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Discursos dados por Sai Baba

08. ../05/77 La ignorancia es la causa de nuestros pesares

La ignorancia es la causa de nuestros pesares

La ignorancia es la causa de nuestros pesares

Mayo de 1977

Una burbuja nace del agua, está hecha de agua y,

en último término, se mezcla con el agua y desaparece.

Como en esta analogía, el hombre es como una burbuja

y Dios es como la fuente del agua.

El hombre nace de Dios, está hecho de EL y,

en último término, se funde en El. ¿Qué más puedo decirles?

Esta es la verdad simple y elemental.

¡Encarnaciones del Amor!: La conciencia del "Yo" tiene tres aspectos: uno es el espiritual, otro es el material y el tercero está conectado con la vida diaria. Estos tres aspectos pueden compararse con los estados de sueño profundo, de la vigilia y de soñar. Del mismo modo en que las olas se crean en el agua y forman parte del agua, también la vida mundana está contenida en la vida espiritual.

La dulzura y la frescura son cualidades del agua. Estas mismas cualidades se encuentran en las olas y en la espuma. Sat, Chit y Ananda (la Esencia Divina, la Conciencia Universal y la Bienaventuranza) son tres atributos que pueden encontrarse en una persona. Ellos se manifiestan en esta vida mundana a través del individuo y reflejan el contenido que hay en él. Los aspectos mundano y espiritual se encuentran inseparablemente conectados.

Cuando hablamos del individuo debemos considerar la Divinidad o la conciencia interior que hay en él. Este contenido básico del individuo, el Dios interno, se mantendrá separado y no se mezclará con nada. Esta Alma no requiere de ninguna evidencia directa y se siente en todo lugar y en todo momento en el mundo. Cuando un niño que no haya visto jamás el océano sabe por sus padres que hay un océano y que ellos lo han visto y se han bañado en él, va a creer que existe. No hay evidencia directa ni demostración alguna, en lo que respecta al niño, de lo que le dicen sus padres. Sólo se trata de que el niño tenga fe en sus padres. De igual manera, los hombres que no pueden experimentar directamente al Alma, no llegan a realizar por sí mismos la Divinidad o lo sagrado del Alma. A ellos son los seres divinos, los sabios y los hombres santos que han logrado esta vivencia los que deben comunicársela. No existe una evidencia ni una demostración directa para el hombre común.

Al igual que en el caso del agua, las olas y la espuma que se encuentran todas inseparablemente conectadas entre sí, también están inseparablemente conectados los aspectos espiritual, mundano y divino. El hombre echa mano de una u otra denominación más adecuada, dependiendo del medio y las condiciones que le rodean. En este contexto es que les he dicho también que no son una sola persona, sino tres: aquella que ustedes piensan que son, aquella que los demás piensan que ustedes son y aquella que son realmente. Hay un pequeño ejemplo para esto. Supongan que un alfarero va a un lugar en que hay greda, saca una cantidad de ella y deja un montón de greda frente a su casa. Después de algunos días, utiliza este montón de greda para fabricar ollas, pocillos y otros artículos. Como resultado de su primera labor, ha quedado un hoyo en un lugar y un montón de greda frente a su casa. A medida que va usando greda para hacer las ollas, pocillos, etc., vemos que el montón se va reduciendo y que los artículos van aumentando en número. Cuando le ponemos agua al montón de greda, ella es absorbida fácilmente, mas cuando ponemos agua en alguno de los pocillos, no es absorbida. No obstante, tanto la greda del montón como la utilizada para el pocillo es la misma. Pero las características de la greda que sale del hoyo, de la greda que se ha amontonado y la que se ha convertido en un pocillo, no son las mismas. ¿Cuál es la razón? La razón responde al hecho de que la greda usada para fabricar el pocillo ha sido tratada poniéndola al fuego y este tratamiento le ha dado su forma definitiva al pocillo y el agua permanece en él sin ser absorbida. Después que el pocillo ha sido usado por algún tiempo y uno se ha descuidado, se rompe. Los pedazos seguirán rompiéndose y terminarán por quedar reducidos a polvo y greda. Nuestro cuerpo podrá ser comparado con el pocillo que se rompe y podrá hacerse una analogía respecto de la vida diaria. El fenómeno observado del montón que se va reduciendo gradualmente, puede ser descripto como el aspecto de la Divinidad para el que reconocemos una continua desaparición. Por otra parte, la greda que sigue siendo la misma a través de las tres etapas del hoyo, el montón y el pocillo, puede ser descripta representando a la vida espiritual. Con el tiempo pueden variar el nombre y la forma, pero la esencia, el material básico se mantiene sin cambios. Aquello que no cambia y que continúa existiendo en todas las formas y nombres es permanente y ello es análogo al Alma que está presente en las tres etapas. Debemos realizar varios esfuerzos para poder reconocer la verdadera naturaleza del Alma. No es que no haya una razón para nuestra inhabilidad para reconocer la forma y la naturaleza del Alma. Hay una pequeña historia para ilustrarlo.

