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Discursos dados por Sai Baba

13. 02/06/73 El desapego confiere paz incluso en medio de dificultades

El desapego confiere paz incluso en medio de dificultades

El desapego confiere paz incluso en medio de dificultades

2 de Junio de 1973

Este mundo es como una brillante gota de agua posada sobre una hoja

de loto. Se sacude y estremece sin estar nunca quieta. Montones de

apegos llenan la vida del hombre. Las dificultades y los sufrimientos

constituyen el telón de fondo sobre el cual se muestra el mundo.

Al igual que una gota de agua sobre una hoja de loto desaparece muy rápidamente, debemos saber que nuestra vida es transitoria y que desaparecerá también muy pronto. El mundo está lleno de sufrimientos y el cuerpo humano lleno de enfermedades. Nuestra vida está llena de pensamientos turbulentos y se ve como una casa devastada. Según Sankara, en estas condiciones resulta posible vivir una vida tranquila únicamente siguiendo la senda divina y pasando por alto todos nuestros apegos mundanos. Pero mientras uno no sepa quién es, no podrá escaparle a estos pesares, mientras uno no realice la presencia del Señor en cada cosa, uno no podrá escaparle a este sufrimiento. Mientras uno no entienda que el nacer, el crecer, el vivir y el morir no apuntan sino a un propósito, el cual es llegar a entender la naturaleza del Alma, la única cosa imperecedera, le será imposible escaparle al sufrimiento. Al igual que la flor del loto nace en el agua, vive en el agua hasta que por último muere en el agua, también esta vida humana permanece y vive en el principio o realidad del Alma y, finalmente, se extingue en él.

Este verso implica que el principio o realidad del Alma es la la guna, Maya (la Ilusión Cósmica por la cual la Verdad es velada) es el sinnúmero de hojas y que el Alma individual surge como la flor de loto en esta laguna. Este loto esparce la fragancia de muchas cualidades positivas, lo que hace que hasta el agua de la laguna se haga una con el Alma Universal. El agua que sube de la laguna y se deposita sobre las hojas de loto, retorna al Alma. Este regreso a la fuente es lo que constituye la esencia de estos versos. Desde la infinitud del Alma, el individuo surge como un loto debido a que Maya se difunde en la forma de las hojas. Ese individuo que esparce la fragancia de las buenas cualidades, como el loto, puede ser comparado al principio vital.

