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Discursos dados por Sai Baba

22. 13/06/73 Cada uno ha de trabajar sin pensar en los frutos que obtendrá

Cada uno ha de trabajar sin pensar en los frutos que obtendrá

Cada uno ha de trabajar sin pensar en los frutos que obtendrá

13 de Junio de 1973

Miran las cosas con sus ojos. Se sienten muy felices creyendo que lo que así están viendo es la Verdad. Mas si desean entender qué es la Verdad, habrán de saber que se oculta detrás del telón. No descansen. Vengan conmigo y entonces veremos lo mismo.

¡Estudiantes!: ¿Cómo pueden encontrar a Aquel que todo lo permea y que es siempre refulgente? El que está presente en ustedes, en torno de ustedes y en todo lugar. Si cierran los ojos y le buscan, ¿cómo pueden encontrarle? Hay dos párpados en forma de "yo" y "mío" que les cubren los ojos de la Sabiduría. Si pudieran abrir estos párpados, podrían ver la real verdad del mundo. La ignorancia representa la falsa identificación dei Yo con el cuerpo o la mente. La empresa espiritual ayuda a rebasar los deseos mundanos. Con ello, la mente se aquieta y uno alcanza el estado de "carencia de ego", en el que brilla por sí mismo el Fulgor del Ser. La experiencia de la ausencia del ego les despierta del sueño de la relatividad y la servidumbre. La naturaleza está compuesta por tres gunas o cualidades básicas: las sátvicas, rajásicas y thamásicas (la pureza, la inquietud y la inercia) y su interacción determina la naturaleza y el estado de ánimo de los seres humanos, en diferentes intervalos en el tiempo, de acuerdo al predominio de la una o la otra.

Hay tres tipos de seres. Los que se esfuerzan por satisfacer sus deseos sensoriales, rebosando contento cuando están alegres y lamentándose cuando se encuentran en medio de dificultades, pueden ser comparados a un trozo de hierro. Si ponen este hierro en el fuego, se ablanda y se pone rojo y en el proceso pierde sus características intrínsecas. Cuando lo retiran del fuego, se endurece y se pone negro, recobrando su forma original. La gente que es como este metal, exhibe cualidades positivas mientras se encuentre en buena compañía; sin embargo, tan pronto se aleje de ella vuelve a sus antiguos hábitos y a su incorregible estilo de vida.

Por otra parte, hay otros que se sienten felices en medio del pesar. Estas personas pueden compararse con el oro. Si toman un trozo de oro y lo ponen al fuego para derretirlo, el oro se libra de sus impurezas. De igual manera, si el hombre puede librarse de su pesar aunque esté sufriendo, se le podría comparar a un trozo de oro.

La gente que se mantiene impertérrita en medio del pesar o de la alegría puede compararse con un trozo de diamante. Esto significa que se mantendrán siempre en un estado de equilibrio. En el caso del diamante, pueden tratar de cortarlo de muchas maneras, mas con cada corte no hacen sino incrementar su valor. El valor del diamante no se reduce con este tratamiento. Las personas de este tipo residen siempre en el ámbito de la Bienaventuranza Divina.