Venían diez amigos juntos y querían atravesar un caudaloso río. Se sintieron algo confusos, dada la rapidez de la corriente. Con algo de esfuerzo llegaron a la ribera opuesta. Ahí les asaltó la duda respecto de si todos habían logrado pasar. De inmediato uno se puso a pasarles revista y comenzó a contar uno, dos, tres, llegando hasta nueve, por lo que imaginó que el décimo no estaba presente. En estas circunstancias, pensar en la ausencia del décimo no se debe más que a la propia ignorancia, ya que no se estaba contando a sí mismo. No sólo tuvo la impresión de que faltaba uno, sino que imaginó que ése había sido arrastrado por la corriente y todos comenzaron a lamentarse. Aquí, es ignorancia la sensación de que faltaba la décima persona; es una ignorancia mayor aún imaginar que había sido arrastrada por el río, y pensar que había desaparecido y muerto, es ignorancia completa.

En esos momentos venía caminando una persona que nada tenía que ver con el grupo y se acercó a preguntarles por el motivo de su aflicción. Le dieron la respuesta de que habían venido diez de ellos, que diez habían entrado al río para cruzarlo, pero que lo habían logrado sólo nueve y que el décimo había sido arrastrado por la corriente. Una vez que el forastero hubo escuchado la respuesta y al ver que eran diez los del grupo, les pidió que se contaran nuevamente frente a él. En el recuento de nuevo llegaban de uno a nueve, puesto que el que contaba no se incluía como el décimo. El forastero los contó entonces y les señaló la omisión en que habían caído. Entonces reconocieron todos que la décima persona entre ellos no había sido arrastrada por el río y que no había muerto en realidad. Simultáneamente, desapareció la pena que sentían y todos quedaron felices. ¿Cuál era la razón para el pesar que habían experimentado antes? ¿Cuál la razón para la felicidad que experimentaban ahora? Su ignorancia había sido la causa de su pesar y la eliminación de esta ignorancia era la causa de su felicidad.

La moraleja de esta historia es que el no reconocimiento o el reconocimiento del propio "sí mismo" puede ser, según el caso, causa de pesar o de alegría. En esto también queda establecida esta felicidad que experimentamos en la propia forma o el propio "sí mismo". La dicha permanente que uno obtiene gracias al conocimiento del Alma, ha sido descripta por varias personas diciendo que el Alma es Omnisciente y que está por encima de la dualidad. El Alma es una y no dos, es permanente, es constante, está por sobre toda descripción y por sobre todo sufrimiento. Hay tres maneras diferentes de describir el Alma, pero las palabras no pueden dar abasto para expresar la forma del Alma. Para nadie es posible establecer su forma. Uno no puede sino experimentarlo por sí mismo. No le es posible a nadie entregar una descripción que le permita a otros experimentarlo. En caso de hacerlo, la bienaventuranza o la felicidad que puedan obtenerse no serían comparables a lo que se logre gracias a la experiencia directa. De modo que el conocimiento del Alma no podrá surgir sino de la vivencia y no a través de la lectura de textos. Aquí va otro ejemplo al respecto.

