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Discursos dados por Sai Baba

24. ../06/73 La meditación es diferente de la concentración

La meditación es diferente de la concentración

La meditación es diferente de la concentración

Junio de 1973

He estado buscando. He estado buscando todo el tiempo.

Buscaba entonces y busco ahora el poder encontrar a uno,

entre los hombres, que posea el verdadero espíritu del hombre.

No hay escasez de seres humanos. Mirando la forma del hombre,

no soy capaz de vislumbrar la verdadera naturaleza de lo Divino.

Viendo algunos frutos de algodón silvestre, imaginamos

a veces y nos hacemos la ilusión de que son mangos.

Viendo la caña silvestre, hundimos los dientes en ella bajo la

ilusión de que es caña azucarera. Mirando trocitos de mármol,

los echamos a la boca llevados por la ilusión de que son caramelos.

No deberíamos dejarnos engañar viendo la forma exterior del hombre.

Lo que es importante no es la forma exterior, sino sus gunas o atributos.

¡Estudiantes!: Resulta esencial para nosotros tomar conciencia de la cualidad distintiva que caracteriza a un ser humano. Con el objeto de adquirir estas cualidades, hemos de desarrollar concentración, espíritu de sacrificio y fe en Dios. La Sabiduría que así se obtenga, brillará como el Sol. En nuestro estado de ignorancia, no obstante, la luminosidad de la Sabiduría se encuentra opacada por las nubes del egoísmo. En tanto el hombre no se muestre capaz de disipar estas nubes, no podrá ver el Sol de la Sabiduría.

El árbol que esparce su sombra no piensa en el beneficio que le proporciona a los caminantes. El hombre, en cambio, cuando piensa en su cuerpo, en sus bienes, en su familia, en sus posesiones, su mujer y sus hijos, siente apego por todos ellos.

Debemos emprender una indagación y descubrir quién es el "yo", cuando el individuo dice: "ésta es mi casa", "éste es mi dinero", "éste es mi padre" o "éste es mi cuerpo". Habríamos de descubrir quién es el individuo que reclama como suyas estas cosas. Aclarar si es el cuerpo el que las declara como suyas o si es el "yo", el "sí mismo" que reside en el cuerpo quien lo hace. Si fuera el cuerpo quien las reclama, entonces qué sentido tendría decir "éste es mi cuerpo". De modo que el cuerpo no puede ser él y estar separado de él. El cuerpo, por sí mismo, es inerte. Es la vida en él la que reclama para sí todas estas cosas. El intento de encontrar quién es este "yo" dentro del cuerpo es lo que se denomina "Sankhya". "Sankhya" significa una indagación en la naturaleza de los objetos materiales, mas cuando inquirimos en el origen del "yo", la indagación se denomina "Taraka". En el estado de "Taraka" uno se olvida de todo lo demás y goza de la dicha del Espíritu Divino, y esto se conoce como "Amanaska", el estado meditativo de Bienaventuranza. La Disciplina Espiritual (Sadhana) es lo que les permite llegar a reconocer lo que significan estos estados.

Por ejemplo, si tenemos leche de la que no se ha extraído la crema, no podemos ver por separado la mantequilla fundida (ghee). Por otra parte, cuando convertimos la leche en requesón, extraemos de él el suero de manteca y, de aquí, la manteca, la que luego fundimos, y entonces podemos ver la mantequilla clarificada. Este "ghee" que hemos separado de la leche, ya nunca más se podrá volver a mezclar con ella. No importa lo que hagan, ni las diferentes pruebas que lleven a cabo, el "ghee" no se mezclará más con la leche, sino que permanecerá separado. Así también es la vida. En un comienzo, Taraka, Sankhya y Amanaska se muestran como una sola cosa inseparable, entremezclada con el cuerpo, pero cuando llevamos a cabo alguna disciplina espiritual y los separamos, quedarán separados y no tendrán deseo alguno de mezclarse con el cuerpo. En la palabra "Soham", la partícula "So" denota lo Divino. "Aham", denota al hombre. Cuando las combinamos y las enunciamos juntas, obtenemos la palabra "Soham" y, entonces, llegamos a reconocer el hecho de que el hombre y Dios van juntos. En nuestro país es una práctica común el meditar sobre la palabra "Soham" con el objeto de reconocer la identidad y la unidad del hombre con Dios. Libre de forma y nombre, siendo el Uno sin segundo, manteniéndose pura y únicamente como testigo, la Divinidad permanece en el ámbito del Alma y se hace referencia a ella con las dos letras que conforman "Tat". Cuando el hombre se concentra y medita en "Tat" (lo Divino), el "Twam" (el Yo individual) surgirá de esta meditación. A mano se encuentra siempre la palabra "As¡" para reunir al "Tat" y al "Twam". La combinación de las tres resulta en el sagrado enunciado "Tatwamasi": "no hay sino Uno". Habría que entender bien la importancia de este axioma Divino: "Tat twam as¡". Mencioné ayer que "Tat eva twam" expresa la posición del maestro y "Twam eva tat" expresa la posición del pupilo. El maestro le explica el significado del "tat" a los estudiantes y éstos lo entienden por encontrarse en el lugar del "twam". La unidad del maestro y los educandos representa el destino final del proceso de aprendizaje. Por eso es que debemos dejar de lado nuestras sensaciones y concepciones relativas a las apariencias externas. Hemos de desarrollar la noción de lo Divino y llegar a ser uno con lo Divino. ¿Cuáles son estas manifestaciones externas? Ellas se refieren a nuestros cuerpos denso, sutil y causal.

