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Discursos dados por Sai Baba

12. 01/06/73 La Gracia de Dios puede transformar a un necio en un erudito

La Gracia de Dios puede transformar a un necio en un erudito

La Gracia de Dios puede transformar a un necio en un erudito

1 de Junio de 1973

EL recitar aunque no sea sino una pequeña parte del Gita,

el beber aunque no sea sino una pequeña cantidad

de las sagradas aguas del Ganges, el llevar a cabo

aunque no sea sino una vez la adoración ritual

del Ser Maravilloso, puede conferirle a uno tal santidad

que ni siquiera Yama, el señor de la muerte,

podrá decirle algo o interrogar a una persona así.

¡Encarnaciones del Espíritu Divino!: Estos versos en particular fueron sumados al Bhaja Govinda por uno de los principales discípulos de Sankara, llamado Ananda. Ananda era un individuo débil mental que era apodado Giri por quienes le conocían. Giri significa, justamente, un individuo bobo o débil mental. Este Ananda, el bobo, quería estar con el Maestro y servirle. Esta era su única meta. Había otros discípulos que eran tan atentos e inteligentes que podían aprenderse de memoria las lecciones y recitárselas al Maestro esa misma noche. Mas él era tan lerdo que no podía recitar nada.

Mas lo compensaba estando todo el tiempo al servicio del Maestro. Debido a este servicio permanente, recibió en una ocasión una gracia extraordinaria y fue capaz de componer una serie de versos llamados Totaka. Después de ello, Ananda, el bobo, fue apelado Totaka. En estos versos se implicaba que una comprensión de la esencia de nuestras Escrituras le llevaría a uno a aprehender el Espíritu Divino. Los demás discípulos estaban dedicados a leer muchos libros y todos ellos convirtieron sus cabezas en verdaderos libros. Entretanto, Ananda, el bobo, servía de tal manera al Maestro que se convirtió en una abeja que podía ir a libar la miel que había en el corazón mismo del Gurú. El estudio divorciado de la práctica no llega a estabilizar la mente. Totaka consideró que era mejor saber sólo aquella parte del conocimiento que podría llevarle a la inmortalidad. Es por ello que en estos versos dice que basta con leer aunque sea una vez el Bhagavad Gita, que contiene la esencia de nuestra cultura india.

Una persona que sienta hambre no necesita ir a comer todos los diferentes tipos de alimentos que se producen en el mundo. Basta con que coma lo que necesita para satisfacerse y calmar el hambre. Basta con que extraigan un verso del Gita y que entiendan su verdadero significado. Fue en este contexto que Ananda Totaka dijo que es suficiente beber aunque sea una pequeña cantidad de agua del Ganges. Cuando están sedientos, basta con que tomen unos cuantos sorbos de agua para calmar la sed. No necesitan beber toda el agua del Ganges. De igual manera, Totaka estaba seguro de que un solo rayo de la Gracia de Dios era suficiente para demostrarle al mundo la naturaleza del Alma. Fue porque este discípulo gozaba de tal confianza de su Gurú que Sankara estableció una sede de estudio en Badri y lo puso a cargo de ella. Sankara tuvo cuatro discípulos sobresalientes: Padmapada, Suresh, Totaka y Asthanaka. Estos fueron los cuatro a los que eligió para hacerse cargo de cuatro centros de estudio que fueron los principales del país. Suresh tenía también otro nombre, el de Mandana Misra. Con él Sankara sostuvo varias discusiones sobre asuntos religiosos. Al final de las discusiones, Sankara salía victorioso, mas luego le otorgó a Mandana Misra "el estado de encontrarse por encima de impulsos y placeres", puesto que se trataba de un hombre de familia por aquel entonces. Mandana Misra era un erudito. Era docto en todos los Sastras y Vedas y era, en verdad, un seguidor del sendero del Conocimiento. Era la personificación de todo el Conocimiento.

