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Discursos dados por Sai Baba

10. ../06/78 La ira destruye la fortuna y la prosperidad de uno

La ira destruye la fortuna y la prosperidad de uno

La ira destruye la fortuna y la prosperidad de uno

Junio de 1978

Dentro del cuerpo humano que por sí carece de valor, se encuentra localizada en lugar seguro la inapreciable joya del Alma.

Esta palabra de Sai es un testimonio de la Verdad.

El cuerpo humano está conformado por los cinco elementos materiales y, en un momento u otro, habrá de caer. El Alma que reside en el cuerpo es, a diferencia de éste, permanente y sagrada. Este sagrado aspecto del Alma no tiene nacimiento ni muerte ni apegos. Si lo pensamos profunda y correctamente, nos daremos cuenta de que Dios, en la forma de Alma, reside en cada cuerpo humano.

¡Encarnaciones del Amor!: Cualquier persona que le tenga apego a este cuerpo humano no podrá entender fácilmente al Dios inmanifiesto. El Bhagavata les ofrece la sagrada oportunidad por la cual pueden llegar a entenderlo. El propósito del Bhagavata es enseñarnos la santidad del Alma interna. Para que podamos lograr alguna visión de ella, el Bhagavata nos enseña upasanas (adoraciones) que comprenden tres pasos. Ellos son el Vishnu upasana, el Vasudeva upasana y el Narayana upasana. El primero, es decir, el Vishnu upasana, reconoce a Dios en todos los seres que tienen una forma y un nombre. Este aspecto ha sido descripto en el Bhagavad Gita como "la Forma que todo lo abarca". Se ha hecho referencia a ello como "la manifestación de Dios en la forma de la Creación". El significado de esto le fue enseñado también por Bhishma a Dharmaraja, cuando el primero yacía sobre el lecho de flechas. El Bhagavata demuestra que toda la Creación, de hecho, no es sino un aspecto de Vishnu. Nos dice que Vishnu se encuentra presente en todas las formas de la Creación, en todo momento y en todo lugar. Podríamos decir que esta senda es una senda que pueden seguir fácilmente los seres humanos comunes. Puesto que Dios está presente en todas las formas vivientes, esto nos permite considerar a cada ser humano como alguna de las formas de Dios.

El segundo paso lo constituye el upasana de Vasudeva. En éste, no sólo deberíamos experimentar a Dios en todos los seres humanos, sino en todas nuestras acciones y actividades. Para ello habríamos de hacer un intento por reconocer el aspecto de Dios en todas las acciones nuestras conectadas con todas las cosas que tengan un nombre y una forma. Esta senda no es tan fácil, porque los seres humanos están llenos de cualidades negativas como la lujuria, la ira, la envidia, el odio y también tienen apegos. Todas estas cualidades negativas son de índole tal que no le permiten a uno pensar en Dios. Cuando observamos que un individuo realiza malas acciones, no sólo lo consideraremos como un mal individuo sino que se da la posibilidad de que entren malas ideas en nosotros. En estas circunstancias, se hace muy difícil aceptar a tal individuo y al acto que lleva a cabo, como sagrado o divino. Con el objetivo de no dejar lugar a situaciones tan profanas, tendremos que desarrollar el aspecto de la Divinidad en nosotros. De la misma manera en que un ser humano lucha por liberar sus manos y sus piernas cuando le ha aprisionado una pitón, también el que ha quedado apresado en cualidades negativas como la ira, la lujuria, la codicia y el odio, habrá de luchar para pensar en Dios y para reconocer la Divinidad en todo lo que vea. De este modo el Vasudeva upasana resulta un asunto difícil de seguir.

El tercer paso lo constituye Narayana upasana. Llegado a este paso no sólo tendrán la facultad de experimentar la Divinidad tanto en las acciones como en la forma de los individuos, sino también la de ver la unicidad de toda la Creación. Esto les llevará a lograr la experiencia del Alma. Y les capacitará para establecer la unidad que hay en toda la Creación a través del reconocimiento del aspecto del Alma. Esto les hará aceptar que no hay diferencia alguna entre las diferentes formas de la Divinidad. Hay tres grandes individuos en el Bhagavata que simbolizan estos tres tipos de upasana.