Existe el océano. Cuando sacamos agua del océano y la bebemos, encontramos que sabe salada. Esta misma agua, debido a la acción del Sol, es convertida en vapor, conforma nubes y caerá convertida en lluvia. Esta agua de lluvia sabrá dulce y no salada. ¿En dónde se ha producido este cambio del sabor salado a dulce? La dulzura se habrá producido cuando el agua del océano fue evaporada por la acción del calor del Sol. En esta situación surge la posibilidad de reconocer la diferencia entre el sabor dulce por un lado y el salado, por otro. Este sabor dulce del agua es algo que comprueban por experiencia propia. Con referencia al conocimiento que el agua del océano es salada, podemos decir que es algo que hemos adquirido por haberlo escuchado frecuentemente. El conocimiento que se adquiere escuchando o leyendo no resulta plenamente satisfactorio. Aquel conocimiento que viene de la experiencia propia es el que da verdadera felicidad. ¿Cómo podemos lograr esta experiencia? El conocimiento que contiene el océano de la gracia habrá de ser transformado haciendo uso de la propia inteligencia a la manera del calor del Sol. Cuando ese vapor pueda ser configurado en nubes, será comparable a la Verdad. De estas nubes de Verdad deberían formarse las gotas de lluvia del Amor. Cuando las gotas de lluvia individuales de Amor se comiencen a juntar, formarán una corriente. Esta corriente será la dicha real. Esta corriente de dicha fluirá de regreso para fundirse con el océano de la Gracia. Al igual que el agua proveniente del océano se transforma en vapor, forma nubes y lluvia y fluye luego de regreso al océano, también la Divina Gracia que viene hacia nosotros conforma nubes con sus frutos, se transforma en gotas de Amor que se unen en una corriente de Amor y luego, esta corriente fluye de vuelta al océano de la Gracia.

Los seres humanos actuales no hacen ningún esfuerzo por lograr hacerse una idea del océano de la Gracia. ¿Cómo podrían, entonces, transformarse en nubes de Verdad? Y, ¿si no existen ni siquiera gotas de Amor, cómo podríamos lograr corrientes de felicidad?

La primera cosa que hemos de aceptar es que no hay Acción Correcta que sea diferente de la Verdad. La Verdad ha sido aceptada como la base primordial. Para esta Verdad, el Amor habrá de convertirse en el soporte. Si se encuentra presente en nosotros el Amor, nos será posible merecer en gran medida la Gracia del Señor. El Amor vive a través del dar y el perdonar, en tanto que el ego vive a través del recibir y el olvidar. En este contexto, Dasaratha representa el ejemplo perfecto de aquel que ha tomado por la senda de la Verdad. El también recibe el apodo de "El Camino de la Verdad" y, asimismo, se le llama también: "Aquel que ha sido amarrado por la Rectitud". Hay otros apodos que también le fueron aplicados, como: "Aquel que podía otorgar una amplia medida de felicidad". O "Rey sabio, que resplandece gracias a las múltiples virtudes que posee". Como rey en su reino, se apoyaba siempre en ocho personas que eran sus consejeros. Estas ocho personas eran de una calidad tal que siempre practicaban el más sublime de los deberes. La última de ellas era Somantara. Además, recurría a Vasishta y a Vamadeva en cuanto sus Maestros espirituales. Además, cuando le asaltaba alguna duda, cuando encontraba que la prosperidad de la gente se veía obstruida o cuando requería de algún consejo, recurría a seis personas como sus consejeros principales. La primera de ellas era Suyagna y las demás, Jabali, Kasayapa, Pascheya, Markandeya y Gautama. Dasaratha reinaba por sobre toda Bharat (India). Bajo su reinado no había injusticias, no había falsedades ni se cometía crimen alguno en todo el reino. Junto a estos seis consejeros, tenía ocho ministros. Dasaratha se preocupaba en especial de la prosperidad de la gente. Si profundizamos algo en la situación y tratamos de entender su significado y su sentido interno, hemos de notar que el hombre cuenta con cinco órganos de acción y cinco órganos sensoriales. En conjunto cuenta con diez sentidos y, literalmente, Dasaratha representa al cuerpo humano con estos diez órganos. Dasaratha simboliza a este carro del cuerpo humano con sus diez órganos. También atrajo hacia sí a tres gúnas (características humanas) representados por Kausalya, Sumitra y Kaikeyi. Las cuatro metas de la vida humana: Rectitud, Prosperidad, Deseo y Liberación, son simbolizados por los cuatro hijos de Dasaratha. Fue él quien le proclamara al mundo este importante sentido interno y quien urgió a la gente a llevar una vida ideal.

Sita era la hija del rey de Mithilapura cuyo nombre era Videha. Videha significa "aquel que no tiene cuerpo o que no tiene conciencia de su cuerpo humano". La capital de Dasaratha era la ciudad de Ayodhya y esta palabra significa "una ciudad a la cual no pueden entrar enemigos". Con tales nobles cualidades e ideales, Dasaratha gobernaba de manera ejemplar su reino. Sita puede ser identificada con la Sabiduría y ella se casa con Rama o se convierte en una con Rama, quien es la Rectitud. En el curso común de los eventos, una circunstancia tan auspiciosa habrá de enfrentar algunos obstáculos. Resulta natural y es habitual que cada cosa buena se vea confrontada por ciertos obstáculos. Como lo he declarado frecuentemente, el placer no es más que un intervalo entre dos pesares. Si no hubiera dolor alguno, el placer carecería de valor. Sita, como personificación de la Sabiduría, fue raptada por Ravana, quien simboliza el egoísmo y el ego.