El deseo o el temor alejan al hombre de su deber y lo rebajan en la estima de otros. El deseo nos exilia de la felicidad que está dentro de nosotros y su cese, en cambio, nos permite saborear algo de ella, aunque no sea sino por unos instantes. Cuando alguien intenta conocer cualquier cosa fuera de sí mismo sin preocuparse por conocer la verdad acerca de sí mismo, el conocimiento que adquiera no será el conocimiento correcto. Uno que no se entienda a sí mismo nunca llegará tampoco a entender nada acerca de la Divinidad. En el sagrado campo del corazón encontrarán un Kalpatharu, el árbol que les otorga todo lo que deseen. En torno de este árbol crecerá una enorme cantidad de malezas. Si logran arrancarlas, obtendrán la visión de este "árbol de los dones" que llevan en el corazón. Esto es lo que denominamos el Alma. Para que podamos experimentar esta verdadera naturaleza del Alma, no tenemos más que emprender cierto tipo de acciones que se relacionan con el modo correcto de vida. Alguna gente sostiene que todos los Karmas (actividades establecidas por la ley cósmica de causa y efecto) que llevamos a cabo representan diferentes aspectos de la Rectitud. Mas no es posible que todos los Karmas constituyan diferentes aspectos de la Rectitud. Otros dicen que únicamente los trabajos que son puros y equilibrados o lo que se relaciona con la quietud interna puede considerarse como Karma Recto. Puesto que se nos ha dicho que únicamente el Karma, ya sea puro o no, relacionado con los asuntos del mundo es el que puede describirse como recto, deberíamos indagar un poco al respecto. Hay momentos en que nos mostramos bondadosos hacia los individuos y hay otros, en que incluso matamos a nuestros enemigos en una batalla. Estos también son Karmas. Para proteger este cuerpo que en última instancia es responsable por llevar a cabo el Karma, realizamos muchos tipos de trabajo. El trabajo para satisfacer nuestros deseos sensoriales no puede ser considerado como referente 'a los dictados de Dios. Sólo cuando se llega a eliminar el egoísmo y varios tipos de deseos de la mente mientras se trabaja, podrá describirse esa labor como aspecto de la Acción Correcta. Podemos considerar un tal Karma como aquel que cumple con los dictados de la Ley Divina. Tales acciones ayudarán también a que el individuo avance espiritualmente.

Aunque la Rectitud revela la noción de la unicidad con todos y con cada uno, en la práctica, no obstante, varía respecto de diferentes países, entre diferentes individuos y en diferentes épocas. Si la mente se ocupa de lo mundano, estará separada de la luz del Alma y esta separación causa perturbaciones mentales. Para tener la visión de Dios, habrán de purificar los instrumentos internos y llevar una vida virtuosa. Deberíamos mantener nuestra inteligencia desvinculada de los temas y asuntos mundanos. La inteligencia no debería representar un instrumento para satisfacer obsesiones físicas o mentales, sino que debería ser utilizada en pro de la revelación del Espíritu Universal. No debería ser sino un testigo y permanecer incólume, sin ser afectada por el entorno. Entonces se encontrará en un estado de renunciación espiritual. En este contexto, el sacrificio del trabajo no podrá ser algo relacionado con la renunciación. Con ella sólo puede asociarse el sacrificio de los deseos de uno. La gente se refiere a veces a que uno ha de sacrificar los resultados de todo trabajo que realice y arguyen que de ser así, no hay necesidad de llevar a cabo trabajo alguno y afirman que es esto lo que nos enseña el Bhagavad Gita. Nada puede estar más lejos de la verdad. Nadie puede sacrificar todo tipo de trabajo y continuar viviendo. El cuerpo ha sido creado para trabajar. Por lo tanto, cada uno ha de hacerlo. No obstante, al cumplir con el trabajo, si vuestros pensamientos son sagrados, realizarán una buena labor sin ansiar los frutos que provIngan de ella.

Gente de mente débil desea sacrificar, por devoción, su cuerpo. Esto no representa sino un pobre sacrificio y uno que no les conducirá hasta la meta. Vuestro esfuerzo deberá centrarse en no dejarse afectar por el entorno. Por otra parte, si sacrificaran sus cuerpos, puede que tengan que renacer para cumplir con el mismo Karma.

