dharmaja. Cuando Dharmaja fue desafiado a combatir, se sintió vacilar, porque Arjuna no estaba con él. Abhimanyu inquirió sobre cuál era el problema. Dharmaja le explicó que un gran personaje como Bhishma le había retado a combatir. Cuando Dharmaja estaba así atribulado, Abhimanyu dijo de inmediato que no era justo que rehuyeran la batalla e insistió en que él iría a combatir. Les estoy narrando este episodio para mostrarles cómo eran realmente de valientes y grandes aquellos que nacieran en la familia de los Pandavas. Dharmaja indicó que, puesto que no estaba Arjuna allí, Abhimanyu había de conseguir la aprobación de su madre antes de ir a la batalla. Incluso en esta situación Dharmaja demostraba que es necesario pedir las instrucciones de los padres y aceptarlas. Abhimanyu fue a ver a su madre y le pidió permiso para participar en la batalla. Su madre le habló así: "Que las bendiciones del gran Señor se derramen sobre ti y que El te haga capaz de mantener las nobles tradiciones familiares. Que, por la Gracia del Señor, puedas traer la victoria y la gloria para la familia". En algunos textos sobre el caso, se ha expresado el punto de vista de que la madre de Abhimanyu pensó que era aún demasiado joven y que no se sentía feliz ante la idea de que fuera a luchar. Ello no es correcto. En verdad, se sintió extraordinariamente feliz al saber que su valiente hijo quería participar en la batalla. Cuando Abhimanyu tenía dieciséis años, nació Parikshit, aunque nació después de la muerte de éste. Parikshit estuvo a punto de morir en el útero materno, pero fue salvado por Krishna. De modo que ganó la Gracia del Señor incluso antes de nacer. Así fue que Parikshit se convirtió en el personaje más importante del Bhagavata. Fue así que la maldición de los ancianos fue tratada como una bendición y ello se debió a que Parikshit siempre pensaba en Krishna, cuya imagen llevaba grabada en la mente.

Los Pandavas también eran grandes devotos que lo sacrificaban todo al pensar en Krishna. No sólo reconocieron la gran fuerza que había en El, sino también su aspecto Divino. Las gopikas, en tanto, eran diferentes. Tenían una fe completa en el aspecto Divino de Krishna y una fe sin vacilaciones en El. La de ellas, era una devoción limpia, sagrada y desinteresada. Las gopis y los gopalas representan ejemplos ideales para los que viven en el Kali Yuga. Imaginamos el juego de Krishna y las gopikas, como un tipo de diversión que involucra un goce humano, pero ello no es así. En verdad, ello es simbólico de la sagrada confluencia del Alma Individual (jivatma representado por las gopikas ) y el Alma Suprema (Paramatma representado por Krishna ). Ellas habían convertido sus corazones en un Brindavan y sus pensamientos en corrientes sagradas. Carecían de forma en el aspecto de la Divinidad. Uno se apega a sus órganos sensoriales cuando tiene apego por su cuerpo. En las gopikas no había ilusiones relativas a sus cuerpos. La razón para ello es que en sus nacimientos anteriores, en el Kritha Yuga, habían sido realmente sabios. En esa época no habían alcanzado sino a lograr el Darshan (la Visión Divina) del Señor. En el Treta Yuga habían sido monos y habían tenido la posibilidad de hablar con el Señor cuando éste estaba en la forma del Avatar de Rama. De modo que en el Kritha Yuga habían logrado únicamente la Visión Divina y en el Treta Yuga tuvieron la oportunidad de lograr la conversación con El. Entonces oraban por poder tener la oportunidad de alcanzar, también, el contacto con el Señor (sparsana). Para que esto pudiera cumplirse, los mismos sabios del Kritha Yuga se convirtieron en monos en el Treta Yuga y en gopikas en el Dwapara Yuga. Ello representa también las tres formas de los gunas: rajas, tamas y satva. Los que tienen el tamoguna conseguirán sólo la Visión Divina, en tanto que los que tienen el rajoguna conseguirán la conversación. Los que tienen cualidades sátvicas, conseguirán, además, el "sparsana" o contacto.

Les daré un pequeño ejemplo para mostrarles el divino aspecto que uno puede conseguir a través del "sparsana" o contacto con el Señor. El carbón es oscuro y significa ignorancia en la forma de la oscuridad. El fuego irradia luz o claridad y significa conocimiento. Mientras el fuego y el carbón se mantengan separados, el carbón no podrá sino mirar hacia el fuego, pero no podrá conseguir nada de su claridad. En cambio, cuando se echa el carbón al fuego y se pone en contacto con él, también se volverá luminoso y se convertirá en parte del fuego. De modo que, cuando uno entra en contacto con la Forma Divina, la ignorancia será removida de su cuerpo. En el caso del carbón, si se le sopla se convertirá más rápidamente en fuego y este soplar, en el caso de la Divinidad, es el sadhana o la disciplina espiritual. Por medio del sadhana (práctica espiritual), hasta una persona ignorante puede convertirse en una sabia. Realizando esta verdad, las gopikas se mantenían próximas a Krishna y también le eran caras a Este. Todas sus acciones se orientaban a lograr la inmortalidad, pero no se llevaban a cabo con algún motivo egoísta. Todos los eventos sobre los que leemos en el Bhagavata han de ser considerados como acciones llevadas a cabo por las gopikas con un corazón puro y sagrado. Ellas se consideraban a sí mismas como parte del Señor. Experimentaban la Unidad en toda la Creación. No hemos de mirar estas acciones de manera superficial. Sus deseos se habían incinerado por completo en el pensar centrado en lo Divino. Si quisiéramos experimentar tal estado de dicha, habríamos de alcanzar ese elevado estado de devoción. Se dice que todo lo que resulta visible a nuestros ojos no existe en verdad y habrá de desaparecer a su debido tiempo. Aquello que ha de desaparecer irremediablemente no puede conferirnos felicidad. Cuando adquirimos cosas mundanas, logramos una felicidad momentánea y, cuando nos separamos de ellas, también sentimos pesar. Cuando nos llegan el dinero y la riqueza nos sentimos felices, pero cuando se van, nos sentimos desdichados. Todas estas cosas son de una índole que nos dan felicidad cuando vienen y nos traen pesar cuando se van. Por asociación conseguimos felicidad y por disociación, pesar. Debemos intentar buscar sólo el aspecto Divino del Amor, porque no implica ni asociación ni disociación. Este tipo de Amor Divino no conoce razones. Representa la forma natural de la Divinidad en el hombre. Ello es, en verdad, la real riqueza del hombre. Uno es muy afortunado al conseguir un nacimiento humano, pero por el hecho de llenar tal vida humana con variados deseos materiales, la llenamos de sufrimiento. Si no tuviéramos deseos, no sufriríamos en absoluto y no puede haber alguien que sea más feliz que quien no tenga deseos. Todo este sufrimiento es nuestra propia creación. La preocupación no tiene forma en absoluto. No es más que nuestra propia creación. La forma de la ansiedad es la nada. Nuestros propios deseos son los responsables de nuestro sufrimiento. Deberían mantener a distancia los problemas inútiles y llevar una vida feliz.