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Discursos dados por Sai Baba

25. ../06/73 El empeño del hombre debería tender hacia su fusión en Dios

El empeño del hombre debería tender hacia su fusión en Dios

El empeño del hombre debería tender hacia su fusión en Dios

Junio de 1973

¡Encarnaciones del Espíritu Divino!: La santidad de la vida humana se encuentra implícita en nuestra cultura y, sin embargo, el hombre sigue buscando liberarse de reencarnar. Nacemos como seres humanos como resultado del deseo Divino. Debemos cumplir con ciertas obligaciones y deberes. El propósito primordial de la vida es el realizarse. De hecho, al querer liberarnos del renacer, estamos contrariando el deseo de Dios, puesto que tratamos de mantenernos alejados de Su Creación.

Por otra parte, uno debiera tratar de llegar a ser idéntico con Dios. Este ciclo de nacimientos les hace ver la multiplicidad o la dualidad, en tanto que el conocimiento les hace ver la unidad o no dualidad. Esto marca la diferencia entre el hombre y el Ser Supremo, el Señor. Nos resulta posible alcanzar el Advaita Darsana o Sentimiento de la Unidad Universal, practicando las Disciplinas Espirituales prescriptas y aceptando la autoridad de los Vedas. Hay tres caminos para hacerlo. La senda sátvica o equilibrada, sería la de reconocer la unidad en la diversidad y considerar a lo Divino como el Uno sin segundo, libre de toda diferencia, el identificarse con el Alma Universal y alcanzar el estado de Bienaventuranza. La senda rajásica o dinámica implica los sentimientos de "mío" y "tuyo", enlazando al ego con varios sentimientos diferenciadores, distinguiendo entre felicidad y pesar. Uno se mantiene bajo el embrujo de nombre y forma, y se muestra incapaz de reconocer la unicidad del Alma. La senda tamásica o inerte es totalmente contraria a la verdad. Al seguir la, uno no percibe sino la diversidad y no cree en la unidad. Una persona común pasa toda su vida cuidando su cuerpo, al que considera como primordialmente real. Cuando uno está sumido en esta creencia, se enreda innecesariamente en varias servidumbres, al dejarse llevar hacia variadas relaciones físicas. Por ejemplo, un joven de veinte años vivía con su madre de sesenta. Había gozado del afecto de su madre por todos esos años y consideraba como su madre al cuerpo de ésta. Con el paso de los años, la madre murió. Al fallecer ésta, el muchacho, lleno de dolor, lo expresaba gimiendo: "¡Madre mía! ¡Me has abandonado, te has ido!" El cuerpo estaba frente a él y, si este cuerpo era su madre, no tenía ningún sentido que se lamentara diciendo que se había ido y le había dejado... Lo que le había abandonado, en verdad, y se había ido, era la vida en el cuerpo de su madre. Mientras esa vida permanecía en ese cuerpo, había tratado al cuerpo como a su madre. Por ende, la verdad es que la madre era la vida en ese cuerpo y, mientras permanecía en él, se había preocupado con afecto por él y lo había llamado "madre". De hecho, sin que se diera cuenta, había estado cuidando de la vida dentro del cuerpo y no de éste.

Al establecer relaciones con las apariencias externas, nos vamos atando con los apegos corporales y no somos capaces de entender el verdadero significado de la vida. Cuando una persona dice: "ésta es mi casa", "ésta es mi madre", "ésta es mi mujer", lo que está diciendo es que se trata de algo que proviene de su inferioridad. No se trata de una conexión externa de un cuerpo al otro. Este "yo" en ella es algo muy diferente del cuerpo y no hace sino mirar, simplemente, como testigo, los eventos. Lo primero que han de hacer, es reconocer al Alma que es únicamente un testigo y no está sujeta al dolor o placer que experimente el cuerpo. Todas las ocupaciones y todo el trabajo que realizamos con el cuerpo se conectan tan sólo con el cuerpo denso. A esto se puede hacer referencia como el Jiva pragna o conocimiento corporal que representa el tipo de trabajo común y externo. Luego viene el trabajo conectado con el aspecto sutil del cuerpo. Este se llama Iswara pragna. Las cualidades sutiles tienden a atarles sutilmente. Podemos lograr la liberación de los apegos únicamente si cultivamos las virtudes o cualidades positivas. Las cualidades negativas pueden aparecer por momentos y producen un placer temporal, aunque a la larga nos dañarán. El Satsang o la buena compañía es algo importante. Nos ayuda a cultivar las cualidades positivas. Supongamos que le prenden fuego a un pequeño trozo de madera en un bosque. Ese trocito de madera no descansará hasta no incendiar todo el bosque. La gente malvada se arruina a sí misma y trata de echar a perder a todos los que la rodeen. Inyectan sus cualidades negativas en su entorno y contaminan a sus amistades y parientes.

