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Discursos dados por Sai Baba

19. 08/06/73 El presente es el más sagrado de todos los tiempos

El presente es el más sagrado de todos los tiempos

El presente es el más sagrado de todos los tiempos

8 de Junio de 1973

Nacer una y otra vez, morir una y otra vez, yacer dormido en el útero materno antes de cada nacimiento, representa un interminable ciclo de nacimientos y de muertes. ¡Por favor, oh Dios! ¡Sácame cuanto antes de este difícil ciclo!

¡Encarnaciones del Alma Divina!: Es seguro que todo lo que nazca en este mundo y que tome una forma habrá de cambiar, de decaer y de desaparecer. Mas antes de que uno muera, entre el nacimiento y la muerte, hay un período intermedio. Los cambios que se producen en este intermedio, como el desarrollo y la decadencia, son inevitables. Estos cambios se producen en la vida de todas las cosas vivientes. Cada ser humano debería considerar la forma en que ocupa su tiempo entre su nacimiento y su muerte, e inquirir en ello. ¿Estamos haciendo un uso apropiado del tiempo y cumpliendo con el propósito de la vida? El inquirir ayuda a lograr el desapego. Ayudará a ver que la mayoría de las cosas que aparenta el hombre no son más que ficciones. Tan pronto como se desvanecen los méritos que haya acumulado en nacimientos previos, el hombre entregará esta vida transitoria y morirá. Se llevará con él todo lo bueno y lo malo que haya hecho en esta vida. Tratamos de inquirir en el significado del mundo fenoménico cuando somos testigos del nacimiento que sigue a la muerte y de la muerte que sigue al nacimiento. ¿Es este ciclo del nacer y el morir el único rasgo importante de este mundo? Después de indagar llegamos a la conclusión de que morimos para nacer de nuevo y que nacemos para morir de nuevo. Mas esta conclusión no es la justa.

Hablando en general, la gente toma medicamentos para curarse de sus enfermedades aunque lo justo sería que se tomaran los medicamentos para no tener que tomarlos más. De modo similar, un individuo que haya asumido el nacimiento debería tratar de no hacerlo otra vez. El nacer y morir, morir y nacer lo hace a uno quedar atrapado en la rueda del tiempo. Sin tener un cuerpo, uno no puede hacer nada en el mundo. El cuerpo tiene una forma densa y ella no es sino un medio para cumplir con el propósito principal de la vida. Este cuerpo es responsable tanto respecto de nuestra atadura, como respecto de nuestra Liberación. Se dice que únicamente la mente es responsable de la atadura o Liberación del hombre. Esto no representa la verdad completa. Tanto cuerpo como mente son responsables. Sin el cuerpo no se podría reconocer la naturaleza de la mente de uno. La vida, la mente y la inteligencia se hacen evidentes sólo mientras acompañan al cuerpo. Por lo tanto, habríamos de usar un cuerpo tan sagrado con el útil propósito de ver la verdad. El hombre es el más sagrado de todos los animales. Nacer como hombre constituye un don extraordinario. Por ende, el hombre debe usar esta vida suya de una manera determinada.

Los discípulos de Sankara señalaron que el hombre permanecía en un estado miserable dentro del útero materno durante este ciclo de nacimientos y muertes. Después de nacer logra algún alivio de este sufrimiento. De modo que debe sacralizar su vida. El mundo puede compararse con una gran máquina. Cada individuo es un engranaje en ella. La totalidad de los seres constituyen esta máquina del mundo. Podríamos sentir la relativa importancia de nuestras vidas si se nos compara con pequeños tornillos, tuercas o clavijas en esta enorme máquina, y nos olvidáramos que ella depende justamente de sus partes pequeñas. Imaginen, por ejemplo, a un tren viajando a gran velocidad. Aunque cientos de personas trataran de detenerlo, sujetándolo, no podrían hacerlo. Los que lo intenten podrían salir lesionados. Mas si el conductor aplica los frenos, el tren se detendrá sólo con la ayuda de una pequeña palanca. Lo que cientos de personas no podían lograr, lo hizo esta pequeña palanca. Así también, cuando el hombre hace uso de su mente, sus ideales y su inteligencia, puede enfrentar el pesar, los problemas y la falsedad, puede tener la capacidad para contrarrestar el sufrimiento en el mundo. Esto es así, pese a no ser sino una pequeña palanca o perno en esta gran máquina del mundo. De modo que el hombre habrá de considerarse a sí mismo como persona buena y útil en el contexto de la prosperidad del mundo. En ningún momento hemos de temer que la vida vuele de este cuerpo. Este cuerpo está constituido por sustancias elementales y es una cosa obvia y natural que haya de perecer. Si en verdad reflexionamos profundamente, no debería resultar sorprendente que la vida abandone este cuerpo. Lo que habría de sorprender es que se mantenga por tanto tiempo en él. Aquí va un pequeño ejemplo. Tomemos un neumático de bicicleta o de automóvil. Si pinchamos un neumático con un pequeño clavo, todo el aire se irá. Si el aire puede salir tan fácilmente en estas condiciones de un neumático, deberíamos maravillarnos realmente que este neumático de nuestro cuerpo siga manteniendo la vida en él, y que ésta no escape por sus nueve grandes aberturas.

