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Discursos dados por Sai Baba

17. 06/06/73 Esfuércense por trabajo, adoración y sabiduría; rehúyan riquezas, vino y mujeres

Esfuércense por trabajo, adoración y sabiduría; rehúyan riquezas, vino y mujeres

Esfuércense por trabajo, adoración y sabiduría; rehúyan riquezas, vino y mujeres

6 de Junio de 1973

La riqueza ha de considerarse siempre como algo

potencialmente nocivo. Es una verdad incuestionable que jamás

podrán obtener de ella ni un poco de felicidad. Los ricos

le temen a veces hasta a sus propios hijos.

Así se dan las cosas en este mundo.

¡Encarnaciones del Alma Sagrada!: El hombre es respetado por sus virtudes y no por sus bienes materiales. Fue en este contexto que Samuthi, el más ,joven de los discípulos de Sankara, escribiera estos versos. El hombre se hunde normalmente hasta tal punto en el mundo que hasta espera equivocadamente obtener alguna paz de él. Se olvida que debe prestar atención a las cuatro metas de la vida humana: Rectitud, Prosperidad, Deseo y Liberación. La Prosperidad y el Deseo alcanzarán su justo significado si consideramos a la Rectitud como nuestra base primordial y a la Liberación como nuestro destino final. En estos días nos olvidamos de la base y del objetivo, y retenemos tan sólo lo que queda en el medio, de modo que toda nuestra vida se va en concentrarnos únicamente en la Prosperidad y el Deseo. Al descuidar el fundamento que es la Rectitud y la meta que es la Liberación, no pensamos sino en la Prosperidad y los Deseos. De hecho, deberíamos juntar a la Rectitud y a la Prosperidad por un lado y al Deseo y a la Liberación por otro. Al hacerlo así, emplearíamos con un buen propósito las riquezas y no desearíamos otra cosa que lograr la Liberación.

Este país descansa en cuatro madres. Ellas son: la tierra, los Vedas, la gente y la vaca. Ellas son como los cuatro pilares que sostienen a nuestro país. Estos cuatro pilares se pueden denominar también como Verdad, Rectitud, Paz y Amor. Estos cuatro principios cardinales implican que con Sathya o Verdad habrán de salvaguardar al mundo; con Dharma o Rectitud habrán de salvaguardar a los Vedas; con Shanti o Paz habrán de cuidar a la vaca; con Prema o Amor habrán de cuidar de la gente, vale decir, a vuestros congéneres. Debemos considerar la Verdad y la Conducta Correcta como los dos ojos de nuestro país. Sólo cuando nuestra gran madre, la patria, cuente con estos ojos podrá cuidar de su territorio y de sus hijos. En cambio, si la dejamos ciega por causa de nuestra conducta, ¿cómo podría preocuparse de sus hijos? Aquello a lo que se hace referencia como Rectitud debe ser promovido en el país con una mente consciente y debemos ayudarle también a otros a ponerla en práctica. Cuando vemos a gente menesterosa, desvalida o débil, debiéramos estar preparados para prestarles ayuda, poniendo en ello todo nuestro esfuerzo y capacidad. La razón para adoptar esta actitud es el hecho de que todos los seres humanos son hermanos y son hijos de una misma madre: la Divina Madre Universal. Es por ello que debemos desarrollar este sentimiento de fraternidad y tratar de ayudarle a todos.

Como resultado de la riqueza, el hombre se va transformando en un demonio. El poseer dinero le hace a uno sentirse muy orgulloso. Cuando uno tiene riquezas, no se siente inclinado a seguir el camino de la Rectitud. El poeta Vemana lo describe diciendo que al aumentar la fortuna se vuelven arrogantes, al aumentar la arrogancia se incrementarán también las cualidades negativas. Agrega que, al disminuir las riquezas se reduce también la arrogancia y junto con ella desaparecerán también las cualidades negativas. Esto no se aplica a toda la gente. Como es de conocimiento general, sabemos que hay gente rica que destina su fortuna a muchas causas buenas. En nuestro país hay muchos lugares sagrados. Hay lugares de peregrinación hacia los que se dirige mucha gente a darse baños rituales. Hay lugares en que se levantan templos. Hay lugares en donde son alimentados los menesterosos. Muchos de ellos han sido establecidos por gente adinerada. En este país que ha adquirido una santa reputación, todos deberían hacer un buen empleo de sus riquezas. Esto es lo que implica esta clarinada que lanzaran los discípulos de Sankara en estos versos que les estoy explicando hoy.