El rey Parikshit, un sabio Rajá, simboliza el primer tipo de upasana. Sringi, un gran asceta y adorador, pertenece a la segunda categoría de upasana. Sami, el famoso sabio brahmánico, representa a la tercera categoría. La suma total de las experiencias de Parikshit, de Sringi y de Sami corresponde a la esencia del Bhagavata. En verdad, estos tres tipos son las formas de los tres gunas (cualidades de la materia): satva, rajas y tamas (atributos de la pureza, la pasión y la inercia). El Bhagavata es un texto que ha armonizado estos tres aspectos y ha demostrado la unidad de la Divinidad. Habiendo recibido la protección de Krishna estando aún en el vientre de su madre, Parikshit era una persona muy erudita y gobernaba su territorio con sabiduría. Es natural que nos asalten dudas respecto de cómo un rey tan noble y bueno pudiera haber perdido el control sobre sí mismo hasta tal punto en un arranque de ira, como para poner una serpiente muerta sobre los hombros de Sami. Mas, por grande que pueda ser un hombre o por grande que pueda ser un devoto, perderá el control sobre sí mismo si se deja arrastrar por la ira. Llevado por un arranque de enojo, Parikshit puso una serpiente muerta alrededor de los hombros de Sami, pero ello no puede ser considerado como un acto desconsiderado de arrogancia o de indiferencia. Se trató de un genuino error cometido en un momento de debilidad. Cuando Parikshit se dio cuenta de que ni el sabio Sami ni ningún otro sabio tenían interés en recibirle ni escucharle, se sintió muy agitado y, volviendo de allí, recogió la serpiente muerta y la puso alrededor de los hombros de Sami. Esto enfureció a Sringi, el hijo de Sami, el que lo presenció algo después, cuando Parikshit estaba abandonando el ashram (lugar donde vive un hombre santo) y fue entonces que le maldijo, diciendo: "Dentro de siete días Parikshit será muerto por la mordedura de una serpiente". Debería haber reconocido que lo sucedido se debió únicamente a un estado pasajero de enojo de Parikshit y que no había ni crueldad ni malas intenciones en su acción. Pero Sringi se enojó muchísimo cuando lo vio y, cegado por la ira, maldijo al rey. El rey no se dio cuenta de la maldición. Debemos examinar cuidadosamente aquí la razón para esta maldición de Sringi y entender cómo actúa realmente el Dharma en tales situaciones. Si un rey recto y benévolo comete una equivocación carente de toda intencionalidad, las consecuencias de ello afectarán únicamente al rey y no a su pueblo. En el rey queda algo de pasión, siendo como era un rey sabio, y de ahí que se enojara en un momento de debilidad. La maldición de Sringi dio lugar a mucha confusión, puesto que como resultado de su maldición, también sufriría el pueblo y quedaría sin protección, es decir, las consecuencias de la falta del rey afectarían también a su pueblo. De hecho, Sringi no tenía derecho a maldecir. Podemos notar en esto que una persona sin derecho a maldecir como Sringi, sí lo hace. En verdad, esto representa el aspecto sutil del Dharma. El hecho de que un rey bueno y noble pierda la calma e insulte a un hombre sabio y el hecho de que un sabio maldiga aunque no tenga el derecho a hacerlo, son cosas que simbolizan la decadencia de las normas aceptadas del Dharma. En verdad, en esos momentos se estaba iniciando el Kali Yuga (la Era del Mal). Podemos observar aquí que, como resultado del Kali, se están introduciendo algunos defectos en el Vasudeva upasana y en el Vishnu upasana o Narayana upasana.

Cuando Sami salió de su profundo estado de meditación, se percató rápidamente de todo lo que había sucedido y reconvino severamente a su hijo. Dijo: "El rey es un hombre muy noble y muy bondadoso y cuida celosamente de todos nosotros. No deberías haberlo maldecido sólo porque en un momento de debilidad hizo algo impensado. Por este acto tuyo has perdido todo lo que habías acumulado por medio de tus tapas (prácticas austeras). ¿Te has empeñado en tantas austeridades únicamente para estropearlo todo de esta manera? En este sentido, parece natural que el rey pierda ocasionalmente la calma de esta manera, mas un asceta adorador como tú no debería haber perdido su serenidad ni haber maldecido. Nuestro reino quedará sin un líder ahora. Va a ser como una noche sin Luna". Después de regañar así a su hijo, pensó que lo mejor era enviarle un mensaje al rey Parikshit para informarle sobre la naturaleza de la maldición.