Las personas buenas sacrifican sus intereses personales y purifican la atmósfera de sus ambientes. Son similares a una barrita de incienso que arde y esparce su fragancia hacia todos los que se le acercan, incluso mientras se consume. Aquel que siempre está pensando en ayudarle a otros, albergando sentimientos sagrados en la mente, se perfeccionará día a día. Una persona dotada de cualidades sagradas puede ser comparada con un hombre que construye un muro. El que esté levantando un muro tendrá que ir subiendo cada día más, nunca tendrá que bajar. Por otra parte, los individuos que en todo momento están causando problemas a los demás, que los hieren y perjudican, que se sienten envidiosos de la prosperidad de otros, pueden ser comparados a quien cava un pozo. Aquellos que cavan un pozo están descendiendo cada vez más, en tanto que los que levantan un muro no hacen sino ascender. Debemos conformar nuestras vidas según los que levantan muros y no de acuerdo a los que cavan pozos. Una persona será comparada a un sabio si puede reconocer al Alma Universal que impregna al Universo todo. Un sabio así, estará pensando de continuo en Dios. Aunque viva en el mundo, no permitirá que el mundo viva en él, ya que no puede pensar sino en Dios.

Resulta muy apropiada la descripción de la devoción de Radha para explicar esta situación. Pese a que no habría lugar para interpretar mal este tipo de devoción, se han creado una serie de impresiones erróneas al respecto. El considerar a Radha como el nombre de una persona en particular o el considerar que su devoción representa el amor humano de una mujer, no resulta ni apropiado ni correcto. Desde el punto de vista de Dios, no hay diferencia alguna entre hombre y mujer. Es por ello que Narada describió únicamente al Alma Individual que mora en ambos, sin distingos entre hombre o mujer.

Estas diferencias no se refieren más que al cuerpo y no al Alma. Tanto hombres como mujeres experimentan la alegría, el pesar, el hambre, la sed, el placer y el dolor, con prescindencia del sexo. En esencia, la experiencia es la misma. Las diferencias no son sino adjetivas. Las mujeres muestran exteriormente su sufrimiento y derraman lágrimas, en tanto que los hombres son menos demostrativos y experimentan el pesar en su fuero interno. Por ende, puede haber algunas diferencias en cuanto a la demostración exterior, pero cuando se considera el significado interno, viene a ser lo mismo para ambos sexos. Por lo tanto, habríamos de considerar la devoción de Radha como algo sagrado y distintivo. El proyectar en ella nuestras propias interpretaciones, constituye un error y un pecado. Su devoción constituye un asunto de entrega completa y por eso ella se graba totalmente en el corazón de Krishna. De este modo santificó su vida. E1 aspecto de Radha representa esta entrega de la mente, ya sea de un hombre o una mujer. La forma de esta devoción es la forma de Radha. Aquí va un pequeño ejemplo. Sea cual fuere el lenguaje que utilicen, inglés o telugu, hay que reunir algunos sonidos para formar una palabra. Consideraremos que esta palabra Radha consiste de cuatro letras: R A D A. Si se pronuncian en esta secuencia, tendremos la palabra Radha, pero si se pronuncian comenzando por la segunda letra, obtendremos la palabra Adhar (base). Si comenzamos por la D, obtendremos Dhara (la Tierra) y, si comenzamos por la A, obtendremos Aradh (adoración). Es así que esta manera de mirar las cosas nos entrega una bella definición para Radha. Es decir, "La Adoración es la base para Radha y para la Tierra". La adoración de Dios en la Tierra es Radha. El significado de esto es que en todo tiempo, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia, Radha simplemente piensa en la adoración de Dios. Cualquier persona que lo intente podrá ser llamada Radha. Esto significa que si quieren internarse por esta senda, con vuestro cuerpo denso y también con vuestros cuerpos sutil y causal, deberán mantenerse en buena compañía y mantener siempre buenos pensamientos en vuestras mentes.