Antes de realizar la necesidad de la ecuanimidad mental, Ramakrishna Paramahamsa le atribuía importancia a cosas como la riqueza y la posición. Con miras a ponerle a prueba, uno de sus discípulos llamado Narendra o Vivekananda puso unas monedas de oro bajo el colchón de Ramakrishna. De inmediato éste se levantó, porque sentía como si le quemaran el cuerpo. El sentido interno de esta historia es que Ramakrishna aún percibía diferencias entre el oro y el barro; no se había sobrepuesto a ellas. Más adelante, se ejercitó sosteniendo oro en una mano y barro en la otra, alternándolos hasta que perdió la sensación de que eran diferentes. Así llegó a realizar la igualdad o unidad entre ambos.

Aunque para este tipo de seres realizados es muy posible llegar a no establecer distingos entre objetos valiosos y sin valor, para el común de la gente debe existir una distinción entre el oro y el barro; puesto que han de llevar adelante sus vidas diarias y cargar con la responsabilidad de una familia. En lo cotidiano no pueden tratar al oro y al barro como iguales. Mas el sentido interno indica que en nuestra mente no han de establecerse diferencias. La posesión de riquezas hace que algunos desarrollen ideas desviadas en sus mentes. Aquellos entre ustedes que sean estudiantes de historia lo entenderán mejor. La reina Victoria gobernó por largo tiempo el Imperio Británico. Tenía un hijo que se mostraba impaciente ante esta interminable regencia de su madre, ya que quería él mismo acceder al trono. En una reunión pública se acercó a su madre y le preguntó cuándo pensaba morir como para poder ocupar él el trono. Ella comprendió lo ambicioso que era y ordenó que lo pusieran en prisión. Incluso siendo su hijo, el deseo de poder y de dinero le habían hecho muy codicioso y, como resultado, hasta había perdido el respeto por su madre. Hay una pequeña historia en nuestras Upanishads que nos habla sobre la forma en que la posesión de riquezas puede cambiar las cualidades de algunas personas. Una madre tenía un solo hijo y una gran fortuna. El niño había perdido a su padre a una temprana edad. A medida que se iba haciendo mayor, el hecho de tener tanto dinero le fue haciendo adquirir malos hábitos. Se mezcló con malas compañías e hizo cosas indebidas. De hecho, actuaba como un loco. Estaba desperdiciando su vida. El mundo es de tal manera, que, si hay una gran cantidad de agua en un estanque se juntarán en él muchos sapos. Mas una vez que el estanque se seca, los sapos desaparecerán sin decir siquiera hacia dónde fueron. De manera similar, mientras tengan dinero, serán muchos los amigos que les rodeen, mas en el momento en que el dinero se acabe, desaparecerán también los amigos sin decir palabra. Fue así que había acumulado un gran número de malas amistades el hijo de esta rica dama y, pasando el tiempo, había llegado a transgredir todo límite en exceso. Como algunos de ustedes sabrán, hay personas así que malgastan el tiempo de este modo y lo desperdician sin propósito alguno. El hijo se acercaba cada día a su madre y le pedía grandes sumas de dinero. Con este proceder, el afecto que ella sentía por él fue disminuyendo, hasta llegar a convertirse en una verdadera aversión por este hijo suyo. La dama se sentía desolada ante esta situación. Con el distanciamiento, pasado cierto tiempo el hijo perdió por completo el respeto a su madre. En estas circunstancias, la mujer pensó que un hijo que denigre hasta tal punto el honor y la reputación de sus padres estaría mejor muerto que llevando una vida así, y ello la llevó a tramar un plan. El muchacho también había fraguado sus planes, ya que consideraba que su madre se interponía entre él y sus deseos de disfrutar de su dinero, lo que le llevó a pensar que era mejor que muriera. Un buen día se preparó para matarla con una barra de hierro en el momento en que ella le sirviera la comida. La madre, por su parte, había decidido matar a su hijo envenenando los alimentos. Cuando llegó a servirle, el hijo la golpeó con la barra de hierro y la mató. Pero unos minutos después murió él mismo debido a la comida envenenada. Fue así que madre e hijo murieron y todo por causa de la fortuna que poseían. Debido al dinero, la madre había perdido todo afecto por su hijo y él, por ella. ¿Es que la riqueza implica llegar a tan malos resultados? Nunca hemos de considerar a la riqueza como lo más importante en nuestra vida. Lo más importante en ella ha de ser la Rectitud. A través de ella deberíamos hacernos dignos de la Gracia de Dios. Han de tener el dinero suficiente como para hacerle frente a sus necesidades esenciales. Todo lo que sobre habrá de emplearse para la caridad y otras obras beneficiosas.