También se ocupó de decirle al rey las malas consecuencias que implica la ira. "La riqueza y la prosperidad de uno serán destruidas por la ira. Ella destruirá todo el honor y la reputación que uno haya ganado. Le separará a uno de su propia gente. Debido al orgullo y a la ira todo puede ser destruido y quien se deje llevar por la ira no será capaz de lograr nada. Será humillado, siempre estará cometiendo pecados y todos le amonestarán. La ira fomenta el pecado". Después de haberle transmitido lo dicho sobre las funestas consecuencias de la ira por Sami, el mensajero le repitió a Parikshit las siguientes palabras de Sami: "Es muy natural que hayas perdido el control en un momento de debilidad, pero era necesario que intentaras sobreponerte a tu enojo y te comportaras de manera responsable. En lugar de pasar por alto tu error y de controlarte, un santo asceta como mi hijo te maldijo para que murieras dentro de los siete próximos días, mordido por una serpiente. Durante estos días, piensa siempre en el Señor y fomenta lo bueno en ti mismo". Tan pronto como le fueron transmitidas a Parikshit estas palabras de Sami, su mente se transformó por completo, le transmitió su obediencia respetuosa a Sami, el sabio brahmánico, y dijo: "Para mí esto no es una maldición sino un gran don. No puedo escapar de las consecuencias de mi Karma (la ley de causa y efecto) y de lo que he hecho. Te estoy muy agradecido por haber hecho que me diera cuenta de esto". Desde ese día, Parikshit se dedicó a pensar en el Señor, entregándole las responsabilidades del gobierno a sus ministros. Tan pronto como se difundió la noticia de la maldición, muchos sabios y otras personas llegaron a visitar a Parikshit. Le rogaban a Dios apartar la maldición del rey Parikshit, que tenía un corazón noble y sagrado, y permitirle seguir viviendo. Pero la maldición del asceta no podía ser aplacada y Parikshit hacía los preparativos para su fin. El gran sabio brahmánico Sami, dotado de una considerable ecuanimidad, también oraba por el bienestar de Parikshit. Pese a que para todo propósito externo, Sami parecía tener conexiones con el mundo, en su mente no existía apego alguno: estaba por completo sumido en el Alma. No hay diferencia alguna entre un sabio brahmánico así y la Divinidad.

En un momento después de la batalla, Dharmaraja se dirigió a la mansión de Krishna para hablarle de su descorazonamiento y su desesperación. En ese momento Krishna le habló a Dharmaraja en detalle acerca del futuro de Parikshit. Le habló acerca de cómo adquiriría gran fama y mayor gloria que todos sus predecesores. También le indicó que, como consecuencia de la maldición de un santo, perdería la vida por la mordedura de una serpiente. Mientras le estaba hablando así a Dharmaraja, Krishna cayó repentinamente en un breve silencio y Dharmaraja se sintió totalmente confundido. Después de algunos minutos, le preguntó a Krishna por qué se había quedado silencioso en medio del relato. Krishna le contestó que había tenido que acudir al llamado de Bhishma, que estaba sobre un lecho de flechas. Aquellos que tienen un corazón sagrado podrán obtener la Gracia del Señor orando sinceramente. No hay diferencia entre Dios y una mente sagrada: la oración de una persona santa irá directamente hasta el Señor. Personas así son encarnaciones de la Sabiduría y son formas del Advaita (el no dualismo). Habrán gozado de la unidad con la Divinidad. Creerán con firmeza que no hay sino una Verdad en el mundo y que no hay una Verdad paralela. Este tipo de seres estarán siempre en un estado de gran éxtasis y, en verdad, serían como niños. Es por ello que se dice que el estado de un niño, de una persona en éxtasis y de un loco son similares. Debido a los efectos de su excitación, el hombre se olvida a veces de su verdadera naturaleza. En verdad, el hombre solamente busca Bienaventuranza (Ananda). Es también, intrínsecamente, una persona desinteresada; no obstante, debido a la presión de sus órganos sensoriales, se apega a los deseos materiales y se olvida de Dios. El aspecto de Krishna es enseñado con inmenso Amor y afecto en el Bhagavata, justamente en beneficio de estas personas.