El aspecto de Vishnu es sinónimo con la realización de la Omnipresencia. Desde el ombligo de Vishnu surge el loto que le da origen al creador Brahma. Los diferentes pétalos que componen el loto representan las partes constituyentes de este mundo. De modo que, partiendo de este aspecto de Vishnu o de la Omnipresencia, surge el Creador y desde el Creador surge el principio de vida. Del Alma individual proceden varias cosas que, por último, retornan y vuelven a ser una con la fuente, el principio o realidad del Alma. Esto representa la triple descripción de lo que vemos, vale decir, Individuo, Dios y Naturaleza. La sensación que tenemos de que esta triple descripción del Universo equivale a la diversidad que muestra, no pasa de ser una ilusión. La unicidad de todo representa la base del Advaita (filosofía no dualista). Para que brote un árbol, para que crezca y para que finalmente dé sus frutos, hay tres cosas esenciales. Ellas son el viento, la lluvia y la tierra. Y de mayor importancia aún es la semilla. Si no tenemos la semilla, no podremos ver el árbol aunque contemos con los demás ingredientes. De igual manera, se debe a la Voluntad del Señor que haya sido creado el hombre en el mundo. El hombre llega a este mundo como si viniera de una semilla. En el caso de cada hombre, la Voluntad del Señor que lo crea es como una semilla. En tanto sigan existiendo deseos en el hombre, no le será posible escapar al nacer. Sólo el día en que se libere por completo de estos deseos suyos quedará liberado de nacer. Para poder tomar esta sagrada senda libre de deseos, ha de entregarse y rendirse. Cada cual entiende que no es posible entrar en la casa de una persona rica o de una persona que tiene alguna posición elevada, de manera fácil y sin ser interrogado. En la entrada uno se encontrará con un guardia el que preguntará cuál es el asunto que lo lleva a uno a hablar con el dueño de casa. En el caso de personas que tengan ciertos poderes y tales posiciones, existen estos reglamentos que restringen la entrada a sus casas. Entonces, ¿podrán asombrarse que haya normas que restrinjan la entrada a la mansión de Dios que tiene poderes ilimitados? Si desean ingresar al palacio de la Liberación, se encontrarán con que hay dos guardias en la entrada principal. Esta entrada representa el lugar en el cual ustedes se ofrendan y podría denominarse la puerta de la rendición. Los dos guardias que están apostados en ella son Esfuerzo y Paciencia. Esto significa que han de llevar a cabo un esfuerzo y que han de tener paciencia, vale decir que por mucho que anhelen rendirse a Dios, no les será posible entrar en su morada sin esfuerzo ni paciencia. El sentido de lo anterior implica el control tanto de vuestros órganos externos como de los internos. En la actualidad es raro que encontremos a un aspirante espiritual que haya logrado el control sobre sus órganos. En todas partes se topa uno con la senda de la falsedad. No se encuentra gente que siga la senda de la Verdad. Aunque uno sea un ser humano en cuanto a las apariencias exteriores, sus ideas y pensamientos son los de un mono. Allí donde resultaría natural que uno se ría, resulta que uno llora, y en donde lo natural sea que uno llore, se encuentra con que asoma una sonrisa. ¿No representaría esto la senda de la falsedad? Pese a ser todo compasión, Dios no se les mostrará en tanto sigan cubiertos por las falsas apariencias. Todo este aparentar externo y falso ha sido descripto como la actuación en una obra de teatro y, por otra parte, todo aquello que sea verdad en ustedes, se puede describir como Narayana, el Señor. Si insisten en dedicar sus vidas a estas ideas y placeres mundanos, no les será posible llegar a realizar a Dios.

Se cuenta la historia de un rey que solía pedirles a todos aquellos que pasaban por su reino que le hablaran del camino correcto para alcanzar la realización. Cada vez que ello sucedía, había un servidor muy cercano al monarca que le prestaba oídos a las diferentes descripciones de este camino hacia la Liberación. Se dio cuenta de que el rey escuchaba atentamente lo que se le decía sobre los diferentes métodos, pero que no ponía ninguno de ellos en práctica. Con la intención de darle una lección al rey, un buen día entró corriendo y gritando a la sala en la que el monarca conversaba con numerosas personas. El rey se puso de pie y le preguntó qué pasaba. El servidor le señaló que estaba muy preocupado, puesto que los camellos estaban subiéndose a las terrazas y escapando. El monarca inquirió sobre cómo podía ser que subieran a las terrazas y escaparan al mismo tiempo. A lo cual el servidor le respondió que si el rey podía aspirar a ascender por la senda de la espiritualidad, viviendo entre tantos lujos, no podía sorprender a nadie que los camellos se subieran primero a las terrazas para huir después. El monarca comprendió que su servidor trataba de demostrarle lo absurdo de sus intentos y que debía, ante todo, sacrificar todos los placeres mundanos si quería poder alcanzar la Liberación. Percatándose de la verdad, el rey comenzó desde ese mismo día a pensar en Dios y a poner en práctica todas las normas positivas y de bien. Todos pueden alcanzar la Liberación, aunque estén cumpliendo con los deberes mundanos, siempre que vuestra mente se mantenga inmersa en la Divinidad. De este modo estarán trabajando en consonancia con Dios. No obstante, debido a la influencia de esta era de Kali, prácticamente casi nadie llega a entender el sentido interno de estas prácticas ni a implementarlas. El Vedanta nos enseña que una vez que reconocemos la base esencial de todo lo que vemos, ya no hay necesidad de más disciplina espiritual. Si tienen un recipiente que esté agujereado, nunca lo podrán llenar con agua. De igual manera, si tiene agujeros el recipiente de nuestra mente, en forma de deseos sensoriales, ninguno de los esfuerzos que realicemos llegará a llenar nuestra mente con pensamientos sagrados. Sólo cuando no haya agujeros podrán resultar fructíferos nuestros intentos y podrán conducirnos hasta lo Divino.