Todo se mantiene unido por la fuerza de Dios. Dios está presente en todas partes. Ustedes no son más que un medio a través del cual Dios está viéndolos a todos en este mundo. Sólo imaginan que ven con sus ojos, siendo que de hecho están viendo con los ojos de Dios. Este mundo está lleno de Dios y todo lo que ven es Dios. El cuerpo es como una burbuja de agua, temporal y transitoria, destinada a perecer. Un poeta describe la situación diciendo que lloran cuando nacen y lloran cuando mueren y lloran todo el tiempo, por una u otra cosa, durante sus vidas, pero no lloran cuando advierten que declina la Rectitud. Cada uno de ustedes es una pequeña partícula en el reino de Dios. Deberían tratar de mantener bajo control a todos los órganos de sus cuerpos, sólo así alcanzarán el resultado deseado. Si tomaran un palo y golpearan con él un hormiguero, ¿desaparecerá la serpiente que mora en él? Si castigaran sus cuerpos, ¿desaparecerían los deseos sensoriales? Si dejaran de comer y de beber, ¿llegarían a realizarse? Sin saber quiénes son, ¿cómo podrían lograr el Conocimiento de lo Divino? Lo primero que habrán de hacer es descubrir quiénes son.

Aquí va una pequeña historia. Un rey solía plantearle tres preguntas a todos los que llegaban hasta él. La primera era: ¿quién es la mejor persona? La segunda: ¿cuál es el mejor tiempo? La tercera: ¿cuál es la mejor de las acciones? El rey anhelaba las respuestas a estos interrogantes y nunca se sentía satisfecho con las contestaciones que obtenía de las diferentes personas a quienes las había dirigido. Un buen día se dirigió al bosque para disfrutar de un paseo. Subiendo y bajando por montes y llanos, se sintió muy cansado. Divisó un ashram y decidió descansar allí. En el momento de llegar, un santo estaba regando las plantas. Cuando se percató de lo cansado que estaba el visitarte, dejó de lado lo que estaba haciendo, corrió hacia el monarca y le ofreció frutas y agua fresca. En esos momentos, otro santo llegó al. ashram trayendo a un individuo herido. El primer virtuoso se dirigió de inmediato hacia él, lavó sus heridas y le entregó unas hierbas para curarlas. Al mismo tiempo le hablaba dulcemente para consolarlo. El rey se acercó al hombre santo para despedirse y para expresarle su agradecimiento. El virtuoso le bendijo y el monarca, inquieto aún por sus iDterrogantes, se los planteó al santón. Este le señaló que las respuestas a estas preguntas se hallaban en las acciones de que había sido testigo en el ashram. El rey le pidió que se lo explicara. El hombre santo le dijo entonces que, cuando había llegado, él estaba regando las plantas y que ello era su deber. Al verle había dejado de lado su deber y le había atendido dándole fruta y agua. Esto respondía a las tradiciones de Rectitud, puesto que el rey era su huésped. Mientras estaba aliviando al rey de su cansancio y su sed, había llegado al ashram otro individuo, herido esta vez y, por lo tanto, había abandonado su deber de servirle al rey, para atender al herido. Cualquiera que venga a uno en busca de un servicio, es, en ese momento, la mejor de las personas. Cualquier satisfacción que uno pueda proporcionarle al servirla, representará nuestro deber y, por ende, será la mejor de las acciones que se puedan llevar a cabo. El momento presente, cuando se pueda hacer algo, será el más sagrado de los tiempos. El futuro no se puede ver porque está fuera del alcance de los ojos. El pasado se ha ido y nada se puede hacer al respecto. Es así que el momento presente, en el que pueden cumplir con su deber, el servicio que le puedan prestar a una persona que llegue hasta ustedes y aquel que llegue buscando vuestro servicio, serán las tres mejores cosas que puedan encontrar. Esas fueron las respuestas a las preguntas del rey.