Hay un pequeño ejemplo para esto. En un reloj hay tres agujas que se mueven a distintas velocidades. Una es el segundero, otra el minutero y la tercera, el horario. Mientras el segundero recorre una gran distancia, el minutero no avanza sino un espacio divisorio. Mientras el segundero ha recorrido sesenta divisiones, el minutero no ha cubierto sino una. Cuando el minutero haya cubierto sesenta divisiones, el horario no se habrá movido sino una. Nos es posible ver el movimiento del segundero y del minutero, mas el movimiento del horario es tal que no alcanzamos a verlo. En este caso, lo que no alcanzan a percibir visualmente es de la mayor importancia. Sólo en el contexto del horario resultan importantes el segundero y el minutero. Si no estuviera allí, poca utilidad tendrían los otros dos. Nuestro cuerpo hace muchas cosas y viene a ser como el segundero del ejemplo. Después de que este cuerpo denso haga una considerable cantidad de bien, será capaz de moverse un poquito la mente sutil. Después de que la mente sutil haga una gran cantidad de cosas positivas, podrá ser capaz de moverse un poco el cuerpo causal o el Alma Sagrada. El cuerpo causal viene a ser como el horario. A1 respecto hemos de reconocer que el cuerpo denso y la mente sutil existen tan sólo por el cuerpo causal o Alma. Por sí mismos no tienen sino poco o nada de importancia. Hemos de tener presente que el cuerpo causal es la cosa más importante. En este contexto, hemos de permitirle a nuestro cuerpo denso y al sutil tomar parte lo más posible en tareas sagradas, ya que sólo así le estaremos prestando un servicio útil a nuestro cuerpo causal.

El océano es como la Gracia de Dios. Cuando nos es posible hacer converger la inteligencia una inteligencia como los rayos del Sol sobre este océano de Gracia, obtendremos el vapor de los pensamientos y las ideas. Estos vapores son convertidos en las nubes de la Verdad. Estas nubes de Verdad se transformarán en lluvia de Amor. Las gotas de la lluvia de Amor se unirán para comenzar a fluir como el río de la Bienaventuranza. El origen de este río de Bienaventuranza se encontrará en las gotas de la lluvia del Amor, y el origen de estas gotas de lluvia estará en las nubes de la Verdad. Las nubes de la Verdad se forman con los vapores de los pensamientos y éstos se elevan desde el océano de la Gracia. Tal Bienaventuranza que surja del océano de la Gracia y pase por todas estas transformaciones, finalmente, confluye hacia el océano de la Gracia. El agua del océano es salada si se la extrae directamente y puede ser comparada con el libro del Conocimiento. El agua que fluye en el río ha cambiado de sabor y es dulce. Esta agua se puede comparar con la sabiduría obtenida a través de la experiencia. Habrán de valorar más que el conocimiento que obtengan de la lectura de los Sastras, los Códigos Morales, la sabiduría que alcancen a través de la experiencia. Este conocimiento que obtengan de los libros lo podrán convertir en la sabiduría de la experiencia, si ponen en práctica el conocimiento en sus vidas diarias. El conocimiento obtenido de los libros es como una alergia. No tienen energía en ustedes porque carecen de experiencia. En verdad, la gente joven como ustedes debería tener tanta energía como para salir a golpear una piedra, que ésta se rompa, pero que ustedes no se lesionen. Es sorprendente ver lo débiles que son.

Hay un pequeño ejemplo para ilustrar la debilidad en el hombre. El hombre se ve muy fuerte sólo exteriormente. Si un mosquito se le para en la punta de la nariz, no hará sino ahuyentarlo al comienzo con un suave gesto. Si vuelve a posarse en el mismo punto, trata de golpearle fuerte. Si vuelve por tercera vez, comienza a luchar con él. Esta es la fuerza que posee la juventud de hoy. Es incapaz de tolerar a un mosquito. Una tal fuerza, ya sea física o de otro tipo, no es nuestra fuerza real. Nuestra real fuerza reside en la resolución que mostremos en practicar nuestros ideales. Para ello, requerimos de la Gracia de Dios y de la fuerza que nos pueda dar la Divinidad. Cuando uno no puede controlar sus sentidos, la fuerza del cuerpo humano es como la de un animal. Nuestro empeño debería dirigirse hacia el fortalecimiento de nuestra mente y no sólo al de los miembros de nuestro cuerpo a expensas de nuestra inteligencia. No deberíamos hacer cosas que nos mantengan en un estado de excitación. El hacerlo no hará sino conducirnos a un comportamiento anárquico, lo cual sólo va en nuestro detrimento. Vuestro aprendizaje debe ser absorbido de manera que vaya al corazón y no a la cabeza. Deberán convertir al corazón en un negativo fotográfico, del que puedan sacar después tantas fotografías originales como quieran. Resulta de la mayor importancia que la educación que reciban durante esta estadía de un mes en este curso de verano, se grabe de esta manera en vuestros corazones. De este modo crecerán para convertirse en ciudadanos responsables de nuestra gran Nación y podrán defender sus tradiciones a lo largo de sus vidas.