Aquí viene una pequeña historia para ilustrarlo. Había un Gurú con un gran número de discípulos a quienes les enseñaba muchas cosas positivas. Una de las lecciones versó un día sobre el hecho de que cuando se está llevando a cabo la adoración ritual y la meditación, hay que cuidar que ningún disturbio exterior le perturbe a uno. Los discípulos tenían plena fe en el Maestro y muchos vivían en el monasterio. Para el cumpleaños del Maestro, uno de los discípulos decidió ofrecer plegarias especiales para él, recitando los ciento ocho nombres de Dios. Para ello reunió ciento ocho flores y tomó una fotografía para realizar la adoración ritual de la manera tradicional. Otro discípulo invitó al Maestro y le llevó a su casa. Antes de salir el Gurú llamó al discípulo que iba a realizar la adoración ritual y le recomendó tomar precauciones y dejar cerrada la puerta del monasterio. Era un día muy caluroso y el Maestro iba descalzo, y además era calvo, de modo que no tenía nada que le protegiera del inclemente Sol. Cuando volvió a su ashram y quiso que se le abriera la puerta, el discípulo en el interior se hallaba en medio de la adoración ritual que estaba ofreciendo. El Maestro golpeó a la puerta y llamó a su pupilo para que le abriera, pero éste le respondió que estaba en medio de la adoración ritual y que debía esperar, puesto que no había de ser interrumpido. Hoy en día, noventa y nueve de cada cien personas se comportan como este discípulo: sólo adoran la fotografía o la imagen de aquel cuya gracia anhelan y continúan haciéndolo, incluso cuando él está golpeando a su puerta. Con este comportamiento llegan incluso a causar daño al objeto de su veneración. Es así que aunque Dios esté a nuestro alcance para adorarle en persona, nos involucramos con distintas cosas y adoptamos métodos incomprensibles y carentes de sentido que hacen que no sea correcta la adoración. Si no llegamos a reconocer la Divinidad en los seres vivientes, ¿cómo podríamos reconocerla en fotografías inanimadas y en piedras mudas? Por eso debemos empeñarnos en entender, ante todo, lo que quiere decir el ver la Divinidad en cada uno. Con ello nos quedará claro que el Principio Divino es uno solo y el mismo en cada persona.