Hoy en día podemos observar situaciones en que hay estudiantes que se echan a perder por tener dinero en exceso. A primera vista puede que parezca muy dificil salir adelante con una cantidad mínima, pero si llegan a controlar el deseo de tener dinero, podrán sentirse tranquilos y felices después. Cuando los estudiantes necesitan diez rupias, se preparan para pedir veinte, de modo que los padres deberían darles solamente diez cuando pidan veinte. Esto viene a ser esencial. Puede que el hijo se sienta herido cuando no reciba sino la mitad de lo que pida. Pero ello no será más que momentáneo, se irá fortaleciendo más adelante. Si se le dan veinte rupias cuando no necesita sino diez, se rodeará de malos amigos y gastará su dinero con ellos. Aquí va una pequeña historia en este contexto. Un sábado, un padre estaba preparándose para adorar al Señor y llamó a su hijo para pedirle que consiguiera algunas bananas por una rupia. El hijo, que era un buen niño, fue y compró las bananas. De regreso a su casa, vio junto al camino a una madre con su pequeño y ambos estaban muy hambrientos. El pequeño corrió hacia él y la madre trató de retenerle, pero cayó debido a su debilidad. Al observar esto, el chico pensó que era mejor alimentar a estos seres hambrientos que llevar las bananas a casa, de modo que se las entregó a la mujer y a su hijo y fue luego a buscar agua para darles de beber. La pobre mujer estaba tan emocionada que lloraba sin saber cómo expresar su gratitud. El niño volvió a casa con las manos vacías y al preguntarle el padre si había comprado las bananas, le contestó afirmativamente. Cuando el padre le preguntó dónde estaban replicó que las bananas adquiridas eran sagradas, que no se descompondrían y que no eran visibles. Luego le explicó a su padre que había alimentado a dos pobres hambrientos con las bananas y que los frutos que traía a casa no eran sino los sagrados frutos de su acción. El padre, entonces, sintió que su hijo era digno de él y que ese día habían sido contestadas todas sus plegarias. Pensó en lo santificada que estaba su vida, puesto que tenía tan buen hijo. Su afecto por él fue acrecentándose desde aquel día y ambos llegaron a ser muy unidos. Actualmente es muy raro observar esta unión entre padre e hijo. Si pueden llegar a desarrollar estos sentimientos, harán que nuestro país se convierta en la tierra del desapego y del autocontrol y llegarán a reconstruir las grandes tradiciones.