Se hace necesario que entendamos claramente la naturaleza de las enseñanzas que le dio Sankara a sus discípulos. Nuestro país se encuentra en una situación deplorable, ya que hoy en día carecemos de maestros como Sankara y de discípulos de mente unidireccional como Mandana Misra. La enseñanza puede ser de dos tipos. Uno de los métodos consiste en la enseñanza oral. Ello se puede llevar a cabo impartiendo la información y el conocimiento, lo cual ayuda a cambiar el punto de vista y no lo obstaculiza pero no llega necesariamente a transformar a quien escucha. El precepto y la práctica se mantienen separados. El segundo método de enseñanza consiste en el ejemplo que sienta el Maestro mismo, por medio de sus acciones y conducta, las que son seguidas por los discípulos. Este método resulta más efectivo.

Sankara solía examinar en profundidad tanto la intención como el sentido de los versos que componían sus discípulos antes de aceptarlos. Llamó a Ananda Totaka ante sí y le preguntó qué quería decir con eso de que leer una pequeña porción del Bhagavad Gita era suficiente. Le planteó la pregunta indicando que cómo era posible, a su juicio, que el leer una pequeña porción entre setecientos versos podía bastar como para entregar todo el Conocimiento de los Sastras (códigos morales). Ananda Totaka le dio una respuesta muy dulce y encantadora. Indicó que la expectativa de tener que leer dieciocho capítulos y setecientos versos desde el comienzo hasta el fin era algo que podía ahuyentar a cualquier persona de mente opaca y, en este contexto, ni siquiera intentarían comenzar a leerlo. Por otra parte, si se les pide que lean tan sólo un verso, seguramente que lo harían y de ahí comenzarían a sentirse atraídos por el resto. Incluso podía ser que leyeran uno tras otro los versos, día tras día. Ello equivaldría a los esfuerzos que se hacen para alimentar a un bebé. Cuando recién comienza a comer, no se le da cualquier tipo de comida y arroz condimentado y con sal, sino una pequeña cantidad de algún alimento dulce y blanco hasta que vaya desarrollando su paladar. Después se va acostumbrando a comer diferentes platos de comida. De manera similar, cuando se le entrega una pequeña porción del Bhagavad Gita a gente no muy brillante, se les puede abrir así el deseo por leer más de él. Entonces, Sankara le preguntó sobre lo que quería decir con que bastaba con una pequeña cantidad de agua del Ganges. Ananda, el bobo, le replicó que el Ganges es un río sagrado y que guarda la posición de una madre respecto del país, siendo también responsable por nuestra reputación y posición. Es sabido que el agua del Ganges se ha mantenido impoluta por un tiempo incalculable. Contiene los elementos que nos otorgan salud y fortaleza. Es sagrada por cuanto proviene del Vishnupada e incluso una gota que se toma hará mucho bien. Y, aparte de lo dicho, el río Ganges fluye por los tres mundos, con tres nombres diferentes y tres diferentes cualidades. En los cielos fluye como Mandakini; en la tierra como Bhageerathi y en el submundo como Bhogavathi. Los tres gunas (atributos de lo humano): Satva (equilibrio o sabiduría), Thamas (inercia o ignorancia) y Rajas (inquietud o actividad), están contenidos en él. También, el río fluye en las divisiones de pasado, presente y futuro del tiempo. Todo ello denota las extraordinarias cualidades del Ganges. Sankara no se sintió satisfecho y siguió interrogando a Ananda Totaka con el objeto de profundizar aún más. Le preguntó qué quería decir al hablar de los tres mundos. Inquirió sobre cómo los experimenta el hombre. Ananda Totaka respondió que aquél que reconoce que el Alma en todos los seres es la misma, aquél que reconoce esta unidad en el Universo y obtiene paz de este conocimiento, debería ser considerado como habitante del cielo. Por otra parte, quien hace diferencias entre los insectos, animales y aves por una parte y los seres humanos, por otra, y piensa que el humano es una entidad superior y distinta, será habitante de la tierra en donde habitan los seres humanos. Siguió diciendo que si los individuos se olvidan de la santidad de la naturaleza humana y se convierten en animales, exhibiendo cualidades como las de egoísmo y codicia e ignorando el contenido de las Escrituras, estarían habitando en el submundo. Al igual que nuestro cuerpo muestra depresiones y elevaciones, también nuestras ideas pueden ser elevadas o bajas. Los tres gunas se encuentran presentes en cada uno y aquello que llegue al primer plano en algún punto del tiempo habrá sido decidido por las circunstancias. La vida es una mezcla de estos tres gunas. Cuando un hombre se encuentra feliz y sus circunstancias se muestran buenas, también sus ideas serán de tipo sátvico o puro. Si, en cambio, las cosas van mal, de inmediato comienza a inquietarse y aflorará el rajoguna, la inquietud. Cuando haya comido excesivamente, se adormilará y dormirá pesadamente, apareciendo entonces el thamoguna, la inercia. De modo que los tres gunas coexisten en cada cuerpo y va surgiendo una combinación de ellos de acuerdo con las circunstancias. De manera similar, se encuentran presentes en cada individuo el cielo, la tierra y el submundo, y cada uno de ellos va surgiendo según sea su estado mental. Lo mismo ha sido caracterizado como el creyente, el no creyente y el creyente no creyente. Y resulta mejor pertenecer a la categoría de no creyente que a la de creyente no creyente. En el verso que nos ocupa se sugiere que nunca ha de montarse uno en dos caballos. Si no se sabe montar, es preferible no subirse a un caballo. Y es muy peligroso montar en dos caballos al mismo tiempo. Dentro de la mente del hombre fluye el Alma como una clara corriente, al igual que fluye el agua en el Ganges. La cultura india ha influido a través del tiempo tal como lo ha hecho el Ganges, de manera clara e impoluta. No se ha contaminado, perdura y fluye de manera permanente. Es así que la cultura india resulta comparable en muchos aspectos con el Ganges. Los versos entregados por Sankara tienen el sentido de no tener trazas de egoísmo en ellos. El Ganges al fluir no intenta disfrutar de la dulzura de sus propias aguas. El árbol frutal tampoco goza del sabor de los frutos que brinda. Así también, todos los grandes santos como Sankara han entregado toda su fuerza en beneficio de otros. Nunca la utilizaron en provecho propio.