El hombre encuentra tres tipos dé conocimiento: el externo que se realiza. con el cuerpo, el que se conecta con el aspecto sutil del cuerpo y el que, se vincula con el espíritu interno. El primero trata de amarrar al individuo; el segundo trata de atar a otros y el tercero les da la liberación de toda atadura. Por ende, es éste el que debemos tratar de adquirir. Si alcanzamos el conocimiento externo o, el sutil, ello resultará en ataduras, ya sea para nosotros mismos o para otros, pero no pueden representar medios para vuestra propia liberación. Hemos de entender también la diferencia entre el conocimiento sutil y el del espíritu interno. Es habitual establecer una distinción ente el "yo" individual y la "sabiduría" que posea. El sentir que el "yo" y la "sabiduría" están separados, implica que debe haber, algo que establezca una conexión entre ambos. Si no hubiera nada entre el individuo y su conocimiento, entonces no nos sería posible distinguir entre ambos. Este poder indiscernible o .conexión entre ellos es el Nexo que los une, y por eso podemos distinguirlos. En el momento en que se elimina este Nexo, logran una sensación de unidad. ,De modo que deben llegar a unificar aquello que ha de conocerse, el procesó cognoscitivo y aquel que desea conocer. Si se encuentran separados entre sí, se da la dualidad. Este proceso de fusión del Nexo hace al hombre olvidar su individuafdad y lo convierte en uno con el objeto del conocimiento.

Aquí va un pequeño ejemplo al respecto. Hay alguien que ama y alguien que es amado, mas entre ambos no hay conexión posible, a no ser que se produzca el acto del amor. Así como este acto del amor reúne a dos individuos recíprocamente enamorados, así también el proceso del Nexo reúne al objeto que ha de ser conocido con aquel que desea conocer. Si llevamos a cabo, entonces, un estudio intensivo del proceso del Nexo entenderemos la unidad entre ambos: el objeto y el sujeto que quiere conocer. Los varios procesos e intentos para llegar a realizar esta unidad pueden considerarse como aspectos importantes de la Acción Correcta.

La Rectitud o Dharma recibe tres denominaciones que señalan al Dharma interno, al denso y al sutil. El Dharma o Acción Correcta también asume los tres atributos de armonía, actividad e inercia y se mueve en las tres divisiones de la adoración, la sabiduría y la acción. Este hecho de los aspectos que incluye el Dharma están implícitos en el concepto de Justicia Divina. Para nosotros, los rasgos esenciales de la Rectitud lo constituyen el poder reconocer al Principio Divino en los tres gunas (cualidades primarias del ser consciente), la presencia de la Divinidad en el pasado, el presente y el futuro, y el ser capaces de asociar la Divinidad con los tres aspectos del cuerpo: lo denso, lo sutil y lo causal. Como lo anterior le resulta muy dificil de aprehender a un individuo común, tomamos por lo general un camino más fácil y hablamos de tipos especializados de Conducta Recta: el referido al cuerpo, a la casta, al individuo, a la sociedad, etc. Si no nos empeñamos en seguir estas formas especializadas de Conducta Recta, no nos será posible reconocer ni practicar la Eterna Sabiduría.

Hay otro ejemplo para esta. Nuestro cuerpo consiste de muchos órganos. Podemos considerar que el cuerpo se encuentra en buenas condiciones cuando todos estos órganos funcionan bien. Si el uno o el otro no funciona bien, no podemos decir que el cuerpo, en su totalidad, esté saludable. De manera similar, estos dharmas individuales y especializados referidos a casta, cuerpo, religión, sociedad, etc., permiten que el total de la Sabiduría Eterna brille y se muestre saludable. Si seis ciegos, por ejemplo, se acercan a un elefante, el que toque su panza lo imaginará como un muro, el que le toque la oreja lo imaginará como un abanico, e1 que le toque una pata lo describirá como un pilar, el que le toque la cola lo describirá como una gruesa soga y el que le toque la trompa lo describirá como una gran serpiente.