A esta tierna edad vuestra debieran reconocer el momento presente como el tiempo más importante. El cumplir con vuestro deber será el mejor trabajo que puedan llevar a cabo. Es vuestro deber el respetar a vuestra madre y a vuestro padre. Es vuestro deber el mantenerse alejados de las cosas malas y el llevar a cabo cualquier cosa que emprendan con el máximo de dedicación y de la mejor manera que puedan. Al actuar así, estarán haciendo lo mejor y sirviéndole de la mejor manera posible al país. La conclusión que surge de esto, es que a esta edad han de fortalecer las tres cualidades de la disciplina, la devoción y el deber. Vuestra vida presente no volverá otra vez, de modo que deben darle importancia a estas virtudes.

Es mucho mejor que vivan unos pocos minutos como un cisne a que lleven una vida disipada por cincuenta años como un cuervo. Prahlada dijo que debíamos hacer uso de nuestras manos para realizar labores sagradas. Debieran también usar la boca para pronunciar el Nombre del Señor. Si no pueden mostrar bondad y compasión, vuestro nacimiento no habrá significado sino un atentado contra la salud de vuestras madres. Siendo que pasaron tanto tiempo en el útero materno y le causaron tantos problemas a sus madres, debieran brindarles alegría ahora. Debieran expresarles vuestra gratitud. Habrán de pagar cuatro tipos de deudas en este mundo: la deuda para con vuestras madres, la deuda para con vuestros padres, la deuda para con vuestro santo patrono y la deuda para con Dios. Puesto que la madre les ha dado su vida, su sangre y su energía, y es responsable por vuestro nacimiento, deben mostrarle gratitud respetándola. Deben mostrarle gratitud a vuestro padre quien les da dinero, educación y protección. Los sabios o santos patronos les dan las cualidades humanas, de modo que hay que mostrarles gratitud. En último término, Dios es responsable por todos ellos, por lo que también han de demostrarle su gratitud a Dios.

En nuestro país existía antes una práctica que se denominaba "el sacrificio de un animal", que se conocía también como "Buta Bali" o sacrificio de vida. En lenguaje coloquial "Bali" significa "matar algo", aunque también significa "impuesto". Pagamos impuestos por la electricidad, por el agua y otras cosas, debido a que nos son entregadas para nuestro consumo desde lugares inaccesibles para nosotros. De modo que "Buta Bali" vendría a ser como pagarle un impuesto a Dios a cambio de que nos haya dado la vida y la oportunidad para llegar a entender la Realidad Esencial del Ser. Es como pagarle un impuesto a cambio del bien que nos ha otorgado. Este impuesto se paga en forma de disciplina espiritual y de buenas obras. El hombre desea para sí mismo felicidad y dicha. Ellas pueden obtenerse pagando impuestos en forma de meditación por la paz, oraciones por la felicidad y la dicha y varias otras disciplinas espirituales en pro de cosas similarmente positivas. Para cualquier cosa que deseen obtener, tienen que pagar algo. Si trabajan una jornada completa en una oficina, recibirán una remuneración completa. Si trabajan media jornada, recibirán media remuneración. En la actualidad mostramos sólo una devoción a medias, pero pretendemos una recompensa completa por este medio tiempo. ¡Cómo podríamos obtenerla! Si entregan sólo una parte de la mente y piden a cambio la total Gracia de Dios, viene a ser como exigir el pago total por un trabajo a medias. Si reconocen, en cambio, con la plenitud de vuestro corazón que todo lo que hacen, lo hacen por la Gracia de Dios, es seguro que Dios les recompensará en plenitud. Traten de hacerlo y lo lograrán.