En el tercer verso, Ananda Totaka dice que con una vez que hayan llevado a cabo la adoración ritual a Vishnu, alcanzan una posición tal que ni siquiera Yama o el señor de la muerte les puede interrogar. El término de Vishnu no implica aquí a aquel que lleva las insignias, sino que se refiere a la Omnipresencia y no tiene una forma en particular. El júbilo que sentimos cuando pensamos en Dios es lo que constituye el aspecto de Vishnu. Ananda Totaka entrega un bello ejemplo al respecto. Si toman arroz y lo transforman en harina, no tendrá ningún sabor al llevárselo a la boca. Tampoco tiene sabor la harina de trigo que pongan sobre la lengua. Mas si toman algo de azúcar y la mezclan con estas harinas para preparar algún dulce, obtendrán el dulce sabor del preparado. Aunque las harinas no tengan ninguna dulzura inherente, el azúcar se la otorgará. De manera similar, cuando se le agrega el aspecto de Vishnu incluso a un objeto inanimado, ese objeto producirá la alentadora sensación de la Omnipresencia. Es así que el aspecto de Vishnu le otorga la Omnipresencia incluso a los objetos inanimados.

Aunque los dulces que preparemos tengan muchas formas y nombres, todos ellos contienen algo en común que es el azúcar. Así como nos damos cuenta de esta verdad, hemos de darnos cuenta también de que en este mundo, habiendo tantos individuos con diferentes formas y nombres, el Alma Omnipresente es aquello que tienen en común y que está presente en todos. Esta realización les ayudará a cultivar en ustedes el Amor por la humanidad toda. Es necesario que cada individuo llegue a reconocer la presencia del Alma en todos. Habrán de percatarse de ello por esfuerzo propio, prestando oídos a lo que les dicen los ancianos o viendo, tocando o escuchando a seres superiores.