Cuando emiten el sonido "aham", éste implica los tres gunas de satva, rajas y tamas (pureza, inquietud e inercia). Este sonido, que es idéntico en el ego cuando está asociado con los tres gunas, se mueve por los aspectos del cuerpo y se manifiesta como Brahma, Vishnu y Maheswara, que simbolizan los diferentes aspectos del mundo. Todo lo que vemos y experimentamos en este mundo material, debe ser considerado como algún tipo de trabajo. Incluso el prestarle oídos a alguien, también representa un proceso y debe considerarse como un trabajo. Sin embargo, el escuchar el Nombre de Dios o pronunciar el Nombre de Dios, no pueden considerarse como ocupaciones mundanas, ya que se trata de la producción de sonidos sagrados. Se trata de algo entre la actividad mundana y la renunciación espiritual y le permite a uno reunirlos a ambos. Si quieren cambiar los aspectos mundanos en Karma sin apegos, se hacen necesarias algunas prácticas espirituales. Se puede hacer referencia a ellas como meditación. ¿Cómo llevamos a cabo esta meditación y cuál es su sentido interno? Hemos de desarrollar nuestra fe en las variadas sendas que llevan a la meditación. Sólo entonces resulta posible alcanzar el objetivo de la meditación o comprender su propósito. El término "meditación" está siendo interpretado por muchos de manera muy variada. También son muchos los que se han dedicado a prescribir diferentes tipos de meditación, con lo que han contribuido a provocar cierta confusión en la mente de los aspirantes. La meditación representa la práctica a través de la cual el aspirante medita en Dios y, de esta manera, unifica los tres constituyentes: el objeto de la meditación (Dios), la persona que medita (el "yo" o individuo) y el proceso (la meditación misma). La combinación y unificación de los tres es la meditación. En estos días se interpreta mal su proceso y su significado y se los hace equivaler a la concentración o la focalización de la mente en un solo propósito.

No necesitamos meditar para lograr concentración. De hecho, estamos concentrándonos todo el tiempo. El beber, el comer, el escribir, el leer y el caminar exigen concentración. La concentración se refiere a algo que está subordinado a los diferentes sentidos de la percepción: oído, tacto, vista, gusto y olfato. Si van a leer un diario, los ojos tendrán que verlo, las manos tendrán que sostenerlo y, por último, la mente sintetizará todas las percepciones. Sólo cuando se conjugan todos estos actos por medio de la concentración, podemos leer el diario. Si salimos a caminar por la carretera, tendremos que estar atentos al tránsito y tendremos que mantenernos alertas frente a la existencia de obstáculos, hoyos, serpientes o escorpiones. Así también se requiere de gran concentración para conducir un automóvil. Pero este tipo de concentración que nos es familiar en lo cotidiano, no puede llamarse meditación. Lo que se denominará "meditación", se dará cuando tengan como objetivo lo Divino, el elevarse por sobre los sentidos y mantener a la mente muy por encima de los órganos sensoriales. De este modo, la meditación es superior a vuestros órganos sensoriales, en tanto que la concentración está supeditada a ellos. Aquí va un pequeño ejemplo. Hay un rosal y en él tienen las hojas, las ramas, las espinas y las flores mismas. En este contexto se podrá llamar concentración a la habilidad de distinguir entre flores, espinas, ramas y hojas. Después de mirar todas estas cosas, podemos identificar a las flores. Una vez que han sido capaces de localizar a la flor y de concentrarse en ella, pueden cortarla sin tocar las espinas. Una vez cortada, no habrá relación alguna entre la flor por un lado y las hojas, las ramas y las espinas, por otro. La separación de la flor de las otras partes del rosal, se llama contemplación. Toman la flor y se la ofrendan a Dios. Después de haberle ofrecido la rosa a Dios, tanto el rosal como las ramas, vuestra mano e incluso la flor, ya no existen en absoluto. Esta ofrenda, en la que todo lo demás desaparece y únicamente Dios existe, se llama meditación. Vuestra vida es un rosal. Todas vuestras relaciones son las ramas en él. Vuestras cualidades serán las hojas y vuestros apegos y deseos, las espinas. Vuestro amor es la flor de la planta. El ejercicio de mantener apartada la flor de vuestro Amor, de mantenerla alejada de las espinas de los apegos y las ramas de las relaciones, es la contemplación. En el momento en que le ofrendan este Amor a Dios, habrán alcanzado la unidad de las tres cosas. Este Amor es un Amor Puro. La razón para esto, es que ustedes habrán apartado ya las espinas y las hojas de la flor, de modo que tienen en la mano la pura flor del Amor. Mientras acechen los deseos materiales dentro de ustedes, vuestro afecto será considerado como deseo. El Amor Puro y verdadero se manifestará cuando se haya retirado el deseo de vuestro afecto. Este amor tiende a expandirse, porque es desinteresado. El tipo de amor que se contrae se basa en el egoísmo. Podrán cultivar el Amor Puro, manteniéndose en buena compañía y poniendo en práctica las directivas que entregan nuestros Vedas y Upanishads. Deben considerar vuestra inteligencia como un espejo y tratar de mantenerlo limpio. La verdadera naturaleza de sí mismos, en cuanto hombres, sólo podrá ser vista en el espejo de vuestra inteligencia. Solamente cuando puedan ver a todo este mundo como vuestra casa, podrán darle una forma a vuestro amor, como para hacer que se vaya expandiendo.