Si alguien quiere que desaparezca la poca sabiduría que posea, todo lo que tiene que hacer es promover su egoísmo, su envidia y su ego. Son justamente estas cosas las que simboliza Ravana. Para ir en busca de Sita que ha sido secuestrada por las cualidades negativas, Rama, representando a la Acción Correcta, emprende un viaje llevando consigo las metas de la vida humana. Aquí, Lakshmana ha de ser identificado con la mente. Hemos de notar que Rama, la encarnación de la Rectitud, se combina con Lakshmana, identificado con la mente, y se dirige a la selva que significa la vida. En esta selva de la vida, Rama va en busca de la Sabiduría personificada por Sita. Siguiendo con la interpretación, nos encontramos con una discusión entre los hermanos Val¡ y Sugriva. A Sugriva lo podemos comparar a la facultad de poder distinguir entre el bien y el mal. La incapacidad o la debilidad para establecer esta distinción, es destruida en la forma de Val¡ y Sugriva resulta victorioso. Junto a Sugriva, que simboliza la facultad de distinguir entre el bien y el mal, tenemos a Hanuman. La combinación de Sugriva con Hanuman es comparable a la combinación del discernimiento y el valor. El discernimiento y la valentía salen juntos en busca de Sita, la Sabiduría. El primer obstáculo lo encuentran en la forma de un océano de ilusión engañosa. Este océano ha de ser cruzado y este cruce se efectúa con ayuda del coraje en la forma de Hanuman.

Después de cruzar el océano se encuentra con los tres gunas (atributos humanos) en la ribera opuesta representados por Ravana, Kumbhakarna y Vibhishana: rajas (inquietud), tamas (inercia) y satva (pureza), respectivamente. Los dos primeros gunas, rajas y tamas, Ravana y Kumbhakarna, son eliminados de la escena y el guna sátvico (la pureza) triunfa en la forma de Vibhishana, que es coronado rey. Después de convertir a Vibhishana en rey de Lanka, Rama tiene la visión de la Sabiduría nacida de la experiencia en la forma de Sita. Antes de encontrar a Sita, Rama podía ser llamado un Realizado en Dios, mas al encontrar a la que simboliza el conocimiento de la experiencia, se produce la unión de ambos y su culminación la constituye la coronación que llamamos Sahasrartha Ramayana. Esta descripción que hemos dado puede llamarse también el Espíritu Supremo del Ramayana y sólo cuando lo logramos entender, obtenemos algún benefcio y la posibilidad de que lleguemos a realizar la naturaleza del Alma. Pero si siguiéramos pensando en el Ramayana con referencia a las formas humanas del rey Dasaratha, de un hijo suyo Rama y los demás personajes y no lo miramos sino superficialmente, ¿cómo podríamos desentrañar su real importancia y significado?

¡Estudiantes!: Hasta Rama que estableció el Ramarajya en una ocasión histórica, hubo de abandonar este mundo y morir. Todo ha de morir algún día. En este mundo, nada puede quedarse de manera permanente. Incluso el Ramarajya hubo de desaparecer y cambiar. Todo cambia con el tiempo y nada permanece inalterable. Hasta Harischandra, quien fuera un ardiente adherente a la Verdad en todo momento, hubo de desaparecer de este mundo. Nala, quien regía sobre todo el mundo, hubo de morir. ¿Pudo llevar consigo un sólo pedazo de tierra al morir?

Rama construyó un enorme puente por sobre el océano. ¿Lo vemos vivo en estos días? Fueron muchos los que gobernaron este país, ¿pudo alguno de ellos llevar consigo algo del territorio? La única cosa que pueden llevar consigo y que deberían llevarse, es la permanente Gracia del Señor. Un buen nombre es todo a lo que han de aspirar durante sus vidas.

Pese a que Rama desechó su cuerpo mortal, seguimos hablando de Rama tantos años después, en esta Era. Obviamente, es el bien que Rama hizo el responsable de que esto suceda.

Hemos de ganarnos un buen nombre y hemos de hacer el bien. Hemos de llevar una buena vida. Hemos de hacer el bien a los demás. Este es el ideal que debemos entregarle al resto del mundo.