En una oportunidad, Narada se acercó a Krishna y le dijo que las Gopikas (vaqueras devotas y adoradoras de Krishna), en Brindavan, no eran muy inteligentes, se hacían algunas ideas alocadas e irracionales sobre El y que le gustaría ir allá para decirles la verdad acerca de Krishna. Krishna se sonrió, y para su fuero interno pensó que no puede haber sino una clase de devoción y no dos: una apropiada para gente inteligente y la otra apropiada para gente ignorante. Quiso darle una lección a Narada, de modo que le permitió que fuera a decirles lo que deseaba a las Gopikas. Krishna sabía que Narada pensaba tontamente al creer que las Gopikas eran irracionales y que no tenían la clase adecuada de devoción, pues sabía que nadie podía sobrepasarlas en esta materia. Tan pronto obtuvo el permiso de Krishna, Narada viajó hasta Brindavan y fue a ver a las Gopikas. Todos llegaron y se arremolinaron en torno de él ansiosos por tener noticias de Krishna. Narada les dijo que eran ignorantes en cuanto a realizar la verdadera naturaleza de Krishna y que no entendían ni los Sastras ni los Vedas, pero que él les enseñaría estos aspectos. Mas, así como no se puede separar la letra impresa del papel, tampoco se puede separar a Krishna de los corazones de las Gopikas. Decimos que aquel que conoce a Brahman es Brahman, de modo que las Gopikas que conocen a Krishna son como Krishna mismo. Narada se dio cuenta de su propia necedad y dejó a las Gopikas después de bendecirlas. El hecho es que habían realizado la Omnipresencia que describe Ananda Totaka en su poesía.

En este mismo contexto compone Ananda Totaka otro verso. En él se dice que pensamos demasiado en nuestra familia, nuestras relaciones, nuestros hijos y nuestros nietos. Dedicamos tanto tiempo y esfuerzo a pensar sobre las riquezas que debemos reunir, los métodos para preservarlas u otras cosas por el estilo. Si dedicáramos tan sólo una milésima parte de este tiempo y este esfuerzo a pensar en Krishna, el que deleita brindando placer y alegría y en entregarnos a Sus Pies, todos los temores desaparecerían. Hasta el más atemorizante de todos los aspectos, la muerte, no perturbará a quienes cultiven este tipo de pensamiento. Vivirán sumidos en la alegría y el júbilo en este mundo. En este Kali Yuga, la Edad del Mal, hay mucha gente que no se percata del valor del tiempo. Dedican mucho tiempo a la satisfacción de sus deseos mundanos y les queda muy poco tiempo disponible para las obras buenas. Si alguien les pide que participen aunque no sea sino por media hora en hablar con los hombres buenos, dicen que no tienen tiempo, pero no vacilan en pasar varias horas en su club. Si se les pide llevar a cabo una ablución con algo de agua arguyen que no les queda tiempo. Pero, para vuestra desgracia, gastan decenas de litros de agua en lavar a un búfalo, un vehículo u otra cosa. Para las cosas buenas no les queda ni tiempo ni energías. El hombre no es capaz de determinar qué es erróneo y qué es justo y es ésta la razón por la que hemos llegado a este caos. Es por ello que debemos realizar un genuino intento por distinguir lo verdadero de lo falso. Debemos realizar la Omnipresencia de Dios. Esto le dará alegría y propósito a nuestra vida. Por otro lado, hay gente que se queja de dificultades familiares y de problemas profesionales que les impiden participar en los encuentros con aspirantes espirituales. Debemos inquirir para comprobar si estas responsabilidades en verdad la agobian o si no las usa sino como excusa para desvincularse. Hay un pequeño ejemplo para esto. En nuestro país hay un método peculiar para atrapar monos. El procedimiento es el de poner un recipiente de boca angosta con algo dentro que atraiga al mono. El mono meterá la mano para sacar un puñado de lo que se le haya dejado en el recipiente. Entonces, intenta escapar, pero no puede arrastrar el recipiente consigo, creyendo que algo dentro de él lo tiene atrapado. Nadie lo sujeta. El mono se habrá atrapado a sí mismo por tener la mano llena con lo que ha querido sacar. Tan pronto suelte lo que sujeta, quedará libre. De manera similar, en este gran recipiente del mundo con la estrecha boca de la familia, el hombre se ve tentado por los placeres que ofrece, y cuando se pierde en los compromisos con ellos, cree que algo o alguien lo tiene aprisionado. Pero no hay nadie que sea responsable por esta esclavitud suya. Tan pronto deseche los placeres y se desapegue, será libre. Esta es la manera por la que puede liberarse de estas ataduras imaginarias.