Hay tres tipos de Sadhanas o prácticas espirituales. El primero es uno que practican los monos y se denomina "Markala sadhana". El segundo se llama "Vihanga sadhana" y es típico de los pájaros. El tercero se denomina "Pipeelika sadhana" o el qué practican las hormigas. En lo que respecta al mono, éste salta hasta un árbol, arranca una fruta, pero no se la come allí y en ese momento. Salta de una en otra rama, mas en el proceso pierde la fruta y no le queda nada para comer. Este es una clase de sadhana con el que anhelamos un éxito rápido. Queremos ver cuanto antes a Dios y, con este objetivo, nos dedicamos a cambiar a diario nuestra Disciplina Espiritual y nos mudamos de uno a otro lugar, al igual que el mono. El segundo tipo de sadhana se compara al comportamiento de un pájaro. Este trata de coger al vuelo la fruta, pero la golpea tan fuerte que ésta cae al suelo. En el proceso, el pájaro pierde su objetivo. El tercer tipo de práctica espiritual se parece al comportamiento de una hormiga. Como se sabe, la hormiga corta en pedacitos todo lo que quiere comer, para luego acarrearlos lenta, pero seguramente, hacia el lugar en que los almacenará. Siempre tiene éxito en conseguir su alimento. Así también hemos de ser lentos y decididos en nuestra Disciplina Espiritual y eso nos ayudará a alcanzar el objetivo. De la misma manera en que la hormiga corta su alimento en pequeños pedazos, los lleva hasta su morada y los come con calma y sin temor alguno, así también nosotros no debemos desviarnos de nuestro camino, debemos mantener nuestro objetivo en la mente y no debemos dejar que se distraiga nuestra visión. De modo que habremos de imponernos disciplina y mantener la mente bajo control para nuestro progreso espiritual. Hemos de hacerlo todo en el nombre de Dios.

¡Estudiantes!: A esta edad vuestra, deben desarrollar ideas sagradas. La razón para ello les quedará clara cuando oigan respecto del siguiente incidente. Después de discutir entre sí, afirmando que las concepciones sustentadas por cada uno eran superiores a las del otro, llegaron hasta mí un vedantín (seguidor de los Vedas, filosofía no dualista) y un exponente de la filosofía dualista. Me pidieron que decidiera quién era el superior entre ellos. En su necedad e ignorancia, me pidieron que les indicara qué era mejor, si seguir la filosofía dualista o los preceptos vedánticos. Les dije que la validez del dualismo no depende del individuo que lo apoya, como tampoco dependen de quien los apoye la validez del Vedanta ni las prácticas espirituales que prescribe. ¿Se debilitaría el dualismo si quien lo sigue cambia de idea? Así tampoco se debilitarán los Vedas si la persona que los apoya cambia de idea. La fuerza de ambos, tanto del dualismo como del Vedanta, depende de sus respectivos contenidos y no descansa sobre los argumentos de los individuos. Les dije que este tipo de disquisiciones se insertaba en la naturaleza del exhibicionismo y que ellos no estaban haciendo, con sus discusiones, otra cosa que asegurarse el sustento.

En la actualidad, el bien y el mal están teñidos por nuestras propias actitudes o prejuicios. Comenzaremos a ver lo bueno en todas partes, si promovemos las buenas ideas en nosotros mismos. No dejen que los libros lleguen a enseñorearse de ustedes, sino que busquen, en cambio, llenar sus corazones de Amor. Les bendigo, esperando que sean capaces de hacerlo.