¡Encarnaciones del Amor!: Hemos de hacer el intento por darnos cuenta de que todos los nombres y formas que vemos en este mundo no son más que reflejos de Dios. Hemos de reconocer también que toda la Creación es una parte de Dios. No hemos de dejarnos inducir a error por las diferencias de nombres y de formas y olvidarnos de la unidad esencial entre todos ellos. En una ocasión, Narada comenzó a dudar de la sinceridad de las gopikas (vaqueras devotas de Krishna), y le preguntó a Krishna: "Las gopikas no son instruidas, no conocen ni los Sastras ni los Vedas e incluso hay veces en que parecen incivilizadas. ¿Cómo pueden apreciar el aspecto de Dios? Sólo la gente que se ha elevado por sobre la estatura de los gunas puede entender la Divinidad. ¿Cómo pueden entender a Dios otros que están inmersos en características y pensamientos mundanos?" Krishna dijo entonces: "La naturaleza de las gopikas es muy piadosa. Incluso cuando sus suegras las regañaban y sus maridos afilaban un cuchillo para castigarlas, no decían palabra ni tenían miedo. La imagen de Krishna está grabada en la mente de las gopikas de manera indeleble. No es posible separar a Krishna de sus corazones y si esto es así, ¿qué más les daría la educación? ¿Puede alguien escapar a las consecuencias del destino? Cuando malas ideas entran en la mente de alguien, sólo entonces no hay esperanza para él". No se puede agradar al Señor por medio de la educación o la recitación de los Vedas. A El lo atraerá únicamente el sacro Amor Puro (Prema). La erudición que adquieran no será sino para la cabeza y, ¿si no la pusieran en práctica, de qué serviría el saber? Hay mucho conocimiento en los libros, pero los corazones están llenos de polvo. No hay nada que podamos conseguir de los libros. Han de leerlos solamente para ganarse la vida y llenarse la panza. En cambio, tan sólo el Amor Puro (Prema) les capacitará para entender al Señor. Es por eso que nuestras Escrituras nos han enseñado que no se puede obtener la inmortalidad ni por la riqueza ni por el nivel de instrucción, sino que la pueden alcanzar tan sólo por las buenas cualidades que tengan y por el sacrificio. A través del sacrificio pueden alcanzar la inmortalidad, en tanto que acatando a los sentidos no podrán sino conseguir sufrimiento.

¡Estudiantes!: Deben entender el verdadero significado del sacrificio. Es por eso que Thyagaraja decía que deberíamos pronunciar conscientemente el Nombre del Señor. Si no dejáramos salir el aire que inspiramos, se nos echarían a perder los pulmones. Si no dejáramos salir el alimento que ingerimos, nuestro cuerpo se enfermaría. Incluso si la sangre no fluyera de un lugar a otro, se formarían edemas. Deberán entender que el bien sólo puede provenir del sacrificio. Habríamos de hacer uso de nuestra educación sólo para actividades positivas.

Cada momento está pasando hacia otro momento, ya sea que hagamos o no un buen uso de él. Si el tiempo no avanzara, los días no cambiarían, los períodos de vida no se reducirían y no habría cambios. Sin embargo, debido a que el tiempo pasa, nuestra vida está cambiando. Cuando nadamos, tenemos que hacer un esfuerzo por empujar hacia atrás el agua que está delante de nosotros. Si no braceáramos empujando hacia atrás el agua, no avanzaríamos. Así también, hemos de hacer sacrificios en todas las esferas de la vida, en la moral, la espiritual, la ética y la política. ¡Encarnaciones del Alma Sagrada!: Nuestros dolores y nuestros placeres son sólo como nubes pasajeras, son momentáneos. No habríamos de llenar nuestras vidas con tales placeres transitorios. Cuando Parikshit se dio cuenta de que su vida estaba por terminar en siete días no hizo más que pensar continuamente en el Señor. Debido a este sagrado corazón que tenía, vino a verle Suka, el gran sabio. Si nuestra mente es pura, así también vendrá a vernos el sacro Ser Supremo mismo. Resulta muy necesario hacer que el corazón sea puro y sagrado para alcanzar todo lo bueno.