Hay otra historia que viene al caso y es la de Gajendra, el elefante, la que expresa bien el significado de la servidumbre. En la tupida selva de la vida, la mente del hombre andará vagando como un elefante salvaje. La mente que vaga como un elefante salvaje en la selva de la vida, siente sed de placeres sensoriales. Para calmar esta sed, comienza a beber en el lago de la familia. Tan pronto el elefante pone las patas en el lago, viene el cocodrilo del apego y lo sujeta por una de ellas y él no puede zafarse. Sintiendo esta sujeción, el elefante comienza a luchar y, con la lucha, se va debilitando. Sintiéndose débil, eleva sus oraciones a Dios y le pide ser salvado. Una oración así, hecha en un momento de desesperación, llega hasta Dios y hace que la Gracia de Dios descienda sobre el peticionante. Cuando la visión del elefante se vuelve hacia Dios, la Visión Divina también se vuelve hacia el elefante. Esto es lo que se denomina visión santa. Esto significa una buena visión. Cuando se vuelven hacia Dios, Dios se volverá hacia ustedes.

Para entender este verso en particular, no necesitamos llegar tan lejos como la historia de Gajendra. Existe un evento en mi propia experiencia para mostrar cómo un individuo totalmente inmerso en los placeres mundanos, cambió más tarde de actitud. Les contaré ello. Hace unos veinte años atrás llegó hasta mí una persona y oró pur lograr el éxito en sus exámenes y asegurarse el puntaje para un primer lugar. Le indiqué que había de poner el esfuerzo de su parte y que luego los resultados serían acordes a la voluntad de Dios. Le di mis bendiciones y le despedí. Obtuvo los resultados que deseaba y volvió a mí para pedir mis bendiciones como para obtener un trabajo. Debido a su buena suerte, logró un trabajo dentro del mes. Unos meses después volvió a llegar hasta mí y le pregunté si había obtenido un trabajo. Me contestó que lo había logrado, que estaba feliz y me dijo también que quería casarse con una mecanógrafa de la misma oficina. Le dije que si accedían su padre y su madre podía hacerlo, pero que a ellos podría no gustarles. No estaba inclinado a escucharme. Respondió que aunque significara desobedecer los deseos de sus padres, estaba determinado a casarse con esa niña. De hecho sugirió que estaba dispuesto a sacrificar su vida en aras de ese matrimonio. En tales circunstancias, le critiqué su posición y le advertí que debía convencer a sus padres antes de entrar en esta alianza. Ejerció bastante presión sobre sus padres hasta que éstos, al no encontrar otra salida, accedieron al matrimonio. Se casaron y después de un año vinieron ambos a verme y a decirme que deseaban tener un hijo. Después del nacimiento del hijo sus gastos se multiplicaron, su mujer tuvo que abandonar su trabajo y él volvió a venir porque deseaba obtener un ascenso. Debido a su buena suerte, lo consiguió. Pese a que era algo alocado en lo que concierne a los asuntos mundanos, tenía una gran fe en los asuntos concernientes al Señor. Le di mi bendición y logró su ascenso. Después de esto no volvió hasta pasados más de cinco años. Había sido muy feliz durante todo ese tiempo y ya tenían cinco niños. Cuando vino, me dijo que estaba harto de la familia, me dijo que no soportaba la carga de la misma y que buscaba un alivio de todo este engorroso asunto. Indicó que la familia lo hacía sentirse como aprisionado entre los anillos de una enorme serpiente y que no quería sino algún pequeño trabajo en el monasterio. Le pregunté si la serpiente lo había aprisionado inadvertidamente o si él la había dejado acercarse y apresarlo. De modo que han de aprender a distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso.

Habrán de hacer uso de vuestra educación con el propósito de cultivar la fe en Dios y el respeto por sus padres. Vuestra vida debe descansar sobre la moralidad y la verdad. Puede que vuestra vida vaya bien o mal, pero deben basarla sobre cimientos correctos. El dinero viene y se va, pero la moralidad viene y se desarrolla. Redita grandes satisfacciones el haber sido educados de acuerdo con los lineamientos correctos, el llegar a ser ejemplos para otros y el aceptar posiciones de responsabilidad. En todas estas cosas han de mantener sus corazones rectos y claros. Entonces obtendrán la Gracia de Dios. Recuerden que Ananda Totaka, un individuo sin educación y débil mental llegó a convertirse en un gran erudito y pudo llegar a dirigir un centro de estudios en Badri, sólo por haber ganado la gracia de su Gurú y la Gracia de Dios.