En realidad, el elefante es :a totalidad de todas estas partes que fueran tocadas y descriptas por diferentes individuos. De manera similar, son muchos los ciegos que tocan a esta inmensa Sabiduría Eterna y la describen como consistiendo sólo de aquello que han sido capaces de comprender. Los que adhieren al Vaidulka Dharma, los que siguen al Jainismo, los que adhieren al Cristianismo, los que siguen al Islam, etc., todos describen aquella parte de la Sabiduría Eterna que es la apropiada para su respectiva religión. Ninguno de ellos ve o describe la totalidad de la Sabiduría Eterna. Cada uno no describe sino un fragmento. No es necesario que discutamos respecto de si lo que dice cada uno es verdadero o falso. No cabe la menor duda de que describen acertada y genuinamente aquello que han experimentado o lo que han elegido describir. Lo que no obsta para que no estén sino describiendo una parte de los dictados de Dios y que nadie hable de su totalidad. 'or ende, si desean llegar al cuadro total de la Rectitud y a entenderlo, lo que deben hacer es establecer una síntesis de la esencia de todas las religiones. Cuando seamos capaces de extraer y de reunir las ideas contenidas en cada una de ellas, las leyes morales que todas ellas sustentan y la verdad que todas ellas encierran, tendremos un cuadro general de la Sabiduría Eterna.

Nadie tiene derecho a menospreciar o a criticar la religión de otro. Tienen sí el derecho de describir el código de conducta que sienten suyo o aquel aspecto en particular qué hayan elegido entender. Mas no les asiste el derecho de discutir o de criticar otros aspectos. Tienen únicamente la vivencia directa de aquel aspecto que hayan elegido, pero no tienen experiencia con otros. Cuando alguien comienza a hablarles de sus puntos de vista, podrán sentir que tiene la razón porque está describiendo el componente en particular que ha elegido y que ha entendido. No tendrán razón alguna para pensar que esté equivocado; cada uno tendrá la razón a su manera. Antes de entrar en ninguna discusión, habremos de evaluar nuestra propia capacidad y nuestra propia fortaleza.

Les diré ahora algo que la mayoría de ustedes conoce por su experiencia diaria. En las grandes ciudades tienen grandes rotondas en las que convergen cuatro avenidas de tránsito. Hay señalizaciones que les indican qué dirección seguir. Si llegan hasta allí desde el Este, tendrán que mirar si vienen otros vehículos desde el Norte, el Sur o el Oeste, porque si no lo hicieran, podrían provocar un accidente. Como en esta analogía, este gran círculo del mundo objetivo o la naturaleza tiene cuatro caminos que convergen en él. Ellos son: Vedas (Escrituras sagradas), Código Moral, Epica histórica y otras de la Mitología hindú. Si van por uno de ellos, digamos la Mitología, ¿cómo podrían conducir una discusión, sin reconocer antes lo que viene por los demás? Mucha gente conoce la Mitología, pero no sabe nada respecto de los Vedas. Otros conocen los Vedas, pero saben muy poco de la Mitología. Así también, puede que algunos conozcan la Epica, pero no saben nada de los demás. Y es a través del reconocimiento de los cuatro que obtendremos la Gracia de Dios. Si tomamos a Dios solamente como ideal y como auriga de nuestras vidas, no sufriremos ningún daño. Al igual que el policía destacado en la rotonda y que les indica la forma de sortear a salvo el tránsito, Dios les dice cómo andar a salvo por este ancho mundo. El policía puede a veces ser el causante de algún accidente por no mirar en todas direcciones, mas el Divino policía que hay en Dios no permite nunca que ocurra accidente alguno. Con que nos entreguemos a Dios solamente, no cabrá duda de que nuestra vida será feliz y que El cuidará de nosotros.

¡Estudiantes!: Puede que no entiendan ahora el pleno significado de la Acción Correcta, pero deseo ampliarlo en los días venideros con ejemplos que les resulten fácilmente comprensibles. Hay gente muy confundida respecto de la naturaleza de la Rectitud. Pero esto no debe resultar necesariamente confuso. La Rectitud tiene relación con vuestra felicidad, vuestra seguridad y vuestra paz.