Nuestra fe disminuye debido a que nuestras ambiciones son ilimitadas. Había una persona muy rica que tenía una hija con una nariz deforme. El padre quería que su hija se casara. Todos los que llegaban pretendiéndola, sintiéndose tentados por su fortuna, se marchaban. En aquellos días no se conocía aún la cirugía plástica. El padre, desesperado, ofreció donar una considerable cantidad de dinero a quien se casara con su hija y, de algún modo, encontró a alguien dispuesto a contraer matrimonio con ella. La pareja fue desarrollando una gran fe en Dios. Juntos visitaron muchos templos, participaron en numerosas peregrinaciones y se bañaron en varios ríos sagrados. En una oportunidad, se encontraron con un santón, el que les indicó que nadie comprometido con las cosas del mundo podría cambiar una nariz defectuosa y que únicamente Aquel que la creara podía volverla a la normalidad. Pese a su cuantiosa fortuna, la pareja no era del todo feliz. La joven sentía que los demás la miraban y se burlaban de ella. Le sugirió a su marido que fueran a la soledad del Himalaya y pasaran allá un mes en oración. El accedió y así lo hicieron. Como ella deseaba fervientemente tener una nariz normal, comenzó a pedírselo seriamente a Dios en sus plegarias. Gracias a su buena suerte, Dios se le apareció y le preguntó qué quería. Tan pronto tuvo a Dios ante ella, le pidió que le otorgara una bonita nariz grande, en lugar de la aplastada nariz que tenía. Al desaparecer Dios, se fue a mirar en un espejo y al ver su gran nariz, encontró que se había vuelto más fea que antes. Comenzó entonces a orar con mayor fervor y cuando Dios se le apareció de nuevo, le dijo que no quería esa nariz grande. Al mirarse nuevamente en el espejo, se encontró con que su nariz había desaparecido. Se dio cuenta entonces, que por pedir una buena nariz, había terminado por perderla por completo. La moraleja de esta historia nos muestra que aunque Dios esté presente ante ustedes, aunque juegue con ustedes y les hable, no saben qué pedir, ni cuándo ni dónde hacerlo. Al no saber qué deberíamos pedirle, pedimos una cosa cuando en realidad deseamos otra. Y de este modo nos metemos en dificultades. Dios está siempre dispuesto a otorgarles todo lo que quieran, pero ustedes no parecen saber qué les conviene ni qué es lo que quieren realmente. Puesto que no saben lo que deberían desear y en qué circunstancias, es mejor y más fácil que se entreguen por completo a Dios y que pidan, simplemente, Su Gracia.

Los nombres de aquellos que no se han dedicado sino a conseguir prosperidad material para el mundo, sin pensar para nada en Dios, permanecerán tan sólo lo que dura la escritura en la superficie del agua. Serán gradualmente olvidados. Aunque cuenten con una corriente eléctrica de alta potencia, de nada les servirá si ella no es más que positiva y no la pueden combinar con la negativa. Así también, si un artefacto está conectado sólo al polo negativo de la corriente y no al positivo, no será una máquina sino tan sólo un montón de metal. El mundo viene a ser como el polo negativo. La Divinidad, como el positivo. Sólo uniéndolos a ambos podemos obtener Paz y Felicidad. Grandes santos como Kabir, Jayadeva, Gauranga, Tukaram, Ramakrishna Paramahamsa y sabios como Vyasa y Valmiki, mantienen sus nombres grabados eternamente en nuestros corazones, justamente porque ellos realizaron la necesidad de conectar al mundo con Dios, convirtiendo el trabajo en un permanente acto de adoración.

Hemos de servir al mundo y ganar la Gracia de Dios. Para la juventud es algo muy necesario. Muchos jóvenes se preguntan si existe un Dios. Además, se cuestionan respecto a que si Dios está presente, en dónde puede estar y otras cosas así. Pierden el tiempo al hacer este tipo de preguntas. En este contexto, Totaka, un discípulo de Sankara, fue acosado por un joven que le planteó todas estas preguntas. También le interrogó sobre por qué llevaba ropajes ocres y por qué perdía su tiempo permaneciendo junto a un Maestro. Totaka le respondió que solamente el Maestro podía contestar a tales preguntas y le condujo ante Sankara. Sankara le pidió que le aclarara si sus dudas se referían a un Dios propio o al Dios de Totaka. El joven interrogador quiso saber por qué Sankara hacía distinciones entre su Dios y el de Totaka, siendo que Dios no era sino uno y no es diferente para diferentes personas. Al preguntar esto, demostró su necedad puesto que aceptaba la existencia de un solo Dios y así y todo se atrevía a cuestionar su realidad.

Jóvenes estudiantes, lo que realmente existe es Dios únicamente. Todo lo demás es falso. Cuestionamos lo que realmQnte existe, en tanto que aceptamos sin cuestionarla la realidad de lo que es falso. Deberíamos tener fe en la existencia de la única Verdad y ella es la Divinidad. Con esta fe, espero que seguirán la sagrada senda, para que ella les conduzca a través de sus vidas y den así gloria a vuestro país.