Nos preguntamos sobre qué tipo de relaciones han de existir entre padres e hijos en nuestro país, y tengo que contarles otra historia. Una madre, un padre y el hijo de ambos estaban realizando un largo viaje a pie. Por falta de alimentos, el padre murió en el camino. La madre junto a su hijo de ocho años, siguió adelante, mendigando la comida de puerta en puerta en una de las grandes ciudades. Cuando conseguía suficiente alimento, le daba primero a su hijo y comía ella si llegaba a sobrar algo. De lo contrario, se negaba el alimento y soportaba el hambre. De este modo, no tomaba alimento suficiente, ya que lo que lograba reunir alcanzaba sólo para el niño. Esto la fue debilitando y terminó por enfermarse, perdiendo sus fuerzas hasta el punto en que ya no podía levantarse y caminar. El niño, entonces, tocó los pies de su madre y le solicitó su permiso para ir él a mendigar el alimento para ambos. Como bien saben, ninguna madre en este país permitiría que su hijo vaya a mendigar comida: tal es el calibre del corazón de una madre india. Sin embargo, en una situación tan ineludible, ante el pedido de su hijo, le concedió con bastante renuencia su permiso. El niño volvía cada vez para alimentar ante todo a su madre y luego él comía lo que sobraba. Cuando no quedaba nada, le mentía diciéndole que él ya había comido. Así fueron pasando los días y el niño, cada vez más débil, enfermó. Así y todo caminó un día hasta la casa de un dignatario y pidió limosna. El dignatario estaba sentado en la galería leyendo el diario cuando oyó la débil vocecilla del chico mendicante. Encontró que el niño estaba muy enfermo y desnutrido, de modo que le ofreció servirle una comida en un plato hecho de hojas, en lugar de darle limosna, y entró en la casa. Cuando volvió a salir con las viandas, encontró al chico casi sin sentido, murmurando débilmente algo respecto a que los alimentos habían de serle llevados a su madre. Luego de cesar sus murmullos, murió. Nuestro país, que ha experimentado este tipo de afecto entre madre e hijo un tipo de afecto que llevamos en la sangre es testigo ahora de una situación lamentable. Las cosas se ven tan mal que uno no se atreve ni a pensar sobre la situación real.

¡Encarnaciones del Alma Divina!: Tenemos el dicho de: "Adoren a su madre como si fuera Dios, adoren a su padre como si fuera Dios". Deben recordar que la madre y el padre son Divinos y que cada uno es como Dios. Deben poner en práctica en sus vidas estas ideas. La actitud más sagrada en la India es el respeto por la madre y por el padre, los que no sólo nos han dado su sangre al darnos a luz, sino que se han sacrificado muchas veces para darnos lo que necesitamos. Si respetan ahora a sus padres, vuestros hijos les respetarán a ustedes en el futuro. Si en el futuro desean gozar de felicidad, placer y dicha, deberán desde ya ser buenos, ver lo bueno y hacer el bien. Esto representa el camino hacia Dios. No se olviden de Dios y no le teman a la muerte. Así se convertirán en los heroicos hijos de vuestra tierra. Nuestra riqueza es la riqueza de la Rectitud, del Conocimiento y de la Sabiduría. Es ésta la razón por la cual Arjuna era llamado Dhananjaya, "aquel que ha obtenido mucha riqueza". Este apodo no se refiere a la riqueza ordinaria. Significa, simplemente, que poseía en suficiente medida la riqueza de la Sabiduría. Arjuna tenía una serie de otros títulos que describían sus grandes cualidades. Hay tres palabras de las que hemos de tomar nota. Ellas son: Trabajo, Adoración y Sabiduría. Aquí el trabajo se refiere a la sagrada labor que uno ha de llevar a cabo para promover la prosperidad del país. Siempre deberán realizar un buen trabajo. Habrán de adorar con una mente pura. La Sabiduría representa un Conocimiento Superior y deberán aspirar a adquirir Conocimiento con Sabiduría. Estas son las tres cosas que les permitirán llevar una vida correcta. Hay otras tres palabras que también han de considerar, pero para evitarlas. Ellas son: riqueza, vino y mujeres. Si uno las sigue, lo arrastrarán hacia las profundidades de la barbarie de la vida humana. Rehúyanlas.

¡Estudiantes!: Algunos de ustedes han de seguir por esta sagrada senda. Al igual que los discípulos de Sankara que proclamaran la importancia de la Verdad, aquellos de ustedes que sigan esta senda, resucitarán la cultura india y disfrutarán de alegría y de dicha. Les bendigo para que lleguen a realizar este estado de dicha suprema.